El arrepentimiento de Ancelotti: Camavinga arregla el caos defensivo del Real Madrid
Ancelotti rectifica con Camavinga. Lo considera un futbolista demasiado impetuoso para jugar de pivote y la reacción se produce con el poderío físico del francés para ser más sólidos
Ancelotti agarra el equipo a Camavinga para sacarlo del bache. Rectifica con un jovencísimo futbolista que sobresale por su fuerza, pero al que le achacaba no hace mucho tiempo poner en apuros los partidos por ser impulsivo. En Bilbao tomó una decisión valiente y de mucho riesgo con Eduardo Camavinga. Le dio la titularidad contra el Athletic, para jugar de pivote, en una posición en la que es fundamental no equivocarse, donde el error echa abajo el plan táctico. Tenía la misión más importante: hacer sólido el bloque. El Real Madrid arregló los problemas que le acuciaban de caos defensivo con la versión más ordenada y regular de Camavinga.
El francés jugó por delante de Kroos. En los desvelos de Ancelotti en esta segunda etapa en el banquillo del Real Madrid siempre ha estado si podía confiar en el francés en la posición de mediocentro. No lo veía hecho ni para sustituir a Casemiro ni tampoco a Tchouaméni. Prefería darle la responsabilidad a Kroos, con menos vigor que el francés, pero con el oficio para ocupar una demarcación de alta seguridad. Kroos, más diésel y sobrado de clase, se equivoca poco con la pelota. Pero no le puedes pedir que trabaje, corra, tape huecos y robe balones como lo hace Camavinga. El alemán era un parche de Casemiro y de Tchouaméni.
Ancelotti rectifica y en Bilbao revolucionó el centro del campo. Aparcó las jerarquías. Kroos se quedó en el banquillo en San Mamés y cuando salió en la segunda parte, el joven centrocampista francés siguió en el campo. Tenía una tarjeta amarilla, existía el riesgo de poder dejar al equipo en inferioridad en un momento en el que el Athletic apretaba. Ancelotti no quiso prescindir del futbolista con mejor físico, el que estaba cumpliendo con la función de cerrojo y con el que se volvió a dejar la portería a cero.
Darle continuidad
Lo que viene por delante son otros dos partidos de máxima exigencia para el Real Madrid esta semana. Contra el Atlético de Madrid el jueves en la Copa del Rey y el domingo contra la Real Sociedad en la Liga. Todo lo que no sea dar continuidad a Camavinga será una sorpresa. Bordó un enorme partido en San Mamés, en un campo de máxima dificultad, por la atmósfera del estadio, por cómo aprieta la afición, contra un rival intenso y por empezar a seis puntos del Barcelona. Lo hizo en un día histórico por ver a Kroos y Modric en el banquillo.
Jugó en la posición en la que el Real Madrid se ha gastado más de 80 millones de euros en Tchouaméni. Su compatriota, al que el club y el entrenador han regañado por pillarle viendo en París un partido de la NBA a la misma hora del encuentro contra el Villarreal, visibilizó en sus redes sociales que estaba frente al televisor, en su casa, viendo el encuentro contra el Athletic. Si hay un futbolista que se tiene que poner las pilas tras la exhibición de Camavinga ese es Tchouaméni.
Ancelotti calificó el partido de Camavinga como "espectacular". Lo dice después de darse cuenta de que el Real Madrid necesita la energía, el vigor, la intensidad y las ganas de un chico que, con solo 20 años, tiene calidad y fuerza. Le sobra ímpetu, algo que le penaliza frecuentemente con una tarjeta amarilla y por lo que el entrenador duda. A Ancelotti le ha costado darle un partido entero. En Bilbao, Camavinga se graduó como un titular para los días importantes. A partir de este momento no hay que verlo solo como un revulsivo. Ancelotti le ha dado vueltas al papel y el potencial de Camavinga desde que lo quitó del campo en el descanso de la final de la Supercopa de España contra el Barcelona. El técnico se arrepintió, pero lo justificó porque tenía una tarjeta. No fue, ni mucho menos, el problema en la derrota del Clásico en Riad.
Recital recuperando balones
Ancelotti rectifica y Camavinga ha jugado, de principio a fin, los partidos contra el Villarreal y el Athletic. En ambos ha sido determinante por darle vértigo y verticalidad al juego en la remontada en La Cerámica y consistencia a la defensa en San Mamés. Contra el Athletic completó su mejor partido en el Real Madrid. Una actuación que sirve para convencerse de que tiene nivel para entrar más en el once. Estuvo omnipresente, brilló con el balón y sin él. Dio soluciones a la gran preocupación de Ancelotti. Conseguir que el equipo fuera, de nuevo, un bloque compacto. Las líneas volvieron a estar juntas. Con Camavinga activo no hubo regalos y el bloque rebajó el número de llegadas con peligro a la portería de Courtois. Dio un recital, principalmente, en la recuperación de balones.
Camavinga tiene 20 años recién cumplidos y en San Mamés se marcó un partido de veterano. Ese ímpetu que le hacía dudar al entrenador es ahora una solución a los problemas defensivos. La temporada pasada metía energía al juego del equipo, pero era caótico. Costó encontrarle una posición en el centro del campo. Incluso llegó a jugar en el lateral izquierdo. Las mismas dudas ha tenido Deschamps en el Mundial de Francia. ¿Cuál es la mejor posición para sacarle el mayor rendimiento? Con lo que hizo en Bilbao sale reforzado como un mediocentro defensivo con largo recorrido. Tiene energía, personalidad, calidad y velocidad para lanzar las transiciones. Es normal, en su proceso de evolución, que le falte experiencia. Pero son partidos como los de San Mamés los que aceleran su madurez y hacen crecer su potencial.
Hace una semana, el Real Madrid estaba en una situación delicada, metido en un bache y con una dinámica preocupante por la fragilidad defensiva y la ausencia de rebeldía. Camavinga es uno de los artífices de la reacción y provoca que se abra el debate de su posición en el campo (pivote o interior), los minutos que tiene que jugar (de inicio o revulsivo) y por quién tiene que jugar (Tchouaméni o Kroos). El joven centrocampista francés ha aprovechado las oportunidades de los dos últimos partidos y sería extraño no verle de inicio en el derbi copero contra el Atlético de Madrid. Cuando regrese Tchouaméni de la lesión tendrá más competencia, ocupará el puesto de pivote, pero Ancelotti ya sabe que tiene en Camavinga un recambio para esa posición.
Ancelotti agarra el equipo a Camavinga para sacarlo del bache. Rectifica con un jovencísimo futbolista que sobresale por su fuerza, pero al que le achacaba no hace mucho tiempo poner en apuros los partidos por ser impulsivo. En Bilbao tomó una decisión valiente y de mucho riesgo con Eduardo Camavinga. Le dio la titularidad contra el Athletic, para jugar de pivote, en una posición en la que es fundamental no equivocarse, donde el error echa abajo el plan táctico. Tenía la misión más importante: hacer sólido el bloque. El Real Madrid arregló los problemas que le acuciaban de caos defensivo con la versión más ordenada y regular de Camavinga.