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Todo el mundo está mirando a Twitter, pero el gran problema de Musk es este juicio millonario
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56.000M$ en juego

Todo el mundo está mirando a Twitter, pero el gran problema de Musk es este juicio millonario

Un inversor de Tesla ha demandado a Musk por cobrar 56.000 millones de dólares como CEO de Tesla mientras atendía otras empresas. Si le obligan a pagar 56.000 millones, los problemas de Twitter se van a disparar

Foto: Elon Musk, en la fábrica de Tesla en Alemania. (Reuters/Patrick Pleul)
Elon Musk, en la fábrica de Tesla en Alemania. (Reuters/Patrick Pleul)

Twitter no es el mayor problema de Elon Musk. El hombre más rico del mundo lleva más de dos semanas acaparando la atención con su caótica gestión de la empresa, en la que ha habido despidos masivos y una huida de anunciantes y directivos clave. Ahora, en mitad de todo ese desaguisado, el magnate tiene que afrontar en los juzgados la demanda de un pequeño inversor de Tesla, que le acusa de (ejem) no haber estado tan pendiente de la compañía como debería. Es la razón que esgrime para impugnar su remuneración, unos 56.000 millones de dólares en acciones, el mayor pago a un consejero delegado de la historia. Por supuesto, es bastante más de lo que le costó la red social, que tuvo que comprar por sorpresa para evitar un revés judicial. Casualmente, y para cerrar el círculo, la jueza que iba a encabezar aquel proceso es la que decidirá ahora si el empresario ha cobrado demasiado.

El juicio, que ha comenzado este lunes en un tribunal de Delaware, se dilatará durante toda la semana, ya que está prevista la declaración de una veintena de altos cargos y especialistas; entre ellos, el propio Musk, que comparecerá el miércoles. El origen del conflicto está en el acuerdo de retribuciones en acciones (stocks options) al fundador de la compañía —nunca ha cobrado en efectivo— por un valor máximo de 56.000 millones de dólares, aprobado en 2018 bajo el nombre de "premio al rendimiento del consejero delegado". Para poner en contexto, la cifra es seis veces superior a la suma de los 200 sueldos de los CEO de empresas cotizadas mejor pagados el pasado año.

Foto: Elon Musk entrando en la sede de Twitter. (@elonmusk)

En concreto, se le ofrecían una docena de tramos de acciones —en cada uno, un 1% de la compañía— relacionados con objetivos como la capitalización bursátil, los ingresos y la rentabilidad. En su momento, consultoras de prestigio como Glass Lewis criticaron las medidas, pese a que la retribución era mucho más baja por el precio de las acciones de entonces. "Cualquier comparación relativa de la cuantía de estos pagos sería como comparar monedas de cinco centavos con dólares", explicaron entonces. Al igual que hizo Institutional Shareholder Services (ISS), destacaban que un pago así no estaba justificado para alguien que ya era millonario entonces —aunque ha multiplicado por 10 desde entonces su patrimonio en este periodo— y que tenía algo más del 20% de la empresa.

En cambio, hay inversores que decidieron seguir adelante y defienden el papel del magnate. "Me fijo mucho en los esquemas retributivos de los máximos dirigentes antes de hacer una inversión", comenta Juan Gómez Bada, asesor del fondo Avantage, que lleva desde 2018 como accionista de Tesla. "Me parece que la empresa tiene un sistema de incentivos que cumple con la alineación de intereses entre directivos y accionistas". Sobre este punto, sugiere que "muchos ven la compañía con ojos de 2022", ya que el precio de la compañía se ha disparado cerca de un 1.200% desde entonces. De hecho, la remuneración en acciones habría sido de solo unos 2.600 millones en aquel momento.

placeholder Foto: Reuters/Mike Blake.
Foto: Reuters/Mike Blake.

