Es noticia
'Ballo in maschera': el cabaret gótico y queer de Graham Vick triunfa en el Liceu
  1. Cultura
La ópera del fin de semana

'Ballo in maschera': el cabaret gótico y queer de Graham Vick triunfa en el Liceu

El templo barcelonés propone el montaje póstumo que el gran director de escena británico concibió a propósito del premonitorio 'Ballo in maschera' de Verdi

Foto: Escena del 'Ballo in maschera', en el Liceu. (EFE/Enric Fontcuberta)
Escena del 'Ballo in maschera', en el Liceu. (EFE/Enric Fontcuberta)

Las supersticiones y las profecías se amontonan en la producción de Un ballo in maschera que se representa estos días en el Liceu. Y no solo por la pitonisa que interviene en la ópera de Verdi o por la necrofilia que caracteriza la producción escénica, sino porque el propio autor de la dramaturgia, Graham Vick, murió antes de poder estrenarla.

Se diría que estaba organizando su propio funeral, hasta el extremo de que el montaje expuesto en Barcelona presenta como centro de gravedad la escultura de un ángel oscuro y estilizado en la cima de un mausoleo.

Empieza la ópera por el final, o sea, con el entierro del rey protagonista. Y gira la tumba circularmente desde el principio hasta el final de la obra, como la aguja de un reloj que consume el tiempo y el destino.

Le sorprendieron las parcas a Graham Vick en plena faena. No por la profecía de una bruja en un bosque de Massachusetts, sino por las consecuencias letales del coronavirus. Había cumplido 67 años. Y se malograba la trayectoria de un originalísimo director de escena cuyos mejores ejemplos sacuden la memoria de los teatros españoles. Se me ocurren los montajes de Rigoletto (Verdi) y de Tamerlano (Händel) que dirigió en el Real, el Don Carlo de Valencia, la siniestra Flauta mágica (Mozart) que recaló en el propio Liceu o la injerencia en el repertorio de Ruperto Chapí: el hito de Curro Vargas en el Teatro de la Zarzuela.

La sorprendieron las parcas en plena faena. No por la profecía de una bruja en un bosque, sino por las consecuencias letales del coronavirus

El inventario habla por sí solo de la versatilidad y de la plasticidad de Vick, cuyas lecturas de vanguardia y artefactos escénicos —el cubo, la esfera, la noción circular del tiempo, la mirada trascendente, el trabajo de actores, el simbolismo— siempre tuvieron la virtud reclamar la inteligencia de los espectadores y de escuchar la música, dejarla respirar en escena.

Lo demuestra el Ballo in maschera (baile de máscaras) que acaba de presentarse en el Liceu en sospechosa coincidencia con el carnaval, ya que de supersticiones y disfraces hablamos. Ha retomado el proyecto de Vick su alumno más aventajado, Jacopo Spirei. Y ha respetado la extrapolación de la ópera de Verdi a una suerte de cabaret gótico y queer cuyo ritmo escénico se desenvuelve maldición a maldición en un elegante espacio circular.

Siempre domina la escena el ángel de la muerte, como si fuera la sombra del rey, aunque los juegos de luces y la fertilidad del movimiento escénico redundan en eficacia de los matices dramatúrgicos. La corte se transforma en un bosque igual que el bosque se transforma en un exótico baile de máscaras, con hombres travestidos y arlequines relucientes.

Sabía de música y de ópera Graham Vick. Por esas mismas razones, subordina cualquier atrevimiento escénico al protagonismo de los cantantes en sus momentos de mayor compromiso, concentración y lucimiento.

Lo agradeció Saioa Hernández en el aria sombría del segundo acto. Y lo hizo en la intervención solista del tercero. Es una cantante de enjundia y de personalidad la soprano madrileña. Su color es muy atractivo. Sus graves suenan redondos y afinados. Y la homogeneidad de su canto se añade al carisma escénico, sugestionando la devoción de los espectadores.

placeholder Escena de 'Ballo in maschera', en el Liceu.
Escena de 'Ballo in maschera', en el Liceu.

Se la aplaudió con entusiasmo y justicia, igual que se reconocieron los méritos de Ernesto Petti —un barítono de timbre hermoso y de calor mediterráneo—, se aclamó la facilidad vocal de Jodie Devos y se agradecieron los méritos progresivos de Arturo Chacón-Cruz.

Progresivos quiere decir que el tenor mexicano empezó más ligero y titubeante, y fue adquiriendo notoriedad y brillo a medida que se le amontonaba el trabajo. Fue excelente su dúo con Saioa en el segundo acto. Y pudo desquitarse aún más en la gran escena del tercero. La pureza de la línea de canto y la valentía en los agudos le permitieron competir con el hallazgo liceístico de Freddie de Tommaso en el primer reparto.

Se dio a conocer hace unas semanas el cantante anglo-italiano por razones accidentales, como sustituto en una función de Carmen. Y ya se advirtieron entonces las cualidades que le atribuye la crítica barcelonesa por los méritos contraídos en Un ballo in maschera. Que si el color penetrante. Que si la naturaleza de tenor spinto. Que si el fraseo. Que si las condiciones de gran aspirante al liderazgo del escalafón.

Se busca mesías entre los tenorísimos, aunque no estamos aquí para lanzar las quinielas, sino para recogernos en el funeral que Vick concibió

Se busca mesías en la categoría de los tenorísimos, aunque no estamos aquí para lanzar las quinielas, sino para recogernos en el funeral que Graham Vick concibió para sí mismo y que el maestro Riccardo Frizza tiene la responsabilidad de dirigir hasta el próximo 20 de febrero en Barcelona.

Es una garantía el maestro italiano, tanto por sus afinidades verdianas como por la sensibilidad con que escucha a los cantantes, gestiona los números concertantes y aprovecha el cráter incandescente del foso del Liceu en la noche de los muertos vivientes.

Las supersticiones y las profecías se amontonan en la producción de Un ballo in maschera que se representa estos días en el Liceu. Y no solo por la pitonisa que interviene en la ópera de Verdi o por la necrofilia que caracteriza la producción escénica, sino porque el propio autor de la dramaturgia, Graham Vick, murió antes de poder estrenarla.

Ópera Música clásica
El redactor recomienda