¿Qué pasa cuando se corta uno de los cables submarinos que nos conectan por internet?
En un mundo donde cada vez nos conectamos con menos cables a la red, no somos conscientes de los miles de kilómetros de cable submarino que hay por todo el mundo
Miles de millones de personas se conectan cada día a internet. Lo hacen desde su ordenador, su tablet, su teléfono móvil, su reloj inteligente, su pulsera de actividad, sus electrodomésticos caseros… y así una infinidad de dispositivos más. Pero, aunque cada vez necesitamos menos cables y más WiFi para hacerlo, seguimos dependiendo de los cables submarinos que conectan toda la Tierra.
En 1858 se colocó el primer cable transoceánico que unió Europa con Estados Unidos. Desde entonces y hasta nuestros días la evolución ha sido asombrosa tanto en el número de cables submarinos existentes como en su capacidad para transmitir datos a gran velocidad entre lugares separados por miles de kilómetros.
Byron Clatterbuck es el director ejecutivo de Seacom, una empresa de telecomunicaciones que se encarga de colocar cables submarinos. Explica a la CNN que "la mayoría de las personas estarían absolutamente asombradas por la cantidad de cables que necesita internet. La gente usa mucho el móvil y siempre está buscando WiFi. No lo piensan, no entienden el funcionamiento de esta enorme cantidad de cables trabajando juntos. Sólo se dan cuenta cuando se corta".
¿Qué ocurre al cortarse?
En 2012, el Huracán Sandy asoló la costa este de los Estados Unidos, provocando millones de dólares en pérdidas. Pero, además, también se llevó por delante algunos de los cables submarinos que conectan América con Europa, la mayoría de los cuales llegan a Estados Unidos vía Nueva York. ¿Qué sucedió entonces?
Frank Rey, ejecutivo de infraestructuras de Microsoft, reconoce que "fue una interrupción importante. Toda la red entre América del Norte y Europa estuvo aislada durante varias horas. Para nosotros, la tormenta sacó a la luz un potencial desafío en la consolidación de los cables transatlánticos que llegaban a Nueva York y Nueva Jersey". Aquel día decidieron que el siguiente cable que usarían no llegaría a Nueva York, sino a Virginia.
La razón es bastante obvia: al diversificar el riesgo se reducen las posibilidades de que un gran accidente, ya sea natural o generado por los humanos, provoque daños en toda la red. Tim Stronge, vicepresidente de investigación de TeleGeography, señala que cada año hay más de 200 accidentes, y “dos terceras partes son causadas por actividades humanas accidentales, como redes de pesca, de arrastre o anclas de barcos”. Las compañías lo saben y lo que están haciendo es diversificar su tráfico por varias rutas para que si un cable deja de funcionar temporalmente, la información llegue por otro camino en un tiempo similar.
Los expertos creen que es más sencillo ‘atacar online’ al enemigo que sabotear su red de cables submarinos
Pero la posibilidad de atentar contra los cables submarinos está ahí, como sucedió en Egipto en 2008: cortaron tres rutas al mismo tiempo, dejando temporalmente a todo el Norte de África y parte de Oriente Medio sin conexión a internet. La exposición de los cables submarinos es una de sus grandes debilidades y uno de los desafíos de la industria para los próximos años, ya que se ha especulado, y mucho, con la posibilidad de que estas tácticas se utilicen en futuras guerraspara aislar y derrotar al enemigo.
Sin embargo, los expertos creen que es más sencillo ‘atacar online’ al enemigo que sabotear su red de cables submarinos. Solo en el Reino Unido, por poner un ejemplo, hay más de 50 cables que conectan las islas con el resto del mundo, por lo que dejar al país sin conexión no sería nada fácil. Sea como fuere, nosotros seguiremos navegando día a día por internet gracias a los cables submarinos que inundan nuestros mares y océanos.
Miles de millones de personas se conectan cada día a internet. Lo hacen desde su ordenador, su tablet, su teléfono móvil, su reloj inteligente, su pulsera de actividad, sus electrodomésticos caseros… y así una infinidad de dispositivos más. Pero, aunque cada vez necesitamos menos cables y más WiFi para hacerlo, seguimos dependiendo de los cables submarinos que conectan toda la Tierra.