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El visceral Vinícius entra en una dinámica de agresividad, burlas y provocaciones
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El visceral Vinícius entra en una dinámica de agresividad, burlas y provocaciones

Vinícius explota como un jugador robusto y caliente de cabeza. Su regularidad le ha llevado a ser fijo en el once y mejorar las cifras goleadoras. En el club, señalan que es una víctima de los rivales

Foto: Vinícius y Piqué se encaran en el Real Madrid-Barcelona. (EFE/Ballesteros)
Vinícius y Piqué se encaran en el Real Madrid-Barcelona. (EFE/Ballesteros)

Vinicius ha alcanzado el estatus de estrella en el Real Madrid y, por supuesto, no lo quiere perder. Era su obsesión cuando estaba en el Flamengo y firmó, con 16 años, el contrato de su vida con el Madrid. Con 21 años, es uno de los futbolistas que tienen un puesto fijo en el once de gala de Carlo Ancelotti. La temporada, en su fase decisiva, no miente. Es el segundo jugador de campo con más partidos (39) y minutos (3.287) tras Militao (39 partidos y 3.534 minutos). Es, también, el segundo máximo goleador del equipo con 17 goles. Benzema lleva 32.

Lo bueno de Vinicius es que tiene unas condiciones físicas extraordinarias. No se lesiona. Aguanta todo lo que le echen. Si hay que jugar dos partidos por semana, intensos y a un ritmo alto, tiene energías. No sabe competir de otra manera que exprimiéndose. Lo malo del nuevo estatus de Vinicius es que entra en un estado de excitación que no le conviene a él, por los líos cada vez más frecuentes con los rivales, ni a su equipo, por tomar algunas decisiones precipitadas. La cabeza no la tiene fría. Es visceral.

placeholder Vinicius en la acción en la que se tira cuando encara a Ter Stegen en el Clásico
Vinicius en la acción en la que se tira cuando encara a Ter Stegen en el Clásico

En el Clásico, fue protagonista por tirarse al suelo cuando encaraba a Ter Stegen y no finalizar la jugada. La picardía le jugó una mala pasada. Fue un piscinazo y se lo recriminaron Ter Stegen, Eric García, Jordi Alba y Piqué. Con este último tuvo una acalorada discusión, encarados y apuntándose con el dedo. No fue a más la cosa. Con Eric García hubo más rencillas y al joven central del Barcelona le pillaron las cámaras picando al brasileño tras otra acción en la que perdió un balón. "Tú, el año que viene balón de oro", le lanzó Eric García a Vinicius. Cosas normales dentro de un Clásico, piques habituales de los que muchos no nos enteramos. Pero con Vinicius y ese nuevo rol que asume en el Real Madrid, de querer ser un líder, que no se achanta y puede con todo, está sucediendo algo repetitivo. Está metido en todos los fregados y tiene sus riesgos.

Evitar las refriegas

Contra el Barcelona, tuvo la ocasión de empatar el partido y la desperdició por fingir una caída. Tras esta acción, llegó el segundo gol del equipo azulgrana en el remate de cabeza de Araújo. En el club recuerdan todavía la jugada de Vinicius. A Ancelotti le hierve la sangre cuando el joven brasileño elige mal y pierde la concentración por meterse en refriegas que no conducen a nada. No está siendo sencillo hacerle ver que tiene que aislarse de las provocaciones que llegan de la grada y de las de sus marcadores, que encuentran la manera de sacarle de quicio. Marcelo, el capitán, es el que más encima está para hacerle ver lo que le conviene a él y al equipo.

Foto: Eden Hazard en el partido que jugó contra el Cádiz. (EFE/Kiko Huesca)

Sale a pique por partido. Venía del encuentro contra el Mallorca con un enfrentamiento personal, en el campo y en las redes sociales, con Pablo Maffeo. En el césped recibió una entrada dura, hubo tensión y siguió con mensajes en las cuentas de Instagram. Primero fue Vinicius el que publicó dos fotos. Una en la que muestra la dura entrada de Maffeo y otra en la que le deja sentado en el suelo. La respuesta de Maffeo fue un emoticono con besitos. En esta dinámica de marcajes agresivos, provocaciones y burlas está metido el nuevo Vinicius.

