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Lo que esconde la falta de gol del Real Madrid
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una semana en la que cambió la dinámica

Lo que esconde la falta de gol del Real Madrid

A seis días del Clásico del Bernabéu, el campeón del mundo se ha reconciliado consigo mismo, ha encontrado el fútbol que le ha dado tantos títulos y encara con optimismo el resto de la temporada

Foto: Sergio Ramos celebra el gol de Cristiano en la final del Mundial. (Reuters)
Sergio Ramos celebra el gol de Cristiano en la final del Mundial. (Reuters)

"No estoy preocupado". Esta frase empezó a ser casi como un mantra reiterado una y otra vez en las apariciones públicas de Zinédine Zidane. Siempre que su equipo tenía un resultado adverso, salía en las 'flash interview' o en sala de prensa repitiendo que no estaba preocupado. Que sí, que había cosas que no habían funcionado, lógico, no había ganado y por tanto algo era susceptible de ser mejorado, pero que no había motivos para el alarmismo. ¿Diez puntos por debajo del Barça? Nada de qué tener miedo. ¿Que se pierde la opción de ponerse a seis? No pasa nada, seguimos, señores.

Era como el protagonista de un dramón de los años 90 que le decía a su compañera de aventuras aquello de "todo va a salir bien" cuando les perseguía una banda de robots asesinos. Y al final de la peli todo había salido bien, el 'prota' nunca muere, los malos sí. Y al final de la historia del Madrid, ¿qué pasa? Pues que el Madrid vive y los malos mueren.

Foto: Florentino Pérez, presidente del Real Madrid. (EFE) Opinión

Son ocho los títulos de Zidane desde que es entrenador del Real Madrid, y diez los que ha disputado. Lo ha ganado prácticamente todo. A ver quién es el guapo que se atreve a llevarle la contraria cuando afirma sin pestañear que no está preocupado y que todo va a salir bien. Bien es cierto que las semanas en las que el equipo ha estado anquilosado han sido largas y han supuesto que revalidar la liga sea tan improbable como ganar dos Champions League seguidas, algo que por mucho que se lograra hace unos meses no deja de ser casi irrealizable. Las sensaciones que transmite en esta última semana, penúltima competitiva de 2018, pretenden hacernos creer que Zizou tenía razón en su falta de inquietud sobre las opciones de su plantilla.

No se puede decir, en absoluto, que el Madrid alcanza el Clásico del próximo sábado en el mejor momento de la temporada, pues estaríamos obviando el espectacular inicio de la misma, tan bueno como efímero, pues ni siquiera se estiró hasta el inicio de septiembre y, a partir de entonces, ese ingenio solo se vio en ocasiones esporádicas y sin continuidad en el tiempo. Ahora mismo ya son tres partidos con la mentalidad de agosto, bajo el embrujo de las Supercopas, llamémosle así. El Madrid huele a título es como un Tyrannosaurus rex cuando observa un movimiento, es decisivo y mortal. Se acercaba el Mundial, la copa que quedaba en este 2017 excepcional y despertó de la hibernación con energías renovadas.

placeholder Cristiano se está reencontrando con Bale. (Reuters)
Cristiano se está reencontrando con Bale. (Reuters)

Todo empieza a funcionar como debe

La fluidez con la que se movió el balón contra Gremio entre Modric, Kroos e Isco no se veía desde la victoria ante el Barça en el Camp Nou. Cuando el juego funciona, lo demás va surgiendo de manera natural. Tras pérdida el equipo se conjunta y agobia al adversario hasta conseguir recuperar la pelota, cuanto antes mejor. Líneas adelantadas, Sergio Ramos, Marcelo y Kroos sacando el balón, Modric creando superioridades, Isco y Marcelo inventando, Benzema apareciendo entre líneas y Cristiano marcando. Todo eso sucedió en Abu Dabi.

Lo cual no quiere decir que todo lo que hizo el Madrid en tierras árabes fuera excelente, ni mucho menos. Es una fracción de lo que es este Madrid, pero una fracción mucho más productiva y vistosa con respecto a la que ha dado en este largo y poco fructífero otoño que apura sus últimos días. Todavía queda por mejorar, el Madrid aún no es el mejor equipo del mundo como dice el nuevo parche en el pecho que llevará al menos otro año más. No lo es, en buena medida, porque siguen sin entrarle la grandísima mayoría de las ocasiones que genera.

Entre la semifinal contra el Al Jazira y la final ante Gremio, el Madrid realizó 55 disparos a portería, con el escuetísimo resultado de tres goles que le dieron victorias por la mínima en ambos partidos, disputados frente a rivales sensiblemente inferiores, sobre todo en el caso del equipo emiratí. 55 tiros sin contar los centros al área sin remate, los pases en profundidad a los que el receptor no pudo llegar... El despliegue ofensivo en ambos casos del equipo blanco fue constante, pero su producción no fue acorde. No hablamos de que el Madrid debió hacer diez goles por encuentro, sino resaltar la evidencia de que la superioridad tan manifiesta en el campo no se reflejó en ningún caso en el marcador.

Ese 5-0 al Sevilla de hace una semana no parece haber despejado las dudas de Benzema, Cristiano y los demás atacantes del Madrid de cara a puerta. El '7' ha marcado en ambos encuentros, pero su ratio sigue sin ser propio de un goleador tan acertado como él. Y Zidane dirá que no pasa nada. "No estoy preocupado, a veces no entran, ya entrarán". Otra versión de su particular homilía. ¿De qué se va a preocupar si sigue ganando títulos? Era cuestión de tiempo de que el Madrid empezase a reencontrar su juego, el siguiente paso es encontrar portería. Como tarde, debe recuperarse en febrero, aunque el Clásico nunca es mal momento para ello...

"No estoy preocupado". Esta frase empezó a ser casi como un mantra reiterado una y otra vez en las apariciones públicas de Zinédine Zidane. Siempre que su equipo tenía un resultado adverso, salía en las 'flash interview' o en sala de prensa repitiendo que no estaba preocupado. Que sí, que había cosas que no habían funcionado, lógico, no había ganado y por tanto algo era susceptible de ser mejorado, pero que no había motivos para el alarmismo. ¿Diez puntos por debajo del Barça? Nada de qué tener miedo. ¿Que se pierde la opción de ponerse a seis? No pasa nada, seguimos, señores.

Zinédine Zidane
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