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El rapero Kase.O sobre Rubiales: "Hay cosas más importantes de las que preocuparse"
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ENTREVISTA

El rapero Kase.O sobre Rubiales: "Hay cosas más importantes de las que preocuparse"

Considerado como el mejor de España en lo suyo, Javier Ibarra se abre a nuevas aventuras vitales. En este caso, no tanto musicales como emocionales y cannábicas

Foto: El rapero Kase.O. (Marcos Cebrián)
El rapero Kase.O. (Marcos Cebrián)

Dicen que los maños somos nobles y cabezones. Lo primero me cuesta asegurarlo —"yo he visto cosas que no creeríais..."—, y de cara a lo segundo, a tenor de las molondras que gastamos mi entrevistado y yo, me tienta asentir. Somos dos melonazos sonrientes flirteando con algún "co" furtivo entre frase y frase. Y digo sonrientes porque, en cuanto a mí, conocer a Kase.O es como darle un abrazo a la mosca de glorioso verso que me ha rondado la oreja desde enano, criado como fui en Zaragoza. Tamaña es la devoción que se le profesa en la city, que, en menos que canta un gallo, estarán sacando al cabezudo con su jeta que asomó durante su concierto del año pasado en el Wizink (Madrid), a encorrer a los chavales para las Fiestas del Pilar. En cuanto a por qué sonríe él... pues no me cabe otra suposición: porque es más majo que las pesetas. Y, ¡jurao!, esto no es un mamoneo-pelotero. Quien lo haya tratado dará fe de mis palabras...

El rostro de Javier Ibarra, como se llama en realidad Kase.O, está preñado de una mueca jovial, como de matraco avispado, durante casi toda nuestra conversación. Autor de los hitos de la música urbana Pura droga sin cortar (2006), el alabado periplo musical Jazz Magnetism (2011) y los más recientes Basureta (Tiempos Raros) (2016) o el jondísimo y lacerante Bécquer (2021), Kase.O debe hacer carne la expresión "dejar las mierdas en el papel". No cabe otra explicación para esa aura de sosiego buen rollero, de Ringui Dingui vital, que lo viste como un párroco de barrio iluminado.

placeholder El músico Kase.O es un rapero y compositor español. (Marcos Cebrián)
El músico Kase.O es un rapero y compositor español. (Marcos Cebrián)

Y es precisamente con ese tema, Bécquer, con el que desvirgo nuestra charleta, confesándole mi admiración por su uso de semejantes orfebrerías-letrísticas-góticas tan escasas en el rap. Me agradece el gesto: "Está subestimada, la cancioncilla. Es un rollo así romántico, tristón, y no tiene muchas visitas. Pero poéticamente tiene su peso. El violín de Malikian le da su toque. Es verdad que hablar de 'fuegos fatuos' (ríe), pues no es muy comercial". Sea, o no, de izquierdas, de derechas o de centro —de centro comercial, como dirían los Lendakaris Muertos—, la canción lo merece.

Podría aquí haberle tirado los trastos a Ibarra a fin de profundizar en los explosivos claroscuros de Bécquer. El asunto, no obstante, pilota hacía mecas distintas. Parece mentira —es de coña, de hecho—, pero no, no es la música lo que ha avivado el vuelo de Kase.O hasta mi telaraña, sino las drogas. ¿Las drogas? Quizás no exactamente... Al menos, no si la valeriana o la pasiflora no nos lo parecen. Porque Kase.O se ha subido al carro del CBD (cannabidiol).

Para los no iniciados, ¿qué es el CBD? Pues, grosso modo, marihuana sin psicotrópicos, ganjita sin THC, hierba, vamos, que no coloca. "Lo descubrí hará dos años con una amiga", confiesa Ibarra cuando le interrogo sobre su ruptura del CBD-himen. "Me habló de que lo podías pedir en una página web, que era totalmente legal, y yo: ¿cómo? Y sí, sí, me insistió que era una forma de cannabis terapéutico, que te lo mandaban a casa y no tenía psicotrópicos. Así que pedí unas muestras, lo probé y, poco a poco, me fui dando cuenta de que lo podía sustituir por el THC. Porque pasan los años y acabas saturado. Te gusta el olor y el sabor, pero no quieres ir colocado todo el día. Así que, gracias al CBD, dejé el tabaco y, progresivamente, el THC".

