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¿Es el Atlético de Madrid un equipo de derechas?
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Viaje a los orígenes del club

¿Es el Atlético de Madrid un equipo de derechas?

De su fusión con el Aviación Nacional al finalizar la Guerra Civil hasta su relación con el régimen franquista. Radiografía de la ideología del equipo rojiblanco

Foto: Aficionados del Atlético de Madrid, en 2014. (Reuters)
Aficionados del Atlético de Madrid, en 2014. (Reuters)

Una de las más contundentes reacciones a la reciente muerte de Maradona fue la del periodista Antonio Maestre, quien expresó en su rechazo a la figura del Diego en un artículo por encarnar “valores despreciables”. El periodista alimentó el debate sobre el siempre espinoso equilibrio entre artista y conducta moral, sobre si la vida de los creadores resiste el filtro ético. Pero había más. Y es que, por analogía, la muerte del astro argentino le daba pie a cuestionarse su afición por el Atlético.

En un texto titulado "El fútbol como coartada", dice lo siguiente: “Quienes me conocen me censuraban que fuera aficionado del Atlético de Madrid, porque es cierto que poco puedes hacer cuando esa emoción prende de ti en la infancia, pero sí revertirlo. Su origen fascista, sus ultras neonazis y un club nada implicado con el tejido social de los barrios me separaban cada vez más del club en el presente, aunque seguía latiendo el cariño por ese recuerdo impregnado”.

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En su caso, la coartada de la que se valió fue el 'catenaccio' que practicaba el Atleti de Simeone en el ciclo triunfal de sus años de plomo, cuando derrotó a los grandes de Europa con una táctica que era, según él, una traslación del juego obrerista. Y lo hizo recurriendo a los argumentos del filósofo Toni Negri, para quien el 'catenaccio' era la lucha de clases llevada al fútbol.

“Me lo creí unos años”, dice el periodista. “Había estado usando un mensaje tan nefasto, machista, miserable y despreciable solo para poder autojustificar mi amor por un club que era la antítesis de todo aquello en que creía”. La pregunta que surge de inmediato es: ¿encarna el Atlético lo contrario de la izquierda? O, más exactamente: ¿es un equipo facha?

Azul mecánico: los 'orígenes' fascistas

El origen fascista al que alude se trata de la fusión con el equipo Aviación Nacional en 1939. Al término de la Guerra Civil, el Atlético estaba en la ruina, en Segunda División y sin estadio. En 1937, se había creado en Salamanca el Aviación. Integrado por oficiales y soldados de reemplazo, futbolistas que se entretenían dando patadas a un balón en la base de Matacán.

Al año siguiente, la batalla del Ebro obligó a Franco a trasladar su cuartel general a Zaragoza, donde se estableció también el Aviación. Allí jugaría varios partidos oficiales y hasta conquistaría el Campeonato Regional de Aragón. El final de la guerra impuso una nueva realidad política a la que debieron adaptarse personas e instituciones como los clubes de fútbol. Entre ellos, el llamado Athletic madrileño.

placeholder Monumento al Aviación en el Wanda Metropolitano. (EFE)
Monumento al Aviación en el Wanda Metropolitano. (EFE)

El club aéreo se instaló en Madrid en abril del 39 y fue el Real Madrid el primero en tantear al equipo de las alas. Ese mismo mes, en el diario 'ABC', Pedro Parages, expresidente madridista, manifestó que el Aviación podría ser el germen del nuevo Madrid Foot-ball Club. La alianza habría llegado a buen puerto si la estirada directiva blanca hubiera aceptado la exigencia del Aviación de imponer ciertos nombres en la dirección del club. Como los dirigentes merengues eran muy suyos, la fusión se truncó. Al equipo de las alas, ansioso de competir, solo le quedaron dos opciones: Nacional y Athletic, ambos en Segunda.

Los aviadores preferían a los primeros, pues carecían de deudas y su campo de juego, El Parral, aunque deteriorado, era practicable. Además, la nomenclatura resultante de la fusión, Aviación Nacional, tenía eufonía belicosa a oídos de los vencedores. Pero tras meses de negociaciones, fue el Atlético el que se salió con la suya. Y gracias, porque de otra manera, los rojiblancos habrían desaparecido, como les sucedió a los verdiblancos del Nacional.

