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Por qué España tardaría 20 años en construir una central nuclear y China las hace "como churros"
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Cuestión de seguridad

Por qué España tardaría 20 años en construir una central nuclear y China las hace "como churros"

Entre los partidarios y detractores de la energía nuclear, ha surgido un nuevo debate: si decidiéramos construir nuevas centrales, ¿en qué plazo estarían operativas de verdad?

Foto: Planta nuclear alemana. (EFE/EPA/Ronald Wittek)
Planta nuclear alemana. (EFE/EPA/Ronald Wittek)

Entre los muchos debates que pueden levantar pasiones en este país, empieza a despuntar con fuerza el que enfrenta a los partidarios y detractores de la energía nuclear. Para los primeros, esta fuente es indispensable, junto con las renovables, para reducir emisiones y enfrentarse al cambio climático. Los segundos rechazan esa afirmación y ponen el foco en el problema de los residuos y la seguridad. Más allá de estas posiciones clásicas, el enfrentamiento se ha avivado en los últimos tiempos debido a la crisis energética y ha tomado un cariz más político, con la derecha cada vez más a favor y la izquierda en contra. De hecho, el plan del Gobierno es cerrar paulatinamente las centrales actuales entre 2027 y 2035, mientras que la oposición apuesta por alargar su vida útil.

Hasta ahora casi nadie ha puesto sobre la mesa la posibilidad de construir nuevas centrales en España, pero recientemente también se ha abierto paso esa idea. El propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, entró directamente en el debate hace días en su comparecencia en el Senado. Si quisiéramos construir una central “estaría operativa dentro de 15 o 20 años”, aseguró. La afirmación llamó la atención y fue muy contestada por algunos expertos. Si la primera central que se construyó en España, la de Zorita, tan solo tardó en construirse tres años antes de su inauguración, en 1969, ¿cómo podemos tardar tanto ahora?, se preguntan algunos. ¿Quién tiene razón?

Foto: José Saiz, alcalde de Villar de Cañas, ante la señal de un almacén temporal centralizado (ATC) inexistente. (R. M.)

Eloy Sanz, profesor de Tecnologías Energéticas y Energías Renovables en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), explica en declaraciones a Teknautas que el plazo está condicionado por varios factores. “Depende del país en el que estés haciendo la central y qué estés considerando”, si se trata estrictamente del plazo de construcción o de todo lo que rodea a su puesta en marcha. Sin tener en cuenta estos aspectos, la respuesta está sesgada, en ocasiones, de forma intencionada. “Cuando tienes datos dispersos es muy fácil irte a los extremos y dar el dato que quieres”, afirma.

¿Qué dicen las cifras exactamente? Según la World Nuclear Association, la mediana de construcción de una central en 2021 estaba en 88 meses, es decir, 7,3 años. La mediana no es lo mismo que la media, ya que divide un conjunto de valores en dos partes iguales y, en este caso, se considera más representativo para que no tengan peso los valores extremos (por ejemplo, proyectos que se han alargado en el tiempo de forma excepcional). Este dato se refiere a la construcción en sí misma, desde que la obra comienza hasta que acaba. Sin embargo, un informe del IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático) de 2018 indica que desde que se toma la decisión de construir una central nuclear hasta que se encuentra operativa pasan entre 10 y 19 años.

En China, “como churros”

Lo curioso es que si vamos a casos concretos, hay diferencias muy marcadas entre países e incluso entre continentes. Cuando no hay un proyecto previo, como es el caso de España, tener una central en funcionamiento implicaría mucho más tiempo. “China está construyendo centrales razonablemente rápidas, pero Europa y EEUU están tardando”, afirma. Una de las claves está en la experiencia reciente. El gigante asiático “está haciendo centrales como churros y tiene mucha práctica, mientras que en los países occidentales se ha perdido”.

placeholder Nueva central en Eslovaquia. (Reuters)
Nueva central en Eslovaquia. (Reuters)

En cambio, otros expertos consideran que este factor no sería determinante porque el sector nuclear español sigue en vanguardia. “En España, afortunadamente, aún tenemos una industria nuclear y una cadena de suministro importante con prestigio internacional y con presencia en unos 40 países, no partiríamos de cero”, asegura Francisco Suárez, presidente de Jóvenes Nucleares, una comisión de la Sociedad Nuclear Española (SNE), asociación de profesionales e instituciones del sector.

No obstante, según el experto de la URJC, esa diferencia no se nota solo en el ámbito nuclear, ya que “los chinos están haciendo parques solares y eólicos en un par de años y aquí se demoran cuatro o cinco”. Entonces, ¿dónde está la clave? Las jornadas laborales pueden tener algo que ver en lo que se refiere a la construcción en sí misma, pero las evaluaciones de impacto ambiental marcan claramente la diferencia. “Aquí, incluso en las instalaciones de renovables, que no tienen más riesgo que alteraciones de la fauna, se te va un año como mínimo”, apunta.

