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Las 10 obras de teatro de 2023: un año gris en el que se arriesgaron solo unos pocos
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Las 10 obras de teatro de 2023: un año gris en el que se arriesgaron solo unos pocos

Estas son las mejores obras de un año que ha estado marcado por la censura y los cambios políticos

Foto: 'Coronada y el toro'. (Teatro Español/Javier Naval)
'Coronada y el toro'. (Teatro Español/Javier Naval)
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El 2023 teatral ha sido un año random, un año gris y muy poco emocionante en las programaciones, con una evidente falta de riesgo por parte, fundamentalmente, del teatro público, esclavo de un modelo que impone ritmos y procesos de producción y exhibición de vida corta, un sistema teatral que no permite acompañar proyectos, que apenas descubre a esos creadores —jóvenes y no tanto— que trabajan en los márgenes, y que apenas promueve las giras o el fortalecimiento de una red estatal que hoy es apenas testimonial. El sector habla de este 2023 como un año en el que se ha evidenciado la saturación de un mercado con más oferta que demanda, con programaciones cada vez más uniformes y alérgicas al conflicto, un año en el que se ha explicitado la censura de montajes teatrales por parte de algunas administraciones gobernadas o apoyadas por la ultraderecha, sí, pero en la que también se ha consolidado la autocensura, subterránea y silenciosa, motivada por la fragilidad de gestores y programadores, dependientes cada vez más del poder político.

Este 2023 ha sido un año marcado por las convocatorias electorales y eso ha tenido también una enorme repercusión en el ámbito escénico: desde festivales colapsados por el bloqueo administrativo como el FIT de Cádiz o la Muestra de Teatro de Autores Contemporáneos de Alicante a la censura de espectáculos antes citada, pasando por los cambios en las direcciones artísticas de espacios y teatros de titularidad pública. El caso de Madrid es paradigmático y reciente, y se traduce en un cambio de nombres y modelo que, por encima de cualquier otra cosa, se proyecta en el pasado y no en el futuro. No hay vocación alguna de mirar al futuro en el nombramiento de Pilar de Yzaguirre como directora del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid, gestora de 87 años y fundadora del festival hace 40 años. Tampoco existe esa vocación en el proyecto para los Teatros del Canal, presentado hace unos días, que dirigirá un funcionario de la Comunidad de Madrid, Ruperto Merino, y programarán seis directores, entre ellos veteranos como Albert Boadella, José Luis Alonso de Santos o Lluís Pasqual. El mensaje a las nuevas generaciones es claro y demoledor y, más allá del eterno debate entre los pros y contras de los concursos frente a las designaciones directas, es evidente que la política del dedazo es absolutamente contraria a la igualdad de oportunidades y promueve esa fragilidad y dependencia de los gestores de la que hablábamos hace unas líneas.

En el horizonte, una reforma del Inaem que veremos si el ministerio de Ernest Urtasun asume con la valentía y la capacidad negociadora necesarias, y la decisión que habrá de tomar en breve sobre si prorroga los contratos de los directores artísticos de sus unidades – Centro Dramático Nacional, Compañía Nacional de Teatro Clásico, Ballet Nacional de España y Compañía Nacional de Danza- o, por el contrario, abre concursos públicos que permitan acceder a la gestión a creadores de distintas miradas y generaciones.

En lo puramente teatral, he aquí una selección de lo mejor del año, tan subjetiva como cualquier otra, pero en la que ha primado, además de la calidad artística, eso que apenas ha estado presente este año: la audacia, el riesgo y la ambición.

1. Vudú (3318) Blixen. Angélica Liddell

placeholder Un momento de 'Vudú (3318) Blixen', de Angélica Liddell. (Luca del Pia)
Un momento de 'Vudú (3318) Blixen', de Angélica Liddell. (Luca del Pia)

Casi cuando se acababa el año, llegó Angélica para recordarnos que la ambición era esto y que su búsqueda es capaz de parir una obra maestra como esta, en la que oficia su funeral y su muerte, pero en la que demuestra que, como creadora, está más viva que nunca. Vudú (3318) Blixen se estrenó en el Festival Temporada Alta de Girona el pasado mes de noviembre y llegará en febrero a Madrid con los mimbres de una ceremonia de vudú de casi seis horas y cinco actos, en la que Liddell pone en juego toda su sabiduría escénica, en la que está presente todo su imaginario de herida, dolor y muerte, y en la que, por primera vez, verbaliza un nosotros, aunque luego nos recuerde que ella nunca será una de los nuestros. Menos mal.

