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Jaime de los Santos: "Lo mejor de Vox es que centra al PP"
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Jaime de los Santos: "Lo mejor de Vox es que centra al PP"

Dice una de sus amigas que parece un personaje salido de una calle de Nueva York. "Es una ciudad que me encanta y en la que viviría durante un tiempo, pero yo soy un chico de Arganda", afirma

Foto: Entrevista a Jaime de los Santos. (Ana Beltrán)
Entrevista a Jaime de los Santos. (Ana Beltrán)

Jaime de los Santos (Madrid, 1978) estudió Historia del Arte, pero un día se cruzó en su vida Mariano Rajoy y empezó su historia de amor con la política. El expresidente del Gobierno le llamó para ofrecerle un puesto en su gabinete como asesor en temas de cultura y desde entonces sigue vinculado al Partido Popular.

Después de Rajoy entró en el equipo de Cristina Cifuentes, primero como director general de Promoción Cultural y después como consejero de Cultura, Turismo y Deporte de la Comunidad de Madrid. Hoy es diputado en la Asamblea, senador y estrena el traje de novelista. Tiene tantas ganas de que triunfe su libro, 'Si te digo que lo hice' (Espasa), que no descarta escribir un segundo.

Dice una de sus amigas que parece un personaje salido de una calle de Nueva York. "Es una ciudad que me encanta y en la que viviría durante un tiempo, pero yo soy un chico de Arganda", afirma.

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Foto: A. B.

Un chico de Arganda del Rey que posa en el patio del Museo Reina Sofía, donde transcurre una de las escenas de su libro, que luego lo hará a las puertas del Casón del Buen Retiro, porque también habla de la llegada del Guernica en sus páginas. Es educado, dice muchas veces "adoro" cuando habla de personas que le rodean y le cuidan y camina ligero con un abrigo de Dries Van Noten. Bromea con ganas, reniega de los agoreros y se reconoce moldeado e influido por muchas mujeres: sus cuatro hermanas, su madre, sus profesoras, las que fueron sus jefas y hoy son sus amigas.

Como todos, se suelta con el 'off the record'. Quizá lo cuente en sus memorias.

PREGUNTA. Para algunos usted sigue siendo Jaime de los Santos, "gay y diputado del PP". Igual habría que dejar de considerar esto como una contradicción, ¿no?

RESPUESTA. No tengo ninguna duda. Me sorprende que haya gente a la que chirría que alguien del PP sea gay, porque a mí nunca me ha extrañado que alguien de Izquierda Unida pueda ser católico, apostólico y romano. Soy gay como soy madrileño, me afeito la cabeza y tengo mal carácter algunas mañanas. Es algo que no me hace ni mejor ni peor, pero sí es cierto que ha jugado un papel importante en el Jaime que soy hoy, porque cuando era adolescente se me maltrataba verbalmente por ser diferente.

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P. ¿De qué otras supuestas contradicciones está usted hecho?

R. Soy creyente volitivo. Quiero creer, me gusta creer, y para hacerlo de esa forma no me hago preguntas. La fe y el amor son las dos grandes verdades que mueven el mundo, y con la discrepancia que tengo a veces con la jerarquía eclesiástica podría suponer una contradicción, pero no. Mis críticas no solo se refieren a lo que tiene que ver con el colectivo LGTBI, sino a lo que piensan de las mujeres, el aborto y otras cuestiones. Ser del PP y estar absolutamente a favor de la ley del aborto y del matrimonio igualitario tampoco es una contradicción. De hecho, una de las riquezas de este partido es que acoge a gente de diferentísimas sensibilidades. Por algo me tendrán, digo yo. O por algo me querrán.

Creo que al final los españoles vivimos en una permanente contradicción, y en parte lo cuento en la novela. En el fondo es la consecuencia de una España en la que durante 40 años la educación fue castrante y nos dejó tanto peso que todavía hoy nos dura. Las verdades a medias que eran unívocas entonces. Todo lo que se salía de la norma —mujeres, gais, agnósticos, locos, alcohólicos— era peligroso porque un señor y sus adláteres lo habían considerado así.

P. ¿Es de ese tipo de católicos que llama ciudadano Bergoglio a Francisco?

R, No, no, para mí es el Papa Francisco.

P. ¿Tanto ha cambiado la iglesia desde su llegada?

R. Lo que me parece maravilloso es que la curia lo haya elegido, casi más que su labor. En su elección está la modernidad.

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Foto: A. B.

P. Dice una de sus amigas que es perfeccionista y muy vividor, que no soporta el fracaso y a los agoreros. ¿Qué les diría a los que creen que vamos a peor, rodeados de corrección política y amenazas a nuestras libertades?

R. Que me niego a creerlo, pero al mismo tiempo debemos vigilar y garantizar que no se dé ni un paso atrás, porque han irrumpido en el espacio público partidos políticos cuyas ideologías populistas se limitan a poner un altavoz a quienes opinaban lo mismo desde antes. Son populismos que hacen daño a la democracia, pero no la tambalean.