No es un jugador conflictivo. En el club, según Emilio Butragueño, señalan que es una víctima y cae en trampas. El director de relaciones institucionales ha pedido públicamente más protección por la dureza que hay con el brasileño. Vinicius tiene carácter y un hambre descomunal por triunfar en el Real Madrid. Por demostrar que puede estar en este club mucho tiempo, hacer historia y convertirse en una figura de la Selección brasileña. Ha encontrado el camino. Juega con regularidad y mejora sus registros en goles y asistencias. Por esto 'muerde' Vinicius. Tendrá que corregir algunos comportamientos que le perjudican y en los que está enredándose. Es lo que le repite Ancelotti. No será sencillo.

De sangre caliente

Vinicius es de sangre caliente y no tiene nada que ver con Rodrygo. El otro joven brasileño, que también es delantero, evita la confrontación. Rodrygo es más tranquilo y tiene otra personalidad. A Vinicius le va la movida y lo demostró desde el primer día que llegó a Madrid, jugó un derbi con el Castilla y acabó en trifulca con un jugador del Atlético de Madrid. Tenía 18 años y en el club ya se decía que había que protegerle porque le pegaban mucho y no se achantaba. Sigue igual. Desatado.

La ambición, el descaro y el trabajo le han llevado a superar las críticas, a mejorar y ocupar este estatus de intocable en el equipo. Cambiar una personalidad que es arrolladora en el campo no resulta fácil ni puede ser del todo conveniente cuando su mejor virtud es creerse capaz de todo. A este tipo de fenómenos, que tienen acciones diferenciales y son desequilibrantes, no hay que cortarles. Se les puede reconducir para que sean más productivos. Tiene cosas que mejorar para ser un jugador más completo y entre ellas está que no desperdicie la ocasión que tuvo para haber empatado el Clásico. Ancelotti tiene días en los que ama a Vinicius y otros, como el partido contra el Barcelona, en los que le amarga. Pero el técnico es el artífice de la gran mejoría del extremo. Le ha dado confianza y el jugador la devuelve. Lo da todo en el campo, en ataque y en defensa, porque es trabajador y generoso en el esfuerzo, y ha ganado partidos que estaban atascados.

Foto: Carlo Ancelotti, durante el Clásico. (EFE/Juanjo Martín)

Es la temporada de la explosión de Vinicius. En la que lleva más goles (17) que en la tres anteriores (15). Ha mejorado la definición y ha dado 10 asistencias. Le han hecho 97 faltas y es uno de los futbolistas que más 'palos' recibe. Son registros que superan las expectativas de los que no veían capacidad de mejora en la definición ni tampoco en el entendimiento con Benzema, su principal socio en el ataque. Pero la exigencia es mayor en este tramo de la temporada para el brasileño y el entrenador y los compañeros que más pendientes están de él, piden que esté enfocado. No es bueno que esté metido en esta dinámica de provocaciones y burlas.

Vinicius juega para hacer historia y para que le mejoren el contrato en el Real Madrid. El componente económico empieza a ser importante para el brasileño y su representante, Federico Pena. Es una de las sensaciones de la temporada, mantiene regularidad, demuestra compromiso y transmite ganas por estar en el Real Madrid. Vinicius y el club esperan al final de la temporada para hacer balance y hablar de su futuro. Tiene contrato hasta 2025, un sueldo de 3,5 millones de euros y una cláusula de 750 millones de euros. El incremento será importante para adecuarlo a su rendimiento y nuevo estatus. Con un sueldo que será el doble que el actual si hay un acuerdo entre cantidades fijas y variables. Llegará Mbappé, con el que cuenta el brasileño, y Vinicius estará más consolidado en los planes del club.

Vinicius ha alcanzado el estatus de estrella en el Real Madrid y, por supuesto, no lo quiere perder. Era su obsesión cuando estaba en el Flamengo y firmó, con 16 años, el contrato de su vida con el Madrid. Con 21 años, es uno de los futbolistas que tienen un puesto fijo en el once de gala de Carlo Ancelotti. La temporada, en su fase decisiva, no miente. Es el segundo jugador de campo con más partidos (39) y minutos (3.287) tras Militao (39 partidos y 3.534 minutos). Es, también, el segundo máximo goleador del equipo con 17 goles. Benzema lleva 32.

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