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Albert Boadella: "Sánchez es un hombre sin sentimientos, pero transmite seguridad"
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Albert Boadella: "Sánchez es un hombre sin sentimientos, pero transmite seguridad"

Lleva casi un año sin decir ni mu en redes sociales porque llegó un punto en el que le aplaudía "mucho facherío". No tuitea pero ha escrito un libro, 'El duque' (Espasa)

Foto: El actor y dramaturgo Albert Boadella. (Jorge Álvaro Manzano)
El actor y dramaturgo Albert Boadella. (Jorge Álvaro Manzano)

"Estoy en forma otra vez", dice Albert Boadella (Barcelona, 1943) nada más comenzar la entrevista. Tan satírico y despeinado como siempre, cuenta cómo reaccionaron algunos vecinos del pueblo en el que reside cuando se enteraron de que se había contagiado de coronavirus. "Vivo en uno de esos sitios que se denominan 'pueblos por la república'. Me habían talado tres cipreses del jardín y tirado bolsas de basura, pero esta vez me lanzaron una pelota amarilla que ponía 'Covid, Boadella cabrón' y una bandera separatista. Eso sí, cuando paseo por la calle, nadie me dice nada", cuenta con media sonrisa.

Porque a Boadella, como casi todos saben, le va la marcha. Dice que le gusta que le ataquen y que cuando no ha tenido enemigos se los ha buscado.

El fundador de Els Joglars, actor, dramaturgo, escritor y presidente de Tabarnia echa de menos el Ampurdán que conoció hace muchos años. Ese de ambiente daliniano en el que se reunían amigos de distintas ideologías ha desaparecido, dice. "El nacionalismo se lo ha comido todo, y ahora vivo en un Ampurdán de pensamiento único", lamenta. Cree que habrá república catalana si lo sigue permitiendo Madrid. Entre las cosas que se deben hacer para evitarlo no descarta aplicar de nuevo el 155. "No hay más salida", aclara.

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Foto: Jorge Álvaro Manzano.

Lleva casi un año sin decir ni mu en redes sociales porque llegó un punto en el que le aplaudía "mucho facherío". "Me resultaba incómodo", explica. No tuitea pero ha escrito un libro, 'El duque' (Espasa), en el que narra la amistad entre un aristócrata y un juglar, dos perfiles supuestamente antagónicos a los que les une la belleza por las formas.

Pregunta. Fundó usted Els Joglars en 1961 en una España muy diferente a la de ahora. Entonces había dictadura, aunque algunos se empeñen en denominar así también a los tiempos actuales. Entre tanto apóstol del mal rollo, me pregunto qué opina usted del presente…

Respuesta. Hasta hace unos diez años era muy optimista con el presente y el futuro. Ahora lo soy menos, quizá porque observo a las generaciones que hemos ayudado a crear y hemos mimado en exceso desde que eran niños. Como si tener hijos fuera una cosa excepcional. Son personas muy poco acostumbradas al esfuerzo, al dolor y a las contradicciones. Son generaciones algo blandengues que ahora están presentes en los puestos clave, especialmente en la política.

Estamos en una etapa algo inerte en la cual poseemos amplia libertad de expresión, pero la propia sociedad se ha vuelto bastante inquisitorial. La mayor parte de series de televisión y obras de teatro de Els Joglars provocarían hoy un 'pollo' tremendo. Es más, ni las emitirían. El Estado no necesita hoy ejercer la censura, la está ejerciendo la propia sociedad.

"Estamos en una etapa algo inerte en la cual poseemos amplia libertad de expresión, pero la propia sociedad se ha vuelto inquisitorial"

P. Me gustaría que habláramos de una persona que ya no está en activo. Hace diez años, cuando usted aún era optimista con el presente, Juan Carlos I aún mantenía esa aura de hacedor de la Transición…

R. Las monarquías constitucionales en Europa tienen poco trabajo, creo que es fácil ser rey. No digo que no te obligue a cosas poco agradables, seguir la agenda…, pero lo único que tienes que hacer es tener una actitud impoluta. Es mucho más fácil ser rey que presidente de la república, porque para llegar a ser presidente tienes que tener muchos muertos en el armario. Mira Sarkozy y Chirac.

En el caso del rey Juan Carlos estamos ante un hombre que por herencia de la dictadura posee impunidad, y eso es lo peor que puede tener una persona a su lado. Tendríamos que interrogarnos todos, si fuéramos absolutamente impunes, si nuestros actos serían exactamente los mismos. Es una tentación absoluta que también interesa a la gente que tienes alrededor porque pueden sacar tajada de ello.

Hasta hace poco pensábamos que pasaría a la historia como el mejor rey de la historia de España, pero la impunidad lo ha desmontado. Estoy convenido de que la ejemplaridad la tiene muy presente su hijo, y estoy muy agradecido porque como catalán fue ejemplar el discurso que hizo después del golpe de Estado que hubo en Cataluña.

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Foto: Jorge Álvaro Manzano.

P. Estos días se cumplen 25 años de la llegada al poder de José María Aznar. Esa victoria que se celebraba en la calle de Genóva cantando "Pujol, enano, habla castellano", aunque luego este señor tan bajito y tan catalán fuera clave para la gobernabilidad. ¿Cree que el paso del tiempo y el 'procés' endulzan de alguna manera la figura de Pujol?

