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El dedo amenazante de Ancelotti para poner orden y autoridad en el Real Madrid
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el técnico abronca a la plantilla

El dedo amenazante de Ancelotti para poner orden y autoridad en el Real Madrid

A Ancelotti le cuesta que el equipo recupere la fiabilidad y en Villarreal, tras una primera parte desastrosa, provocó la reacción con una bronca en el vestuario que siguió en el campo

Foto: Ancelotti da órdenes a los jugadores. (Reuters/Violeta Santos Moura)
Ancelotti da órdenes a los jugadores. (Reuters/Violeta Santos Moura)

Carlo Ancelotti decide que se acaba el amiguismo y el compadreo con los futbolistas. Hace falta orden y autoridad para recuperar la estructura de un equipo sólido y el esfuerzo colectivo. También disciplina. Es una decisión acertada, analizada con el club, de un entrenador que detecta falta de actitud y malos gestos que perjudican al rendimiento. En el Real Madrid se descartan problemas físicos. Se explica, según el diagnóstico del entrenador, en un bajón en la entrega y el sacrificio que tienen que poner los jugadores para conseguir ser, de nuevo, un equipo competitivo y fiable. El rapapolvo del italiano en el descanso del partido contra el Villarreal en la Copa del Rey y su dedo amenazante a Rodrygo, por poner mala cara en el cambio, son las claras muestras de su enfado.

Ancelotti impone su autoridad como medida necesaria para subir la tensión y la exigencia. Tiene que levantar la voz y el dedo para que los jugadores recuperen la humildad y el carácter. Es más un problema de actitud que de un bajón físico producto del parón del Mundial. Ya ha pasado un mes de la competición de Qatar. El Real Madrid no sufre ni pone los partidos en peligro por falta de piernas y frescura. Le falla tener alma, más concentración y ambición. Aspectos que la temporada pasada le convirtieron, en el tramo decisivo donde se ganan los títulos, en un equipo invencible.

El Real Madrid fue superior al Villarreal en la segunda parte con la entrada de Ceballos y Asensio por Kroos y Modric. Se vio un equipo con más energía y vértigo. En la prórroga contra el Valencia en la Supercopa de España también fue superior. De la final contra el Barcelona solo se puede sacar una conclusión. No compitió por falta de intensidad y errores defensivos. Lo del Real Madrid no es un problema de cansancio físico. Le falta que los jugadores entren a los partidos más enchufados y no hagan regalos. La bronca de Ancelotti en el descanso del partido en el estadio de La Cerámica fue por este camino. "Les dije que tenían que despertar", confirmó el entrenador. La reacción se produjo con la entrada de Ceballos y Asensio y la reprimenda de un entrenador que eleva el nivel de exigencia.

Señaló a Rodrygo y a Kroos

Lo que no puede permitir Ancelotti es que el equipo se le caiga y dé la imagen de fragilidad que muestra en los últimos partidos. Ha decidido dar caña. Los toques de atención tras el regreso del Mundial no estaban dando resultados. La primera parte del Real Madrid en Villarreal, después del bochorno en el Clásico de Riad, es inadmisible. Los despistes en defensa, las malas entregas, la falta de intensidad, un bloque inconsistente, con un juego previsible e inofensivo en la finalización de las jugadas son frecuentes. Ancelotti estalló en el vestuario de La Cerámica y en el inicio de la segunda parte, con los mismos problemas, señaló a dos jugadores. Mandó a Rodrygo y Kroos al banquillo y a los dos les sentó fatal.

Foto: Marco Asensio en el partido contra el Villarreal. (Reuters/Pablo Morano)

Kroos había acabado la primera parte con un mal pase al centro del área, en la salida del balón, que pudo costar el tercer gol en un disparo desde la frontal de Alberto Moreno que evitó Courtois. El alemán, que no ha disputado el Mundial, no está fino. Lo de Rodrygo es más extraño por ser más joven y haber perdido la chispa. Lo estropeó más cuando, en el cambio, pasó por delante de Ancelotti y ni le miró. El italiano enfureció y se fue a por él, con el dedo acusador, para recriminarle su falta de respeto. Ancelotti, el mismo que se fumó un puro con los brasileños en las celebraciones de los títulos, pone distancia e impone su autoridad. Rodrygo se ha confundido. Hay líneas que no se sobrepasan y las oportunidades están para aprovecharlas.

De haber caído eliminado en la Copa del Rey, el Real Madrid habría pasado de sufrir un bache a una crisis. Ancelotti estuvo acertado en los cambios, valiente para quitar, principalmente, a Kroos y asumió riesgos para ir a por el Villarreal. La remontada ayuda para coger confianza, pero no tapa que Benzema y Kroos, dos pesos pesados, están espesos. A Fede Valverde le sucede algo raro. Preocupan los fallos repetidos de Rüdiger. Con Modric hay que ir con cuidado y urge recuperarlo. El croata no entró en la convocatoria contra el Villarreal y, por fin, Camavinga jugó un partido entero. Son demasiados jugadores importantes los que no están a la altura de la exigencia y Ancelotti tiene claro que no es un problema físico.

Foto: Nasser Al-Khelaifi junto a Mbappé en el Parque de los Príncipes. (Reuters/Gonzalo Fuentes)

El entrenador ha reiterado en los últimos días que el Real Madrid siempre vuelve, pero lo que no se puede permitir es que Modric y Kroos, en especial, estén en retirada. Son el corazón del equipo en el centro del campo y de su rendimiento depende también que sea vea la mejor versión de Benzema. Los tres veteranos están avisados. El próximo rival en la Copa del Rey es el Atlético de Madrid. Tienen que dar más al equipo para recuperar el control del juego y la contundencia. Son parte de la solución de un bloque que sigue preocupando por su falta de solidez y que tiene que ponerle más hambre, ganas, sacrificio a los partidos. La actitud es innegociable y la pillada a Tchouaméni, viendo un partido de la NBA en París a la misma hora que jugaba su equipo, es un mal síntoma.

Carlo Ancelotti decide que se acaba el amiguismo y el compadreo con los futbolistas. Hace falta orden y autoridad para recuperar la estructura de un equipo sólido y el esfuerzo colectivo. También disciplina. Es una decisión acertada, analizada con el club, de un entrenador que detecta falta de actitud y malos gestos que perjudican al rendimiento. En el Real Madrid se descartan problemas físicos. Se explica, según el diagnóstico del entrenador, en un bajón en la entrega y el sacrificio que tienen que poner los jugadores para conseguir ser, de nuevo, un equipo competitivo y fiable. El rapapolvo del italiano en el descanso del partido contra el Villarreal en la Copa del Rey y su dedo amenazante a Rodrygo, por poner mala cara en el cambio, son las claras muestras de su enfado.

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