El Aviación quiso imponer la mitad de la directiva, las alas del emblema de aviación y el azul mecánico del uniforme. Pero los rojiblancos conservaron sus colores, superpusieron su escudo a las alas y mantuvieron los estatutos de su club, que pasaron a regir el día a día del Athletic Aviación. Sí, su primer presidente fue Francisco Vives Camino, que se había unido en la primera hora a la sublevación franquista.

placeholder Plantilla del Atlético Aviación 1939/40. (forocolchonero.com)
Plantilla del Atlético Aviación 1939/40. (forocolchonero.com)

Quienes bucean en los orígenes políticos del Atlético de Madrid suelen recordar la presencia en la presidencia de personas como Luis Navarro Garnica, teniente coronel que formó parte de la sublevación franquista en el Ejército del Aire, o como Jesús Suevos, destacado falangista, que llegó a ser el primer director de Televisión Española y que al parecer creó la centuria conocida como 'los cadeneros' para sembrar el terror entre sindicalistas y demócratas, con cadenas y pistolas, en su Ferrol natal. Habría además otro presidente ligado militarmente al franquismo: Manuel Gallego Suárez-Somonte, que lo fue entre 1941 y 1945.

El régimen no facilitó la vida del Atlético

El vínculo del equipo con el Ejército del Aire duró solo siete años. Es el pasado del que habla Maestre. Pero pese a la sintonía que podría presuponerse entre los colchoneros y el arma de aviación franquista (según el exjugador rojiblanco Alfonso Aparicio, se les conocía como “el equipo de los millonarios y del Gobierno”), lo cierto es que el régimen se las hizo pasar canutas.

Primero les obligó a disputar una promoción para ocupar la plaza vacante en Primera División del Oviedo (cuyo campo de Buenavista estaba en ruinas), frente a Osasuna. Franco quería agasajar a los requetés, así que se adjudicó la plaza en Primera al club navarro en agradecimiento a la participación de sus gentes en el triunfo militar. El Atlético pleiteó, bajo el argumento de haber quedado por encima en la clasificación de Osasuna, para conseguir el puesto que deportivamente le correspondía. Tuvo que obtener la plaza que por méritos deportivos le correspondía en una eliminatoria a partido único que ganó en Valencia a los osasunistas por 3-1.

placeholder El entrenador del Atlético Aviación, Ricardo Zamora, saluda al entrenador del Real Madrid, Paco Bru. (archivo Santos Cubero)
El entrenador del Atlético Aviación, Ricardo Zamora, saluda al entrenador del Real Madrid, Paco Bru. (archivo Santos Cubero)

No solo eso: el Atlético también vio cómo el régimen franquista encerró a su entrenador, Ricardo Zamora (que ya había estado en una prisión republicana), en la cárcel de Porlier por las dudas que inspiró su no incorporación inmediata a la España nacional una vez hubo salido de zona republicana. Permaneció unos pocos días en prisión, pero estuvo inhabilitado durante seis meses, mientras el Atlético se jugaba el título de Liga, que revalidó en 1941. La verdad es que para ser un equipo bendecido por el franquismo, sus prerrogativas eran pequeñas.

Es complejo asignar, por una rara porosidad, las ideas políticas de las personas a las instituciones al frente de las cuales están. A nadie se le ocurriría tildar de fascista al Rayo Vallecano por haber tenido como presidente a Pedro Roiz Cossío, jefe provincial del Movimiento. Como tampoco parece que a los Indar Gorri osasunistas les afecte que Antonio Lizarza, político furiosamente derechista e impulsor del requeté carlista, fuera el presidente rojillo en la posguerra.

“A veces, la ideología de las aficiones y las directivas van al margen, otras en consonancia, y otras no hay una resistencia ideológica mayoritaria a las derivas de poder de las directivas de los grandes clubes. Hay excepciones. La directiva del Rayo es una buena muestra de la disonancia entre lo que es la directiva y su base social”, opina Maestre. “Esa resistencia de la masa social hace secundaria la importancia de un personaje como Martín Presa en su directiva. Eso, en el caso del Atlético de Madrid, no se ha dado. Nunca existió una resistencia ideológica a lo que la directiva representaba políticamente”. Puede que hayan existido esos silencios, pero no parece concebible que en los años del franquismo hubiera manifestaciones de disidencia política en el seno de ninguna hinchada. De hecho, no las hubo.