2. El lugar de los pasos perdidos. Mónica Valenciano

placeholder Representación de 'El lugar de los pasos perdidos' en La Casa Encendida. (Cedida)
Representación de 'El lugar de los pasos perdidos' en La Casa Encendida. (Cedida)

No fue solo una pieza de danza, fue también un calambre y un temblor lo que sacudió en septiembre La Casa Encendida con el regreso a los escenarios de Mónica Valenciano, una de las bailarinas y coreógrafas más importantes e influyentes de la danza contemporánea española y, al mismo tiempo, una de las menos apoyadas institucionalmente, por no decir nada. En El lugar de los pasos perdidos, Valenciano construye un movimiento frágil, despojado y convocante a partir de un cuerpo que se relaciona con objetos cotidianos —una fregona, un bocadillo, unos pañuelos— y que se vincula con una memoria de ausencias, fracasos, duelos y renuncias. La bailarina crea una pieza hermosa y honda en la que busca el primer destello de luz, desaparecer para que algo aparezca, el encuentro íntimo con el otro, con nosotros. Y en este texto, incapaz de traducir a palabras el universo de Valenciano, solo late el anhelo de que ese encuentro siga sucediendo.

3. Cristo está en Tinder. Rodrigo García

placeholder Un momento de 'Cristo está en Tínder'. (Teatro de La Abadía)
Un momento de 'Cristo está en Tínder'. (Teatro de La Abadía)

Después de tres años de ausencia en los escenarios, también Rodrigo García regresó de nuevo a los escenarios para reafirmar su desprecio a la sociedad y a ese universo de pantallas y redes sociales convertido en el reino de la estupidez. Y esa estupidez que raya en el ridículo es la gran protagonista de esta pieza, que Rodrigo envuelve con un celofán simbólico e instalativo, en la que toma decisiones arriesgadas e importantes que le salen bien: renuncia a comunicarse con el público, apuesta por un reparto de jóvenes intérpretes con los que no había trabajado nunca e incorpora por primera vez la danza y el movimiento. Rodrigo no se apoltrona, no se enamora de lo que ya sabe hacer y le da titulares. Sigue yendo por libre y construye una pieza en la que nos dice que sí, que ha hecho “un teatro idiota, un teatro sobre lo que observo”, o sea, nosotros, en la que nos vuelve a escupir su palabra cruda e incorrecta, y en la que nos recuerda que la confrontación en un teatro sigue siendo posible.

4. Los gestos. Pablo Messiez

placeholder Fernanda Orazi y Nacho Sánchez en 'Los gestos'. (Luz Soria)
Fernanda Orazi y Nacho Sánchez en 'Los gestos'. (Luz Soria)

Hay pocas cosas mejores en teatro que no saber ni prever qué va a pasar en escena. Eso es Los gestos, una obra en la que Messiez juega a buscar el misterio en la repetición y en la que disloca el léxico de los gestos y la gramática teatral al tiempo que se revuelve contra la certidumbre. Messiez reniega del terreno ya transitado y premiado, y podría haber seguido la estela de su pieza anterior, La voluntad de creer, éxito de crítica y taquilla, pero decide arriesgar, aunque sepa que no habrá unanimidad, y ese gesto imprevisto es también un gesto audaz, un gesto valiente. Y el trabajo de todo su equipo, espectacular.

5. Coronada y el toro. Rakel Camacho

placeholder Cartel de 'Coronada y el Toro'.
Cartel de 'Coronada y el Toro'.

Si alguien apostó fuerte este año fue Rakel Camacho, que decidió llevar a escena el universo excesivo, surrealista y furioso de Francisco Nieva, dramaturgo enorme y muy poco representado. Camacho se atrevió con Coronada y el toro, una obra en la que conviven el sainete, la zarzuela, la sátira política, el costumbrismo y el auto sacramental y lo hizo con imaginación, nervio y compromiso, convirtiendo la escena en un festival plástico y simbólico, barroco y alucinado. Nieva habla en esta obra de la culpa, la religión, la hombría, el rito y la tradición, de la libertad o el rechazo a la norma y que su palabra irredenta y salvaje habitara el escenario de un teatro público, las Naves del Español en Matadero, es uno de los hitos más importantes del 2023.

6. Los inescalables Alpes, buscando a Currito. La Chachi

placeholder Un instante de 'Los inescalables Alpes, buscando a Currito', de la Chachi.
Un instante de 'Los inescalables Alpes, buscando a Currito', de la Chachi.

María del Mar Suárez, la Chachi, es una bailarina y coreógrafa malagueña, pero es también la bailarina y coreógrafa más punk del flamenco actual. Culta, de barrio, ravera, con formación en danza, pero también como actriz y directora de escena, su tercera pieza, Los inescalables Alpes, es el viajazo de un cuerpo en soledad y en romería, un cuerpo en peregrinación a la virgen, un cuerpo que busca algo que no está, que no existe, un cuerpo que se va cansando y enfermando, que se arrodilla, que implora, que entra en trance (también el público) con el estribillo en bucle del himno de la Hermandad de Triana a la Virgen del Rocío, un cuerpo que busca el límite, que se desespera y se rompe en un delirio que termina en fragilidad extrema. Los inescalables Alpes, buscando a Currito es una de las mejores piezas de danza de los últimos años, pero desde su estreno en 2021 ha tenido un número irrisorio de bolos: 12 funciones en 10 plazas. ¿Por qué la incluimos entre lo mejor de este año? Porque fue en 2023 cuando se concentró la mayor parte de su gira y alcanzó una proyección mayor tras su paso por Teatro Central de Sevilla o el Festival TNT.

