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'Prima facie': el órdago de Vicky Luengo
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'Prima facie': el órdago de Vicky Luengo

La actriz deslumbra en el papel de abogada penalista que sufre una agresión sexual, en una obra sobre el consentimiento y la pérdida de fe en el sistema

Foto: Vicky Luengo en 'Prima facie'. (Teatros del Canal)
Vicky Luengo en 'Prima facie'. (Teatros del Canal)

"Hay quien teme a los caballos", escribe Marta San Miguel en las primeras páginas de su novela Antes del salto (Libros del Asteroide), “quien está ante un caballo, lo recuerda. Porque, aunque no sepas diferenciar un hannoveriano de un potro criado para carne, hay algo en el ritmo de su cuerpo, en su presencia, e incluso en su silencio, que activa nuestra memoria nómada cuando los vemos”. Y esas líneas describirán de forma precisa lo que veremos en escena: un purasangre soberbio, un campeón entrenado para competir, un animal ligero y elegante que se convertirá en un potrillo asustado, sometido y derrotado que observará el último obstáculo cuando todos le dan por perdido y que, en el último instante, saltará sin carrerilla, eso que los expertos llaman recortar, y nos dejará boquiabiertos. “En algún momento de la historia domesticamos al animal (…) pero si ves a un caballo correr, sabes que ese control es algo efímero, prestado”, escribe San Miguel.

placeholder Vicky Luengo, en 'Prima facie'. (Pablo Lorente)
Vicky Luengo, en 'Prima facie'. (Pablo Lorente)

De esto va Prima facie, un monólogo de la dramaturga y abogada australiana Suzie Miller, dirigido por Juan Carlos Fisher e interpretado por Vicky Luengo, una obra que ya es un hype, con la que ha abierto su temporada los Teatros del Canal de Madrid, con ovación cada noche y todas las entradas agotadas. Miller estrenó su texto en 2019, en Australia, y cuatro años más tarde en el West End de Londres, con la actriz Jodie Comer en escena y dos Premios Olivier a mejor obra nueva y mejor actriz. Este año, la misma producción ha pasado por Nueva York, con un Premio Tony para Comer, y la obra tiene prevista su adaptación al cine.

"Te cogí el pelo mientras vomitabas, por Dios"

La primera palabra que pronuncia la actriz Vicky Luengo en escena es "puuuuurasangres", y lo hace vestida como una profesional solvente, con traje de chaqueta de raya diplomática y blusa azul, en un espacio prácticamente vacío, completamente blanco, como un cubo museístico, como un lienzo a estrenar, a manchar, porque la actriz, que da vida a una joven abogada penalista defensora de delincuentes, muchos de ellos agresores sexuales, contará su historia en primera persona y reconstruirá los hechos en un ejercicio de memoria y desde ese lugar de disociación que crean a veces quienes han sufrido una experiencia traumática.

Foto: 'Prima Facie', con Vicky Luengo, hasta el 17 de septiembre en los Teatros del Canal de Madrid.

Luengo es Tessa Ensler, una joven de clase trabajadora entrenada en la competición y las bondades de la meritocracia, la abogada brillante e implacable que lleva meses sin perder un juicio, la que observa el tribunal como una partida a ganar, la que siempre está lista para saltar cuando la fiscalía comete un error, la que dispara preguntas como balas, bang, la que mantendrá una relación con otro compañero de bufete —tan triunfador como ella, pero de buena familia— con el que bailará y se irá de copas, con el que compartirá cuchara y tarro de helado y ese cliché de echar un polvo en el despacho. Y todo irá bien y ella le contará a su amiga que hay un tipo que le gusta y harán bromas y fantaseará con la idea de que la relación funcione hasta esa noche, en su cama, en la que Tessa, mareada y pasada de alcohol, le dice no y él decide que no necesita su consentimiento para disponer de su cuerpo. Cuando le denuncie, él, que no entenderá nada, le dirá: “Te cogí el pelo mientras vomitabas, por Dios”.

El derrumbe de un sistema de creencias

“He perdido mi carrera, mis amigos, mi paz mental, mi seguridad, el sentido de la alegría en mi sexualidad. Pero, sobre todo, he perdido mi fe en esto, en la ley, en el sistema que creí que me protegería”, dice Luengo en escena porque Prima facie, más allá de poner sobre la mesa el consentimiento y la dificultad de probar una violación en el seno de una relación de pareja, funciona como la constatación y el registro del derrumbe de un sistema de creencias. Prima facie comienza en ese podio de las medallas y termina en la pérdida de fe y el cuestionamiento del sistema, con una pelea entre el prima facie del título, que significa “a primera vista”, y el
voir dire (decir la verdad) del final.

