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¿Quién se merece el Nobel de Literatura?
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¿Quién se merece el Nobel de Literatura?

Mañana se conocerá el escritor premiado con el Nobel de Literatura, y como siempre se desatan las apuestas: que si el año pasado se lo llevó

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¿Quién se merece el Nobel de Literatura?

Mañana se conocerá el escritor premiado con el Nobel de Literatura, y como siempre se desatan las apuestas: que si el año pasado se lo llevó una mujer es imposible que este año repita otra, que desde 1993 no se premia a un autor norteamericano, que hace 18 años que no se hace lo propio con uno de habla hispana… En fin, la suerte está echada y ya hay muchos que apuntan por donde pueden ir los tiros.

 

La casa de apuestas británica Landbrokes sitúa al italiano Claudio Magris, al sirio–libanés Adonis y al israelí Amos Oz, como posibles ganadores pero hay otros nombres que se barajan. Los norteamericanos tienen grandes puntales: Joyce Carol Oates, Philip Roth, Thomas Pynchon y Don DeLillo, y en las letras hispanas tienen la etiqueta de eternos candidatos Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa, aunque si no hubiera tenido una muerte tan prematura seguro que muchos coincidirían en que tenía que llevárselo Roberto Bolaño por dos novelas de la talla de Los detectives salvajes y 2666.

 

Puede echarse en falta a César Aira, a Miguel Delibes, a Enrique Vila–Matas, a mil, y eso que hay que ceñirse a los vivos. Pero no existe un premio justo, aunque sí los haya injustos. Injusto fue darle el Nobel a Winston Churchill, a Toni Morrison o a Octavio Paz, aunque de esta otra anti–lista se podrían tachar todos y escribirse algunos nuevos. Y es que esto de los premios es puro subjetivismo y un salto sin red. Citemos los tres primeros concedidos por la Academia Sueca: Sully Prudhomme (1901), Theodor Mommsen (1902), Bjørnstjerne Bjørnson (1903). Que levante la manita quien haya leído algo de estos autores, o siquiera que les suene su nombre –por no hacernos los listos, confirmamos haber recurrido a Wikipedia, como todos–. El siguiente año se lo llevó nuestro José de Echegaray, que es un señor con nombre de calle –o al revés– donde en otro tiempo se iba en busca de consuelo. Pero ya tampoco lo lee nadie

 

Este año la cosa viene además con polémica debido a las críticas del secretario permanente de la Academia Sueca, Horace Engdahl, a la literatura estadounidense al calificarla de "insular". Para este experto en literatura francesa para quien "Europa sigue siendo el centro del mundo literario", Estados Unidos no traduce apenas, por lo que ese país "no participa en el gran diálogo de la literatura". Pero no tardó en haber alguna que otra respuesta, como la de David Remnick, director de la revista The New Yorker, que insinuó que si hay que acusar a alguien de ignorancia es a la Academia Sueca, que no premió, entre otros grandes autores, a Proust, Joyce o Nabokov.

 

Está claro. Como todos los grandes premios el Nobel ha cometido muchas injusticias, y más de algún año ha premiado a algunos autores por el simple hecho de que había que elegir a alguien un poco diferente. En fin, que aunque nunca llueve a gusto de todos, un día antes de que se sepa el ganador de tan preciado reconocimiento nos aventuramos a elegir a unos cuantos nombres que se merecen el premio y les invitamos a que nos den su opinión sobre quién creen que se lo merece más.

 

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AMOS OZ

 

Este escritor israelí es, junto a David Grossman, una de las voces más serenas a la hora de abordar el principal problema de su país: su conflicto con los palestinos. Su obra ha sido traducida a más de 30 idiomas, recibió el premio Príncipe de Asturias y el Goethe por La bicicleta de Sumji. Cuenta con unas cuantas obras más que reseñables, entre las que destacan el ensayo Contra el fanatismo, o sus novelas Una pantera en el sótano, No digas noche o Una historia de amor y oscuridad. De Oz nos quedamos con su maravillosa atención al detalle y su visión de conjunto, que configuran obras de una riqueza exultante. Podría ser este el año de Oz gracias a que el último premio fue a parar a las letras anglosajonas, pero tiene en su contra que hace un par de años se lo llevó otro autor a caballo entre el mundo occidental y el oriental: Orhan Pamuk.

 

 

CORMAC MCARTHY

 

Javier Marías viene haciendo campaña a su favor como merecedor del reconocimiento de la academia sueca desde hace unos años. No es para menos, porque el visceral escritor norteamericano tiene dos razones muy buenas para llevarse el Nobel: Meridiano de sangre y La carretera, este último premiado con el Pulitzer el pasado año. En Meridiano de sangre narra una historia de frontera en la que se suceden brutales enfrentamientos entre blancos y apaches y en la que domina la narración la gran figura del juez Holden. En La carretera desarrolla la historia de un padre y su hijo en un terreno apocalíptico que a causa de la lucha por la supervivencia está convirtiendo a los humanos en verdaderos depredadores de su propia especie. Su visceralidad, estilo depurado y esas atmósferas que se pueden cortar con un cuchillo han hecho de él un escritor imprescindible.

 

PHILIP ROTH

 

Si hay que darle un premio con nombre de inventor de explosivos a un escritor, ese debería ser Philip Roth. Quien tome por primera vez en sus manos Pastoral americana o La mancha humana sentirá dinamitarse lo que vulgamente se llaman “los esquemas”; la obra de Roth cumple aquello que requería Kafka para mantener un libro abierto: un hachazo contra el mar helado que llevamos dentro. Y es que, desde El lamento de Portnoy, Roth ha sacudido una y otra vez ese mundillo tan tendente al estatismo que es el literario. Y eso que no es un busca broncas al uso. Como los más grandes, su empeño es machacar las convenciones y la hipocresía –en su caso, de la clase media judía norteamericana-, asaltar sus trincheras y poner en fuga a su fiel infantería que, claro está, no lo puede ver. La intolerancia, el fanatismo, la represión sexual y, desde El animal moribundo, el envejecimiento y la muerte, son los temas que ha explorado con su ironía inclemente, su perspicacia y su capacidad para crear personajes memorables, como Zuckerman, Portnoy o Kepesh.

JAVIER MARÍAS E IAN MCEWAN

 

Cuando se lo den al de Weequahic ya se lo podrán dar a Javier Marías y a Ian McEwan, dos novelistas de la misma generación y que hasta se dan un aire en lo físico. Ambos han sabido crear un mundo propio, un estilo personalísimo y por tanto reconocible, y tienen una pléyade de imitadores. En su contra juega su `juventud´, porque el Nobel no acostumbra a premiar a menores de cierta senecta edad. Y sin embargo, los autores de Corazón tan blanco y Expiación cargan sobre sus espaldas con una considerable bibliografía, de calidad reconocida por crítica y público de todo el mundo. Marías es probablemente, junto con Vila-Matas, el autor vivo de más prestigio en lengua española, toda vez que Vargas Llosa ha optado por el sendero descendente y García Márquez por una cómoda jubilación. Por su parte, McEwan es ya el principal referente de la narrativa británica, por su capacidad para crear mundos asfixiantes en los que el ser humano ofrece su peor rostro, el hombre como comadreja para el hombre. 

Mañana se conocerá el escritor premiado con el Nobel de Literatura, y como siempre se desatan las apuestas: que si el año pasado se lo llevó una mujer es imposible que este año repita otra, que desde 1993 no se premia a un autor norteamericano, que hace 18 años que no se hace lo propio con uno de habla hispana… En fin, la suerte está echada y ya hay muchos que apuntan por donde pueden ir los tiros.

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