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Este español está convirtiendo la chatarra submarina en un negocio que nadie vio venir
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LA RECOGIDA DE CABLE

Este español está convirtiendo la chatarra submarina en un negocio que nadie vio venir

Subsea Enviromental Services es líder en la recogida de cables submarinos abandonados. En 10 años, han sacado 40.000 km de cable. Ahora, acaban de levantar 31 millones

Foto: Juan Puente, cofundador de Subsea Environmental Services, junto al barco de la compañía. (Cedida)
Juan Puente, cofundador de Subsea Environmental Services, junto al barco de la compañía. (Cedida)

"Hacemos un trabajo muy específico dentro de esta industria. Nosotros venimos a ser el chatarrero del mar", sintetiza Juan Puente cuando le preguntan a qué se dedica Subsea Environmental Services, la empresa que cofundó en 2012. Sin embargo, su cometido no es recoger los envases que pululan por la superficie marítima ni nada que se le parezca, sino algo que prácticamente nadie había hecho antes: rescatar los cables submarinos abandonados. En la última década, han conseguido recuperar 40.000 kilómetros de esta infraestructura y cada vez les llaman más teleoperadoras para despejar el fondo del mar. Es lo que hizo que hace unos meses consiguieran levantar una ronda de 31 millones de dólares, con los que pretenden expandir su negocio.

"La idea de recuperarlos fue algo bastante orgánico, no una genialidad que se nos ocurriera tomando un café", reconoce Puente sobre los orígenes del proyecto. Todo empezó cuando estaba trabajando en la instalación de cables submarinos en zonas como el Caribe, la Guayana Francesa o el Amazonas, "donde no había forma barata de acceder a internet y que funcionara bien". "Había mucho interés en digitalizar esa zona, pero no salían los números, así que se nos ocurrió utilizar cables con vida útil, pero que no se utilizaban, porque habían tendido en paralelo otros más eficientes", continúa este empresario.

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Aquello funcionó —hoy en día, sigue operando—, haciendo que se interesaran por la recuperación de estas infraestructuras, fueran a utilizarse de nuevo o no. Fue así como nació Subsea Environmental Services, con sede en Nueva York, donde "era más fácil encontrar financiación", además de que dos de los fundadores eran estadounidenses.

"La industria de los cables submarinos crece muchísimo, porque la demanda de capacidad de internet no para de crecer", explica Puente. En este sentido, cabe recordar que los primeros intentos de desplegar cables submarinos se llevaron a cabo a mediados del siglo XIX, cuando llevó años hacer que todo funcionara correctamente. "Al principio, se buscaba conectar América con Europa, porque para que llegara una noticia se necesitaban 10 días, que era el tiempo que tardaba el barco más rápido en atravesar el Atlántico", recuerda.

Según el Comité Internacional de Protección de Cables, hay cerca de 3,5 millones de kilómetros de cables submarinos

Sin embargo, el desarrollo tecnológico ha posibilitado que cada vez se transfiera una mayor cantidad de datos, algo que cada cierto tiempo deja obsoletos los cables desplegados. "Cuando ves un vídeo de TikTok, estás utilizando casi toda la capacidad de comunicación que tenía España con Latinoamérica hace 25 años", comenta este empresario.

Eso ha desembocado en que todos estos restos queden inutilizados durante décadas en el fondo del mar. Según el Comité Internacional de Protección de Cables (ICPC, por sus siglas en inglés), hay cerca de 3,5 millones de kilómetros de cables submarinos, de los cuales unos dos millones están sin usar. De acuerdo con sus cálculos, eso se traduce en 4,5 toneladas de plástico y 600.000 de cobre.

Cómo rescatar cable a 4.000 metros de profundidad

Por su parte, Subsea Environmental Services ha recogido ya unos 40.000 kilómetros de cable. "Solo es un 2% del total", reconoce el cofundador de la empresa, que explica que, con los medios con que cuentan ahora mismo, ya tienen capacidad para recoger 10.000 kilómetros anuales. "El plástico polietileno de baja densidad que sacamos cada año es equivalente al consumo de bolsas de supermercado anual en la Comunidad de Madrid", ejemplifica. De hecho, el plástico rescatado se ha utilizado para la fabricación de bolsas y contenedores no alimenticios. Hasta la fecha, son la empresa con más capacidad para recoger esta infraestructura, aunque también hay otras que se dedican a este cometido, como Mertech Marine (Sudáfrica) y Global Marine.

