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Así derrotó el capitalismo al 'barrio rojo de Hamburgo', corazón de la lucha antifascista
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el 78% de habitantes de hamburgo paga alquiler

Así derrotó el capitalismo al 'barrio rojo de Hamburgo', corazón de la lucha antifascista

Sankt Pauli es uno de los barrios más populares de Europa, conocido por ser escenario de numerosas luchas sociales. Pero incluso aquí la gentrificación amenaza imparable

Foto: La calle Reeperbahn del barrio de Sankt Pauli, en la Nochevieja de 2017. (Reuters)
La calle Reeperbahn del barrio de Sankt Pauli, en la Nochevieja de 2017. (Reuters)

Pasear por la avenida Reeperbahn de Hamburgo de día es totalmente antagónico a realizar el mismo trayecto a pie durante la noche. Cuando cae el sol, esta extensa calle se transforma en un centro de exhibición del lujo y la diversión, aunque también de la prostitución, legal en Alemania. La mezcla de carteles luminosos de todos los colores imaginables provoca una sobreexcitación emocional difícil de asimilar de entrada. El nombre “Reeper” proviene de los fabricantes de cuerdas empleadas en los barcos que surcaban el puerto de Hamburgo, el segundo más grande de Europa.

Esta es una de las zonas del barrio de Sankt Pauli, famoso internacionalmente por su reivindicativo equipo de fútbol y su lucha obrera. Donde ahora es posible comprar a cualquier hora un souvenir con el logo no oficial del equipo, la reconocida calavera con dos tibias cruzadas sobre fondo negro, hace pocas décadas se luchaba activamente contra el capitalismo y el fascismo. A escasos metros, detrás de esta calle, se encuentra el estadio de fútbol del F.C.St. Pauli. En sus gradas, el color de los asientos forma una frase: “Kein Mensch ist illegal” ('"ingún ser humano es ilegal", en referencia a la acogida de refugiados). Las actuaciones del club trascienden lo deportivo y se suele implicar políticamente con una postura radical de izquierdas, incidiendo en la solidaridad entre las personas. El pasado julio, el F.C. St Pauli ofreció su estadio para que los manifestantes anticapitalistas que protestaban contra la cumbre de jefes de Estado de los países más poderosos del mundo, el G-20, pudiesen pernoctar.

Ese capitalismo contra el que se lucha desde hace décadas en este barrio obrero no muy alejado del puerto ahora ha engullido buena parte de las reivindicaciones que lo hicieron llegar a ser el corazón antifascista de Europa. Una de las esencias más reconocibles de St. Pauli ha sido la lucha por una vivienda digna, cuestión que ahora se torna difícil, pues es uno de los barrios más afectados por la gentrificación en la ciudad. 'Gentrificación', palabra que viene de la palabra inglesa ‘gentry’ (burgués), alude a la expulsión de los vecinos tradicionales al no poder hacer frente a la subida de los alquileres.

La transformación del espacio urbano se completa con locales destinados a personas con más elevado poder adquisitivo y reclamos de ocio de masas, lo que también atrae a nuevos habitantes y pone el barrio de moda. Este proceso, que se vive en la mayoría de las ciudades europeas actualmente, es algo diferente en el país centroeuropeo. En Alemania la cultura de hipotecarse no está tan extendida como en España y el 78 % de los habitantes de Hamburgo paga un alquiler. Es, después de Berlín, la ciudad alemana donde más se vive de esta forma.

placeholder La bandera del St. Pauli ondea antes de un partido de la Bundesliga en Hamburgo, en agosto de 2010. (Reuters)
La bandera del St. Pauli ondea antes de un partido de la Bundesliga en Hamburgo, en agosto de 2010. (Reuters)

Un proceso distinto a Berlín

Andrej Holm es un sociólogo alemán, activista y uno de los mayores expertos del país en política de vivienda y gentrificación. Holm opina que la elitización residencial se debe a que “en Hamburgo entre 1990 y 2000 se apoyaron políticas de revalorización, cosa que ha convertido la ciudad forzadamente en un parque empresarial. Por ejemplo, 500 millones de euros de excedentes de la empresa pública SAGA GWG se utilizaron para la construcción de la Filarmónica del Elba”, comenta.