Siempre digo que lo mejor de Vox es que centra al PP, y eso está muy bien. Cuando dicen que el PP está llamado a atraer a todo el voto de derecha, que me perdone mi partido, pero no me importa nada que los extremistas, los que no tienen empatía hacia las circunstancias de los demás, voten a otro.

P. ¿Vox y Unidas Podemos son lo mismo?

R. ¡Se parecen mucho!

P. ¿En qué?

R. En las formas. Y vivimos en un mundo en el que importan mucho.

"Son populismos que hacen daño a la democracia, pero no la tambalean"

P. ¿En qué se diferencian?

R. Ideológicamente, claro, pero creo que pesan más los parecidos. Vinieron a cambiar las normas del juego porque consideraban que las que había estaban obsoletas, pero no solo las han reproducido, sino que han escogido las peores. Vinieron hablando del pueblo y se han olvidado de él. El señor Iglesias, que ascendió a vicepresidente, dejó sus responsabilidades de forma sorpresiva y para mí poco responsable.

Yo soy un hombre de centro, pero tengo amigos de todos los partidos, y estoy encantado de que a la presentación de mi libro vaya a venir Ángel Gabilondo. Por eso me duele cuando veo titulares llenos de exabruptos.

P. ¿Se calla cuando esos exabruptos salen de personas de su mismo partido?

R. Yo lo digo todo.

P. ¿Paga un precio por ello?

R. Esa actitud solo me ha concitado quereres. Me encanta la pelea parlamentaria, me parece lo mejor, pero siempre sin faltar al contrincante.

P. Con esa actitud, ¿no sufre mucho los jueves en la Asamblea?

R. Ay, yo me lo paso muy bien. Me encanta.

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Foto: A. B.

P. Eso es porque no le salpica…

R. A ver, cuando la pelea sube me duele. Me pasa cuando se meten con los míos y cuando se agrede de manera injusta a personas de otras ideologías.

P. ¿Cómo acaba un licenciado en Historia del Arte en la política?

R. Yo no quería ser político hasta que un día, por casualidades de la vida, el presidente Rajoy me llamó para que formara parte de su gabinete y asesorara en temas de cultura. En ese recorrido conocí a su mujer, Elvira Fernández Balboa, que se convirtió en íntima amiga mía, y me pidieron que me encargara de sus temas.

Pero reconozco que la política engancha, y cuando en 2015 me llamó Cristina Cifuentes para que fuera director general de Promoción Cultural de la Comunidad de Madrid fue un sueño hecho realidad. Enseguida me promocionó y me nombró consejero de Cultura, Turismo y Deporte.

P. ¿Alguna vez han utilizado su vínculo profesional con Elvira Fernández para empequeñecerle?

R. Cuando empecé en el equipo de Cristina Cifuentes alguien con bastante mala leche se inventó que yo era el estilista de la mujer de Rajoy.

"Yo no quería ser político hasta que un día, por casualidades de la vida, el presidente Rajoy me llamó para que formara parte de su gabinete"

P. Ese alguien tiene nombre y apellidos, supongo.

R. Viene de la izquierda más radical. Yo no era estilista, pero si eso es lo peor que se puede decir de mí… Eso sí, aquello me dolió tanto que le presenté mi dimisión a Cristina. Me dijo que no la aceptaba. Rajoy me dijo que dejara de leer tuits.

P. Le prometo que vamos a hablar de su novela, pero no me resisto a preguntarle por tres mujeres importantes para su carrera: Elvira Fernández, Cristina Cifuentes e Isabel Díaz-Ayuso. Dígame algo de ellas.

R. Tienes que añadir a Marisa González (jefa de gabinete de Alberto Ruiz Gallardón y de Cristina Cifuentes), que es como mi hermana mayor y con la que tuve un flechazo desde el primer momento en el que nos vimos.

Elvira Fernández es la gran sorpresa de mi vida. Nunca imaginé que detrás de los muros de Moncloa había tanta calidez y tanta calidad humana. Es inteligentísima, de una discreción enfermiza, que siempre suma y me ha mostrado todo el cariño. Cristina es lista, rápida, inteligente, tiene aura. Cuando iba con ella al teatro era impresionante la cantidad de gente que le pedía fotos. Se lo sabía todo. Es electrizante como un buen sábado por la noche. Sufrí todo lo que le hicieron porque unas personas decidieron acabar con su carrera política.

P. ¿Esas personas eran de dentro o de fuera del partido?

R. Estoy convencido de que son de fuera. Cristina es demasiado indómita para según qué poderosos y entró como un vendaval en algunos temas que eran especialmente sensibles.

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Foto: A. B.

