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De jugar con amigos a caramelo de los 'influencers': cómo internet está devorando a Chiqui Ibai
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La tecnología y la exposición de los menores

De jugar con amigos a caramelo de los 'influencers': cómo internet está devorando a Chiqui Ibai

Ángel Lloren era un niño más. Pero hace unos meses sus vídeos jugando al fútbol con amigos llegaron Ibai. A partir de ahí, un aluvión de 'influencers' y marcas lo han utilizado como reclamo y ahora muchos temen por su infancia

Foto: Chiqui Ibai en un vídeo difundido por la RFEF. (RFEF/@SEFutbol)
Chiqui Ibai en un vídeo difundido por la RFEF. (RFEF/@SEFutbol)

El 31 de octubre, la discoteca Nösha Light de Málaga vivía un momento especial. En la fiesta organizada por Famma Fest contaban con un invitado rompedor. Era el cabeza de cartel y buena parte de sus asistentes no paró de grabarle en toda la tarde. Se trataba un niño madrileño llamado Ángel. Aunque seguramente ninguno de los que lo cegaron con los flashes de sus móviles supiese que su nombre era ese. Para la mayoría, el que estaba delante de ellos era Chiqui Ibai, un menor de 13 años que hace seis meses apenas tenía amigos. Tras un éxito tan repentino como inesperado, ahora las marcas se lo rifan y decenas de influencers se pegan por aparecer junto a él.

La promoción del evento funcionó. La imagen de Chiqui Ibai con una camiseta del Málaga CF y rodeado de jóvenes —todos bastante mayores que él— filmándole corrió como la pólvora por las redes sociales. Aunque la opinión de la mayoría de los que lo vieron no era muy favorable. La escena fue la muestra definitiva de que este madrileño iba camino de convertirse en el último niño abrasado por la red. Otra víctima de los ascensos y descensos meteóricos de la viralidad, cada vez más pronunciados.

En cuestión de semanas, Chiqui Ibai ha pasado de verse grabando vídeos con sus amigos mientras jugaban al futbito en una cancha de barrio a tener a una horda de adolescentes grabándole en una fiesta y pidiéndole que baile. Esto último después de que, logrado el éxito inicial, el menor dejara de lado a sus compañeros originales y marcas como la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) lo contrataran convirtiéndolo en su nueva estrella precoz.

Es el breve resumen de una historia de pocos meses, pero muy intensos. Y, también, un reflejo de cómo en la era de TikTok todo el mundo se engancha al último fenómeno viral hasta pasarle por encima.

Chiqui, Santy, el Peluca y sus amigos

El éxito de Chiqui Ibai, más allá del viral parecido con su ídolo, se basa en una serie de vídeos que no grabó él. Los hizo junto al grupo de amigos menores del que ahora se ha separado. Se subían al TikTok de Santy, un creador de contenido madrileño de 24 años que, tras tiempo dedicándose a otro tipo de contenido, ha montado el peculiar grupito para pachangas tiktokeras al que llama Los Pebetes y que es el origen de todo.

Sus contenidos se basan en el fútbol, pero tratando el juego de una forma diferente al deporte tradicional. Se graba algo que el algoritmo adora y consume como pipas: retos futboleros. Juegos en los que los menores —entre ellos, Chiqui Ibai, el Peluca o AitorPrime— compiten por dar al larguero o meter goles sin botar. Todo en canchas de barrio y con un aire muy natural.

Según contó el propio Santy en un directo de Ibai —sí, el original— durante un partido de la Kings League, la historia del pequeño imitador empieza en aquellas canchas. Ángel era uno de los niños que había acudido a jugar con el grupo que había montado para acoger a quien tuviera problemas en sus casas o en clase. Su éxito crecía orgánicamente, pero todo cambió cuando el streamer más famoso de España los vio y compartió uno de sus clips, donde reaccionaba al parecido entre la risa del pequeño niño y la suya. La bola de nieve se acababa de hacer imparable.

De acuerdo con su relato, el propio Ángel le había dado "las gracias" por haberle dado la oportunidad de jugar con ellos y ayudarle a superar el bullying que sufría desde el colegio. Ángel, presente en la misma sala, no dijo nada al respecto. En aquel partido de la liga de Piqué, celebrado a principios de septiembre, el grupo parecía ir perfectamente, todos crecían y el propio Chiqui Ibai era un reclamo para el resto. Sin embargo, a finales de mes todo se rompió.

El menor dejó de salir en los vídeos del grupo, lanzó sus propios canales de YouTube y Twitch —"aconsejado por tiktokers e influencers", según contó él mismo— y empezó a aparecer en su TikTok con creadores diferentes —y también en la de otros, como CeciArmy, la mayor cuenta de memes de España, que le regaló unas botas de fútbol—, todos mayores que él e, incluso, que Santy. La discoteca fue la gota que colmó el vaso para que muchos seguidores empezasen a preocuparse. Desde entonces, la historia ha entrado en una espiral de toxicidad sin freno.

Las cuentas del grupo de amigos se han convertido en un polvorín. Hay mensajes cruzados casi a diario entre niños de menos de 15 años mientras cientos de miles de ojos miran. Ángel ha pedido que le dejen en paz porque, si no quiere seguir con la que era su pandilla, dice, es decisión suya y de nadie más. Por otro lado, los amigos tienen vídeos en los que sus excompañeros aseguran que nada en el grupo iba mal, que no dejarían Los Pebetes por ninguna suma de dinero y que el ambiente siempre había sido muy bueno.