La Filarmónica del Elba se inauguró en enero del año pasado, aunque debía haber estado lista en 2009. La melómana construcción ha protagonizado una de las mayores polémicas de los últimos años, pues además del retraso de las obras, sus sobrecostes han alcanzado los 708 millones de euros. Este imponente edificio con forma de barco que se alza a orillas del río Elba, cambiará también la configuración del barrio de HafenCity, pues hasta 2025 se ampliará la superficie del centro urbano en un 40 % con 14.000 nuevos habitantes y viviendas, centros comerciales o edificios oficiales. Para su construcción, las familias más adineradas de Hamburgo aportaron más de 65 millones de Euros.

Holm observa, no obstante, muchas diferencias entre la gentrificación de Hamburgo y la que ocurre actualmente en Berlín. “La neoliberalización de la política de vivienda en Berlín ocurrió como consecuencia de la contención, de la aplicación de políticas de austeridad que privatizaron viviendas públicas y redujeron el número de viviendas sociales. Estas políticas se justificaron porque el nivel de deuda de la ciudad alcanzaba cifras superiores a los 60.000 millones de Euros”.

Uno de los conflictos de la vivienda que más se recordarán en St. Pauli con el paso del tiempo es la ocupación de casas de la Hafenstrasse. En esta calle se ocuparon bloques de viviendas en los años 80 y se crearon varias cooperativas. En su mayoría jóvenes, quienes las habitaron las reformaron y dotaron de suministros mientras batallaban un duro conflicto policial con varias amenazas e intentos de desalojo. Para poder resistir fue imprescindible el apoyo vecinal y hubo masivas manifestaciones y barricadas improvisadas. Ante un movimiento social tan grande, las autoridades optaron por hablar con las cooperativas y acabaron vendiendo las casas por un precio de entre 3 y 5 euros el metro cuadrado. Según datos oficiales, los nuevos contratos de alquiler que se firmaron en Hamburgo en 2017 tuvieron un precio medio de 12,68 Euros por metro cuadrado.

placeholder El logotipo del St. Pauli en una de las calles del barrio (Wikimedia Commons)
El logotipo del St. Pauli en una de las calles del barrio (Wikimedia Commons)

La mítica "Rote Flora", rodeada

Contiguo a St. Pauli se encuentra el distrito de Sternschanze, otro de los exponentes de la cultura alternativa de Hamburgo y barrio donde se han fraguado algunas de las luchas sociales más importantes de la ciudad. Allí se encuentra la “Rote Flora”, mítica Casa proyecto (Projekthaus) que se construyó en 1888 como teatro y fue uno de los pocos que sobrevivieron a los bombardeos de la II Guerra Mundial sobre Hamburgo. Se consiguió “okupar” definitivamente en 1989 tras la presión y las protestas de vecinos, tenderos y asociaciones. Sus dos pisos y su impactante color rojo hacen de este edificio una seña inconfundible del barrio.

De su fachada cuelgan pancartas con diversos lemas políticos, una de las últimas expresaba su apoyo al derecho a decidir de Cataluña. Sin embargo, al girar 180 grados hacia la derecha, el lado opuesto de la calle se compone de bares de nueva apertura, barberías modernas y todo tipo de locales de estética “hipster” donde es posible que una cerveza cueste más de cinco euros. Alemania es un país en el que el agua embotellada en los restaurantes suele ser más cara que la cerveza, bebida que allí no es considerada socialmente alcohol, sino cultura.

