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Fukushima sigue viva: detectan nuevas fuentes de radiación subterránea lejos de allí
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hasta a 100 kilómetros de distancia

Fukushima sigue viva: detectan nuevas fuentes de radiación subterránea lejos de allí

Un grupo de científicos detecta emisiones de Cesio-137 derivadas del accidente que la central sufrió hace seis años bajo la arena de unas playas japonesas a cierta distancia

Foto: Agentes de policía buscan entre los escombros en marzo de 2011 (Reuters)
Agentes de policía buscan entre los escombros en marzo de 2011 (Reuters)

Como ya saben, el 11 de marzo de 2011, un terremoto de magnitud 9,1 y el posterior tsunami que provocó devastaron la costa oriental de Japón y con ella, la central nuclear de Fukushima Dai-ichi. Durante meses, el perímetro de la planta estuvo acordonado y comenzaron las labores de descontaminación, que durarán hasta 40 años y costarán al gobierno japonés miles de millones de euros.

Foto: Ilustración con algunas de las especies que cruzaron el océano. ('Science')

En las zonas más cercanas, el problema fue resolviéndose poco a poco, pero de repente, a docenas de kilómetros de allí los científicos han detectado una persistente fuente de radiación en un lugar insospechado, bajo unas playas situadas a unos 100 kilómetros de distancia de Fukushima. El descubrimiento se publica hoy en la revista científica 'PNAS'.

Ya en 2013, la empresa TEPCO detectó que se estaba filtrando agua contaminada desde la central al exterior, pero nunca sospecharon que todo ese Cesio-137 que estaba yéndose al mar acabaría acumulándose en el mismo punto en lugar de disolverse. Durante esta lenta liberación de agua radiactiva, las corrientes salobres subterráneas y los granos de arena de la playa acabaron atrapando los isótopos. Al mismo tiempo, fueron liberando el material nuclear lentamente al océano, pero a muchos kilómetros de la central.

placeholder Así acabaron filtrándose partículas radiactivas lejos de la central.
Así acabaron filtrándose partículas radiactivas lejos de la central.

"Nadie está expuesto a estas aguas, ni se las bebe, por lo tanto la salud pública no es de suma importancia aquí, pero esta vía, nueva e imprevista para el almacenamiento y la liberación de radionucleidos al océano, debe tenerse en cuenta en la gestión de las zonas costeras donde se encuentran las centrales nucleares", han dicho los científicos en este nuevo estudio, dirigido por Virginie Sanial, Ken Buesseler y Matthew Charette de la Institución Oceanográfica Woods Hole, y Seiya Nagao, de la Universidad de Kanazawa.

La química de la polución nuclear

El estudio de 'PNAS' desarrolla la hipótesis de cómo el material radiactivo de Fukushima acabó acumulándose bajo otras playas. En marzo de 2011, las corrientes oceánicas trasladaron este Cs-137 a lo largo de la costa, donde los átomos de cesio se pegaban a los granos de arena de la superficie.

Dado que este isótopo radiactivo no se adhiere igual a la arena en presencia de agua excesivamente salada, con el ir y venir de las olas el Cs-137 fue desprendiéndose de la arena y filtrándose de nuevo al océano.

Los niveles más altos de cesio en el océano hoy en día no se encuentran en el puerto de la central nuclear de Fukushima Dai-ichi

"Nadie esperaba que los niveles más altos de cesio en el agua del océano hoy en día no se encontrarían en el puerto de la central nuclear de Fukushima Dai-ichi, sino en las aguas subterráneas a muchas millas de distancia de las playas", ha explicado Sanial.

Los científicos estiman que la cantidad de agua contaminada que fluye al océano desde esta fuente de agua subterránea bajo las playas es tan grande como en las otras dos fuentes conocidas: la escorrentía de la propia central nuclear y la descarga de los ríos que continúan llevando el cesio de las precipitaciones. No obstante, las tres fuentes actuales son hoy en día miles de veces más pequeñas de lo que lo eran en los días inmediatamente posteriores al desastre de 2011.

placeholder Los investigadores analizan la arena de una de las playas (Souichiro Teriyaki / Kanazawa University)
Los investigadores analizan la arena de una de las playas (Souichiro Teriyaki / Kanazawa University)

Estudiar futuros desastres

El equipo tomó muestras de ocho playas en un radio de 100 kilómetros de la planta nuclear de Fukushima Dai-ichi entre 2013 y 2016. Los niveles de cesio en el agua subterránea eran hasta diez veces más altos que los encontrados en el agua marina del puerto de la propia planta nuclear.

El cesio tiene una vida media larga, y puede persistir en el medio ambiente más de 30 años. En el análisis de las playas, los científicos detectaron no sólo el Cs-137, que pudo haber venido de la propia planta de Dai-ichi o incluso de armas nucleares probadas en los años sesenta, sino también Cesio-134, otro isótopo que, en su caso, sólo puede proceder del accidente de Fukushima en 2011.

Los niveles de cesio en el agua subterránea eran hasta diez veces más altos que los encontrados en el puerto de la propia planta nuclear

"Sólo el tiempo va a eliminar lentamente el cesio de las arenas, ya que decae naturalmente y es lavado por el agua de mar", ha añadido Sanial.

Además de documentar las nuevas fuentes de radiación de Fukushima seis años después del desastre, el estudio servirá para mirar con otros ojos a eventos similares en el futuro. "Hay 440 reactores nucleares operativos en el mundo, con aproximadamente la mitad situados a lo largo de la costa", explica el estudio, "por lo tanto, esta fuente de contaminación de los océanos costeros, desconocida, en curso y persistente, debe ser considerada en el monitoreo de las centrales nucleares y en escenarios que involucren futuros accidentes".

Como ya saben, el 11 de marzo de 2011, un terremoto de magnitud 9,1 y el posterior tsunami que provocó devastaron la costa oriental de Japón y con ella, la central nuclear de Fukushima Dai-ichi. Durante meses, el perímetro de la planta estuvo acordonado y comenzaron las labores de descontaminación, que durarán hasta 40 años y costarán al gobierno japonés miles de millones de euros.

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