La historia se ha convertido en una de las comidillas de las redes en las últimas semanas. Al mismo tiempo que se cruzan mensajes, otros influencers generan millones de visualizaciones con contenidos sobre la trifulca. Es más, el mayor rifirrafe llegó con el vídeo de un creador, Kappah, que comentó Santy y después la cuenta de Chiqui Ibai. Los textos se han borrado, pero en los comentarios aparecieron otros chicos del grupo y se llegó a hablar de dinero. De unos 3.500 euros que, según la cuenta de Chiqui Ibai, llegó a cobrar Santy por los vídeos con ellos y que este no había querido compartir.

El caso muestra la cara más cruenta de la fama efímera de internet red. Un grupo de niños desconocidos que se hace famoso por contenidos amateurs naturales y explota cuando intenta digerir cómo las marcas se les lanzan encima sin miramientos. Chiqui Ibai, un personaje perfecto para las firmas ávidas de caras que caigan bien, ha llegado a hacer colaboraciones para grabar varios vídeos de la RFEF —algunos, con los propios futbolistas— y ha hecho promoción de canciones, marcas de chucherías o eventos del mundillo —como la propia Kings League—, entre otros. El Confidencial se ha puesto en contacto tanto con las cuentas de Chiqui Ibai como con Santy, pero nadie ha contestado al cierre de este artículo.

"Lo mismo que viene se puede ir"

Por si alguien se lo pregunta: todo lo anterior está dentro de la legalidad. "A nivel moral o pedagógico, cada uno tendrá una opinión sobre que un niño ande en estas cosas y alcance ese grado de exposición, pero, mientras tenga el consentimiento de los padres, solo puede decir algo la Fiscalía de Menores", explica Borja Adsuara, abogado especializado en publicidad digital y privacidad. "Si no fuera así, no habría niños actores ni anuncios con niños", recuerda. "Tiene que ser un caso muy grave para que intervenga la Fiscalía y no veo que vayan a hacerlo aquí. Otra cosa es que haya pelea entre los padres y uno vaya a la Fiscalía diciendo que el otro está explotando al niño y privándole de una infancia normal".

Eso sí, en España un menor de 14 años no puede tener cuentas en redes sociales, salvo que cuente con el consentimiento de sus padres. En cambio, este abogado sí ve más cuestionable el hecho de que haya estado en una discoteca. "Podrían multarlos la Policía Municipal, que es quien tiene competencias sobre establecimientos de ocio, por dejar entrar a alguien que no puede estar ahí", desliza.

"La responsabilidad es fundamental en un momento en el que nos estamos haciendo muchas preguntas sobre el uso de la tecnología y la exposición de los menores", comenta Paco Lorente, especialista en marketing y pedagogía, recalcando que un niño "no se da cuenta de la repercusión que tiene todo esto: ven un premio muy fácil y, en muchas ocasiones, muy grande". "Este tipo de niños prodigio no es nuevo, lo hemos visto en todas las generaciones desde que existen los medios de comunicación. Desde Joselito o Marisol pasando por Melody, Hanna Montana... hasta Chiqui Ibai. Salvando cualquier distancia entre ellos, guardan muchas similitudes, cada uno en su época, canal y público", argumenta.

El problema de fondo es que esto ha ocurrido en un ecosistema como el de las redes sociales, donde la fama primero aprieta a todos estos fenómenos y los riega de dinero, hasta que su magia se rompe. Y ahí tiene mucho que ver unos algoritmos que, primero, exprimen estos contenidos y, luego, abandonan a los creadores en busca del siguiente nicho al que devorar. "Es un chico que venía de una situación de bullying y, de repente, no solo ha pasado a sentirse aceptado, sino que también se ha hecho popular y se codea con influencers y personajes conocidos. Pero lo mismo que viene se puede ir", avisa Silvia Martínez, profesora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y especialista en redes sociales. En efecto, salvo grandes figuras como ElRubius o Auronplay, es raro que un creador de contenido se mantenga más de un lustro en lo más alto de internet.

Lorente tiene una opinión similar. "¿Qué va a pasar con este personaje que se ha creado? ¿Y con el contenido que se ha hecho? Es una huella digital tremenda, incluso para llegar al mercado laboral, si decide no dedicarse a este entorno de influencers", reflexiona.

"El impacto que puede generar en una persona afectada por ese rechazo es un elemento a tener en cuenta; sobre todo, si es menor", continúa Martínez, que se pregunta "qué va a aportar" un niño de 13 años en un entorno como el ocio nocturno. También incide en que puede "sufrir el fenómeno de la cancelación". "Ahora tiene colaboraciones, incluso contratos, con marcas. De repente, por un comentario o actuación puede recibir un rechazo que haga que dejen de llamarle", agrega.

"Los perfiles que se mantienen en internet tienen una dedicación muy alta. Son generadores continuos de contenidos, no esporádicos, y requiere dedicación, tiempo y planificación, incluso expertos para ayudarles a mantenerse. No es la disposición más oportuna, porque están en un momento de desarrollo personal", apunta Martínez, que reconoce: "Es muy complicado regular el papel de los menores en esto".

El 31 de octubre, la discoteca Nösha Light de Málaga vivía un momento especial. En la fiesta organizada por Famma Fest contaban con un invitado rompedor. Era el cabeza de cartel y buena parte de sus asistentes no paró de grabarle en toda la tarde. Se trataba un niño madrileño llamado Ángel. Aunque seguramente ninguno de los que lo cegaron con los flashes de sus móviles supiese que su nombre era ese. Para la mayoría, el que estaba delante de ellos era Chiqui Ibai, un menor de 13 años que hace seis meses apenas tenía amigos. Tras un éxito tan repentino como inesperado, ahora las marcas se lo rifan y decenas de influencers se pegan por aparecer junto a él.

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