El parque sobre el que se asienta la casa “Rote Flora” se llena de turistas con cámaras y algunos tours que, entre otras opciones, recuerdan los locales destrozados por los disturbios del G-20 el verano pasado, en su mayoría multinacionales y uno de los supermercados más grandes de Alemania, en el que se realizó un saqueo que se difundió en vídeo por Internet. Tras la cumbre del G-20 sorprendía ver que los ataques habían sido realmente selectivos, a pesar de la quema indiscriminada de vehículos durante la noche. Las antiguas librerías de Sternschanze aparecían con sus cristales intactos y también los kebabs del barrio, mientras que las cadenas internacionales de ropa habían recibido intensas pedradas.

Los turistas se agrupan en círculos para escuchar a los guías, que hacen un recorrido por los locales más dañados. ¿Cuándo empezó el activismo social a servir como negocio para empresas ajenas? ¿Tiene sentido exhibir la “Rote Flora” o St. Pauli como si de un parque de atracciones turístico se tratase?

placeholder Vista de la fachada de la conocidísima 'Rote Flora', durante las protestas contra el G-20 (Fuente: Wikimedia Commons)
Vista de la fachada de la conocidísima 'Rote Flora', durante las protestas contra el G-20 (Fuente: Wikimedia Commons)

Anja es una alemana que vive desde hace tres años en St. Pauli. No nota que esta elitización residencial sea un proceso nuevo en los últimos tres años, sino que viene de más atrás. “Esto no es como el barrio de Kreuzberg en Berlín, exageradamente gentrificado. Yo encontré mi piso rápido y no busqué sólo aquí. En Sternschanze sí que están construyendo más viviendas nuevas, algunas de lujo. El proceso es mucho más lento en St. Pauli que en Sternschanze, a mi modo de ver. En St. Pauli no ha habido una gentrificación que procediese de extranjeros con dinero. Nosotros mismos, los alemanes que nos hemos mudado recientemente, somos los gentrificadores del barrio”, comenta.

No piensa lo mismo Isa Zim, que desde hace cuatro años también es habitante de St. Pauli. “No sé decirte exactamente cómo están los precios ahora, pero sí tengo la impresión de que la subida ha sido muy grande en muy poco tiempo. Desde que vivo aquí han ido abriendo muchos nuevos restaurantes, cafés y todo se ha hipsterizado”.

La ola de la subida de los alquileres va recorriendo ambos distritos pero a velocidades diferentes, según los testimonios. Franziska Unger vive desde junio en el distrito hamburgués de Sternschanze. Su habitación de 12 metros cuadrados en un piso compartido con otras dos personas le cuesta 410 euros al mes. “Mi piso no es muy grande, pero está renovado”, dice a este periódico. La cuestión de la renovación de los pisos (total o parcial) es un síntoma de subida de alquileres en Alemania. Como comparativa, en el barrio berlinés de Neukölln cada semana se puede ver un andamio nuevo cubriendo un edificio de viviendas. Estas obras suelen durar poco tiempo, en lo que se limpia y pinta un poco la fachada. Lo que por fuera está embellecido, por dentro suelen seguir siendo portales antiguos en los que casi ninguno cuenta con ascensor.

Alrededor de la casa okupada Rote Flora florece la gentrificación mientras este espacio resiste a la especulación inmobiliaria. “La Rote forma parte de la cultura y paisaje urbano del barrio y lucha contra los nazis, aunque desde el pasado G-20 se encuentra muy amenazada por la policía debido a grupos radicales de izquierdas”, dice Franziska. Este fue uno de los lugares donde nació el “Black block” (bloque negro), la característica forma antifascista de manifestarse con muchas personas ataviadas con ropas negras que forman un muro o bloqueo.

