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"Mis ídolos son Jesús, Franco y el Che Guevara". La disparatada vida de Jesús Gil
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ascenso y caída de un populista

"Mis ídolos son Jesús, Franco y el Che Guevara". La disparatada vida de Jesús Gil

Un biografía desvela las luces y sombras del hombre que gestionó Marbella y el Atlético de Madrid a golpe de titulares histriónicos y oscuros negocios privados

Foto: Jesús Gil (montaje Enrique Villarino)
Jesús Gil (montaje Enrique Villarino)

He aquí uno de esos recuerdos juveniles que se quedan grabados a sangre y fuego: corría el año 1993 y el Atlético de Madrid vivía una de esas temporadas tormentosas típicas de la presidencia de Jesús Gil. Tras llamar Gil “mercenarios” a los jugadores y amenazar con echarlos a todos, Bernd Schuster, colosal centrocampista alemán del Atlético, respondió: “A mí este señor no me toca el pirindolo”.

Máximo respeto retrospectivo a Schuster: si todos hubiéramos hecho como él y no le hubiéramos reído las gracias a Gil cuando irrumpió a mitad de los ochenta, quizá no hubiera llegado nunca ni a la presidencia del Atletico de Madrid (1987-2003) ni a la alcaldía de Marbella (1991-2002), y nos hubiéramos ahorrado la interminable serie de negocios abusivos que caracterizaron su paso por el deporte y la política.

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De volver a contar las andanzas de Jesús Gil (1933-2004) se encarga el periodista Iván Castelló en ‘Salvaje’, biografía que la editorial Contra (que no saca libro malo) publica la semana que viene. O las luces y sombras de un charlatán de feria tan caótico como carismático. Como resumió José María García el día que murió Gil (en otra muestra de su talento para la frase lapidaria): "Rozando la delincuencia, GIl era buena gente".

“Mi error ha sido tratar a los futbolistas como personas”, dijo una vez el temperamental Gil. El nuestro: no decirle a Gil que dejara de tocarnos el pirindolo hasta que ya era demasiado tarde y el daño estaba hecho. Al habla con Iván Castelló.

PREGUNTA. Usted tuvo que lidiar con el primer Jesús Gil en calidad de joven periodista deportivo. ¿Cómo era la relación de Gil con la prensa?

RESPUESTA. Muy intensa. Gil detectó muy pronto -cuando se presentó a la presidencia del Atlético de Madrid- que la prensa era un altavoz muy potente. Que periódicos como el 'As' y el 'Marca' era grandes herramientas para colocar -en forma de publicidad- sus discursos/alegatos como candidato. Llegado a la presidencia, comprobó que no tenía que pagar para aparecer en prensa, porque el mejor altavoz gratuito estaba a su disposición. Aparecía habitualmente en los programas nocturnos de radio, y cogía el teléfono absolutamente a todo el mundo. Digamos que todos ganábamos entonces: Gil difundía su mensaje, y la prensa deportiva se felicitaba por la irrupción de un nuevo personaje en el circo del fútbol que era una máquina de dar titulares. Gil le hacía gracia a los medios.

Ahora bien: algunos medios serios empezaron a darse cuenta de que su discurso estaba vacío y era populista, que lo que decía no casaba con lo que luego sucedía, entonces empezaron los problemas... Como Gil no estaba acostumbrado a que le contradijeran y tenía poco aguante, saltaron chispas: insultaba a los periodistas, les amenazaba, les prohibía entrar en el Vicente Calderón, etc. Una relación melodramática, en definitiva.

placeholder Encarna Sánchez, Jesús Gil y Arturo Fernández (Gtres)
Encarna Sánchez, Jesús Gil y Arturo Fernández (Gtres)


P. Cuenta usted la locura que era hablar el mismo día con el padre (Jesús Gil) y con el hijo (Miguel Ángel Gil Marín u otro) para sacar información sobre el club, como si aquello fuera una versión paródica del poli bueno poli malo...

R. Era todavía más surrealista, porque entraba en juego un tercer personaje, el poeta Antonio Olano, entonces jefe de prensa. Era muy divertido porque los tres que hablaban con la prensa no tenían nada que ver. Cada uno decía un poco lo que le daba la gana. Era bastante esperpéntico, aunque no deja de ser información sobre fútbol, que tampoco es que tenga relevancia máxima. Y no hablo solo de las formas, sino también del fondo: era un poco difícil saber qué pasaba exactamente en el club, dado que Gil decía una cosa y los otros dos otra totalmente diferente, en un intento por apagar el fuego. En defensa de Jesús Gil, que era un auténtico volcán, hay que decir que ahora las cosas son muy diferentes: nadie te cuenta absolutamente nada en el mundo del fútbol. Era una locura divertida hasta que la relación con Gil empezó a ser desagradable.

P. Tanto esta manera volcánica de tratar con la prensa como su salto a la política recuerdan un poco a Trump, aunque sea con 25 años de adelanto. Gil suena a Trump, por ejemplo, en su capacidad para crear confusión -que le fue muy útil para salir de rositas de los juzgados. Con ambos personajes surge la misma duda: saber cuándo están utilizando una estrategia inteligente y cuándo se les está yendo la olla totalmente...

R. Es un precursor absoluto de Trump. Imagínate si Gil hubiera tenido cuenta de Twitter: un misil totalmente incontrolable. Gil hablaba más lento de lo que pensaba, así que en una misma conversación podía decirte dos cosas opuestas, lo mismo y lo contrario, era un torbellino tal que ni él mismo sabía muy bien lo que te estaba diciendo...

P. La paradoja es que ese 'ni yo mismo sé lo que estoy diciendo', al final le fue útil, como demuestra la cantidad de juicios que ganó teniendo perdidos o su exitoso salto a la política...

