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Dentro de una reunión de Alcohólicos Anónimos por Zoom: "Necesito veros ya"
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LA EPIDEMIA DE ALCOHOLISMO QUE VIENE

Dentro de una reunión de Alcohólicos Anónimos por Zoom: "Necesito veros ya"

Desde hace un año, los confinamientos han obligado a Alcohólicos Anónimos a trasladar a internet las reuniones de terapia. Y están recibiendo muchas peticiones de ayuda por la pandemia

Foto: Imagen: Unsplash.
Imagen: Unsplash.

"Hola, me llamo Alberto, soy enfermo alcohólico y gracias a vosotros llevo un mes sin beber", dice de carrerilla un hombre de 30 años, tumbado en su cama frente a la cámara de un ordenador. Tras cinco segundos en silencio, Alberto arranca y empieza a contar las derrotas que le han traído hasta aquí. “Durante la pandemia, he bebido muchísimo. ¿Quién no? Yo me iba con amigos a fiestas ilegales o aparcábamos el coche en el campo y nos poníamos a hacer botellón. Pero también he bebido solo, como tantísima gente de mi entorno que se ha hinchado a beber por la depresión”.

Así empieza el relato de Alberto, un joven español que se acaba de incorporar a una sesión de Alcohólicos Anónimos por Zoom. Desde hace un año, los confinamientos han obligado a esta asociación a trasladar a internet las reuniones de terapia en grupo. Durante dos horas, 15 personas de todas las edades comparten sus consejos, sus dramas y sus obsesiones por la botella a través de la cámara. Algunos llevan sin beber 30 años. Otros, 30 días. Pero todos coinciden en que echan de menos verse en persona, abrazarse y poder darse ánimos para seguir sin beber 24 horas más.

“Tenía muchísimas ganas de veros, sabéis cómo ando de trabajo”, dice Marcos, un empresario de 45 años, nada más conectarse a la charla. “Necesito veros en persona ya”. Desde que se pasaron a las videoconferencias, una de las reglas que tienen es activar la cámara para tratar de emular de la forma más realista posible una charla convencional. Y ahora, después de la introducción de rigor, en la vigésimo sexta reunión en 2021 de este grupo de un barrio de Madrid, los 15 espectadores atienden con sus micrófonos silenciados al relato del joven madrileño.

Foto: Un combinado, sobre la barra de un bar. (EFE)

“El alcohol ha sido terrible en mi vida”, continúa Alberto. “He perdido mi trabajo, he llevado a la ruina a mis padres, he tenido dos accidentes… Y en el último, hace unos meses, casi me mato”. Esta historia, aunque es similar a la del resto de integrantes, varía en un detalle: en el caso de Alberto, la pandemia ha sido el acelerador de su alcoholismo. Desgraciadamente, un año después del inicio de la crisis sanitaria en España, cada vez hay más casos como el suyo.

La epidemia de alcoholismo que viene

En los últimos meses, Alcohólicos Anónimos ha recibido un aumento de consultas y peticiones de ayuda de gente que ha tocado fondo durante la pandemia, según explican fuentes internas a El Confidencial. Alberto lo repite en su intervención: ¿quién no ha bebido más para olvidarse del drama del covid? La desesperación de los confinamientos se tradujo en un mayor consumo en casa de vino, cerveza y bebidas espirituosas, cuyas ventas aumentaron un 15,3%, un 23,8% y un 27,5% respectivamente, según el último informe del Ministerio de Agricultura.

Foto: Foto: iStock.

El problema es que este incremento en el consumo en casa no tiene los mismos efectos en todo el mundo. Porque aquellos que ya arrastraban problemas, como el propio Alberto, se ven ahora ante un callejón sin salida. Ya en abril, en el peor momento de la primera ola del covid-19, la Organización Mundial de la Salud pidió a los gobiernos que limitasen el consumo de alcohol entre sus ciudadanos para evitar que se desencadenara una epidemia de alcoholismo. Y ahora los peores pronósticos se están cumpliendo.

El mes pasado, El British Liver Trust anunció que las peticiones de ayuda por abuso de alcohol en Reino Unido se habían multiplicado, mientras que las muertes habían crecido un 16% respecto al año anterior. Estas cifras son similares a las de Estados Unidos, en donde algunos hospitales aseguran que la admisión de pacientes con enfermedades hepáticas ha aumentado entre un 30% y un 50%.

En 2002, un cuarto de los neoyorquinos aumentó su consumo de alcohol tras los ataques terroristas a las Torres Gemelas

“El aumento en la bebida, especialmente entre personas con ansiedad y depresión, es consistente con las preocupaciones que teníamos de que la pandemia podría estar desencadenando una epidemia de alcoholismo”, escribía Ariadna Capasso, doctorando en la NYU School of Global Public Health, en un reciente informe sobre el aumento en el consumo del alcohol por el coronavirus.

