Las 16 similitudes de 'Sueños de libertad' con 'El secreto de Puente Viejo' que explican su gran éxito de Antena 3

Se ha convertido en toda una revolución desde que aterrizó en la parrilla de la cadena principal de Atresmedia. Tras 40 episodios emitidos, Sueños de libertad ya puede tratarse con la misma grandilocuencia que una de sus antecesoras, El secreto de Puente Viejo, que consiguió atrapar a los telespectadores durante casi una década.

La historia de Pepa 'la partera' y los Montenegro entró en nuestras casas de la misma manera que la de los de De la Reina y los Merino: en horario de máxima audiencia. Mientras que la extinta producción de Boomerang TV engatusó al 17% de cuota de pantalla y 3.186.000 telespectadores, un 23 de febrero de 2011, pasadas las 22:45 horas de la noche, la serie que encabeza las tardes diarias de Antena 3, lo hizo con un 12,8% de share y 1.860.000 televidentes, el 25 de febrero de 2024.

Desde el cura, un amor prohibido, hasta un patrón poderoso, pero con un siglo de diferencia

No solo coinciden casi en la fecha de estreno, con 13 años de diferencia, sino también en que lideraron sus respectivas jornadas de prime time. Sin embargo, donde más se nota el brillante rendimiento de ambas producciones de corte clásico es en los datos de audiencia diarios, donde Sueños de libertad ha conseguido hacerse el mismo hueco que mantuvo intacto El secreto de Puente Viejo durante casi diez años consecutivos. No solo comparten victoria de seguimiento, también 16 similitudes que podrían explicar la herencia tan entusiasta que acaba coger la serie de Diagonal TV.

1. De época

Una de las principales semejanzas entre ambos éxitos de Antena 3 nos lleva al género en el que están contadas. La época de la primera arranca en 1885, para saltar rápidamente a la década de 1900, y terminar en 1930. Por su parte, la historia de Natalia Sánchez y Alain Hernández, sucede en los años 60 de la España profunda.

En esta ocasión, la trama transcurre alrededor de una fábrica de perfumes y jabones. Pero, como los Montenegro, el serial diario muestra las enquistadas costumbres, tradiciones y pensamientos de aquella España de hace 64 años. Desde la vestimenta, pasando por las complejas relaciones sociales y sentimentales, la estricta manera de pensar entre clases, o el poco avance en la mayoría de las tareas rutinarias.

2. El dispensario

Una de las escenas más recurrentes de Puente Viejo era la consulta de Pepa Bálmez (Megan Montaner), al igual que ocurre en el denominado dispensario de la colonia de la fábrica de De la Reina. Comandada por una vehemente doctora Borrell (Carolina Lapausa), que recuerda en muchos momentos a 'la partera'.

A través de este consultorio médico, la telenovela nos recuerda la importancia vital de un facultativo atento, perspicaz y formado. Si en Puente Viejo Pepa se ganó el puesto salvando vidas a diestro y siniestro, imponiendo una moderna estrategia de administrar salud, Luz representa este mismo papel, además, enmarcando a la perfección el choque machista que estaba establecido en aquella época en nuestro país, siendo casi un insulto ejercer la medicina siendo del género femenino.

3. Un amor prohibido

Por supuesto, el hilo conductor de las dos ficciones españolas recorre el amor velado entre dos de los protagonistas. Mientras Pepa y Tristán consiguieron imponer su historia ante su familia y el pueblo, la descarada química entre Begoña (Natalia Sánchez) y Andrés (Dani Tatay) es otro secreto a voces, de momento.

Aunque con menos violencia que en la casa de los Montenegro, los cuñados de Sueños de libertad también se encontrarán con el rechazo del patriarca de la casa, y, por supuesto, de sus respectivas parejas. El ansia por encontrar la manera de estar juntos es el principal aliciente para los fieles telespectadores que están enganchados a esta trama amorosa, en mitad de una convulsa situación familiar y empresarial.

4. Alta burguesía

Las siestas diarias de Antena 3 siguen estando dominadas por la clase acomodada. Mientras los Montenegro gobernaban y casi administraban al ficticio pueblo de aquella teleserie, los De la Reina hacen lo propio con su indomable fábrica de perfumes y jabones. Tres directivos no tan venidos a más como doña Francisca, pero salpicando el clasismo que se podía vivir en aquellas épocas.

Los tres personajes que más representan esta adinerada situación frente al resto, son don Damián (Nancho Novo), Jesús De la Reina (Alain Hernández) y Marta (Marta Belmonte). El primero, como mandamás de la familia, permite que su propia familia les sirva y hasta viva en una casa con menos pomposidad; el hijo mayor es el claro ejemplo del despotismo; y Marta, aunque mucho más llana que su padre y hermano, no esconde su altanería ante las empleadas de la perfumería.