La obra tiene también algo de viaje iniciático, el de la triunfadora que goza con la adrenalina del poder y el control convertida en un cuerpo frágil, humillado y sometido a la violencia y el interrogatorio, el de la experta en “verdad legal” que después defenderá que “antes que la ley está la justicia”, y que se dará cuenta de que “la experiencia de una agresión sexual no se recuerda en una parcela ordenada, consistente y científica, y por eso es que la mayoría de veces no se nos cree en la corte”. Cuando Fisher le propuso a Luengo este texto no se había aprobado aún la ley del solo sí es sí en España ni Luis Rubiales, borracho de patriarcado, le había sujetado la cabeza a Jenni Hermoso para darle un beso en la boca ante las cámaras y el rechazo de medio mundo Esa coincidencia entre la conversación pública y la escénica genera una corriente de electricidad casi orgánica durante toda la función.

placeholder La actriz Vicky Luengo, en otro momento de 'Prima facie'. (Pablo Lorente)
La actriz Vicky Luengo, en otro momento de 'Prima facie'. (Pablo Lorente)

Cuando el tribunal emita su veredicto, Vicky Luengo/ Tessa Ensler mirará a su izquierda y a su derecha y dirá: “Siento que el sistema legal está roto, yo también estoy rota, pero sigo aquí. Y no me van a callar”. Y ese gesto será el del potrillo derrotado que, antes de saltar el último obstáculo, recuerda que fue un purasangre, un gesto que describió la escritora Lara Moreno en un reciente artículo en elDiario.es: “En mi cuerpo he vivido la rabia de sentir que tras las agresiones se necesita justicia para la reparación y que la única justicia que llega es la que construyes, con tus manos nuevas, con manos ajenas, en tu centro, a tu alrededor, si es que puedes”.

Un órdago de Vicky Luengo

Juan Carlos Fisher, un director peruano curtido en musicales que también ha llevado a escena obras como Agosto o Incendios, se lo juega todo a una puesta en escena pulcra y minimalista, sin alardes ni subrayados de dirección, convirtiendo un texto con 18 escenas y plagado de saltos temporales y espaciales en un montaje limpio y rápido al que dota de la misma tensión de los buenos thrillers judiciales que tantas veces hemos visto en el cine.

Fisher acierta al eliminar togas y pelucas y, aunque usa algunos trucos viejos como el de iluminar el patio de butacas para convertir al público en tribunal, consigue que el montaje no dé tregua al espectador y funcione como un reloj gracias también a la música formidable de Luis Miguel Cobo, las luces de Ion Aníbal López y la escenografía de Lua Quiroga Paul. El texto de Miller recurre también a algunos lugares comunes como el del pijo con pasta y de buena familia frente a la chica de clase obrera que consigue triunfar, y es por momentos reiterativo en su segunda parte y algo efectista y facilón en el alegato final de su protagonista.

placeholder Vicky Luengo, en otro momento de 'Prima facie'. (Pablo Lorente)
Vicky Luengo, en otro momento de 'Prima facie'. (Pablo Lorente)

Pero lo que convierte esta obra en algo sobresaliente es ese órdago interpretativo que se marca Vicky Luengo, que no solo interpreta a Tessa Ensler, sino que se desdobla en madre, profesora de derecho, amiga o agresor, desplegando un festival apabullante de registros y matices, concentrando toda la acción en su cuerpo, poderoso primero y vulnerable después.

Luengo goza del viaje, y de qué manera, desde que empieza hasta que termina y ser testigo de ello es toda una experiencia.

‘Prima facie’. Texto: Suzie Miller. Dirección: Juan Carlos Fisher. Traducción y adaptación: Juan Carlos Fisher y Rómulo Assereto. Intérprete: Vicky Luengo. Hasta el 17 de septiembre en los Teatros del Canal y gira posterior en ciudades como San Sebastián, Vitoria, Bilbao, Pamplona, Logroño o Zaragoza.

"Hay quien teme a los caballos", escribe Marta San Miguel en las primeras páginas de su novela Antes del salto (Libros del Asteroide), “quien está ante un caballo, lo recuerda. Porque, aunque no sepas diferenciar un hannoveriano de un potro criado para carne, hay algo en el ritmo de su cuerpo, en su presencia, e incluso en su silencio, que activa nuestra memoria nómada cuando los vemos”. Y esas líneas describirán de forma precisa lo que veremos en escena: un purasangre soberbio, un campeón entrenado para competir, un animal ligero y elegante que se convertirá en un potrillo asustado, sometido y derrotado que observará el último obstáculo cuando todos le dan por perdido y que, en el último instante, saltará sin carrerilla, eso que los expertos llaman recortar, y nos dejará boquiabiertos. “En algún momento de la historia domesticamos al animal (…) pero si ves a un caballo correr, sabes que ese control es algo efímero, prestado”, escribe San Miguel.

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