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"Todos son idiotas menos yo": el supuesto diario de Elon Musk tras comprar Twitter
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"Todos son idiotas menos yo": el supuesto diario de Elon Musk tras comprar Twitter

Nadie entiende bien qué está haciendo Musk en Twitter. Viaje al fondo de su mente

Foto: Elon Musk. (Reuters/Adrees Latif)
Elon Musk. (Reuters/Adrees Latif)

El asunto es el siguiente:

Elon Musk bromeó con la posibilidad de gestionar Twitter bajo los efectos de la marihuana, compró Twitter por una cantidad que todo el mundo considera disparatada, se arrepintió, amagó con ir a juicio, reculó (porque no tuvo otro remedio), compró Twitter, despidió a media empresa, se dio cuenta de que había despedido a demasiada gente como para que la empresa funcionara y se quejó de que los anunciantes estaban huyendo de Twitter (por miedo a que se dejaran de moderar los comentarios salvajes, como Musk prometió que haría).

Dicho lo cual: ¿logrará Musk reflotar Twitter como hizo antes con otros negocios o se convertirá en el Waco de las redes sociales?

¿Hay alguien al mando en la cabeza de Elon Musk?

Diario (de ficción) de Elon Musk tras comprar Twitter.

Los diarios de Elon

22 de abril de 2022, 04:25 horas.

Querido diario:

Anoche fumé muchos porros y he tenido una pesadilla horrible. Soñé que compraba Twitter por 44.000 millones de dólares en un arrebato. Me levanté sudando y bebí un litro de agua. Me siento mejor...

Foto: Ilustración: P. L. Learte
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Mario Escribano Manuel Ángel Méndez Laura Martín Rocío Márquez Pablo López Learte Fernando Anido Luis Rodríguez

Enciendo el móvil. Voy a la página del Wall Street Journal. Dicen que “Elon Musk ha comprado Twitter por 44.000 millones de dólares”. Elon Musk soy yo, ¿verdad? Vuelvo a meterme en la cama. Me fumo un porro. Me da la risa floja

15 de septiembre, 04:45 horas.

Querido diario:

Llevo despierto desde las 03:45 de la madrugada. Tra-ba-jan-do. ¿Y usted? Usted aún no se ha despertado porque es un perdedor.

Me gusta ser el primero en llegar a la oficina y el último en irme. Duermo 110 minutos al día. No necesito más. Me levanto, bebo 12 huevos batidos y trabajo 20 horas al día.

Foto: Elon Musk. (Reuters)

Una vez fui de vacaciones y, al segundo día sin hacer nada, me puse de una mala hostia terrible...

2 de octubre de 2022, 21:03 horas.

Querido diario:

Cuatro ruedas tiene mi coche, cuatro porros me fumo esta noche.

12 de octubre de 2022, 16:33 horas.

Querido diario:

Voy a cagar. Entro en Twitter. Leo tuits. En esta red social, son todos idiotas menos yo. Tuiteo: “¿Quién es el cretino que dirige esta pocilga que llamáis Twitter?”.

Foto: Richard Seymour. (Cedida)

20 segundos después, entra mi jefe de prensa (Bob) en el baño. Bob está pálido. Con un hilillo de voz, me recuerda que el cretino que dirige esa pocilga soy yo. Despido a Bob. En este negocio hay que hacerse respetar.

16 de octubre de 2022, 13:44 horas.

Querido diario:

En los negocios y en la vida, nunca sabes cuándo pueden venir a joderte. Siempre hay que estar alerta, nunca hay que bajar la guardia. ¡Kiai! Para mantenerme en tensión, he pedido a Cato, mi mayordomo oriental, que me ataque por sorpresa en cualquier momento…

El pasado martes entré en casa con Phill, mi fiscalista de 89 años, y Cato nos agredió salvajemente con una caña de bambú. ¡Puto chino loco! Tuve que despedirle. ¡Cómo echo de menos a ese hijoputa!

Foto: Elon Musk en la Met Gala. (Reuters)

Phill está mejor, por cierto, en unas semanas saldrá del hospital...

26 de octubre, 04:17 horas.

Querido diario:

Si Pluto es un perro, entonces... ¿qué es Goofy?

1 de noviembre, 11:12 horas.

Querido diario:

Esta mañana he tenido un zoom sobre la situación en Twitter. Me conecto. Habla John Rufus, uno de mis hombres de confianza: "El cohete despegará en tres días". “¿Qué cohete?”, digo. Rufus se encoge de hombros: “Mister Musk, esta es la reunión de SpaceX, no la de Twitter”. “Ya”, digo.

Foto: Parag Agrawal, CEO de Twitter hasta este jueves. (Reuters/Brendan McDermid)

Despido a Rufus. Despido a las 23 personas que están en el zoom

2 de noviembre, 03:12 horas.

Querido diario:

Tengo la cabeza como un huevo frito.

8 de noviembre, 10:01 horas.

Querido diario:

Voy a la sede de Twitter en San Francisco. La puerta del edificio está cerrada. No parece haber nadie. ¿Dónde demonios están todos? Empiezo a patear la puerta violentamente.

Foto: Interior del túnel de prueba Hyperloop que ahora será un parking. (Twitter / Elon Musk)

Un vagabundo, que va tirando un carrito por la calle, se acerca, me pone la mano en el hombro y dice: “Elon, no hay nadie, has purgado a todo el mundo, también a los seguratas. Tienes que tranquilizarte”.

Me ofrece una botella de ron. Pego un trago. Me siento mejor. El vagabundo vuelve a hablar:

—Criatura, ¿cómo demonios se te ocurre pagar 44.000 millones por Twitter?

—No lo sé…

Me vengo abajo. El vagabundo me abraza, me dice al oído: “Aprende a vivir y sabrás morir bien”, y se va por donde ha venido.

Lloro como un niño.

El asunto es el siguiente:

Elon Musk
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