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Los satélites de Elon Musk sobre Ucrania son la nueva pesadilla para China y Rusia
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DE DONACIÓN A TENSIÓN GEOPOLÍTICA

Los satélites de Elon Musk sobre Ucrania son la nueva pesadilla para China y Rusia

Aunque la conexión a internet de Starlink está dando problemas en el frente ucraniano, lo cierto es que es un asunto que trae de cabeza a Rusia. Pero hay más: China ya ha dado un toque de atención al multimillonario

Foto: Elon Musk. (Reuters/Adrees Latif)
Elon Musk. (Reuters/Adrees Latif)

Apenas 48 horas después del inicio de la invasión de Ucrania, Elon Musk decidió entrar de lleno en el conflicto. "Starlink ahora está activo en Ucrania. Más terminales de camino", dijo el magnate como respuesta al viceprimer ministro ucraniano, Mykhailo Fedorov, que le había pedido ayuda para mitigar los cortes de internet, que ya amenazaban la conectividad en determinadas zonas del país. Desde entonces, la conexión vía satélite de esta empresa ha funcionado con relativo éxito, aunque también ha mostrado sus limitaciones. Eso es una parte. La otra es que hay actores a los que el invento no les ha hecho ninguna gracia, y ahí no está solo Rusia. China ya le ha dicho al fundador de Tesla que no quiere ni ver estos dispositivos por allí, dejando lo que empezó como una donación en una tensión geopolítica.

Hasta ahora, los cerca de 25.000 terminales enviados habían funcionado bastante bien para su cometido, que no era otro que tratar de paliar los cortes de conexión, causados tanto por ciberataques como por daños físicos en las infraestructuras, fuera a causa de ataques cinéticos o como consecuencia de bombardeos por parte de Rusia. Este miércoles, el propio Fedorov destacaba que "más de 100 misiles de crucero han atacado la infraestructura energética y de comunicaciones" del país, celebrando que han podido restablecer "la conexión en áreas críticas". "Starlink continúa siendo una parte esencial de la infraestructura crítica". Después, Musk ha respondido con un gráfico en el que se puede ver cómo el consumo de internet vía satélite en el país se ha disparado desde el inicio de la guerra.

"Los rusos han boicoteado todo el sistema de comunicaciones, que es donde más ha sufrido Ucrania, que ha visto cómo iban hasta por las infraestructuras de electricidad. Si un país no tiene forma de comunicarse, has acabado con él", recuerda Alberto de Torres, profesor de ESIC y director del Programa Superior de Internet of Things e Industria 4.0. Es ahí donde entra el despliegue de Starlink que, según Musk, le ha costado ya 80 millones de dólares, aunque espera superar los 100 para finales de año. La Además, acabar con un sistema como el de Starlink no es ni sencillo ni deseable. "Rusia no puede cargarse los satélites, no solo porque sean muchos y sea una operación complicada, sino porque eso llevaría el conflicto a una escala muy superior. Es fácil imaginar las consecuencias de destruir un satélite estadounidense", destaca este especialista.

También hay que tener en cuenta que internet alcanza a solo tres quintas partes de la población ucraniana, por lo que el uso clave de Starlink ha sido más bien sostener las comunicaciones militares. En este sentido, De Torres enfatiza que gran parte de las ayudas que está recibiendo Ucrania giran alrededor de la conectividad. "Los drones funcionan a través de GPS y sistemas de inteligencia artificial, que necesitan internet", ejemplifica antes de recalcar que "la conectividad ha ayudado mucho a que consigan reconquistar ciudades". En cambio, también es ahí donde se están empezando a ver las principales limitaciones de estos satélites.

Las costuras de Starlink

Ahora, el problema de Starlink es que ha valido para acostumbrar al Ejército ucraniano a unas condiciones de conectividad que no siempre existen. Así, según han contado funcionarios y soldados ucranianos a 'Financial Times', se han dado situaciones en las que la interrupción de internet ha sido "catastrófica" para ciertas operaciones, ya que se han dado durante incursiones en el frente o batallas campales, desatando el pánico entre las unidades implicadas. En concreto, esto se habría dado en las regiones clave de la contraofensiva ucraniana, que son Jersón y Zaporiyia en el sur, y Donetsk y Luhansk al este. Básicamente, lo que ocurre es que internet se cae en cuanto se pasa al territorio conquistado por Rusia.

Algunos especialistas han dejado caer que esto puede ser la causa de una medida de cautela por parte de Starlink, que quiere impedir que sus servicios sean interceptados por Rusia, que los podría aprovechar tanto para estudiarlos como para infiltrarse en la red. "Está claro que lo hacen para evitar el uso de su tecnología por parte de las fuerzas de ocupación rusas", ha explicado al diario británico Roman Sinicym, coordinador de Serhiy Prytula, organización que dona unidades de Starlink al país. En cambio, Musk ni ha confirmado ni desmentido: "Lo que pasa en el campo de batalla está clasificado".

placeholder Uno de los dispositivos Starlink, en órbita. (SpaceX)
Uno de los dispositivos Starlink, en órbita. (SpaceX)

No es el primer ni el único riesgo que sale a flote sobre el modelo de Starlink, ya que las antenas de cada usuario facilitan su localización y pueden convertirlos en objetivos para el Ejército de Rusia. "Es un sistema que está muy bien para ayudar al pueblo, pero hay que tener presente que también hace que sean más visibles", incide De Torres, que enfatiza que ni esta empresa ni Ucrania "tienen forma de obtener la trazabilidad de cómo Rusia obtiene las posiciones", por lo que es difícil establecer la magnitud del riesgo. Es algo que reconoció el propio Musk al poco de enviar estos dispositivos. "Starlink es el único sistema de comunicaciones que no es ruso que todavía funciona en partes de Ucrania, así que la probabilidad de convertirte en blanco es alta. Por favor, usen [las antenas] con precaución", tuiteó el multimillonario.