Según el periodista, hay un punto de no retorno que hace incompatibles su afición atlética y sus creencias políticas, y cuestiona el carácter progresista que su antagonismo con el Madrid parece conferir al Atlético. “No soy capaz de ver en qué punto el Atleti, su masa social, su directiva y el modelo de negocio que defiende pueden considerarse progresistas. No hay nada en estos elementos, que son los que definen un club, que pueda considerarse progresista”.

Foto: Jesús Gil (montaje Enrique Villarino)

El labour del fútbol español

Para José Ignacio Corcuera, historiador e investigador de fútbol, decir que el Atleti tiene un origen fascista “es un tremendo disparate”. Según explica a El Confidencial, tras sus inicios como sucursal del Athletic Club bilbaíno, el Atlético emprendió un camino idéntico al de tantos otros clubes nacionales hasta el estallido de la Guerra Civil. “Es a partir de su finalización cuando nadie puede negar vínculos obvios con el franquismo. Era tan calamitosa su situación económica que no hubiera podido seguir compitiendo a partir de 1939 y la salvación acabaría llegando del equipo de la Aviación Nacional”.

Según Corcuera, “es en ese momento cuando los rojiblancos de Madrid inician una deriva mantenida hasta avanzados los años setenta, con presidentes de clara línea ideológica, y una hinchada que mal podía ser de izquierdas cuando todo el país estaba sojuzgado por el régimen imperante”. Corcuera señala que hubo incluso “vetos a futbolistas por su línea ideológica y hasta se sondeó la posibilidad de purgar a sus socios, si bien este último paso no consta que llegara a ejecutarse”. Se refiere al caso de Pedro Areso, antiguo campeón de Liga y componente del Euzkadi en gira europea y americana, que acogiéndose al decreto que permitía el retorno sin represalias de españoles sin delitos de sangre, optó por el regreso.

placeholder Pedro Areso. (Manquepierda)
Pedro Areso. (Manquepierda)

El historiador explica su caso: “Fue sometido a prueba en un partido amistoso y dada su buena actuación, el fichaje se dio por hecho. A él mismo le comentaron que ya podía considerarse futbolista rojiblanco. Sin embargo, los militares que ocupaban puestos notables en aquella directiva consideraron que un fugitivo durante los peores días de la guerra, y que además había saludado puño en alto mientras se consideraba embajador deportivo de la República por campos soviéticos, no podía lucir el escudo con alas de la Aviación Nacional. No fue el único caso, aunque sí el más representativo, al tratarse de un jugador de gran prestigio”.

Los clubes y la ideología de sus dirigentes

De acuerdo a estos episodios, para Corcuera, “lo de club de izquierdas resulta insostenible si nos atenemos a la historia a partir de 1939. Pero no es menos cierto que a partir de la Transición fueron olvidadas las antiguas veleidades. Yo, de cualquier modo, no puedo encasillar a ninguna entidad como de izquierdas o derechas. Cabe hablar, en todo caso, de la ideología de sus dirigentes. Y por cuanto respecta al Atlético Madrid, entre 1939 y 1977, estuvo en manos muy, pero que muy de derechas, lo mismo que el Barcelona, por ejemplo. Otras entidades, como Real Sociedad, Betis, Zaragoza, Deportivo de La Coruña, Granada o Real Murcia, supieron distanciarse bastante”.

Que esas veleidades de las que habla Corcuera fueron arrinconadas en los setenta lo demuestran las siguientes palabras de Francisco Umbral en su ‘Diario de un snob’, de 1973: “Según los sociólogos a ojo del fútbol madrileño, [el Atlético] agrupa a la afición menestral y obrera en sus tardes demagógicas y populares, frente al elitismo impoluto del Real Madrid”. Eran tiempos de debilidad merengue y, según Umbral, “los colchoneros se crecen en sus multitudes ideologizadas de la carretera de Toledo, la Arganzuela y el paseo de Extremadura”.

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Para el escritor y columnista, dotado de gran olfato costumbrista: “El Atlético es un club democrático, es el 'labour' del fútbol nacional (…). La educación democrática del pueblo madrileño, con la que algún día tendremos que contar, es obra en buena medida del Atlético de Madrid, que ha formado a sus miles de correligionarios en la mística horizontal del gol compartido, porque el gol ha de salir para todos y no solo para los latifundistas de tribuna”.