R. Jordi Pujol es el constructor de todo lo que ha sucedido después aquí, en los medios, en la educación y en la mentalidad de esta sociedad. Es el gran responsable. Pero creo que si Pujol hubiera dirigido este proceso todo habría ido más lento…

P. ¿Más sutil, también?

R. Quizá. No habría habido esta precipitación casi cutre que ha sucedido aquí. Pero lo que no se puede olvidar es que todo esto ha sucedido gracias a que los gobiernos centrales lo han permitido. José María Aznar tuvo en su mano acabar con este problema y no lo hizo. No digamos posteriormente el señor Zapatero y el señor Rajoy. Han sido todo facilidades.

"Jordi Pujol es el constructor de todo lo que ha sucedido después aquí, en los medios, en la educación y en la mentalidad de esta sociedad"

P. Me dice que está usted en perfecto estado de salud. ¿Cómo está la salud de Tabarnia tras las últimas elecciones?

R. Tabarnia tenía dos caminos: el de la sátira o el político. Pero este último tenía que estar ocupado por las fuerzas constitucionalistas, que son Ciudadanos, el PP o los socialistas, pero ya sabemos que estos son de constitucionalismo, digamos…

P. Blandengue…

R. Exacto. Este camino no me atreví nunca a hacerlo por no entrar en conflicto con esos partidos, y creo que si lo hubiera liderado habría sido una fuerza política muy importante, lo digo sin complejo. Pero prefiero mi vida de artista.

P. Sea sincero, ¿no está harto de que le pregunten por Ciudadanos?

R. Siempre respondo lo mismo, y más últimamente. Es un partido de votantes de morro fino. Tiene una franja de electorado que está muy bien, es hasta un poco exquisita, sin ortodoxias en la mente. Pero en cuanto un dirigente hace o dice algo que no les gusta, miran para otro lado. Y es un problema que no tienen el PP y el PSOE, cuyos votantes son más disciplinados. Siempre será ese el problema de Ciudadanos, pero no creo que desaparezca. Subirá y bajará, pero no está para conseguir ni 80 ni 60 diputados, más bien el número suficiente para cambiar cosas. En Cataluña tienen un problema de carisma. El abandono de Arrimadas fue un inmenso error, aunque comprendo que era complicado mantener su actitud heroica durante mucho tiempo.

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Foto: Jorge Álvaro Manzano.

P. No andaba desencaminado Vox al llamarlos veletas naranja, entonces. Aunque más que los dirigentes, las veletas sean los votantes…

R. Es que Vox en algunas cosas tiene razón.

P. En su libro habla sobre la amistad entre un aristócrata y un juglar. ¿Pablo Hasél es un juglar?

R. (Risas). Ni siquiera es un bufón. Es más bien una figura política que alguien que tiene que ver con el arte, porque el rap que hace no es más que poner música a sus exabruptos. Pero si dijera lo mismo con música de Mozart el asunto sería más complicado, porque la belleza en la propia sátira, por dura que esta sea, es muy importante. El insulto deja de ser insulto, es otra cosa.

P. Vamos con otra de ídolos caídos. Esperanza Aguirre confió en usted para estar al frente de los Teatros del Canal. Cuando le han preguntado por ella y su responsabilidad en los casos de corrupción del PP madrileño, usted la ha definido como una persona "muy emocional". ¿Es aconsejable que un político se deje llevar por las emociones?

R. A Esperanza Aguirre desde luego le jugaron malas pasadas. Ella tenía un problema además, porque es muy crédula. Siempre pensé que si hubiera querido estafarla lo habría hecho con cierta facilidad, porque cuando cree en ti ancha es Castilla. En los Teatros del Canal hice lo que me dio la gana, nadie me llamó ni me corrigió, y eso fue gracias a la credulidad de esta mujer. Pero qué quiere que le diga, prefiero esto al morro del presidente del Gobierno, que es un caso que me divierte mucho y no he visto nunca nada igual. Porque millones de personas votan y les da seguridad el morro que tiene.

"En los Teatros del Canal hice lo que me dio la gana, nadie me llamó ni me corrigió, y eso fue gracias a la credulidad de esta mujer"

P. ¿Qué tipo de morro?, ¿también del fino?

R. Morro de amplio espectro, digamos. (Risas)

P. ¿Le genera más inquietud este morro de amplio espectro que el vicepresidente, al que algunos se empeñan en dibujar como la bruja mala del Oeste?

R. Me preocupa más el primero, porque el vicepresidente es más vulnerable. Es un hombre que tiene flecos por todos lados, que coloca a su mujer de ministra con esa facilidad… Me parece populista, pero no creo que sea de una inteligencia peligrosa. El otro sí, porque ejerce un tipo de política en la cual no hay un mínimo ápice de ideología, de emoción… No hay nada. Es como un aparato que se mueve en su propio interés.

P. Pero usted, tan preocupado por la belleza, reconocerá que es guapo…

R. Yo jamás votaría a un hombre porque fuera guapo, quizá a una señora sí. Sin duda alguna puede tener algo que ver la belleza y la elegancia, eso no se lo vamos a negar. Tiene una forma de hacer las cosas como si nada le tocara, y eso da una enorme seguridad. El votante, ante este hombre sin sentimientos, siente su seguridad. Si sigue por ese camino, tenemos guapo para años (sonríe).

"Estoy en forma otra vez", dice Albert Boadella (Barcelona, 1943) nada más comenzar la entrevista. Tan satírico y despeinado como siempre, cuenta cómo reaccionaron algunos vecinos del pueblo en el que reside cuando se enteraron de que se había contagiado de coronavirus. "Vivo en uno de esos sitios que se denominan 'pueblos por la república'. Me habían talado tres cipreses del jardín y tirado bolsas de basura, pero esta vez me lanzaron una pelota amarilla que ponía 'Covid, Boadella cabrón' y una bandera separatista. Eso sí, cuando paseo por la calle, nadie me dice nada", cuenta con media sonrisa.

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