China ya ha dado un toque a Musk

Desde el primer momento, y como es lógico, Rusia ha tenido Starlink entre sus obsesiones, ya que ha sido una forma de mantener una conectividad con la que seguramente no contaban. La otra cara de la moneda es que la Fuerza Aérea de Estados Unidos —que ha sido especialmente elogiosa con el papel de Starlink durante la guerra— ha firmado un contrato de 1,92 millones de dólares para que le proporcione conexión a internet en sus campañas en Europa y África. Ahora también ha anunciado que los mandará a Irán, para lo que ya tiene la autorización gubernamental. Se trata de un cúmulo de circunstancias que ya han hecho saltar las alarmas de China.

Tal y como ha revelado el propio Musk en una entrevista reciente, Pekín le ha dado un toque de atención sobre su papel en esta guerra. Según ha contado, el Gobierno chino ha desaprobado la campaña de Starlink en Ucrania y, además, le ha pedido "garantías" de que esta empresa no llegará al país, donde rige un fuerte control estatal de todo lo que rodea a internet, y eso incluye las reticencias a las tecnológicas extranjeras. "Es un juego muy complejo. Tiene cierto sentido que lo vean como amenaza, aunque también tendrían forma de controlar esta conectividad por la vía regulatoria", enfatiza De Torres, que pone de relieve que China "es un mercado interesante del que depende el resto del mundo, como el propio Musk".

Foto: Elon Musk durante la presentación del acuerdo entre SpaceX y T-Mobile en Texas. (Getty/Michael Gonzalez)

Así, cabe recordar los intereses de Tesla en este país, donde desde 2020 tiene ubicada una de sus principales fábricas, situada en Shanghái. Es lo que ha hecho que también se haya convertido en un mercado clave para él. China fue el país en el que más crecieron los ingresos de la firma en 2021, multiplicándose por dos, algo que ni de lejos sucede en ningún otro lugar, incluido Estados Unidos. Por ahora, Musk no ha aclarado si ha accedido a esta petición, aunque sus buenas relaciones con Pekín han llegado hasta el punto de publicar un artículo en una revista de la Administración del Ciberespacio de China, que no es otra cosa que el órgano censor del país en internet.

Por si fuera poco, las declaraciones de Musk han llegado apenas una semana después de que sembrara la discordia con el Gobierno ucraniano. El multimillonario hizo una encuesta en Twitter en la que ofreció que se votara su particular solución al conflicto, que pasaba por una repetición de las elecciones en las regiones anexionadas a Rusia recientemente bajo la supervisión de la ONU y con el requisito de que Rusia abandone las zonas ocupadas si "esa es la voluntad del pueblo". En otro de sus puntos, Crimea debería seguir siendo "formalmente parte de Rusia, como lo ha sido desde 1783 (hasta el error de Jruschov)" y Ucrania "permanecer neutral". "Es muy probable que así se desarrolle el final de la guerra en Ucrania, solo es una cuestión de cuántas personas morirán antes", añadió después.

Nadie entendió muy bien este giro de Musk, que siempre había tenido una posición (al menos públicamente) más favorable a Ucrania. No es complicado adivinar cómo sentó aquello al Gobierno de Kiev. "¿Qué Elon Musk te gusta más?", escribió el propio Volodímir Zelenski, que imitó al multimillonario y publicó una encuesta con dos opciones: el que apoya a Ucrania o el que apoya a Rusia. "Quienes proponen que Ucrania renuncie a su gente y a sus tierras deben dejar de usar la palabra 'paz' como un eufemismo para 'permitir que los rusos asesinen y violen a miles de ucranianos inocentes más y se queden con más territorios", apuntó el ministro de Exteriores, Dmytro Kuleba. En cambio, pocos fueron tan claros como el embajador en Alemania, Andrij Melnyk: "Mi respuesta diplomática es que te vayas a la mierda".

Apenas 48 horas después del inicio de la invasión de Ucrania, Elon Musk decidió entrar de lleno en el conflicto. "Starlink ahora está activo en Ucrania. Más terminales de camino", dijo el magnate como respuesta al viceprimer ministro ucraniano, Mykhailo Fedorov, que le había pedido ayuda para mitigar los cortes de internet, que ya amenazaban la conectividad en determinadas zonas del país. Desde entonces, la conexión vía satélite de esta empresa ha funcionado con relativo éxito, aunque también ha mostrado sus limitaciones. Eso es una parte. La otra es que hay actores a los que el invento no les ha hecho ninguna gracia, y ahí no está solo Rusia. China ya le ha dicho al fundador de Tesla que no quiere ni ver estos dispositivos por allí, dejando lo que empezó como una donación en una tensión geopolítica.

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