"El plan de compensación siempre me gustó. Se basaba en unos niveles de capitalización y objetivos operativos que en su día parecían una locura", coincide Emérito Quintana, cuyo fondo, Numantia Patrimonio, también es accionista desde las mismas fechas. "Eran momentos complicados, el plan fue aprobado por los accionistas y está bien merecido con lo que ha conseguido". Según el demandante, estas metas no eran tan difíciles como pudiera parecer, pero no es ahí donde está el meollo del asunto.

La omnipresencia de Elon Musk

Uno de los aspectos más destacados de la demanda es que, según los denunciantes, la retribución fue fijada por un equipo que estaba repleto de amigos de Musk —además de su propio hermano—, algo que consideran que no hubiera ocurrido con directivos independientes. No obstante, el paquete fue aprobado por los propios accionistas, aunque sin unanimidad. "Con Elon nunca hemos tenido el tipo de relación en la que él va marcando el ritmo", ha explicado Ira Ehrenpreis, director de Tesla desde 2007, en el primer día del juicio, destacando que los objetivos eran "extraordinariamente ambiciosos y difíciles".

Eso se suma a la falta de atención a Tesla, que está en el corazón de la demanda, ya que consideran que alguien no puede ser el consejero delegado mejor pagado de una compañía y, al mismo tiempo, tener la máxima responsabilidad de firmas como SpaceX, Starlink, OpenAI, Neuralink y The Boring Company. "Se diseñó para maximizar el valor para los accionistas, incentivando a Musk a centrar sus esfuerzos en la transformación de Tesla", explican en la denuncia, presentada en 2019 por el abogado Richard Tornetta, que lo considera un ejecutivo a "tiempo parcial".

Foto: El CEO de Tesla, Elon Musk, durante una presentación de la compañía. (Reuters/Aly Song)
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"Musk ha reconocido que, desde que se aprobó la compensación, ha pasado un poco más de la mitad de su tiempo en asuntos de Tesla", recuerdan en el texto, donde le acusan de aprovechar ese dinero para, precisamente, invertirlo en otras empresas. El principal problema de este argumento es que no había un número de horas pactados para dedicarse a la empresa, algo que Tornetta lo contrapone a que una compañía como Tesla no puede conseguir esos resultados "sin un tiempo y atención significativa". Dicho de otra forma, que el mérito de Musk es más limitado de lo que parece. "Ha estado pendiente de Tesla hasta el punto de quedarse a dormir en la fábrica cuando tuvieron problemas con el Model 3 en 2018, y ahí ya era conocido que era CEO de muchas otras compañías, pero no se le hizo firmar una exclusividad. A mí me gustaría que estuviese al 100%, pero no puedo exigírselo", defiende el inversor Gómez Bada.

En el tercer trimestre, Tesla ha conseguido entregar 343.000 vehículos en el tercer trimestre de este año, un tercio más que el mismo periodo del año anterior, pero por debajo tanto de las promesas de Musk como de las previsiones de los analistas. Al mismo tiempo, también han tenido que hacer frente al cierre de su fábrica en Shanghái durante varios meses —a causa del covid— y a distintas investigaciones de los reguladores en Estados Unidos, fruto de los accidentes mortales del sistema de conducción automática Autopilot. De paso, también ha tenido alguna pérdida un tanto exótica: 1.200 millones de dólares a causa de la inversión en bitcoin que hizo la compañía, de la que decidió retirarse tras el batacazo de las criptomonedas.

Un agujero negro llamado Twitter

Por si fueran pocas ocupaciones, Musk decidió comprar Twitter el pasado abril, una operación que todavía no hay quien consiga entender. La demanda, eso sí, se presentó mucho antes de que el pájaro azul se convirtiera en un quebradero de cabeza para el multimillonario, que también ha decidido ponerse al frente de esta compañía. Y, mientras tanto, también ha desencadenado algún lío geopolítico a cuenta de su involucración con Starlink en la guerra de Ucrania, algo por lo que le llamaron la atención las autoridades chinas.

