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Si son buenos los móviles, los coches y las TV, imagínate las armas: revolución militar en Corea del Sur
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revolución en la industria militar coreana

Si son buenos los móviles, los coches y las TV, imagínate las armas: revolución militar en Corea del Sur

La industria militar surcoreana es otro reflejo más de su milagro tecnológico y su ambición empresarial. Buenos ejemplos de los que podría aprender España

Foto: Vehículos blindados surcoreanos. (Reuters/Kim Hong-ji)
Vehículos blindados surcoreanos. (Reuters/Kim Hong-ji)

Nombres como Samsung, Hyundai o LG son símbolos globales del creciente poderío industrial y empresarial de Corea del Sur, un país que hace medio siglo luchaba contra el subdesarrollo y que ahora es una potencia exportadora. Sus productos militares puede que no sean tan conocidos como los occidentales, pero la industria de defensa surcoreana es otro reflejo más del milagro tecnológico y la ambición empresarial del otrora Tigre Asiático. El crecimiento explosivo de sus ventas internacionales en la última década la han convertido en los últimos años en un actor de referencia a tener en cuenta en el panorama global. Una expansión que no sorprenderá a los expertos, pero que supone un hito notable en un sector tan complicado y competitivo como el militar.

Una de las novedades más llamativas de la feria Feindef celebrada recientemente en Madrid fue la presencia de un lanzacohetes israelí PULS, montado para la ocasión en un enorme camión Iveco presentado por Escribano y Expal. También generó bastante atención la presencia de un lanzacohetes M142 Himars del ejército estadounidense, protagonista de la guerra de Ucrania en curso. La presencia de ambos sistemas de armas en el evento respondía a la existencia de un programa del Ejército de Tierra español para dotarse de un lanzacohetes de artillería: el programa Sistema de Lanzacohetes de Alta Movilidad (Silam).

Foto: EC Diseño

La intención del Ministerio de Defensa español es abrir el programa a propuestas de proveedores que sean socios tecnológicos y que permitan el desarrollo local de municiones. El M142 Himars no encajaría en los requisitos, pero se ofrece como una solución provisional hasta la entrada en servicio de la versión definitiva de un desarrollo a partir de los tres modelos en liza. Se trata de los sistemas Puls de Israel, Avibras Astros de Brasil y K239 Chunmoo de Corea del Sur.

Los orígenes de la industria de defensa surcoreana fueron humildes, ensamblando localmente o produciendo bajo licencia material estadounidense. Desde la entrada en vigor del armisticio entre las dos Coreas, el Ejército de Estados Unidos mantiene una importante presencia militar en Corea del Sur para garantizar la seguridad frente al vecino del norte. Esto supuso que, como contraprestación, la mayoría del material militar importado por Corea del Sur procede de Estados Unidos. Un vistazo al catálogo de vehículos militares de KIA no genera dudas. El todoterreno KM450 no es más que una versión surcoreana del todoterreno M715 que la empresa que hoy conocemos como Jeep introdujo en los años sesenta. Los camiones KM250 y KM500 son los típicos camiones militares estadounidenses.

Convertir un riesgo en una oportunidad

El primer impulso de la industria de defensa surcoreana llegó con la búsqueda de la autosuficiencia entre 1973 y 1992 con el llamado Proyecto Yulgok. Los objetivos principales y evidentes fueron reducir la dependencia de fuentes externas de abastecimiento, pero también contribuir a la industrialización del país por sustitución de importaciones y aumentar el perfil internacional de Corea del Sur a través de su poderío militar.

La evolución de la industria de defensa surcoreana fue paralela al despegue económico e industrial del país. Una humilde compañía como Korea Explosives Co., creada en 1952 para producir explosivos industriales para la industria de la construcción, es hoy el enorme conglomerado Grupo Hanwha. Sus equipos electrónicos dotan a los medios de tierra, mar y aire de las Fuerzas Armadas surcoreanas y está presente en el sector de drones y aeroespacial.

Una de las claves del despegue de la industria surcoreana es que el Ministerio de Defensa, su principal cliente, maneja un presupuesto elevado. La amenaza de Corea del Norte ha justificado siempre una fuerte inversión en defensa. Entre 1960 y 2021, la media del Producto Nacional Bruto gastado en defensa fue del 3,94% y el porcentaje más bajo se alcanzó en 2022 con un 2,32%. Esto es, el año que Corea del Sur gastó un mínimo en décadas todavía superó el objetivo mínimo que la OTAN ha establecido para sus miembros (y que apenas cumplen siete de los 31).

El gasto de defensa surcoreana queda reflejado en cifras de materiales que resultan mareantes hoy en día para cualquier ejército de la Unión Europea. Así, el Ejército de Corea del Sur dispone de alrededor de 1.500 carros de combate K1 y ha encargado 410 ejemplares del modelo K2. También dispone de 1.200 piezas del sistema de artillería autopropulsado K9. Y si revisamos las cifras del lanzacohetes K239 Chunmoo, que fabrica el Grupo Hanwa y por el que se ha interesado España, encontramos un total de 367.

Foto: Pieza francesa Caesar de la Task Force Wagram en Al Quim, frontera siria. (US Army)

Con estos números se entiende que la industria surcoreana amortice sus costes de investigación y desarrollo para salir luego a competir agresivamente en mercados internacionales. Mientras tanto, según podíamos leer en noviembre de 2020 en un número extraordinario de la revista Ejército que publica el Ejército de Tierra, se aspiraba a contar con 12 lanzadores de cohetes, manteniendo la esperanza de "idealmente" contar con 24.