"Todos llegamos a un punto en el que te das cuenta de que la marihuana ya no te sienta bien"

Miro a Kase.O con ojos pillos y ceño jocundo. El hombre detrás de las barras en Haciendo lo nuestro (2007), de Violadores del Verso, que rezaban: "Fumo petardos trocolos porros canutos petas macas / Fumo chinas pedrosos placas de costo goloso / Fumo y toso los ojos rojos borrosos / Fumo estacas modo grosso yo reboso humo", etc., dice haber colgado, definitivamente, el hábito de crakear su tráquea con incienso. No sé yo… "Bueno", interviene sonriente, "en las bodas y los bautizos pues, oye, picas un poco (ríe). Pero, desde luego, de consumir diariamente durante muchos años a esto es otra cosa. Todos llegamos a un punto en el que te das cuenta de que ya no te sienta bien… Aunque, realmente, a mí no sé si me ha sentado bien nunca, ¡mira lo que te digo! Pero es un hábito. No diría que estaba enganchado, pero sí un hábito que hacía que no me diese cuenta si me sentaba bien o mal".

El CBD, quién lo diría, ha metamorfoseado a uno de los epítomes del verso cannábico nacional en un par de pulmoncitos saneados. "Y por eso, porque me sienta muy bien, lo defiendo y he sacado mi propia línea de productos". ¡Y he aquí el núcleo de este encuentro! Kase.O se ha hecho dealer. Bueno, dealer no, no jodamos, mejor dicho, accionista de fitoterapia. En colaboración con la empresa The Tree CBD, el peso pesado de los micros ha sacado una línea de productos llamados Sweet Kase CBD (van en una caja metálica y, claro, imagino que lo del nombre no se lo pudieron controlar).

"Me he metido en el negocio del CBD como una aventura. Lo hago porque me divierte"

"He estado estos dos años sin viajar", prosigue el artista, ahora convertido en empresario, "pero no quería estar quieto, así que me he metido en esto como una aventura. Lo hago porque me divierte. Gracias a Dios no dependo de estos negocios. La música sigue siendo mi principal actividad, pero quería probar. Es divertido hacer la promoción y hacerla con humor. Y como vendo tranquilidad, me siento a gusto. Creo que es algo guay. Es una experiencia más. De hecho, también me he metido al negocio de la hostelería… con una coctelería al lado de la Plaza del Pilar. Me he asociado con un coctelero revolucionario, Borja Insa, porque ya tocaba un local en Zaragoza donde te puedas tomar una copa bien puesta, e incluso cócteles experimentales con buena música".

¡Damas y caballeros!, saquen los vestidos de fiesta y los frac. Ajusten las pajaritas y suban sus ligueros. Tras unas gotitas de aceite de CBD, acudan follados a la Plaza del Pilar: Kase.O tiene un garito. Pero no una tasca de choricillos y parterre de cáscaras de pipa, sino un Café Society, una coctelería chachi. Ver para creer…

Volviendo a la mamá-maría, ahora que se ha quitado, ¿qué piensa Javier Ibarra de ella, especialmente de su legalización?: "Hombre, estoy a favor de la legalización, claro. Bien usado te puede ayudar. Tiene propiedades beneficiosas. La verdad es que, si al final la gente va a fumar, y tienes legalizado el alcohol, que es droga dura y está totalmente normalizado, no entiendo por qué con la hierba hay tantos tabús. ¿No sería mejor que se fumase de calidad y sin tener que ir escondiéndose? Aunque tampoco me unto del todo. No lo sé, es un jardín… ¡Nunca mejor dicho! (ríe)".

"Mientras hacía el disco de 'El círculo', bajé a lo más profundo… La depresión es muy jodida"

De jardines, según se oye, Kase.O sabe un rato. Quizás más de los jardines infernales de El Bosco que de los del Edén, por mucho que en la portada de su primer disco en solitario, El círculo (2016), aparezca él cual Adán en bolas adentrándose en una suerte de vergel paradisíaco. Porque las ponzoñosas garras de la depresión y el tormento hicieron trizas al artista. Un resbalón existencial que lo marcó al rojo: "Mientras hacía el disco de El círculo bajé a lo más profundo… para luego subir. Cuando ya no pude bajar más, no sé de qué manera milagrosa, pero conseguí ascender. La depresión es muy jodida y no hay una cura efectiva. Es capaz de alargarse y hasta hacerse crónica". Asiento con seriedad. He sido preso, como muchos, de esa indefinida mucosidad marina que se extiende hasta las fronteras de tu mente cubriéndolo todo de óxido y porquería. Se lo confieso brevemente a mi entrevistado. Estas cosas, oye, sin victimismos, mejor fuera que dentro.