“Aquí ahora viven muchos jóvenes, pero menos personas de ascendencia extranjera. También se nota en que hay muchos estudiantes y algunas parejas con buenas posibilidades económicas, pero aún sin hijos. Las parejas que sí los tienen suelen mudarse a otros barrios en cuanto sus hijos empiezan a ir a la escuela”, narra Franziska. Al preguntar que de qué forma encontró su actual vivienda, confiesa que a través de un amigo. Cuando en una ciudad es más fácil encontrar piso a través de contactos que de anuncios u otro tipo de recursos, en teoría no excluyentes, es que la sombra de la especulación inmobiliaria planea sobre ella.

placeholder Un hombre borracho sentado delante de una sala de apuestas en la Reeperbahn de Hamburgo, en 2009. (Reuters)
Un hombre borracho sentado delante de una sala de apuestas en la Reeperbahn de Hamburgo, en 2009. (Reuters)

​El "espejo del alquiler" como medida

Un instrumento con el que cuentan los inquilinos de Alemania es el llamado “Mietspiegel” (espejo del alquiler). Este índice, considerado ley de cada estado federal, marca el precio medio que se paga por metro cuadrado en cada zona de la ciudad. De hecho hay buscadores virtuales donde se puede ver cuánto está pagando la gente en cada calle. Sobre este baremo, no se puede subir más de un 20% el alquiler en Hamburgo, pero depende de cada Land. En Berlín, por ejemplo, la subida máxima es de un 15% sobre el precio fijado por el Mietspiegel.

“Para mi gusto el problema no es el índice, sino que este índice es el reflejo de los problemas, porque sólo refleja las subidas. Hay demandas para calcular el índice con contratos más antiguos, que cambiarían el precio que marca. Esto tiene sentido, pero tampoco evitaría el aumento exponencial de los alquileres”, dice el sociólogo Andrej Holm. “A pesar de que el mercado de la vivienda está altamente regulado con leyes diversas como la ley de arrendamiento, de construcción, legislación social o políticas de impuestos, no existen instrumentos que resuelvan de golpe todos los problemas. Lo que se necesita es proteger a los inquilinos y evitar las subidas, promover y facilitar el desarrollo de agentes sin fines de lucro como las viviendas públicas, cooperativas, proyectos de viviendas (projekthaus) o empresas de viviendas de beneficencia y sobre todo restringir la especulación”.

Sobre las recetas que todo el mundo busca para poder combatir esta gentrificación o, al menos, retardarla, Holm anuncia que “habría que hacer una reforma de la ley del arrendamiento. Actualmente es posible que los alquileres suban sin que se produzcan mejoras en la calidad del apartamento. Esto sería como vender por el doble de precio un automóvil usado que uno nuevo. Hay que gravar la venta a empresas para evitar la especulación y también la renta de inmuebles de forma progresiva. En los últimos años se han demostrado que no faltan propuestas para una mejor política de vivienda, sino que lo que falla es la voluntad política de diseñarlas y utilizarlas. Toda mejora ha sido por la protesta de los inquilinos, ya que la movilización desde abajo sigue siendo la respuesta más significativa”.

Andrej Holm fue nombrado, tras las elecciones municipales de Berlín en 2016, Secretario de Estado de vivienda en el ayuntamiento berlinés. Antes de poder ocupar su cargo, se descubrió que con 18 años, poco antes de la caída del muro, había comenzado su carrera en la Stasi (Ministerio para la Seguridad del Estado en la antigua República Democrática de Alemania cuando ésta estaba dividida en dos). Haber ocultado su pasado comunista en un formulario universitario hizo que fuese cesado de su cargo. Con su cese se esfumó también la posibilidad de un cambio en la política inmobiliaria de Berlín a corto plazo.

Pasear por la avenida Reeperbahn de Hamburgo de día es totalmente antagónico a realizar el mismo trayecto a pie durante la noche. Cuando cae el sol, esta extensa calle se transforma en un centro de exhibición del lujo y la diversión, aunque también de la prostitución, legal en Alemania. La mezcla de carteles luminosos de todos los colores imaginables provoca una sobreexcitación emocional difícil de asimilar de entrada. El nombre “Reeper” proviene de los fabricantes de cuerdas empleadas en los barcos que surcaban el puerto de Hamburgo, el segundo más grande de Europa.

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