Cuesta creer por tanto que el grueso de la afición colchonera estuviera alineado con el franquismo terminal. Vicente Calderón, pese a ser franquista, eligió como mano derecha a Víctor Martínez, un combatiente republicano que llegó a estar preso en un campo de concentración.

Los muchos orígenes

Para el periodista y escritor Severino Lorences, autor de ‘El rojo y el blanco. Libelo de antimadridismo razonado’, “el Atlético es una institución y las instituciones son en cada momento lo que son las personas que hay al frente de ellas. No se nos ocurriría decir que el Atleti tiene un origen separatista por nacer vinculado al Athletic Club”. Para Lorences, “el Atlético tiene muchos orígenes. Se ha reoriginado de hecho muchas veces, la última fue esa fusión suya con el Aviación, pero en la Guerra Civil fue incautado por miembros del Frente Popular y participó en partidos a beneficio de diversas causas republicanas”.

Sobre las relaciones del Atleti con el régimen de Franco, Lorences cree que, contrariamente a lo que podría suponerse, no fueron privilegiadas. “Todos los equipos hicieron lo que el régimen les pedía. Ningún equipo hubiese subsistido sin una relación fluida con el franquismo. Los que ganaron la guerra impusieron sus condiciones, a las que no escaparon ni el Madrid, ni el Barcelona ni ninguno. El Madrid no hubiera conseguido sus Copas de Europa si no se hubiera plegado a ciertas exigencias”, nos explica.

Foto: Pablo Iglesias, líder de Podemos

Tampoco está claro que se pueda hablar de adscripciones sociales nítidas en el futbol español. “A diferencia de lo que pasa en Argentina, donde Boca siempre fue el equipo de la gente humilde y River el de la gente pudiente, hay aficionados de Madrid y Atlético de la más diversa procedencia y condición. El Atlético no ha sido nunca un equipo muy connotado por la clase social de sus aficionados. El gran dinero de Madrid va siempre con el Madrid, no lo olvidemos, son más capitalistas que nadie y más de derechas que nadie en el sentido sociológico de la palabra. No conozco grandes fortunas vinculadas al Atlético (aunque las hubo), poco a poco todas han ido trasvasándose al Real Madrid. Pero en España no encuentro equipos que representen a las clases populares frente a otros que lo hagan con las más acomodadas”.

Sin embargo, desde el Atlético ha habido un empeño continuado a través de sus campañas de comunicación de establecer cierta sintonía con las capas humildes. Se trata de ese espíritu con el que simpatiza cierta progresía y que llevó a gente como Pablo Iglesias a decir: “El Atleti del Cholo me hace soñar. Es David contra Goliat, es la demostración de que la ilusión unida a la disciplina y al esfuerzo a veces funciona. Para nosotros, políticamente es una inspiración y me emociona mucho”. Según Lorences, “se trata de la demagogia de los Gil, que siempre han jugado a eso. Porque el Atleti es un club interclasista”.

El equipo del poder

Una de las personas que más han contribuido a la denigración del Atlético como equipo franquista ha sido quizá Javier Marías. Y es que el escritor madrileño fue un gran y decisivo creador del mito izquierdista del Madrid. En su libro ‘Salvajes y sentimentales: letras de fútbol’, exhortaba a los ultras madridistas a hacerse del Atlético. Allí leemos: “La gente de izquierdas y la republicana, los derrotados de la Guerra Civil, preferían al Madrid sobre el Atlético, pese al adjetivo 'Real' aparentemente contradictorio. El Madrid llevaba en su nombre el de la ciudad asediada y bombardeada, mientras que el Atlético Aviación (como se llamaba en sus orígenes el Atleti) era el equipo de los pilotos franquistas, justamente de los que se habían dedicado a bombardear la capital con saña”.