5. El proletariado

Para que haya una alta burguesía tiene que existir el pueblo llano. Aunque en la historia de los Montenegro era mucho más evidente y descarnada la diferenciación de clases, con los de De la Reina también se deja claro quién está por encima y debajo de quién. Desde los explotados trabajadores de la fábrica de perfumes y jabones, pasando por las disciplinadas empleadas de la empresa, hasta las sirvientas, que, en esta ocasión, son hasta familiares.

Los Merino, madre, hijos y nuera, son los criados de la familia De la Reina, sus propios parientes. Por un lado, ellos trabajan a orden y servicio del patriarca y el autoritario Jesús De la Reina, mientras ellas se encargan de todas las labores de la casa. Por su parte, el serial de Antena 3, como ocurría con Puente Viejo, deja cristalino el poder que ejercen los jefes por encima de los trabajadores, en este caso internos en una fábrica de aromas.

6. La cantina

¿Quién no recuerda la Casa de comidas de los Ulloa? Era el centro neurálgico del pueblo, donde se reencontraban, discutían, se resolvían grandes batallas y el escaparate por el que pasa todo el reparto. En el caso de los de De la Reina, todo pasa alrededor de la cantina de Gaspar (Antonio Romero), ubicado en el corazón de la colonia de la fábrica.

Y es que, pese a la distancia que parece haber de la ciudad más cercana (Toledo) hasta el complejo donde conviven todos, por esa taberna de empresa pasan figuras inolvidables y tremendamente relevantes para el devenir de los personajes. Y, ojo con el que lo regenta, que en Puente Viejo pasó de ser el tabernero Raimundo Ulloa (Ramón Ibarra) al alcalde.

7. Vestuario y atrezzo

Quizá sea uno de los grandes atractivos de Sueños de libertad. Los ropajes y el cuidado decorado han conseguido incluso mejorar la factura de la historia de Pepa y Tristán. Por supuesto, tenemos más cercanos los años 60 que la España de hace varios siglos, pero este siempre presente detalle enmarca una fotografía digna de admiración.

Además, como también ocurría en la citada serie de Boomerang TV, cada personaje se adapta a su personalidad, clase social y hasta edad en la ficción. Es un absoluto lujo contemplar la trama que tratan de contarnos Andrés y Begoña, desde sus elegantes atuendos, entremezclados con los siempre pulcros trajes del pueblo llano.

8. Disputas familiares

Otro viejo clásico que comparten ambas ficciones son las tremendas discusiones y descarnados desencuentros que protagonizan los principales miembros de las familias. Guerra entre clanes, lucha de egos y la imposición por un respeto que, por parte de algunos, lo llevan en su apellido, y por la de otros, el apellido es lo que les hace ser sumisos.

El propio Tristán se enzarzaba con su madre por el amor de Pepa, y, a su vez, medio pueblo casi se sacaba el alma por los abusos de la Montenegro. Con los de De la Reina, todo gira en torno a una traición, al control de una empresa y a la exigencia de un amor entre familias que parece no tener solución.

9. Lucha de poder

¿Os suena? En Puente Viejo respiraban para conseguir ser mejor que el otro, para arrebatarle el control a doña Francisca Montenegro. En esta ocasión, las riendas de Perfumerías De la Reina tiene demasiados gallos en el corral. Dos hermanos enfrentados por demostrar su valía, dos familias a golpes por tener su sitio y gente a su alrededor sufriendo.

Sin embargo, en la casa de los de De la Reina hay una guerra velada entre hermanos que va mucho más allá que el sillón de dirección. Andrés y Jesús llegan a sacudirse también por una mujer (Begoña) y por la admiración y cariño de un padre y una familia que nunca conseguirá el villano de la serie de Diagonal TV.

10. Ambición

Es el otro hilo conductor de la ficción. Mientras Pepa luchó por ganarse el respeto de todos siendo partera, imponiendo su voluntad y orgullo de emplearse en lo que siente y le gusta, Natalia Sánchez lleva a su personaje Begoña hasta el mismo redil. Casualmente, no solo coincide la ambición de ambas protagonistas, sino la profesión sanitaria. Este personaje hace honor al nombre de la serie, porque sueña con ser libre, y no solo a nivel profesional.

La cuñada amada de Andrés inició la historia intentando demostrar que una mujer también tiene derecho a su independencia y a ocupar su tiempo en lo que le hace disfrutar. El personaje ha conseguido enfundarse la bata de enfermera, pero sigue lidiando con los arcaicos, egoístas y machistas pensamientos de su esposo, que, cada vez que puede, rebaja su trabajo y forma de pensar.

