Por qué el Real Madrid es un coladero en defensa y Ancelotti señala los errores de los jugadores
El punto débil del Real Madrid es la defensa, precisamente la línea en la que se reforzó. Ancelotti pone el foco en sus jugadores para que tengan más atención, orden y compromiso
Carlo Ancelotti no puede ni tampoco parece querer ocultar el principal punto débil de su equipo. Los problemas defensivos vienen por la cantidad de ocasiones que les generan y la frustración está en no terminar los partidos con la portería a cero. Este déficit le trae de cabeza. Ni en la celebración del Mundial de Clubes se le vio plenamente satisfecho después de otro partido inconsistente, en el que el Al Hilal saudí acabó marcando tres goles y llegando con facilidad a situaciones de peligro. El entrenador del Real Madrid habla del impulso que supone volver a ganar un título, beneficioso para sumar confianza y recuperar la inercia ganadora, pero no esconde su preocupación por la falta de solidez.
Parece increíble que el Real Madrid sea más frágil que la temporada pasada después de reforzar la plantilla con los fichajes de Rüdiger y Tchouaméni. No hay manera de ver un equipo compacto y Ancelotti es el principal responsable. Hace poca autocrítica sobre este asunto. En alguna ocasión se le ha preguntado por el plan de juego y ha sorprendido respondiendo que a su equipo no le hace falta tener identidad. Lo ve como algo menor y pone el foco en manejar diferentes registros para ser competitivos. Pero no consigue que el equipo sea fiable en defensa y pone el foco en la actitud de los futbolistas.
Ancelotti ha probado de todo, con diferentes rotaciones en la defensa, y no da con la tecla. Tras la semifinal del Mundial de Clubes, señaló a sus jugadores de jugar con relajación. Lo grave es que antes del partido contra el Elche de este miércoles diga que es "un problema de concentración, organización y compromiso colectivo". No encuentra más explicación que una falta de actitud de futbolistas con experiencia, que han pasado de jugar con agresividad a cometer despistes de juveniles y bajar la intensidad. Esto, según el italiano, lo tienen que solucionar los propios jugadores, depende de ellos y el interés que le pongan para volver a ser un equipo rocoso.
Mejorar los automatismos
Se equivoca Ancelotti si solo ve en el problema defensivo la actitud de los jugadores. A él le corresponde que los automatismos defensivos estén mejor trabajados, que el equipo sea compacto y las líneas no estén tan abiertas, con los mejores futbolistas en cada sitio y leyendo y corrigiendo los errores colectivos desde la zona del banquillo. Lo que no puede hacer es bromear con la posición que más le gusta a Nacho para decir que es central, pero le pone de lateral derecho o directamente no le pone. Tampoco que Camavinga es mediocentro y lo utiliza de lateral izquierdo de emergencia. Debería explicar por qué Rüdiger tarda tanto tiempo en adaptarse al funcionamiento defensivo, al igual que Tchouaméni, y la cantidad de veces que le ganan la espalda al mediocentro y la línea defensiva.
El mejor partido defensivo, el más completo, del Real Madrid fue contra el Athletic en San Mamés. Portería a cero y un alto rendimiento colectivo para trabajar todos juntos en el repliegue y en la solidez ante los ataques del rival. En Bilbao destacó Nacho como lateral derecho. Probablemente, lo habría hecho aún mejor de central. Pero ahí estaba Militao, el defensa más en forma, que corrigió las averías de Rüdiger. Lo importante es que el bloque tuvo las líneas más juntas con Camavinga de pivote, y Ceballos y Fede Valverde en el centro del campo. Sin Kroos ni Modric, en el banquillo. En los dos partidos del Mundial de Clubes, Ancelotti ha respetado las jerarquías y ha devuelto al once a Kroos y Modric. Ninguno de los dos está para trabajar a destajo en defensa y menos con Tchouaméni, metido en un bache tras una lesión y con dificultades para llegar a las coberturas y unir las líneas.
Es una evidencia que el Barcelona de Xavi está más trabajado en su estructura defensiva y la solidez le convierte en un equipo más fiable. Es el gran disgusto que refleja el entrenador del Real Madrid. No lo oculta antes del partido contra el Elche y con la misión de la remontada en la Liga: "Atrás tenemos que mejorar. Hay que trabajar. El Barcelona lo está haciendo muy bien y es un equipo muy sólido. Ha sido la llave del éxito". El Real Madrid tendrá que perfeccionar mucho el trabajo defensivo para tener la precisión, coordinación y agresividad del equipo de Xavi. El éxito está en cómo el Barcelona presiona en campo rival y recuperar la pelota. En la velocidad de todos para regresar y juntarse. Y, por supuesto, en el compromiso. Esto también depende mucho de Ancelotti y su sistema. A Xavi le está dando unos resultados estupendos el trabajo insistente que ha hecho con los mecanismos defensivos y cómo ha cambiado el sistema para jugar con cuatro centrocampistas. Es un equipo con más equilibrio y, por lo tanto, más sólido.
Esto provoca que el Barcelona solo lleve 7 goles encajados en la Liga por los 17 del Real Madrid, con 16 porterías a cero en 21 partidos de los azulgranas. El balance global en lo que va de temporada del Real Madrid son 37 goles encajados en 34 partidos (más de un gol por encuentro). La temporada pasada consiguió dejar la portería a cero en 22 ocasiones de los 56 partidos y en esta solo lleva 10. Es el roto que tiene que arreglar Ancelotti. Los grandes partidos y los títulos se ganan con una buena defensa y el Barcelona tiene la solidez que no consigue el Real Madrid de Ancelotti.
Carlo Ancelotti no puede ni tampoco parece querer ocultar el principal punto débil de su equipo. Los problemas defensivos vienen por la cantidad de ocasiones que les generan y la frustración está en no terminar los partidos con la portería a cero. Este déficit le trae de cabeza. Ni en la celebración del Mundial de Clubes se le vio plenamente satisfecho después de otro partido inconsistente, en el que el Al Hilal saudí acabó marcando tres goles y llegando con facilidad a situaciones de peligro. El entrenador del Real Madrid habla del impulso que supone volver a ganar un título, beneficioso para sumar confianza y recuperar la inercia ganadora, pero no esconde su preocupación por la falta de solidez.
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