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¿Ha resucitado Pavarotti en un pueblo de Chile?
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¿Ha resucitado Pavarotti en un pueblo de Chile?

El tenor estadounidense Jonathan Tetelman sacude y deslumbra en el mundo de la ópera con unas actuaciones y discos que lo convierten en el delfín más cualificado del escalafón

Foto: Portada del último disco de Jonathan Tetelman en el sello Deutsche Grammophon, un homenaje integral a Puccini. (Ben Wolf)
Portada del último disco de Jonathan Tetelman en el sello Deutsche Grammophon, un homenaje integral a Puccini. (Ben Wolf)

El mesías nació en la remota región de los Lagos, más concretamente en un municipio llamado Castro cuya demografía apenas supera los 40.000 vecinos. El más famoso de ellos únicamente residió unos meses, precisamente el tiempo que transcurrió desde su nacimiento (1988) hasta que los trámites de adopción lo derivaron a Princeton (New Jersey).

Fue allí donde Jonathan Tetelman —he aquí el nombre del figurón— creció e inició sus estudios musicales. No como tenor, sino como barítono, aunque las razones de su homologación como estrella de la ópera indican que está más cerca de Luciano Pavarotti que de Plácido Domingo.

Lo demuestra la impactante aparición de su último disco en el sello Deutsche Grammophon, un homenaje integral a Puccini que tanto expone la versatilidad de Tetelman como enfatiza su idoneidad en el repertorio lírico. Es el suyo un timbre solar y hermoso que evoca el color del Big Luciano. Y que explica la cualificación en las arias de La bohème, Tosca y Turandot, por citar tres de las óperas que jalonaron la trayectoria del monstruo italiano.

placeholder El tenor Luciano Pavarotti.
El tenor Luciano Pavarotti.

Y no es cuestión arruinar la carrera de Tetelman con analogías hiperbólicas, pero su irrupción en el grand tour operístico ha despertado un interés y una expectación que no se recuerdan desde los tiempos de Jonas Kaufmann.

Necesita la ópera de nuestro tiempo un tenorísmo, una figura hegemónica, un heredero de las voces históricas. Y es Tetelman el delfín que mayores cualidades aporta para reivindicarse en la cuestión sucesoria. Pudieron comprobarlo los espectadores que acudieron este verano a su recital de Perelada. Lo descubrimos quienes le escuchamos interpretar el pasado agosto en Salzburgo el personaje de Macduff (Macbeth).

No es el papel protagonista de la ópera de Verdi, pero el aria del último acto permitía identificar la personalidad y la enjundia de artista a cuyas facultades canoras se añade la buena planta y la virtud del carisma escénico.

Carrera inteligente

Ha concebido Tetelman una carrera inteligente. Y se ha preservado de los peligros que implican la prisa por llegar a la cima en la tentación de los papeles dramáticos. Los espectadores del Liceu lo descubrieron en 2019 como el tenor protagonista de Tosca, aunque el salto de mayor proyección sobrevino cuando aceptó una sustitución de urgencia en la Royal Opera House de Londres para cantar La traviata en febrero de 2020.

placeholder Jonathan Tetelman en 2018 durante la interpretación de 'Werther' en el teatro Solís de Montevideo. (EFE/Raúl Martínez)
Jonathan Tetelman en 2018 durante la interpretación de 'Werther' en el teatro Solís de Montevideo. (EFE/Raúl Martínez)

No podía concebir el tenor estadounidense una ópera más adecuada a sus medios y condiciones vocales. Ni una experiencia más propicia a su fraseo, su legato y su imponente luminosidad en el registro agudo.

Encontraba Tetelman su lugar y su vocación después de no pocos contratiempos. Había cantado en una banda de rock adolescente. Se había pluriempleado como DJ durante tres años en un local de Manhattan, pero la atracción hacia la ópera ha terminado imponiéndose. Y reconciliándolo con sus primeras experiencias de corista a la edad de 10 años.

Ha cumplido 35 y vela las armas para su inminente debut en el Metropolitan. Cantará el repertorio de Puccini menos frecuentado (La rondine), redundando en el interés de su último (y deslumbrante) disco. Una “revelación” cuyo embrión y valor mesiánico pone de actualidad y ubica en el mapa un remoto municipio de Chile que se llama Castro.

Hablamos de una voz cálida y hermosa. Tetelman podría haber nacido en Módena, donde Pavarotti abrió el camino a quienes osaran heredarlo

Y no es que Tetelman sea chileno —vivió solo unas semanas en su lugar de nacimiento y no le han concedido siquiera el pasaporte—, pero sí le consta que son muchos los melómanos chilenos que le siguen y que le han convertido accidentalmente en el más prometedor de los compatriotas.

Y en el símbolo de una expectación planetaria que no lo ubica ni en Castro ni en Princeton, sino más bien en una orilla del Mediterráneo. Tetelman podría haber nacido en Nápoles o en Catania, ya que hablamos de una voz solar, cálida y hermosa. O podría haberlo hecho en Módena, que fue donde Pavarotti dejó abierto el camino a quienes osaran heredarlo.

El mesías nació en la remota región de los Lagos, más concretamente en un municipio llamado Castro cuya demografía apenas supera los 40.000 vecinos. El más famoso de ellos únicamente residió unos meses, precisamente el tiempo que transcurrió desde su nacimiento (1988) hasta que los trámites de adopción lo derivaron a Princeton (New Jersey).

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