Un verano de libros IV: Malaparte, el escritor que renegó de Mussolini, Hitler y las guerras
Su compromiso no pasaba por la obediencia a un partido o ideología, que es como lo entendemos ahora, sino por una independencia radical e imprevisible
Curzio Malaparte es uno de los grandes escritores europeos del siglo XX y resulta particularmente apropiado de leer en este verano en el que estamos viviendo una guerra en Europa, pues fue un testigo excepcional de los desastres de las dos guerras mundiales y narró como nadie la descomposición europea.
Afirma Milan Kundera, en un librito delicioso titulado '
Nacido en 1898, con tan solo dieciséis años abandonó sus estudios secundarios y se fugó a Francia para combatir en la Primera Guerra Mundial con la Legión Garibaldina. Le hirieron gravemente, lo que le acarrearía una dolencia crónica de pulmón. De vuelta en Italia, se hizo diplomático, y en 1922 se adhirió al partido fascista seducido por un Mussolini que venía del socialismo, con la esperanza de que la revolución acabara con el mundo que llevó a Europa a la guerra. Fue director del semanario fascista 'La Conquista dello Stato' y del diario turinés 'La Stampa', y sus diferencias con el Duce comenzaron a raíz de los pactos de Letrán. En 1931 Malaparte rompe públicamente con el fascismo a través del ensayo '
Pero lo decisivo para que Malaparte se convirtiera en un escritor imprescindible viene con la Segunda Guerra Mundial, a raíz de ser enviado como oficial del Ejército italiano y corresponsal del 'Corriere della Sera'. Fue el único que estuvo en la primera línea del frente ruso. Iba acompañando al Ejército alemán, y Joseph Goebbels le expulsó por no obedecer las consignas oficiales. Mussolini censuró sus artículos, pero estos se recopilaron en 1943 y se publicaron bajo el título 'El Volga nace en Europa', donde sostiene la tesis de que la guerra alemana contra la Rusia soviética no era una guerra de Europa contra Asia, sino de la Europa alemana contra el resto de los pueblos europeos, de los que la Rusia bolchevique formaba parte.
Su experiencia en el frente daría lugar a la primera de sus dos obras capitales, '
"¿Nos claváis a los árboles para matarnos de un tiro en la cabeza?". La crítica motivó que el Vaticano colocara esta obra en el Índice
El mismo estilo de narración casi delirada, cínica, piadosa, dolida y poética, sumamente adecuada para contar el mundo dislocado y agonizante de la guerra, usa para '
Dividida en doce capítulos, destaca el que ocupa la parte central, “El viento negro”, donde el autor construye una metáfora con un viento que lo cubre todo, como un heraldo de la muerte, hasta llegar a una escena aterradora donde el narrador se encuentra con un grupo de judíos crucificados por los nazis en Ucrania. El pasaje es una feroz crítica al cristianismo que consintió la barbarie. “¿Es esta vuestra piedad?”, grita un crucificado. “¿Nos claváis a los árboles para matarnos de un tiro en la cabeza?”. La crítica motivó que el Vaticano colocara esta obra en el Índice de libros prohibidos.
Lo más sobrecogedor de la novela le da título y sintetiza su idea central: un hombre aplastado por las orugas de un tanque cuya piel, al levantarla, forma una alfombra de piel humana que Malaparte convierte en bandera: “Esa era la bandera de Europa”, afirma, y más adelante: “una bandera de piel humana, la bandera de nuestra patria, era nuestra patria misma. Y así fue cómo vimos arrojar la bandera de nuestra patria, la bandera de la patria de todos los pueblos, de todos los hombres, al vertedero de la fosa común”.
Y es que se empieza por colgar trapos en los balcones, se sigue por convertir al otro en un enemigo y se termina justificando la guerra. Cuando lo lamentamos, ya es demasiado tarde.
Curzio Malaparte es uno de los grandes escritores europeos del siglo XX y resulta particularmente apropiado de leer en este verano en el que estamos viviendo una guerra en Europa, pues fue un testigo excepcional de los desastres de las dos guerras mundiales y narró como nadie la descomposición europea.