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Llega 'La zona', de Movistar+: las series españolas entran (por fin) en la edad adulta
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estreno en movistar+ el 27 de octubre

Llega 'La zona', de Movistar+: las series españolas entran (por fin) en la edad adulta

Este 'thriller' distópico ambientado en un futuro no muy lejano tras un desastre nuclear está protagonizada por Eduard Fernández, Álvaro Cervantes, Alexandra Jiménez y Alba Galocha

Foto: Alba Galocha y Álvaro Cervantes en un fotograma de 'La zona'. (Movistar )
Alba Galocha y Álvaro Cervantes en un fotograma de 'La zona'. (Movistar )

Pocas veces una serie española ha despertado tanta expectación como 'La zona', cuyo estreno catódico llega este viernes 27 de octubre de la mano de Movistar+. Una producción que ha nacido con la difícil pretensión mesiánica de darle la vuelta al panorama televisivo y convertirse en un hito de la historia de la televisión en España, como un revulsivo definitivo que demuestre que nuestra industria ha dejado atrás la 'fase anal' freudiana —llevada a la producción de contenidos, sería esa limitada a los formatos de comedia de enredos familiar, con un humor cañí y muchas veces escatológico, con pocos escenarios y muchos personajes, que gusta al niño, a la madre y al abuelo por igual— y que empieza a apostar por un entretenimiento que tiene como referencia las producciones más consolidadas de Netflix, Amazon o HBO. ¿Y lo ha conseguido? Sí, en su mayor parte.

Foto: Fotograma de 'La Zona'
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"¿Qué ha pasado en 'La zona'?", pregunta uno de los adelantos de la serie. Lo que ha pasado es que han transcurrido tres años desde que un accidente en una central nuclear en Asturias asoló varias ciudades y pueblos en los alrededores y conmocionó al país entero. Un desastre que obligó a aislar gran parte de la región, contaminada por la radiación y que acabó con centenares de vidas, entre ellas las de los trabajadores de la central y de todos los agentes del primer equipo de rescate. Todos salvo uno, Héctor (Eduard Fernández), que vuelve al servicio justo al tiempo que dentro del área restringida empiezan a aparecer los cadáveres de varias personas asesinadas en extrañas y brutales circunstancias.

Como ya hicieran con su prestigiosa adaptación para televisión de 'Crematorio', de Chirbes, los hermanos Alberto Sánchez-Cabezudo —guionista— y Jorge Sánchez-Cabezudo —guionista y director— han querido volver a diseccionar y a sacar a la superficie las miserias de la idiosincrasia española, esta vez dentro de un paisaje distópico producto de una catástrofe nuclear. Porque es en los momentos extremos cuando sale lo peor —y lo mejor— del hombre. Y los creadores de 'La zona' no se han andado con rodeos y han decidido apostar fuerte desde el minuto uno del primer capítulo de los ocho que conforman la primera temporada de la serie: un cadáver colgado y a medio comer dentro de un pabellón abandonado en los límites del área contaminada; una trama de contrabando que entra y sale de los límites precintados y que puede poner en peligro la salud pública; una cagada política a punto de ver la luz que provocaría la indignación de todo el país y, probablemente, que rodasen algunas cabezas en el Gobierno, y unos furtivos con el cometido de cazar unas presas ilegales e inmorales por orden de alguien con intenciones bastante oscuras.

'La zona' saca a la superficie las miserias de la idiosincrasia española dentro de un paisaje distópico tras una catástrofe nuclear

Desde el primer capítulo, la serie abre tantos 'melones' que cuesta un poco situarse dentro de una trama que se va ramificando en una imbricada red de misterios. 'La zona' apunta y, como una tela de araña, va dejando que el espectador se enrede en la historia de unos personajes lastrados por un pasado traumático o por la búsqueda de supervivencia en el nuevo orden surgido después de la catástrofe nuclear, que guarda más sombras que luces. Y si principalmente los Sánchez-Cabezudo se mueven aquí en el terreno del 'thriller' policíaco, también dejan espacio para otros géneros y tratar temas tan diversos como el duelo y la ausencia, la corrupción dentro de las estructuras del sistema y la necesidad de la sociedad —y de las personas— de reconstruirse después de un gran colapso.

placeholder Eduard Fernández y Álvaro Cervantes, en una imagen de 'La zona'. (Movistar+)
Eduard Fernández y Álvaro Cervantes, en una imagen de 'La zona'. (Movistar+)