placeholder Kase.O enseña productos de su línea de artículos de CBD. (Marcos Cebrián)
Kase.O enseña productos de su línea de artículos de CBD. (Marcos Cebrián)

"Yo", recoge Kase.O tras un sentido parón, "gracias a Dios, y después de dos años muy duros, salí. Y como no quiero volver a ese estado, me cuido mucho los pensamientos. Te puede atacar en cualquier momento, incluso estando en tu genética, porque a veces te toca la china sin haber hecho nada, así que me protejo mucho. No dejo que los pensamientos intrusivos me atraviesen. No me permito frustraciones autocríticas porque me he pasado toda una vida dejando de hacer cosas, martirizándome por cada pequeño error. Y también me río mucho de mí mismo. Esa es otra de las claves. No hay que tomarte tan en serio. Porque la vida no es tan seria. Sé que dicho así, a bote pronto, es muy fácil, pero le damos una importancia a las cosas que nos puede traicionar. Intento también mantener el orgullo a raya".

"Ahora hago terapia. Hay cosas que no se las vas a contar a un amigo o a tu pareja"

Vivir es fácil con los ojos cerrados, que rezaba aquella pelí de Trueba. Pero enfrentarse a la depresión exige hacerse la del tratamiento Ludovico de la Naranja Mecánica (1971) y abrirlos bien. Hay que estar atento, avizor. "Tengo pequeños trucos", reconoce Kase.O. "Me pongo alarmas. Cada dos horas y media tengo una alarma para recordarme todo esto: fluye, pon atención, da gracias por esta comida… Porque es un trabajo que tienes que hacer tú, que nadie va a venir para hacértelo… Sorprenderte con el ceño fruncido y darle la vuelta, sonreír. Decirte, ¿otra vez estabas rallao con qué? ¡Con nada! Con una hipótesis. Hay gente que tendemos a pensar que va a pasar lo peor. Que nos creemos en el centro de donde vaya a pasar una desgracia. Por eso me protejo a diario. Desde que me levanto. Y valoro lo que tengo. De hecho, después de muchos años de pereza, ahora hago terapia. Hay cosas que no se las vas a contar a un amigo o a tu pareja, y llegas a un tío que no te juzga, se lo cascas todo, él le quita importancia a cualquier mierda que le lleves, y sales saneado".

¿Y qué hay, le pregunto entonces a Ibarra, del artista atormentado? ¿Es necesario sufrir para crear? "Pues eso es lo que yo he pensado durante muchos años. Que había que sufrir, incluso durante el proceso artístico. Luego te das cuenta de que son hechos subjetivos. Igual te haces una letra en una tarde y a otra le dedicas dos meses, y el público ni se pispa. Yo eso ya no lo creo y me esfuerzo porque no sea así. De ahí mi línea de los Divertimentos (2021), que me inventé para ir al estudio, comer como Dios manda y beber a gusto antes con el productor, y luego acudir allí a compartir con tu hermano sin darte tanta importancia. El círculo fue una presión que a cualquiera le hubiera dado un jamacuco. Ahora tengo claro que prefiero estar feliz y hacer canciones malas, a estar en el pozo y hacer una obra maestra. No me compensa (co)".

La vida cambia deprisa, en un mísero instante. Te sientas a cenar, que decía la Didion, y ya ha cambiado, por eso merece la pena tener claras las prioridades. Si le pregunto a Ibarra sobre el legado, sobre la estela de su arte, él me habla rápidamente de su hija. "Ese es el gran legado que dejo. Va a ser mi representante en la Tierra cuando ya no esté. Tiene algo de tu esencia, y has de esforzarte en darle amor, darle cariño, y que esa persona… pues tenga lo mejor. Lo primero, y ahora soy consciente, tu tiempo. Si eres sabio, tener un hijo te enseña a no ser egoísta, que es muy difícil. Cuando estaba de gira no tenía tanta confianza con mi hija como ahora que estoy 100% en casa con ella. Ha cambiado la relación. Que un niño confíe en ti es lo mejor que hay en el mundo". Las declaraciones del MC me recuerdan al temazo de Nina Simone My babes just cares for me (1959), que al mentárselo Kase.O promete escuchar.

