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Cómo engañarte a ti mismo para sentirte más despierto tras una noche en vela
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¿DE DÓNDE VIENE ESTE CANSANCIO?

Cómo engañarte a ti mismo para sentirte más despierto tras una noche en vela

El cansancio es una sensación compleja: el sueño y el nivel de energía están menos relacionados de lo que uno se podría esperar

Foto: Hay días que cuesta mucho ser persona. (iStock)
Hay días que cuesta mucho ser persona. (iStock)

“Pipipí, pipipí”. Ya esta otra vez ese sonido maldito. Retrasar alarma. “Pipipí, pipipí”. Cinco minutos más, ¡un respiro! Posponer. “Pipipí, pipipí”. ¡Esto es un sinvivir! Hay días en los que no podemos con nuestra vida. Por mucho que retrasemos la dichosa alarma, no encontramos las ganas para salir de la cama. Recién despertados, somos zombies de párpados alicaídos, vagabundos de interior, buscadores mañaneros de cafeína. Y aun así, con todo, nos da para cuestionarnos qué hicimos la noche anterior: “Pero si no me quedé hasta tarde. Yo no entiendo nada”.

En efecto, nuestro cuerpo es un ente voluble. Seguro que alguna vez has pasado una de esas noches extrañas remoloneando entre capítulos de series y preocupaciones mundanas y luego, por arte de birlibirloque, te despiertas bastante bien. Normal, incluso. La razón es que el cansancio es una sensación compleja: el sueño y el nivel de energía están menos relacionados de lo que uno se podría esperar. De hecho, la fatiga (como la pérdida de peso involuntaria) es un síntoma inespecífico, lo que significa que puede surgir de varias causas.

Si tienes por delante un día difícil tal vez deberías luchar contra el impulso de engullir esas galletas y optar por un desayuno rico en proteínas

Si tras una noche de insomnio sientes que tu cuerpo responde como cualquier otro día, existen varias razones que explican este estado insólito y que, de paso, nos ayudan a entender cómo replicar estas estrategias cuando las necesitemos. En este sentido, hay tres cuestiones fundamentales que vale la pena preguntarse.

¿Qué he desayunado?

¿Fue una tortilla? ¿Unas lonchas de jamón? ¿Un yogur griego? Una comida rica en proteínas te mantendrá más activo que cualquier otro tipo de alimentos (mucho más que el azúcar o los carbohidratos). ¿Y qué significa esto? Que si tienes por delante un día difícil, en el que prevés que el agotamiento hará acto de presencia, tal vez deberías luchar contra el impulso de engullir esas galletas y optar por proteínas que regulen nuestros niveles de energía, manteniéndonos con vida durante todo el día.

placeholder La mejor forma para comenzar el día. (iStock)
La mejor forma para comenzar el día. (iStock)

Por lo general somos propensos a elegir carbohidratos cuando estamos adormilados porque nuestros cuerpos saben que son más fáciles de digerir y ofrecen un impulso de energía momentáneo. Sin embargo, sus efectos disminuyen con relativa rapidez: el azúcar en sangre subirá para luego desplomarse. Por la misma razón, si queremos pasar una noche tranquila entre las sábanas, tampoco es muy aconsejable tomar carbohidratos cerca de la hora de irse a la cama.

¿He hecho algo de ejercicio?

El ejercicio moderado mejora la calidad del sueño. Eso no quiere decir que haya que machacarse en el gimnasio, pues con tal de que te muevas, de que camines o reserves media hora para hacer yoga, notarás los efectos nada más despertarte. De hecho, si estás muy fatigado físicamente las consecuencias podrían ser las contrarias.

Hay que encontrar maneras suaves de estimular el cerebro y combatir el aburrimiento para que la situación no absorba demasiada energía mental

Por eso, pasar mucho tiempo sentado en tu puesto de trabajo tecleando frente a una pantalla puede ser, a la larga, tan fatigante como un ironman. Al pasar horas sin moverte entras en un círculo vicioso que aumenta tu somnolencia y, a la vez, te desvela.

¿Estás agobiado?

placeholder El agobio te mantiene alerta, pero no por mucho tiempo. (iStock)
El agobio te mantiene alerta, pero no por mucho tiempo. (iStock)

Este es un factor de doble filo. Por un lado, el estrés (ante, por ejemplo, una situación inesperada) hace que estés más alerta. Es, digamos, la forma que tiene el cuerpo de conseguir superar los obstáculos del día a día. Sin embargo, este agobio tan solo puede mantenernos ojo avizor durante un periodo limitado de tiempo. En algún momento, acabarás colapsando. Además, los niveles altos de estrés pueden disminuir tu calidad del sueño y, de nuevo, volver al círculo vicioso. El truco para combatir esto último consiste en encontrar maneras suaves de estimular el cerebro y combatir el aburrimiento para que, de esta forma, la situación no absorba demasiada energía mental. El ejemplo paradigmático sería poner música alegre mientras conduces.

“Pipipí, pipipí”. Ya esta otra vez ese sonido maldito. Retrasar alarma. “Pipipí, pipipí”. Cinco minutos más, ¡un respiro! Posponer. “Pipipí, pipipí”. ¡Esto es un sinvivir! Hay días en los que no podemos con nuestra vida. Por mucho que retrasemos la dichosa alarma, no encontramos las ganas para salir de la cama. Recién despertados, somos zombies de párpados alicaídos, vagabundos de interior, buscadores mañaneros de cafeína. Y aun así, con todo, nos da para cuestionarnos qué hicimos la noche anterior: “Pero si no me quedé hasta tarde. Yo no entiendo nada”.

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