Es noticia
Los 'crossfiteros' se rebelan contra CrossFit: "Te quitan las ganas de seguir pagando la marca"
  1. Deportes
¿Pagarías 4.000 euros por usar una palabra?

Los 'crossfiteros' se rebelan contra CrossFit: "Te quitan las ganas de seguir pagando la marca"

La empresa estadounidense dueña de la marca de 'fitness' más grande del mundo acaba de subir la cuota que cobra a sus afiliados. Llevaban 11 años sin cambios, pero para muchos es la gota que colma el vaso

Foto: Un 'box' de CrossFit. (Reuters/Kim Kyung-Hoon)
Un 'box' de CrossFit. (Reuters/Kim Kyung-Hoon)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

A las afueras de El Vendrell, Tarragona, se encuentra un gran centro de entrenamiento. Sus instalaciones son las de un gimnasio, pero con unas características muy concretas, por eso lo suelen llamar box. En su gran nave apenas hay máquinas y cuentan con barras, pesas, cajones para saltos, cuerdas, merchandising y decenas de logos pintados que confirman que lo que aquí se hace también tiene un nombre especial: CrossFit. Al menos en este espacio se sigue llamando así, pero podría cambiar en los próximos meses. Porque su centro es uno de los muchos que se están planteando dejar de pagar la cuota anual por poder usar esa palabra.

Este CrossFit tarraconense que regentan una pareja de empresarios (prefieren mantener en privado sus nombres) es uno de los cerca de 100 centros de toda España que han levantado la voz en el último mes contra la multinacional estadounidense que puso de moda estos boxes, está detrás de este modelo de entrenamiento que allí practican y ha creado un imperio de la palabra CrossFit. ¿El motivo? Una subida en las cuotas a los afiliados de cerca del 40% y cambios en las condiciones de las licencias que para muchos ha supuesto la gota que ha colmado el vaso. Tras varios años de desencuentros, los centros se han unido en un grupo y han compartido una dura carta abierta en sus redes sociales. En ella, agradecen a la compañía toda su aportación, pero denuncian una importante falta de cuidado al cliente y la ruptura con la esencia de lo que era CrossFit.

"Creemos que CrossFit no se comporta bien con sus afiliados, no aporta nada, ni siquiera escucha a los clientes que no están a favor de esta subida desproporcionada", comentan la pareja. Ellos llevan siete años afiliados y apostando por el modelo, pero, aseguran, se están planteando seriamente dejarlo. "Todo lo que muestran cada vez es más circo. Te quitan las ganas de seguir pagando la marca... Solo buscan dinero", añaden. Su queja es similar a la del resto del grupo de afiliados que han iniciado la protesta. En él hay desde pequeños gimnasios de ciudades como Avilés o La Palma a otros en Almería o las afueras de Madrid. Y no es algo que se quede en España.

La revuelta de estos espacios también se ha dado en otros países como Portugal o en la tierra donde nació este movimiento, EEUU, y se enmarca en una situación general delicada para la multinacional. La empresa, que cambió de manos en 2020, y guarda con recelo detalles de sus cuentas, está valorada en unos 4.000 millones de dólares, según Forbes, y tiene cerca de 14.000 afiliados en todo el mundo (es, con diferencia, la marca de fitness más grande del mundo), pero, según comentó el propio CEO de CrossFit, Don Faul, necesitan generar más. Tan claro lo tiene que, tras 11 años sin mover las condiciones a sus afiliados, han aumentado la tarifa de 3.000 a 4.500 dólares de cuota anual y obligarán a los dueños de los centros a sacarse una nueva licencia de entrenamiento con coste añadido.

La empresa cerró, según Faul, con equilibrio contable en 2022, pero quieren fondos para reinvertir y hacer crecer la marca. Su objetivo es claro, lidiar con una extraña paradoja que les acecha: cuanto más crece su popularidad, más difícil es mantener el valor del nombre y seguir mejorando resultados. Todo el mundo conoce la palabra CrossFit y lo que significa, pero eso ha hecho que cada vez se necesite menos tener la marca. Ahora ya es normal encontrar espacios o eventos con aspecto y estilo crossfitero que esquivan la palabra y no pagan, aunque todo el mundo sabe de dónde viene la inspiración.

