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Me he hartado del circo de Elon Musk y he probado las mejores alternativas a Twitter
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MASTODON, COUNTERSOCIAL, DISCORD...

Me he hartado del circo de Elon Musk y he probado las mejores alternativas a Twitter

Muchos usuarios no se fían de los planes del hombre más rico del mundo y han decidido experimentar en otras plataformas. Todas tienen algún aspecto interesante para ser buenas alternativas, pero el problema es otro

Foto: Elon Musk entrando en la sede de Twitter. (@elonmusk)
Elon Musk entrando en la sede de Twitter. (@elonmusk)

Twitter ha pasado de ser una casa en ruinas a un circo. La llegada de Elon Musk, lavabo en mano, a la empresa ha provocado un auténtico terremoto en la red social, que ha anunciado un torrente de nuevas funcionalidades mientras despide a la mitad de la plantilla (algo de lo que ya se ha arrepentido) y los anunciantes se marchan. No son los únicos. También han decidido buscar alternativas decenas de miles de usuarios que, hartos de los volantazos y planes inconclusos del nuevo dueño, han querido probar suerte en lugares como Mastodon, CounterSocial o, incluso, Discord.

Frente a esto, Musk ha asegurado que el número de usuarios en Twitter se ha disparado desde que está al frente de la compañía, alcanzando máximos históricos. Según documentos internos filtrados a The Verge, el número de usuarios ha crecido más de un 20% en la última semana, con Estados Unidos a la punta. Así, se habrían abierto 15 millones de nuevas cuentas, aunque no se ha publicado una estimación de cuántos de ellos podrían ser cuentas falsas o bots. Por otro lado, algunos cálculos no oficiales indican que cerca de un millón de personas han abandonado al pájaro azul en el mismo periodo. No tiene por qué ser contradictorio: puede que haya crecido pese a las salidas.

Foto: Elon Musk durante la fiesta de disfraces de Heidi Klum. (Getty/Noam Galai)

Sea como sea, he decidido hacer un pequeño tour por algunas de estas alternativas y ver si, de verdad, pueden hacerle frente a Twitter.

La red de la que se burla Musk

Mastodon es una red social de código abierto que nació en 2016. No es la primera vez que canaliza el descontento con el pájaro azul y, de hecho, ha sido el principal refugio de los rebotados por las políticas de moderación de Twitter en los últimos años, tanto en la derecha como en la izquierda. Entre los primeros, ha estado la huida de simpatizantes y militantes de Vox, cuya cuenta oficial ha sido suspendida en varias ocasiones por "incitación al odio". En cuanto a la izquierda, una de las principales polémicas vino después de que el tuitero @PabloM_M fuera suspendido por llamar "puto nazi" al futbolista Roman Zozulya y "fascista" a Javier Tebas.

La plataforma tiene un aspecto muy similar al de Twitter, pero eso es solo la carcasa. Una de sus peculiaridades es la descentralización, es decir, sus servidores están repartidos todo el mundo —hay algo más de 4.000— y sin ningún control por parte de un actor central. El único servidor "oficial", ya que es propiedad del creador de Mastodon, es mastodon.social, que hoy está lleno y no acepta nuevos usuarios. En cambio, cada usuario puede crear su propia instancia si cuenta con un dominio y servidores propios. Cada uno de ellos funciona como una comunidad independiente —muchas veces, basándose en temáticas—, pero con posibilidad de comunicarse entre sí. Eso sí, cada una tiene sus propias normas, incluidas las de expulsión.

Según sus administradores, el número de usuarios se ha duplicado en una semana y ya alcanza el millón de cuentas, aunque también es cierto que en 2018 tenían el doble de usuarios. La cuestión es cuántos van a seguir ahí pasados unos días. Más allá de los usuarios más concienciados y acérrimos al mundo de la informática, no es un entorno muy atractivo para el público general. La facilidad y experiencia de uso, en efecto, no es su punto fuerte. Por ejemplo, no es tan intuitivo como las redes sociales convencionales que, dicho sea de paso, tienen un gran músculo financiero y miles de trabajadores, en lugar de depender del trabajo voluntario. Además, las búsquedas no dependen de los algoritmos de recomendación, que son precisamente lo que te mantiene enganchado a Instagram o Twitter, así que no es tan fácil dar con contenidos de tu interés.

"No entender Mastodon es parte de la experiencia", bromeaba uno de los primeros usuarios que me he encontrado al entrar. "Pasarse de Twitter a Mastodon es como formatear el PC en los dosmil; sientes que estás perdiendo muchas cosas que no querías perder, pero, por otra parte, sientes cierta emoción por hacer borrón y cuenta nueva", decía otro.