Los protagonistas de 'La zona' intentan encontrar su sitio tras el seísmo que supuso en sus vidas la explosión del reactor nuclear: Héctor volviendo a su puesto de inspector e investigando, junto a Martín (Álvaro Cervantes), el asesinato del tío de Zoe (Alba Galocha), una joven que parece estar implicada en una red de contrabando de objetos rescatados del área restringida cuyos tentáculos podrían llegar hasta las altas instancias del sistema. Por otro lado está Julia (Alexandra Jiménez), una médica encargada de controlar los niveles de radiación en la población más expuesta y en los trabajadores que ahora limpian los restos del desastre, y que todavía no ha descubierto por qué Héctor se salvó milagrosamente de la muerte.

'La zona' es una ficción adulta, de las que no dan respuestas inmediatas y piden al espectador paciencia y compromiso

'La zona' es una ficción adulta, de las que no dan respuestas inmediatas y que obligan al espectador a hacer trabajar la cabeza, tener paciencia y dejarse envolver por una trama más compleja y reflexiva de lo que es habitual en la parrilla patria. Un trabajo que descarta obviedades y con el que Movistar+ busca labrarse una marca garantía de calidad y prestigio y sacar pecho como opción alternativa al modelo que hasta ahora se ha impuesto en España, que es el que busca el rédito inmediato y contentar a un espectro de público lo más amplio posible. Una producción que pide al espectador compromiso y fidelidad, lejos de un entretenimiento más ligero e inane.

placeholder Otro fotograma de 'La zona'. (Movistar )
Otro fotograma de 'La zona'. (Movistar )

Y aunque la compañía española no ha desvelado el presupuesto de la serie, se entrevé al menos una inversión que se refleja en una factura cuidada, un diseño de producción, aunque sobrio, muy trabajado y un reparto al que hay que añadir nombres tan solventes como Manolo Solo, Luis Bermejo, Luis Zahera, Emma Suárez y Sergio Peris-Mencheta. Puede que 'La zona' no sea perfecta, pero es tremendamente ambiciosa tanto en la forma como en el fondo: tiene mucha más relación con el cine de Tarkovsky —sus creadores han confesado la influencia de 'Stalker'— y el 'thriller' seco de Fincher —aunque con una fotografía menos psicológica— que con cualquier otra serie producida en España,'Crematorio' aparte.

'La zona' es una declaración de intenciones de que hay vida más allá de la comedia castiza, los dramas de época o los procedimentales

Y gran parte de la importancia de 'La zona' radica más en la declaración de intenciones que supone dentro de la industria que en el tratamiento en sí de la historia: 'La zona' es la forma de demostrar que la televisión en España está preparada para medirse en calidad con grandes producciones europeas —pongamos como ejemplo la sueco-danesa 'Bron' ('El puente')—, que hay vida más allá de la comedia castiza, los procedimentales o los dramas de época. Que se puede apostar por historias que reten al espectador y que no tengan que caer en continuos lugares comunes, diálogos explicativos y las tramas independientes que se cierran con cada capítulo. Que también se puede intentar ser rentable a largo plazo, no con la presión del ya, y que hay un terreno factible más allá de la dictadura del 'share'. Que todavía queda camino por recorrer, pero que gracias a este tipo de propuestas —no hay que olvidarse de 'El Ministerio del Tiempo', '¿Qué fue de Jorge Sanz?' o 'La casa de papel'— la ficción televisiva española puede presumir de haber entrado, ya por fin, y esperemos que de una vez por todas, en la edad adulta.

Pocas veces una serie española ha despertado tanta expectación como 'La zona', cuyo estreno catódico llega este viernes 27 de octubre de la mano de Movistar+. Una producción que ha nacido con la difícil pretensión mesiánica de darle la vuelta al panorama televisivo y convertirse en un hito de la historia de la televisión en España, como un revulsivo definitivo que demuestre que nuestra industria ha dejado atrás la 'fase anal' freudiana —llevada a la producción de contenidos, sería esa limitada a los formatos de comedia de enredos familiar, con un humor cañí y muchas veces escatológico, con pocos escenarios y muchos personajes, que gusta al niño, a la madre y al abuelo por igual— y que empieza a apostar por un entretenimiento que tiene como referencia las producciones más consolidadas de Netflix, Amazon o HBO. ¿Y lo ha conseguido? Sí, en su mayor parte.

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