Foto: Ortega junto a Dolores Ibárruri, La Pasionaria, durante la Guerra Civil. (Cordon Press)

Hay ignorancia o mala fe en atribuir el origen del Atleti a su vínculo con el arma de Aviación en lugar del Athletic Club, del que fue sucursal, o la relativización de la condición de 'Real' de su eterno rival, “aparente contradicción” afanosamente conseguida por el club blanco tras pelotear largo tiempo a Alfonso XIII. Otro elemento de caché progre en la imagen del Madrid fue quizá la emergencia de la Quinta del Buitre en los años dorados del felipismo, mientras se decía que Ramón Mendoza tenía vínculos con la URSS y era simpatizante castrista y la Movida madrileña dejaba en las orillas culturales la resaca de las páginas de Moncho Alpuente, madridista de izquierdas.

Pese a que Marías insta a los ultras iletrados del fondo sur del Bernabéu a dejar de apoyar “al equipo que fue de los perdedores bélicos” y hacerlo en su lugar al fascista Atlético, lo cierto es que el Madrid no está exento de un largo historial de simpatías hacia el régimen. El Real Madrid era un club tradicionalista, con mucho tirón entre los aficionados conservadores (a menudo, retratados como señoritos con chistera) y con algunos de sus directivos afiliados a la CEDA. Cuesta creer que fuera el equipo de los perdedores bélicos el mismo que presidió Bernabéu, simpatizante cedista y partícipe como cabo en la conquista de Cuenca o en las operaciones de Bielsa, por las que fue condecorado. Sin embargo, sería injusto decir que el Madrid es franquista. Raimundo Saporta lo expresó bien cuando afirmó que el Madrid no era el equipo del régimen, sino el del poder.

La habilidad del club madridista para cohabitar con el poder, fuera del signo que fuera, lo llevó a ser el más monárquico en tiempos alfonsinos, el más republicano después y el más franquista en la posguerra. Si mañana gobernara Podemos, Pablo Echenique sería sin duda asiduo al palco de su estadio. El mismo lugar del que Jesús Gil dijo que "cumple en democracia la función de las cacerías de Franco en la dictadura". Resulta complejo ligar el colchonerismo a la política de un signo u otro. Salvo clubes oficialmente alineados con la izquierda, como el St. Pauli o el Red Star de París, u otros en que una parte significativa de sus aficiones tiene un claro sesgo comunista, como Rayo Vallecano o Livorno, lo cierto es que en el Atlético, como en todas partes, hay de todo.

Foto: Zozulya, este domingo en Vallecas con la camiseta del Albacete.

El Milan siempre fue un equipo progresista (frente al más conservador Inter), aunque luego hemos visto lo que han representado Berlusconi o Moratti, presidente interista e involucrado en causas de tipo social. La Lazio, el equipo de Mussolini, tiene hinchas comunistas, y la Roma, tradicionalmente de izquierda, ha visto llenarse sus gradas de 'tifosi' de ultraderecha. El Barça condecoró tres veces al Caudillo, y Gabriel Rufián es hincha del Espanyol, algo que para el CIS, cuando se le ocurre preguntar por esas cuestiones, es una rareza entre los votantes de ERC.

Tampoco es cierto que el Atleti no se haya implicado en el tejido social de los barrios. Ahí está su colaboración en el pasado con el Rayo (razón por la que los vallecanos llevan una franja roja en su camiseta), o la manera en que ayudó al Moscardó de Usera o al Carabanchel, barrios de marcado carácter popular. Sus contradicciones son las de las personas. Mi tío abuelo, que combatió por la República en la batalla del Ebro, aborrecía al Atlético por haber sido el equipo de la aviación franquista. A mi abuelo, por su parte, sus convicciones de izquierda no le impidieron ser un fanático colchonero. Hay madridistas rojeras y atléticos conservadores.

El fútbol-negocio moderno ha borrado el alma popular de este deporte, pero en el inevitable imaginario sociocultural que destila el fútbol, su antagonismo con el Madrid siempre le conferirá al Atlético carácter de 'underdog', de maldito. Y el poder no aprecia a los descamisados. Ni fachas, ni lo contrario. Esos hombres, como en una novela de Victor Hugo, pertenecen al motín.

Una de las más contundentes reacciones a la reciente muerte de Maradona fue la del periodista Antonio Maestre, quien expresó en su rechazo a la figura del Diego en un artículo por encarnar “valores despreciables”. El periodista alimentó el debate sobre el siempre espinoso equilibrio entre artista y conducta moral, sobre si la vida de los creadores resiste el filtro ético. Pero había más. Y es que, por analogía, la muerte del astro argentino le daba pie a cuestionarse su afición por el Atlético.

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