placeholder Kase O., con un cogollo de marihuana en la mano. (Marcos Cebrián)
Kase O., con un cogollo de marihuana en la mano. (Marcos Cebrián)

A fin de ir concluyendo esta —aunque no lo parezca— breve conversación, le descargo escupitines de actualidad. Le hablo, lo primero, de las lenguas cooficiales del Congreso y la reciente polémica. La cara de Javier es un cuadro. El retrato de un currela que no ha salido de Fuenlabrada tragándose un discurso en chino yue. "Ni me he enterado. No tengo una opinión formada. Lo que sí te puedo decir es que con tal de no hablar de lo que se tiene que hablar, de los problemas que tiene la gente y de cómo solucionarlos, hacen cualquier paripé diario. Que parece que no hay pobres o colas en los hospitales en España de los que hacerse cargo".

Foto: La polémica despedida de Andrés Calamaro en su concierto: "Volveremos cuando Rubiales y Jenni puedan acercarse y con Amaral enseñando las peras".(EFE Miguel / Ángel Molina)

Hablando de hacerse cargo… Quien se la cargó un poco recientemente fue Andrés Calamaro, quien al final de su concierto firmó la siguiente perla: "Volveremos cuando Rubiales y Jenni puedan acercarse y con Amaral enseñando las peras". Preguntado sobre esto, Kase.O me pone cara, otra vez, de haber vuelto a los porros. No obstante, insiste. "Sigo opinando que hay cosas más importantes de las que preocuparse. Y si alguien ha cometido un crimen, que lo juzguen y que lo encierren. Luego, no sé si la gente le da tanta importancia a estos temas… O sea, con las gachís a muerte, hay que protegerlas. La historia demuestra que está llena de cafres, aunque no todos los hombres lo sean… Pero, vamos, a las gachís hay que defenderlas más por exceso que por defecto. Ahí a muerte. Ahora, cosas tan sutiles, yo creo que es opio para el pueblo".

Inteligencia Artificial

Como colofón, un poquito de ciencia ficción. Una gotita, no de aceite de CBD, sino de yuyu tecnológico. ¿Qué piensa Kase.O de la Inteligencia Artificial? "Me
da mucho miedo
(co). No he investigado todo lo que debería, pero me da cosa. Porque la gente mantiene que siempre se va a priorizar una obra que tenga detrás a una persona, pero me da que no tardaremos en ver a fans de un puto bicho, yo qué sé, ¡Flowi! Y que la peña sea fan de Flowi, que es un cacharro artificial con cara y demás. Quiero pensar que una obra hecha por un humano siempre va a tener alma, y que eso primará… Pero también creo que a los nietos de mis nietos, cuando nos muramos los que hemos visto a Los Rolling y admirado a Otis Redding, buf, desaparecerá y la música se la pelará…". En fin, Kase.O, amigos. Tras esta entrevista, seguro cabezón, seguro noble, seguro humilde y, en definitiva, seguro, ¡qué coño!, un gran tipo.

¡Ah! y no podía irme sin la preguntita de rigor: "¿Se avecinan Violadores?" Su respuesta es como un muelle: "No se descarta. Ahí estamos conversando mucho y dándole vueltas al asunto. Nos encantaría hacer una gira de despedida. Nos lo debemos y se lo debemos al público. Es una maquinaría muy tocha la que hay que poner, pero no te niego que no haya conversaciones y que estamos juntos".

Dicen que los maños somos nobles y cabezones. Lo primero me cuesta asegurarlo —"yo he visto cosas que no creeríais..."—, y de cara a lo segundo, a tenor de las molondras que gastamos mi entrevistado y yo, me tienta asentir. Somos dos melonazos sonrientes flirteando con algún "co" furtivo entre frase y frase. Y digo sonrientes porque, en cuanto a mí, conocer a Kase.O es como darle un abrazo a la mosca de glorioso verso que me ha rondado la oreja desde enano, criado como fui en Zaragoza. Tamaña es la devoción que se le profesa en la city, que, en menos que canta un gallo, estarán sacando al cabezudo con su jeta que asomó durante su concierto del año pasado en el Wizink (Madrid), a encorrer a los chavales para las Fiestas del Pilar. En cuanto a por qué sonríe él... pues no me cabe otra suposición: porque es más majo que las pesetas. Y, ¡jurao!, esto no es un mamoneo-pelotero. Quien lo haya tratado dará fe de mis palabras...

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