Hasta ahora, la empresa cofundada por Puente tiene un único barco, Rebecca, que ha retirado cable tanto en los océanos Atlántico y Pacífico como en el mar Mediterráneo. En total, cuentan con 60 empleados, de los cuales 18 son la tripulación, que va rotando en turnos de seis personas. Ahora bien, ¿cómo se rescata cable a 4.000 metros de profundidad?

placeholder El barco de Subsea Enviromental Services. (Cedida)
El barco de Subsea Enviromental Services. (Cedida)

Una vez se estudia el mapa con la trayectoria del cable submarino a retirar, se escoge un punto en el que se lanzará el ancla. Eso sí, la primera parte del proceso corre a cargo de un robot submarino, no de Rebecca. "El barco solo lo podemos utilizar a partir de 11 millas náuticas [unos 20 kilómetros] de la costa; entre otras cosas, porque puede encallarse o afectar a la fauna marina. Es una operación en la que hay que ser muy cuidadosos. Por ahí puede pasar otro cable, además de que hay veces que están enterrados en esas zonas, para evitar que lo corte el ancla de un pesquero o un yate", especifica Puente.

Cuando el cable ya ha sido capturado, se engancha a un winch —un dispositivo cilíndrico en el que se va enrollando— mientras el barco avanza a una velocidad de entre 2 y 3 nudos, el equivalente a una velocidad entre 3,7 y 5,5 kilómetros por hora. "Funciona durante todo el día, hasta que se llena la bodega, que tiene capacidad para guardar 900 kilómetros de cable, lo que equivale a estar un mes y medio en funcionamiento", continúa el empresario. Durante el viaje, no es nada raro que se cruce algún otro cable submarino. "Ahí tienes que cortar, avanzar unos kilómetros y volver a engancharlo", detalla. Una vez han acabado la misión y llegan a tierra firme, toca cortar los cables en fragmentos de 20 metros que se van acumulando en contenedores que acaban en la planta de reciclado correspondiente.

placeholder Los cables submarinos cortados y listos para enviar a la planta de reciclaje. (Cedida)
Los cables submarinos cortados y listos para enviar a la planta de reciclaje. (Cedida)

El siguiente paso: de las bolsas al textil

Como es lógico, la concienciación en torno al cambio climático y el cuidado del medioambiente ha allanado el terreno de esta actividad. "Hace 15 años, no era un tema prioritario, y ahora sí lo es. Es algo que atañe a las ciudades donde acaban los cables, porque afecta a la biodiversidad y la riqueza marina", cuenta Puente al respecto, recalcando que, cuando empezaron, tenían que acudir a las operadoras para que les contrataran, algo que ahora sucede más bien al revés. "Ahora ya son conscientes de lo que están dejando ahí abajo", asegura.

Eso sí, en la empresa hacen hincapié en que su negocio no solo abarca el impacto medioambiental, sino también la propia logística. Al fin y al cabo, es necesario despejar algunos corredores para poder facilitar la llegada del nuevo cable. "Entre Cádiz y Canarias solo hay un camino y es de línea recta, entonces todos tienden a estar ahí, por lo que aligera mucho las operaciones que alguien recoja el cable que ya no se utiliza", explican en la empresa.

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Tras la ronda de 31 millones que recibieron el pasado noviembre, el futuro de Subsea Environmental Services pasa por ampliar su flota a cuatro barcos. Uno de ellos, con una eslora de 150 metros, pensada para las operaciones en el Pacífico, mucho más ambiciosas. "Tenemos tripulación de sobra y formada para que todo vaya rodado cuando lleguen", defiende Puente, que pretende alcanzar los dos centenares de trabajadores en un par de años. "Somos una empresa rentable y nuestra actividad tiene todo el sentido económico, no necesitamos subvenciones".

La otra pata pasa por tener una planta de reciclaje propia, una actividad para la que están buscando socios en todo el mundo. "España tiene mucha eficiencia desde el punto de vista geográfico, y una de las localizaciones más interesantes para una planta de reciclado es Canarias, porque te ahorra muchísimos viajes en barco", deja caer.

Sin embargo, quieren cambiar el enfoque del reciclado del plástico (polietileno de baja y alta intensidad) que rescatan del fondo del mar. Así, en lugar de que acaben siendo bolsas o envases, como han hecho hasta ahora, quieren que eso sea utilizado para la producción textil. "Cada vez hay más demanda de este tipo de productos y la gente está dispuesta a pagar algo más si el plástico utilizado proviene del fondo del mar", aseguran.

"Hacemos un trabajo muy específico dentro de esta industria. Nosotros venimos a ser el chatarrero del mar", sintetiza Juan Puente cuando le preguntan a qué se dedica Subsea Environmental Services, la empresa que cofundó en 2012. Sin embargo, su cometido no es recoger los envases que pululan por la superficie marítima ni nada que se le parezca, sino algo que prácticamente nadie había hecho antes: rescatar los cables submarinos abandonados. En la última década, han conseguido recuperar 40.000 kilómetros de esta infraestructura y cada vez les llaman más teleoperadoras para despejar el fondo del mar. Es lo que hizo que hace unos meses consiguieran levantar una ronda de 31 millones de dólares, con los que pretenden expandir su negocio.

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