P. Si Cifuentes es electrizante, ¿cómo es la actual presidenta de la Comunidad de Madrid?

R. Es de una fuerza sorprendente. Es de una dulzura chocante, pero no sé de dónde saca esa fuerza, debe resultarle agotadora. Es capaz de llevarse por delante cualquier situación adversa.

P. Su novela es una sucesión de mujeres y de temas importantes. Habla de lesbianismo, feminismo, franquismo, catolicismo, alcoholismo… ¿todo esto lo tenía previsto o fue su protagonista, Elvira, la que le llevó por esos caminos?

R. Elvira fue desde el principio un personaje fijo, y luego hubo otros que evolucionaron según escribía. Para narrar todo esto he escuchado a mi madre contar muchas historias de aquella España. Por eso me parece un milagro que viniendo de donde venimos, seamos quienes somos. Cuarenta años programando una sociedad para que hayamos sido capaces de desprogramarla.

A Elvira la educaron desde el miedo, el pecado, la desconfianza, la educación no sentimental. Y mujeres como ella tienen que asumir que el mundo hoy es muy diferente. ¿Cómo le vas a explicar a tu madre o a tu abuela que ser lesbiana o transexual es la normalidad cuando les venían diciendo que era un pecado mortal? Y sin embargo, mujeres como mi madre han hecho una transformación milagrosa. Quería explicar cómo las garras de una mala educación han llegado a nosotros. Hoy, amar es un regalo.

P. En el libro habla de cómo a muchos los educaron en la contención, como si mostrar las emociones fuera una ordinariez. Antes me decía que es gay desde que nació. ¿Ha tenido que contenerse muchas veces?

R. Lo pasé mal en la adolescencia porque no me interesaba el fútbol, no iba en chándal ni zapatillas deportivas, leía, jugaba a la goma, y nada me gustaba más que quitarle a mi hermana pequeña las Barbies. Hace dos cumpleaños me regaló la Barbie Frida Kahlo y me chifló. Lo que quiero decir con todo esto es que te convierte en un personaje blanco para según qué críticas. También me ha interesado siempre la moda, y veo que lo que hace 25 años bastaba para que te llamaran maricón, luego ha sido de lo que se han servido todos esos señores heterosexuales y machirulos para dictar las modas. Afortunadamente estaba rodeado de mujeres, mis cuatro hermanas y mi madre.

"A Elvira la educaron desde el miedo, el pecado, la desconfianza, la educación no sentimental"

P. Aun así, quien ha marcado su vida recientemente es un hombre: su sobrino Alejandro.

R. Sí. Estaba escribiendo y sonó el teléfono. Era mi hermana diciéndome que Alejandro, de 18 años, tenía algo raro según la analítica. Ese algo raro desembocó horas después en una leucemia. Fue a finales de octubre de 2020, hacía un frío de narices, y me recuerdo atravesando El Retiro corriendo en mangas de camisa para llegar al hospital Gregorio Marañón. Me dejaron entrar en urgencias gracias a Enrique Ruiz Escudero, llegué a su cama, le di la mano y le dije: "No te vas a morir".

P. ¿No le daba vértigo hacer esa promesa?

R. Me daba igual, porque se lo decía a él pero también a mí mismo. En todo el proceso que vino a continuación fueron pasando cosas que no te imaginas que ocurrirán: la primera punción lumbar, el primer escáner, el trasplante de médula… Cuando te dicen que hay un 25% de personas que se quedan por el camino, te mata. Y encima en pandemia, solito en el hospital, sin poder ir a visitarle. Cenábamos todas las noches con él gracias a las pantallas y le acompañamos en lo bueno y en lo malo. Ahora está perfecto, a pesar de las revisiones permanentes y de que sabe que con algunas cosas tendrá que tener cuidado de por vida.

P. ¿Y cómo está usted?

R. Yo bien, pero he tenido un rato complicado.

"Yo creo que la política nunca se deja y que escribir es también una manera de hacerla"

P. ¿Reprogramó algo tras lo sucedido?

R. Me fui a ver a Marián Rojas porque necesitaba a una psiquiatra que me explicara por qué tenía de repente esos miedos, esos vértigos. Me ayudó muchísimo. Creo que ahora cuido más mi relación con mis sobrinos. Antes estaba pendiente, pero ahora más, para crear más recuerdos.

P. Si le va bien con este libro, ¿dejará la política?

R. Yo creo que la política nunca se deja y que escribir es también una manera de hacerla. Ahora mismo no, pero con unos años más no te digo que no. Me encantaría que el libro funcionara para poder escribir un segundo.

Jaime de los Santos (Madrid, 1978) estudió Historia del Arte, pero un día se cruzó en su vida Mariano Rajoy y empezó su historia de amor con la política. El expresidente del Gobierno le llamó para ofrecerle un puesto en su gabinete como asesor en temas de cultura y desde entonces sigue vinculado al Partido Popular.

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