Diversos estudios en los últimos años han relacionado el aumento de consumo de alcohol a situaciones de crisis y mucho estrés. O momentos de gran incertidumbre, tanto a nivel personal como social. En 2002, un cuarto de los neoyorquinos aumentó su consumo de bebidas alcohólicas tras los ataques terroristas a las Torres Gemelas. Y una reciente investigación en el Journal Psychiatry Research demostró que el consumo de alcohol creció durante la pandemia, sobre todo, en aquellas personas que habían perdido su trabajo.

placeholder Una sala de terapia en grupo, vacía por la pandemia. (iStock)
Una sala de terapia en grupo, vacía por la pandemia. (iStock)

Roberto, uno de los veteranos de este grupo de alcohólicos que lideran la charla, lo ve más claro desde su propia experiencia: “Uno de los síntomas del alcoholismo es la cobardía y el miedo a lo desconocido", afirma. "La pandemia nos ha hecho sufrir tanto que es inevitable que haya habido recaídas o que haya habido personas que hayan cruzado su línea”.

Pero ¿cómo saber cuándo una persona ha cruzado su 'línea' y se ha convertido en alcohólica? El tema del día de esta reunión 'online' es encontrar una respuesta a esta pregunta. Todos apuntan en la misma dirección: ser incapaz de contener el deseo de beber, mentir y hacerlo a escondidas.

Síntomas de alcoholismo

"Un alcohólico lo es cuando el alcohol le causa problemas y es incapaz de dejarlo", explica Samanta, una de las pocas mujeres que hay en esta sala virtual. Su perfil es de los más distintos porque, al contrario que la mayoría de los presentes en la videollamada, no ha perdido dinero ni sus familiares la han abandonado. “Pero sí perdí una cosa muy importante: mi dignidad. Yo me veía en el espejo y me daba asco”, cuenta. Lo que más le costó cuando tocó fondo fue la aceptación de reconocerse como alcohólica. La primera vez que fue a una reunión de AA, le dijo a su hijo que todos eran una "panda de borrachos" y que ella no debía ir allí. “Pero pronto supe que estar allí me relajaba y me ayudaba a dejar de pensar en el alcohol”.

En el caso de Fermín, que lleva tres años sin probar una gota de cerveza, la adicción tuvo que arrastrarle hasta una experiencia cercana a la muerte para darse cuenta de que tenía que dejarlo. "¿Cómo saber si eres alcohólico?", se pregunta este hombre de 50 años. "Eso solo lo sabe cada uno, porque la adicción es algo que tienes ahí dentro y que te va a ordenar que siempre sigas con ella".

Foto: Calles de Oslo. (Reuters)

El problema, prosigue, es que cada uno se piensa que eso del alcoholismo no tiene nada que ver con él. "En el caso del alcohol bebes, y bebes y vuelves a beber, pero en el momento en que pasas la raya, estás perdido toda tu vida", añade Fermín. "No hay solución, pero lo que le podemos decir a la gente que aún no ha destrozado su vida es lo siguiente: no juguéis con fuego".

Y si uno ya ha cruzado la raya y es alcohólico, ¿qué hacer? ¿Dónde buscar la salida a este laberinto de mentiras, resacas y deudas? ¿Cómo despertarse un día y dejar el alcohol?

La mayoría insiste en que, para que eso ocurra, la persona afectada tiene que tocar fondo para admitir su problema. "Cuando conseguí dejar el alcohol, tuve la genial idea de ir por los bares diciendo lo que hacíamos en AA y lo único que conseguí es que se rieran de mí", afirma Mauro, el último en hablar. "Ahora ya tengo claro, como dice Sabina en 'Conductores suicidas', que no se puede ayudar a quien no se quiere dejar ayudar. Por eso me preocupa que, una vez que termine la pandemia, haya mucha gente que siga bebiendo mucho sin saber que tiene una enfermedad".

*Todos los nombres que aparecen en este artículo han sido modificados para garantizar el anonimato.

"Hola, me llamo Alberto, soy enfermo alcohólico y gracias a vosotros llevo un mes sin beber", dice de carrerilla un hombre de 30 años, tumbado en su cama frente a la cámara de un ordenador. Tras cinco segundos en silencio, Alberto arranca y empieza a contar las derrotas que le han traído hasta aquí. “Durante la pandemia, he bebido muchísimo. ¿Quién no? Yo me iba con amigos a fiestas ilegales o aparcábamos el coche en el campo y nos poníamos a hacer botellón. Pero también he bebido solo, como tantísima gente de mi entorno que se ha hinchado a beber por la depresión”.

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