"Estoy trabajando la cantidad de tiempo máxima posible, desde la mañana a la noche, los siete días de la semana", explicaba este domingo durante una charla en el G20 Summit en Indonesia. "La magnitud de la tortura que me impongo a mí mismo es de otro nivel, francamente". Horas después, reconocía que estaría "trabajando y durmiendo" en la sede de Twitter hasta que la empresa encuentre unas soluciones que, dicho sea de paso, no tienen mucho que ver con las cuestiones de ingeniería que afronta en SpaceX o la propia Tesla.

Además de tiempo, Twitter también se ha llevado una parte importante del patrimonio de Musk, y no solo por el precio de compra. Su riqueza se debe a la cotización de las acciones de Tesla, que llegaron a ser el aval para el crédito que iba a financiar la operación, aunque se acabó echando para atrás. Sin embargo, hay una correlación evidente entre la evolución del culebrón de la red social y la cotización de la automovilística, que ha perdido el 50% en el último año. Es cierto que todos los valores tecnológicos han caído por la situación económica, pero también lo es que las mayores bajadas de la automovilística lo han hecho a la par que los vaivenes del magnate. Solo hay que recordar que, desde que se cerró la compra el pasado 27 de octubre, ha caído cerca del 15%, mientras que los índices Nasdaq y S&P 500 han tenido unos tímidos repuntes.

Por si fuera poco, desde que anunció la compra de Twitter, Musk ha vendido unos 20.000 millones de dólares en acciones de Tesla. La última vez, la semana pasada, cuando se desprendió de 3.900 millones de dólares en títulos. En gran parte, para tapar el agujero de Twitter, que tiene una deuda de 13.000 millones de dólares y, según el dueño, pierde cuatro millones de dólares diarios. Según Financial Times, los acreedores están preparando la congelación del pago de intereses para los próximos meses.

Foto: Elon Musk durante la fiesta de disfraces de Heidi Klum. (Getty/Noam Galai)

"La razón por la que lo hice fue para salvar a Twitter. No porque me falte fe en Tesla. Creo que las acciones de Tesla van a valer muchísimo en el futuro (...) Va a haber probablemente uno o dos años de recesión seria que nos afectará enormemente", dijo durante su primera comunicación a los empleados, filtrada por The Verge. Allí también reconoció tener "cierta paranoia a morir en las recesiones", tras haber vivido la burbuja de las puntocom en PayPal y la crisis de 2008 en Tesla. "La razón por la que pudimos mantenernos vivos es, en parte, por ser paranoicos".

Musk tiene más razones para la paranoia. La jueza que va a decidir si sus pagos multimillonarios son acordes es Kathaleen McCormick, la misma que iba a encargarse del juicio de Twitter. En todas las instancias previas, le dio la razón a la red social y fue especialmente dura con al magnate, algo que hizo que sus abogados se temieran lo peor en un caso en el que ya tenía todas las de perder. Fue así como Musk acabó dando un volantazo para comprar la empresa y evitar así un varapalo en los tribunales. Lo que por ahora no ha conseguido el fundador de Tesla es evitar es que la red social del pájaro azul sea un agujero negro, tanto de atención como de dinero. Es algo que un fallo en contra puede hacer que la situación se le vaya, aún más, de las manos.

Twitter no es el mayor problema de Elon Musk. El hombre más rico del mundo lleva más de dos semanas acaparando la atención con su caótica gestión de la empresa, en la que ha habido despidos masivos y una huida de anunciantes y directivos clave. Ahora, en mitad de todo ese desaguisado, el magnate tiene que afrontar en los juzgados la demanda de un pequeño inversor de Tesla, que le acusa de (ejem) no haber estado tan pendiente de la compañía como debería. Es la razón que esgrime para impugnar su remuneración, unos 56.000 millones de dólares en acciones, el mayor pago a un consejero delegado de la historia. Por supuesto, es bastante más de lo que le costó la red social, que tuvo que comprar por sorpresa para evitar un revés judicial. Casualmente, y para cerrar el círculo, la jueza que iba a encabezar aquel proceso es la que decidirá ahora si el empresario ha cobrado demasiado.

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