Pagar lo que es pagar nunca pagaba. Gil nunca pagó sus deudas ni a los bancos ni a nadie, y se escaqueaba generando la ceremonia de la confusión

R. Sí, es que una de las claves de su éxito es que era un gran negociador de lo suyo. Te prometía cosas siempre -de dinerito fresco a una casa en Marbella- pero nunca te las daba. Pagar lo que es pagar nunca pagaba. Nunca pagó sus deudas ni a los bancos ni a nadie, y se escaqueaba generando una ceremonia de la confusión. Su estrategia era ganar tiempo siempre, como demostró en los juzgados, donde estiraba los plazos al máximo, generaba caos y esperaba a que todo prescribiera. La estrategia de la confusión.

placeholder Jesús Gil tomando las aguas y cerrando un negocio en un mismo movimiento
Jesús Gil tomando las aguas y cerrando un negocio en un mismo movimiento

P. Al hilo: En época de Jesús Gil, Enrique Cerezo y Miguel Ángel Gil Marín fueron pescados por el Tribunal Supremo apropiándose indebidamente del club -compraron acciones del Atlético sin desembolsar un duro- pero se libraron porque el delito había prescrito. ¿No resulta extraño ver que -aunque todo el mundo sabe lo que pasó entonces- Gil Marín y Cerezo sigan moviendo los hilos del Atlético?

R. José Luis Sierra -abogado de Jesús Gil- era el ideólogo de esta estrategia judicial de dilatar y dilatar hasta la prescripción del delito. El Supremo sentenció que Cerezo y Gil Marín habían sido colaboradores necesarios de la apropiación indebida del club, pero tardó tanto tiempo en fallar...

P. Otro gran barullo sucedió cuando (1999) la Audiencia Nacional impuso a un administrador concursal en el club, el equipo bajó a Segunda, y Jesús Gil volvió a recuperar el control. ¿Cómo resumiría ese año?

Jesús Gil llevó al Atlético de Madrid, el tercer club de España, al borde de la extinción

R. Pues que Jesús Gil llevó al Atlético de Madrid, el tercer club de España, al borde de la extinción. Los desmanes eran de tal calibre que la justicia apostó por la intervención. El club salió muy mal parado de aquello, aunque pudo ser peor, eso es cierto. Fue el momento más negro en la historia del Atlético de Madrid. Al margen de este año negro y del éxito del doblete, la gestión deportiva de Gil fue nefasta.

P. ¿Cómo se le quedó el cuerpo cuando Gil se convirtió en alcalde de Marbella?

R. Con sensación de sospecha. Como si hubiera un motivo oscuro detrás de su salto a la política. Y en efecto, había un plan b, que era ir apropiándose de todo lo que pudiera, que fue mucho: la deuda que dejó en Marbella se va a seguir pagando durante varias generaciones. Marbella fue el triunfo de su idea, solo que su idea no era otra que la del capital privado, el suyo y el de sus socios, un grupo de constructores y promotores que vieron que la mejor manera de reflotar sus negocios era hacerse con la alcaldía de Marbella. Sin importar los daños colaterales.

P. Otra variante importante de este personaje poliédrico es el kitsch, cuyo ejemplo más inolvidable es su programa en Telecinco, 'Las noches de tal y tal', donde aparecía diciendo disparates desde un jacuzzi de Marbella, con gran éxito de audiencia. ¿Qué aportó el kitsch al éxito de Gil?

R. Lo humanizó y lo acercó al pueblo, a las mayorías silenciosas; no olvidemos que se convirtió en presidente del Atlético y en alcalde de Marbella por la vía democrática de las urnas, y con unas mayorías muy consolidadas, eso es innegable. Otra cosa es que el poder le hiciera desbarrar a base de bien.

P. Para acabar con un disparate: hay un vídeo de 2015 en el que Ángel María Villar -entonces presidente plenipotenciario de la Federación Española de Fútbol- y Miguel Ángel Gil Marín mantienen la siguiente conversación:

-¿Qué tal tu padre?
-Bien, bien.

Dado que Jesús Gil llevaba 11 años muerto cuando se produjo esta conversación, ¿cómo nos la tenemos que tomar exactamente? ¿Sigue Gil vivo y se esconde en un bungalow brasileño junto a Hitler y Elvis?

R. Primero hay que poner en cuarentena a los personajes implicados, sobre todo a Villar. Yo creo que puede ser bien un despiste bien que diga "madre" en vez de "padre"; pero casa bien con esa leyenda urbana que sostiene que Gil está vivo y de parranda para evitar a la justicia, algo que no es verdad, pero que acompaña al mito del personaje.

PD: El último capítulo del libro de Iván Castelló incluye una imprescindible lista de las mejores frases de Jesús Gil. Tomen nota: "Mis ídolos son Jesús, Franco y el Che Guevara". "Quiero ser Presidente del Gobierno para limpiar España". "Puedo ser comunista a las nueve de la mañana, a las diez socialista y a las once de derechas". "Ramón Mendoza es un inductor a la violencia. Es como la KGB e Idi Amin". "Mi error ha sido tratar a los jugadores como personas". "Algunos jugadores no merecen vivir". Y tal y tal...

He aquí uno de esos recuerdos juveniles que se quedan grabados a sangre y fuego: corría el año 1993 y el Atlético de Madrid vivía una de esas temporadas tormentosas típicas de la presidencia de Jesús Gil. Tras llamar Gil “mercenarios” a los jugadores y amenazar con echarlos a todos, Bernd Schuster, colosal centrocampista alemán del Atlético, respondió: “A mí este señor no me toca el pirindolo”.

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