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Ruiz-Mateos con el balón en sus pies: ascenso y descenso en el Rayo Vallecano
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20 AÑOS AL FRENTE DEL CLUB FRANJIRROJO

Ruiz-Mateos con el balón en sus pies: ascenso y descenso en el Rayo Vallecano

Durante dos décadas fue el máximo accionista del conjunto vallecano, aunque sólo estuvo tres temporadas como presidente. En este tiempo, el Rayo ha vivido una montaña rusa de éxito y fracaso

Foto: José María Ruiz-Mateos, fallecido este lunes a los 84 años.
José María Ruiz-Mateos, fallecido este lunes a los 84 años.

“Cada frase que decía parecía una lección de vida. Me impactó la conversación que tuve con él”. Son recuerdos sobre José María Ruiz-Mateos de un implicado directo en el delicado proceso que el Rayo Vallecano se encontraba hace casi un lustro, con impagos a sus trabajadores y en la antesala del adiós al club franjirrojo por parte del empresario andaluz. Ruiz-Mateos, fallecido este lunes en El Puerto de Santa María, fue el máximo accionista del Rayo entre 1991 y 2011, hasta que la situación económica se unió al clamor social para un cambio en el timón. Con sus palabras, en la última temporada, mantuvo con esperanza a una plantilla que fue capaz de no cobrar y mantener al equipo en puestos de ascenso, algo que culminaría el dueño sucesor, Raúl Martín Presa.

Como un salvador, así aterrizó la figura empresaria de Ruíz-Mateos en el mundo del balompié. En pijama, el roteño presentó la salvación económica para el Rayo Vallecano al poco de adquirir el club en la sede de la LFP para proclamar de esta manera tan llamativa que se había logrado la viabilidad financiera. En el césped, con José Antonio Camacho en el banquillo, el presidente Ruiz-Mateos logró el ascenso a Primera División y en el verano de 1993 realizó otra acción no menos llamativa: fichar a Hugo Sánchez, de 35 años. “No voy a engañar al señor Ruiz-Mateos. Ya no tengo la misma velocidad que a los 25 años”, indicó por aquel entonces el mejicano.

Mezcló Rayo y Rumasa, y no sólo porque numerosos patrocinadores del club fueran de este conglomerado de empresas, también porque aprovechó el escaparate futbolístico para realizar alguna campaña contra Miguel Boyer. Entre populista y original, se hicieron famosas las victorias del Rayo en casa ya que al término del partido se regalar balones de plástico por las gradas del estadio.

Su presidencia fue corta, de 1991 a 1994, dejando su sillón a su mujer, María Teresa. Desde entonces, su presencia por las instalaciones del club fue esporádica aunque su sello, la abeja de Rumasa, estaba presente en la camiseta y hacia el final de su 'reinado' en forma de mascota: Pica Pica, quien también sufrió problemas de impagos en la última etapa... como el resto de empleados.

'Matagigantes' y 'Eurorayo'

Antes de caer en esta desdicha, el Rayo Vallecano se ganó diferentes apodos, como el de 'equipo ascensor', 'Matagigantes' y también el de 'Eurorayo', cuando en la 2000-2001 participó en la UEFA tras ganar la temporada anterior el Trofeo al Juego Limpio y acceder a un sorteo de tres plazas para dicha competición. Eliminó al Constelación de Andorra, Molde de Noruega, Viborg de Dinamarca, Lokomotiv de Moscú y Girondins de Burdeos para ser eliminado por el Alavés en cuartos de final.

Por aquel entonces, la familia Ruiz-Mateos alcanza su cuota de popularidad en el barrio de Vallecas, tanto que no tuvieron problemas en 'retocar' el escudo y el nombre del club o a realizar un referéndum entre los abonados para ampliar el nombre del estadio a 'Campo de Fútbol de Vallecas, Teresa Rivero'. Aunque en la 2003-2004, después de 12 años en Primera, el equipo inicia un descenso hasta 2ªB, pozo del que se salió cuatro años después y ya con Felipe Miñambres en la secretaría técnica.

"Pagaban muy bien, pero..."

“¿Por qué hubo una época en los que los jugadores preferían ir al Rayo antes que a otro equipo? Porque pagaban muy bien, aunque de aquella manera...”, relata una fuente consultada por El Confidencial sobre una 'peculiar forma' que Ruiz Mateos instaló en su empresa futbolística a la hora de que sus jugadores cobraran.

En 2011, a las puertas de ascender a Primera y con una situación insostenible para trabajadores y los futbolistas que entrenaba José Ramón Sandoval, Ruiz-Mateos realizó su último servicio al Rayo cuando recibió en su casa de Somosaguas a parte de la plantilla. Allí, embaucador a través de su palabra, mandó mensajes de tranquilidad y dio las dosis de esperanza suficiente como para que el vestuario continuase con el mismo paso firme. La afición de Vallecas, en cambio, comenzó a realizar acciones contra la familia... la presidenta que terminaría tirando la toalla, con el beneplácito de su marido. En mayo de 2011, la abeja voló fuera del Teresa Rivero, poco después renombrado Campo de Vallecas. Los carteles de Nueva Rumasa, o de empresas como Dhul o Clesa comenzaron a desaparecer para dar paso a un nuevo Rayo Vallecano, posterior a la era Ruiz-Mateos.

“Cada frase que decía parecía una lección de vida. Me impactó la conversación que tuve con él”. Son recuerdos sobre José María Ruiz-Mateos de un implicado directo en el delicado proceso que el Rayo Vallecano se encontraba hace casi un lustro, con impagos a sus trabajadores y en la antesala del adiós al club franjirrojo por parte del empresario andaluz. Ruiz-Mateos, fallecido este lunes en El Puerto de Santa María, fue el máximo accionista del Rayo entre 1991 y 2011, hasta que la situación económica se unió al clamor social para un cambio en el timón. Con sus palabras, en la última temporada, mantuvo con esperanza a una plantilla que fue capaz de no cobrar y mantener al equipo en puestos de ascenso, algo que culminaría el dueño sucesor, Raúl Martín Presa.

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