Esta cuestión está directamente relacionada con el segundo aspecto que condiciona este debate: ¿estamos hablando solo de la fase de construcción o de todo el proceso desde que se toma la decisión hasta que la nueva central se conecta a la red eléctrica? Seleccionar el emplazamiento ideal, realizar el diseño, lograr los permisos y conseguir los equipos son etapas previas que se pueden prolongar más de lo previsto. Posteriormente a la construcción, la sucesión de distintos test también es interminable: “Hay que hacer pruebas en frío, en caliente, de carga del combustible, análisis de criticidad...”, enumera Sanz.

placeholder Central nuclear. (EFE)
Central nuclear. (EFE)

Por todos estos factores, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), al tiempo de construcción hay que añadir 5,5 años “en condiciones ideales”. A pesar de que “tenemos casos de construcción rapidísimos, en torno a los cinco años, hay otros muchos que superan los 10”, comenta el experto. Si tomamos el dato de la mediana de tiempo de construcción (más de siete años) y sumamos estos cinco adicionales, “ya son 12”.

La cuestión de la seguridad

No obstante, ese dato de la AIE, advierte el profesor de la URJC, es anterior al accidente nuclear de Fukushima, de 2011, y desde entonces, “han aumentado las exigencias de seguridad”, asegura el profesor de la URJC. Este factor también incidiría en los tiempos y explicaría que en la actualidad la demora sea mayor que en el pasado. “El proceso de construcción es totalmente diferente al de hace años”, afirma. Por ejemplo, “en Francia construyeron rapidísimo sus centrales” (la gran mayoría, desde los años setenta a los noventa), recuerda, pero “con otro diseño muy diferente en cuanto a seguridad, bastante peor que los de ahora, con más elementos, etapas previas y test de estrés. Todo eso retrasa la puesta en marcha”, afirma.

Del mismo modo, las centrales que tenemos en España en la actualidad se construyeron a gran velocidad. “Eran modelos de reactores muy estandarizados, la mayoría americanos, y los requisitos de seguridad eran distintos”, insiste. En cambio, ahora “todos los países están teniendo problemas de sobrecostes y aumentos en los tiempos de construcción”. Incluso en China, “casi todas las centrales duplican los tiempos previstos inicialmente”. Algunos casos concretos rondan los cinco años, cumpliendo con la planificación, pero la inmensa mayoría sufre demoras considerables. “Muchas tienen que ver con aspectos de seguridad, por algún tipo de fallo, a Francia le ha pasado con las soldaduras, y cuando suceden este tipo de cosas tienes que ponerte a revisar todo”, comenta.

placeholder El suministro eléctrico, clave en el debate. (EFE)
El suministro eléctrico, clave en el debate. (EFE)

En cambio, para Suárez subir los estándares de seguridad no tiene por qué implicar retrasos para las nuevas centrales. Además, el presidente de Jóvenes Nucleares cree que en un futuro muy próximo un nuevo tipo de reactores van a solucionar este tipo de dudas: los llamados minirreactores o reactores modulares pequeños —Small Modular Reactors (SMR)—, con una capacidad de 300 megavatios equivalentes (MWe), un tercio de la potencia de los actuales. “Se fabricarían en serie, como los coches, y ya no son diseños, a día de hoy se están firmando contratos y se van a instalar hacia finales de esta década”, destaca. Entre sus ventajas, estaría la fabricación en apenas tres años, que sería más económica y simplificaría los requisitos de seguridad. Una de las ideas es aprovechar las instalaciones de las centrales actuales para su ubicación.

Dónde están los verdaderos problemas

Aunque recientemente haya cobrado protagonismo el tiempo de construcción y puesta en marcha de nuevas instalaciones nucleares, los expertos coinciden en que los verdaderos problemas son otros. Es posible que un nuevo proyecto en España se alargase por cuestiones diferentes a las meramente científicas o técnicas. “El ciudadano medio no quiere esta energía a la puerta de su casa, imagino que habría bastante resistencia y bastante oposición a un proyecto nuclear, aunque no sé hasta qué punto esto lo dificultaría o no”, comenta Sanz.

Foto: La planta de Zaporiyia es la más grande de Europa. (Reuters)

En opinión de la SNE, los tiempos de construcción no son tan importantes, porque no se trata de tener una solución inmediata. “La planificación energética hay que hacerla a largo plazo, esto ha faltado en España y ahora, con la situación que tenemos, deberíamos tomar nota”, afirma Suárez. “Incluso si consideramos 20 años y nos vamos a 2042, ningún país de la Unión Europea prevé un escenario de cero emisiones antes de 2050”, así que llegaríamos a tiempo para que la nuclear apoyase a las renovables.

En todo caso, este experto considera que el debate más urgente con respecto a la energía nuclear en España no está en futuros proyectos, sino en “contemplar la operación a largo plazo del parque nuclear existente y no cerrarlo anticipadamente como hizo Alemania de forma precipitada”. Según su visión, esto ayudaría a cumplir los objetivos de reducir emisiones, garantizar el suministro y lograr precios competitivos. No obstante, “la opción de construir nuevas centrales ayudaría a mantener una proporción razonable de nuclear que siga haciendo de contrafuerte al despliegue de renovables”.

Entre los muchos debates que pueden levantar pasiones en este país, empieza a despuntar con fuerza el que enfrenta a los partidarios y detractores de la energía nuclear. Para los primeros, esta fuente es indispensable, junto con las renovables, para reducir emisiones y enfrentarse al cambio climático. Los segundos rechazan esa afirmación y ponen el foco en el problema de los residuos y la seguridad. Más allá de estas posiciones clásicas, el enfrentamiento se ha avivado en los últimos tiempos debido a la crisis energética y ha tomado un cariz más político, con la derecha cada vez más a favor y la izquierda en contra. De hecho, el plan del Gobierno es cerrar paulatinamente las centrales actuales entre 2027 y 2035, mientras que la oposición apuesta por alargar su vida útil.

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