7. Prima facie. Juan Carlos Fisher

placeholder La actriz Vicky Luengo en otro momento de 'Prima facie'. (Pablo Lorente)
La actriz Vicky Luengo en otro momento de 'Prima facie'. (Pablo Lorente)

Es el hype y el gran taquillazo teatral del año, pero eso nos daría bastante igual si no fuera porque Prima facie es una master class de interpretación de Vicky Luengo, una actriz carismática y poderosa, con un despliegue de registros apabullante. Luengo hace suyo el personaje de Tessa Ensler, una abogada penalista que sufre una agresión sexual en una obra que conversa con el hoy y el ahora, que pone sobre la mesa el asunto del consentimiento, pero también nuestra pérdida de fe en el sistema. El espectáculo, un monólogo de la australiana Suzie Miller dirigido por Juan Carlos Fisher, abrió la temporada en septiembre y regresa el 20 de diciembre a los Teatros del Canal, de nuevo con todas las entradas agotadas.

8. Pequeño cúmulo de abismos. Cris Blanco

placeholder Rocío Bello (izda.) y Cris Blanco (dcha.) en un momento de 'Pequeño cúmulo de abismos'. (CDN)
Rocío Bello (izda.) y Cris Blanco (dcha.) en un momento de 'Pequeño cúmulo de abismos'. (CDN)

¿Se puede crear un universo extraordinario en un escenario vacío con un agujero en la pared? Cris Blanco lo hace, y de qué manera. Pequeño cúmulo de abismos es uno de los descubrimientos del año, el gran salto al teatro público de una creadora carismática curtida en los márgenes y en la escasez de medios, una pieza cómica e irreverente que reivindica la imaginación y la conciencia de clase, no solo económica y social, sino también teatral. Es una pieza hermosa, pero también un gesto loco e imprevisto, el de una artista criada en un barrio obrero con descampados repletos de jeringuillas que llega al CDN y, en vez de fascinarse con la estructura y el sistema, decide abrir una grieta, un agujero, algo tan infrecuente, tan desacomplejado y tan libre que nos enamora.

9. Oveja perdida ven sobre mis hombros que hoy no solo tu pastor soy sino tu pasto también. Braian Kobla

placeholder Puesta en escena de 'Oveja perdida ven sobre mis hombros que hoy no solo tu pastor soy sino tu pasto también'. (Cedida)
Puesta en escena de 'Oveja perdida ven sobre mis hombros que hoy no solo tu pastor soy sino tu pasto también'. (Cedida)

Escrita y dirigida por el argentino Brai Kobla, que titula su texto con un verso de Góngora, Oveja perdida... es la obra revelación del año, una pieza sobre el agotamiento y la ansiedad que nos provoca el mundo del trabajo y en la que late, casi escondida, la energía de la protesta y la revolución. Una obra en la que se repite una y otra vez la misma escena, que es siempre la misma pero nunca es igual, en un bucle compulsivo en torno a varios ordenadores y una mesa de ping pong, en un cubo sin paredes, abierto al público, que puede moverse y cambiar su perspectiva de lo que sucede dentro. Una obra que le hubiera gustado a Mark Fisher, con cuatro actores estupendos: Marina Fantini, Jorge Tesone, Luis Sorolla y Esther Sanz. Oveja perdida… se pudo ver en julio, en la Sala Cuarta Pared, que volverá a programarla en mayo de 2024.

10. Electra. Fernanda Orazi

placeholder Representación de 'Electra', de Fernanda Orazi, en el Teatro de La Abadía.
Representación de 'Electra', de Fernanda Orazi, en el Teatro de La Abadía.

Es el debut en la dirección de la actriz Fernanda Orazi, que convierte la tragedia de Sófocles en una comedia, en una historia despojada de rigidez y solemnidad que sucede tan solo en la voz de sus personajes y no en sus cuerpos. Electra, que inauguró el 2023 en el Teatro de La Abadía y al que regresa para despedir el año, es una apuesta audaz y disfrutona, un juego actoral con elenco joven y brillante, sin tesis política ni ideológica, una obra que le toca la cara al público después de atravesar varios siglos, dirigida por una maestra de actores.

El 2023 teatral ha sido un año random, un año gris y muy poco emocionante en las programaciones, con una evidente falta de riesgo por parte, fundamentalmente, del teatro público, esclavo de un modelo que impone ritmos y procesos de producción y exhibición de vida corta, un sistema teatral que no permite acompañar proyectos, que apenas descubre a esos creadores —jóvenes y no tanto— que trabajan en los márgenes, y que apenas promueve las giras o el fortalecimiento de una red estatal que hoy es apenas testimonial. El sector habla de este 2023 como un año en el que se ha evidenciado la saturación de un mercado con más oferta que demanda, con programaciones cada vez más uniformes y alérgicas al conflicto, un año en el que se ha explicitado la censura de montajes teatrales por parte de algunas administraciones gobernadas o apoyadas por la ultraderecha, sí, pero en la que también se ha consolidado la autocensura, subterránea y silenciosa, motivada por la fragilidad de gestores y programadores, dependientes cada vez más del poder político.

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