España es un buen ejemplo de todo esto. Nuestro país es uno de los principales mercados de CrossFit, aquí están cerca de llegar a los 700 gimnasios CrossFit, siendo una de las naciones con más centros. Pero su importancia no queda ahí. En 2022 fue el país con más eventos licenciados por la marca y algunos de los boxes patrios lideran la participación en los eventos internacionales más importantes de CrossFit como los Open. Sin embargo, la protesta de los boxes muestra otra realidad. Tras las imágenes de éxito hablan de falta de diferenciación, cuidado y apoyo de la marca a sus clientes.

placeholder Imagen de los Taronja Games, uno de los eventos licenciados por CrossFit en España.
Imagen de los Taronja Games, uno de los eventos licenciados por CrossFit en España.

"No hacen nada con los centros no afiliados, que muchos de ellos en algún momento han usado la palabra CrossFit sin pagar. Mucha gente ya sabe lo que es el deporte, ya se llame CrossFit, cross training o entrenamiento funcional, y la empresa no hace nada por poner en valor su firma sobre el resto", comenta Xabi, otro dueño de un box licenciado.

Muchos de los centros que han levantado la voz señalan a la dirección de CrossFit España, la filial de la multinacional en nuestro país liderada por Nat Diez, como parte del problema. Desde El Confidencial nos hemos puesto en contacto con esta filial, pero al cierre de este artículo no hemos recibido respuesta a nuestras preguntas. La única información ofrecida desde la dirección es que todo este debate "es un tema que no concierne al público en general, sino a los propietarios de los gimnasios afiliados".

La 'startup' del 'fitness'

CrossFit es uno de los modelos deportivos de mayor éxito en los últimos tiempos. Con el aire de startup californiana, nacida casi de la nada por iniciativa de un visionario, Greg Glassman, ha pasado de tener un solo gimnasio con esa nomenclatura en el año 2000 a contar en todo el planeta con unos 14.000 centros. Su modelo de entrenamiento, basado en una mezcla de ejercicios de fuerza, movimientos funcionales y alta intensidad, y su forma de crear comunidad, han sido una máquina de generar dinero. Hasta se ve como una inspiración de lo que ahora muchas marcas intentan al buscar hacer negocio desde la comunidad. Pero nada dura para siempre.

Glassman, un antiguo NAVY Seal, que lideró la compañía hasta 2020, acabó obligado a vender su obra por distintos escándalos en los que se le acusó de acoso sexual y comentarios racistas en el caso de George Floyd. Viendo imposible superar aquella situación en una compañía tan centrada en generar comunidad, y ahogada por la pandemia, decidió vendérsela a uno de los muchos millonarios tecnológicos de su estado: Eric Roza. Él es actual dueño y el encargado, junto a sus directivos, de dar un nuevo impulso a la marca, pero de momento sus movimientos no parecen surtir efecto. Tanto, que la gran startup del fitness, una de las marcas más famosas del mundo, va a romper uno de sus principios originales, el de no anunciarse en medios, y aprovechara parte del dinero conseguido con las subidas de cuotas para ello.

Todo para intentar apuntalar un castillo que tiene problemas en la base: las tiranteces con los licenciados. Desde el principio de su proyecto, Glassman evitó el modelo clásico de las franquicias, y el tiempo demostró su acierto porque de ahí salen sus principales ingresos. Gracias a esta forma de operar consiguieron conectar con miles de emprendedores concienciados con la marca y encantados de defenderla que, liberados del control de las franquicias, además, pagan por el uso de la palabra, por sus cursos de capacitación y por algunos servicios extra como planificación de entrenamientos o descuentos en distintas marcas. Cada uno de sus centros es una comunidad que funciona de forma independiente, pero que hasta ahora sigue conectada y vende la marca.