11. La casona

No es para nada comparable la monumental mansión en la que habitaban los Montenegro, pero los de De la Reina no se quedan cortos. La pomposidad de las estancias rebosa en cada rincón de esta otra casona, convertida en escenario de lo mejor y lo peor que transciende en sus protagonistas.

Lujo, excentricidades, grandes localizaciones, exteriores y la imposición del poder. Justo lo que ocurría en la oscura morada de doña Francisca, aunque bastantes años después. Es curioso todo lo que gira alrededor de la cocina: dos familias, dos clases sociales, multitud de historias, dentro de un decorado que rezuma frialdad, belleza y elegancia.

12. El villano

En El secreto de Puente Viejo el villano y el máximo protagonista de todas las atrocidades contra el resto de personajes era la misma persona. Sin embargo, en casa de los de De la Reina el papel de doña Francisca (Maria Bouzas) lo ha heredado Jesús De la Reina, intensificado, además, por su condición de hombre de la casa.

Es el personaje al que todos odian y el miembro de la familia al que todos temen. Pisa la cabeza que haga falta por ascender en su reino, maltrata física y psicológicamente a los que supuestamente más quiere y, como en la serie antecesora, este villano disfruta de la desgracia ajena. Una personalidad excelententemente bien conseguida por parte de Alain Hernández.

13. El héroe

Para que haya un 'malo' tiene que existir el personaje 'bueno'. Si Jesús es el demonio de Sueños de libertad, Andrés De la Reina (Dani Tatay) es el ángel de la guarda para muchos, sobre todo para Begoña. Aparece como un soplo de agua fresca, como la calma y la tranquilidad. Representa la bondad y el capitán de las buenas acciones, aunque se equivoque en otras tantas para sacar las sonrisas de los que adora.

Como pasaba en Puente Viejo, el héroe vuelve a ser el apuesto caballero al que se rinden todos. Atractivo, educado, amable, divertido, entretenido, culto y excesivamente atento. Andrés parece pariente cercano de Tristán, pero con la modernidad que le permite la época en la que ambos están contando sus respectivas historias de amor.

14. El patriarca

El poder vuelve a estar en manos del dueño de la casa. Si en la historia de los Montenegro era doña Francisca la mandamás de toda la historia, en esta ocasión es don Damián que sustenta el bastón de mando. Ambos personajes comparten maldad, aunque, en el caso del patriarca de los de De la Reina, nada que ver con el veneno que desprendía la madre de Tristán en las primeras temporadas.

La figura del más mayor de todos representa aquí el respeto y también el dominio. Su empresa está muy por encima de su familia, aunque don Damián (Nancho Novo) se empeñe en demostrar lo contrario. No es capaz de tomar las riendas del conflicto entre sus tres hijos o rebajarse ante la familia que tiene trabajando para él, que en su día fueron parientes. Eso sí, es sabedor del poder adquisitivo que tiene, de la mansión en la que vive y de la riqueza que le generan otros.

15. El cura

El sacerdote es otro de los personajes más recurrentes en estas historias de época. Don Anselmo (Mario Martín) tuvo el mismo papel, o similar, al que ahora soporta don Agustín (Daniel Albaladejo) en Sueños de libertad. El cura vuelve a estar presente en todas y cada una de las situaciones de los principales personajes, en este caso, con cierto toque de maldad.

El cura de esta teleserie representa el pensamiento del Altísimo, al que todos recurren en momentos extremos. No supo admitir que a don Damián (Nancho Novo) lo salvó la ciencia y la recién llegada médico de la fábrica, tampoco tuvo condescendencia y misericordia con un mal acto de Claudia (Isabel Moreno), erró en un mandamiento crucial como el 'no robarás' y se inmiscuye en todos los tejemanejes de las tramas principales. Una figura de antaño que, por suerte o por desgracia, no es apenas relevante en los días actuales.

16. La homosexualidad

Uno de los puntos fuertes de la nueva serie de Antena 3 es la inclusión del colectivo LGTBI, representado en este caso por el amor lésbico entre una jefa y su empleada. Aunque en Puente Viejo tardó en salir este recurso tan necesario para mostrar en una ficción de alto éxito, lo cierto es que solo quedó en un suave coqueteo con el personaje de Luis (Iban Garate).

En Sueños de libertad la homosexualidad está bien presente desde el minuto cero, gracias al ya popularmente conocido 'Mafin', la dulce unión entre Marta De la Reina (Marta Belmonte) y Fina (Alba Brunet). Un amor tremendamente deseado, pero desgraciadamente oculto, debido a los pensamientos de la época de los años 60 y las enquistadas tradiciones de los personajes que sujetan esta historia.