Un milagro exportador

Otra de las claves del desarrollo de la industria surcoreana es que ha buscado socios tecnológicos o socios comerciales que apoyen la financiación de los proyectos. Así, el plan del futuro avión de combate KF-21 Boramae ha sido financiado gracias en parte a la aportación de Indonesia, que ha puesto el 20% del proyecto y comprará 50 aparatos. Mientras que el radar del avión, un componente clave, ha sido desarrollado por una empresa del Grupo Hanwha con la ayuda de la sueca Saab y la israelí Elta Systems.

Las exportaciones de la industria de defensa surcoreana sumaron el 1% del total mundial entre 2012 y 2016, según los datos recopilados por el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (Sipri, en inglés). En los siguientes cinco años, las exportaciones surcoreanas se elevaron hasta el 2,8%. En un mercado tan disputado como el de la industria de defensa, esta expansión de las exportaciones convirtió a la industria surcoreana en la que más creció entre los 25 países que más exportan material militar del mundo.

Todos los esfuerzos de Corea del Sur por desarrollar una industria competitiva parece que han dado su fruto en los últimos años, con una catarata de ventas de sistemas de armas de Noruega a Australia. La lista de las ventas y el volumen de los contratos es enorme. A modo de ejemplo, la pieza de artillería autopropulsada K9 se ha exportado a Noruega, Finlandia, Estonia, Turquía, Egipto, India y Australia; mientras que Polonia compró solo el chasis para agregarle una torre británica. Curiosamente, hoy el K9 es candidato a ser la próxima pieza de artillería del ejército británico.

El entrenador avanzado T-50 y caza ligero FA-50, variantes del mismo avión, se ha vendido a Polonia, Iraq, Malasia, Tailandia, Indonesia y Filipinas. El gran éxito comercial del aparato en el Sudeste Asiático llevó a Airbus a interesarse en un acuerdo comercial para ofrecer el aparato en otros mercados. Recordemos que se trata de un nicho de mercado no cubierto por el gigante europeo y que ya parece olvidado el intento de venderle a España un proyecto como cliente de lanzamiento solo si cubría el desarrollo de aparato. El negocio no estaba nada claro, considerando que es un mercado maduro con varios competidores.

Pero sin duda, la consagración internacional de la industria surcoreana llegó con la firma de tres megacontratos con Polonia por un total de 13.700 millones de dólares en 2022. Los tres contratos cubren 820 carros de combate K2, 672 piezas de artillería autopropulsada K9 y 288 lanzacohetes K239. Del total, 500 carros de combate K2 y 300 sistemas de artillería autopropulsada K9 serán fabricadas localmente bajo licencia por la industria polaca.

Los tres enormes contratos solo se entienden por el temor polaco al expansionismo agresivo de Rusia, pero también por la capacidad de la industria surcoreana de servir sus productos con mayor celeridad que la competencia. Una capacidad que tiene un secreto. Cuando un cliente internacional apremia, el Ejército surcoreano es capaz de hacer un sacrificio y renunciar a recibir sistemas de armas que estaban a punto de ser entregados por su industria. Así se puede hacer una rápida entrega a los clientes internacionales, poniéndose el ejército surcoreano otra vez a la cola. Por supuesto, la industria surcoreana también presuma de una alta automatización.

Las comparaciones entre la industria de defensa surcoreana y la española solo pueden ser odiosas. La percepción de la amenaza externa es completamente diferente. La inversión en defensa también. Pero sin duda merece la pena estudiar cómo un país que hasta 2014 mantuvo siempre una renta per cápita inferior a la española de pronto se ha convertido en una potencia de la industria militar. Y es que en España se presenta como un dilema irresoluble ser clientes pasivos de la industria militar estadounidense o socios activos de consorcios europeos.

Foto: Feindef 2023. (Sergio Beleña)

El caso de Corea del Sur es de un país que era un importador masivo de tecnología estadounidense, casi un cliente cautivo, pero fue capaz de convertirse en productor autónomo. Eso implica negociar retornos industriales y transferencias tecnológicas para darle mayor autonomía a la industria local en un contexto de industrialización y fuerte inversión en investigación y desarrollo.

La otra lección surcoreana es que el camino para alcanzar una mayor autonomía industrial pasa por encontrar socios igualitarios con los que negociar de tú a tú y no participar como socio minoritario en grandes consorcios donde no se tiene apenas voz y apenas capacidad de decisión. El camino para España entonces queda claro. Buscar socios en la industria de Brasil, Israel, Turquía, Corea del Sur, etc. para llegar a ser la “potencia media” que tantas veces se ha dicho en documentos oficiales.

Nombres como Samsung, Hyundai o LG son símbolos globales del creciente poderío industrial y empresarial de Corea del Sur, un país que hace medio siglo luchaba contra el subdesarrollo y que ahora es una potencia exportadora. Sus productos militares puede que no sean tan conocidos como los occidentales, pero la industria de defensa surcoreana es otro reflejo más del milagro tecnológico y la ambición empresarial del otrora Tigre Asiático. El crecimiento explosivo de sus ventas internacionales en la última década la han convertido en los últimos años en un actor de referencia a tener en cuenta en el panorama global. Una expansión que no sorprenderá a los expertos, pero que supone un hito notable en un sector tan complicado y competitivo como el militar.

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