Fuera de lo ocurrido con las cuotas, estos gimnasios llevan años criticando el otro pilar de CrossFit, los CrossFit Games. Este evento anual, creado justamente como conector de todas las comunidades, ha evolucionado con los años hasta convertirse en una especie de Juegos Olímpicos del fitness, con deportistas profesionales y todo un tejido competitivo detrás. Para muchos de los dueños de estos los boxes, todo esto se ha convertido en un "circo" separado totalmente de lo que ellos hacen e incluso hablan de que este show penaliza su imagen pública. "Este es un gran fallo que ha cometido CrossFit, que no ha hecho bien su trabajo mostrando lo que realmente es CrossFit", asegura Xabi.

"Es como todo deporte profesional y amateur. Está el que vive de esto y para esto y el que viene, se lo pasa bien y nada más. Sigue con su vida y su trabajo. El problema es cuando gente de fuera confunde los Games con el deporte de "base". CrossFit fue creado para rehabilitar a gente, mejorar a nivel físico y ser un entrenamiento completo, pero se ha desvirtuado hoy en día con los Games", detalla Pablo, de Mestizo CrossFit Almería.

"Obviamente, venderá más ver a un atleta hacer algún ejercicio gimnástico difícil o levantar mucho peso que una persona de 50 años haciendo por primera vez una sentadilla. Ahí está el problema, siempre venderá más lo espectacular que lo que se hace en la sombra. Pero nosotros, los boxes, vivimos más de la gente normal que de unos atletas que, dicho sea de paso, siempre dan problemas a la larga", añade.

¿Cuánto vale una palabra?

Su impresión la comparte también Edu Garriga, dueño de ocho centros de CrossFit bajo el nombre 77 Feet y que se ha convertido en una de las voces más seguidas de este sector en España. Él es menos crítico con la marca y cree que cada uno debe valorar si le merece la pena pagar por la marca, pero sí cree que CrossFit está ante un momento crucial. O toma un camino de claro o tendrá problemas porque su tirón exponencial se está acabando. "A mí el valor que me aporta CrossFit me sigue compensando por eso sigo pagando, pero es algo subjetivo y que cada centro debe tener en cuenta. Es verdad que con los años su explosión ha ido decayendo y ya mucha gente conoce este tipo de deporte fuera del nombre de crossfit, por eso la compañía está enfrentando una situación delicada", comenta.

Ahí, explica Garriga está la clave de todo, en el valor que le das a una marca como para pagar por ella. También está el ejemplo de Alfredo, un joven con un box en un pueblo de Guadalajara que vio clara la apuesta. En su gimnasio no hay ni rastro de la palabra CrossFit, y se cuida mucho de evitarlo. "Yo como propietario de un box no le veo una ventaja el estar adherido a la marca y por eso no lo hicimos. Con la marca tendríamos que subir la tarifa a nuestros clientes y volverlo más caro y no nos reportaría mayor beneficio que el ponerle CrossFit al nombre debido a nuestra localización y a que nuestro público viene a entrenar independientemente de eso", comenta. "Eso sí, CrossFit vigila mucho todo esto así que hay que cuidarse mucho".

Garriga lo enfoca todo a un punto práctico. "Al final todo esto son negocios y tienes que ver lo que te aporta y lo que no, ponerlo en una balanza y decidir. CrossFit es una compañía con sus propios problemas y tiene que pensar estrategias para arreglarlos".

A las afueras de El Vendrell, Tarragona, se encuentra un gran centro de entrenamiento. Sus instalaciones son las de un gimnasio, pero con unas características muy concretas, por eso lo suelen llamar box. En su gran nave apenas hay máquinas y cuentan con barras, pesas, cajones para saltos, cuerdas, merchandising y decenas de logos pintados que confirman que lo que aquí se hace también tiene un nombre especial: CrossFit. Al menos en este espacio se sigue llamando así, pero podría cambiar en los próximos meses. Porque su centro es uno de los muchos que se están planteando dejar de pagar la cuota anual por poder usar esa palabra.

Empresas
El redactor recomienda