Es por lo que Musk se ha reído de quienes se estaban yendo a Mastodon. "Si no te gusta Twitter, hay un sitio llamado Masterbatedone", dijo en un tuit, ya borrado, en el que aparecía una imagen de la cuenta del Nobel de Economía Paul Krugman, que hace unos días anunció que también estaba presente en Mastodon. "Actualización: hasta ahora las cosas no van bien en Mastodon. Después de la publicación inicial, no aparece nada de lo que intento publicar. Y a pesar de configurarlo para que no enviar un correo electrónico cada vez que alguien me sigue, los está enviando. Espero que estos sean solo problemas iniciales", escribió el economista poco después.

CounterSocial: prohibidos los bots y los trols

CounterSocial es una creación de The Jester, un desarrollador que nunca ha publicado su identidad aunque, eso sí, es bastante activo en... Twitter. La plataforma, también de código abierto, se estrenó en 2017 y uno de sus puntos fuertes es poner coto a los bots y los trols, por lo que cortan por lo sano e impiden el acceso desde determinados países que considera sospechosos. Según su web, Rusia, China, Irán, Corea del Norte, Pakistán y Siria. En cualquier caso, es algo que va acompañado de una serie de medidas de seguridad, aunque nunca ha detallado cuáles. Además, asegura que él es quien gestiona íntegramente la plataforma.

"La inspiración vino básicamente al ver todas las operaciones de desinformación e influencia extranjera que tienen lugar en las redes sociales, y el hecho de que no se estaba haciendo nada para frenarlo", explicaba el creador durante una entrevista reciente con Gizmodo, una de las pocas veces que ha hablado con medios. "No es que sean demasiado grandes para controlarlas, porque tienen los recursos, pero parece que no están dispuestos a implementarlos de manera efectiva". Es lo que ha hecho que muchos hayan decidido dar el salto a CounterSocial, que cuenta con más de 100.000 usuarios.

"Yo ya estoy fuera. El experimento social antiwoke de Musk es tan ingenuo como peligroso. Twitter es solo una plataforma. Nosotros, los usuarios, la hacemos funcionar y podemos abandonarla en cualquier momento", ha explicado JJ MacNab, investigadora de la Universidad George Washington.

Al igual que en el caso de Mastodon, su aspecto también es muy parecido al de Twitter o, mejor dicho, al de la herramienta TweetDeck, con quien comparte un diseño casi calcado. Eso sí, en este caso, en la parte superior aparece un letrero corredizo en el que van apareciendo titulares de la televisión estadounidense MSNBC. Aunque funciona de forma más o menos ágil, es algo más intuitivo que Mastodon y, al menos, parece invitar más a ver conversaciones y descubrir temas de interés. Si bien la red social es gratuita y no cuenta con publicidad, se financia mediante cuentas prémium (tienen un coste de 4,99 dólares al mes) y donaciones a través de Patreon.

Las alternativas comerciales

Hay otras redes sociales alternativas que están más cerca de lo convencional, aunque algo más lejos de Twitter. Es el caso de Reddit, una suerte de foro de foros donde los usuarios comentan en distintos hilos temáticos y comparten noticias de actualidad. Eso sí, tiene un estilo más pausado que el del pájaro azul, donde las actualizaciones constantes son marcas de la casa.

La otra gran alternativa comercial es Discord, una plataforma para gamers que ha acabado utilizándose para todo tipo de cuestiones, incluyendo las comunidades de radioaficionados que comparten las comunicaciones que interceptan de los soldados rusos en Ucrania. Su uso también es gratuito aunque, de nuevo, tiene una versión prémium para usuarios que quieran ir más allá de las características básicas.

Foto: Foto: Reuters.

El gran atractivo aquí es que puedes crear unos espacios —llamados servidores— con diferentes salas para cada tema, a las que se puede invitar a quien se quiera. Además, permite tanto retransmisiones en directo de vídeo como llamadas de voz o alejar contenidos en distintos formatos. Si usas Slack en el trabajo, te resultará bastante familiar.

Hay que tener en cuenta que, en Discord, la conversación pública gira más en torno a los servidores, que suelen estar delimitados por cuestiones temáticas. Es algo que también puede ocurrir en Twitter, aunque aquí el propio diseño limita que se pueda hablar con personas que están presentes en otros espacios. Es decir, cada servidor es como una red social en sí misma, con sus propias normas y sin poder comunicarte con otros, a no ser que vayan pasando de uno a otro.

El verdadero problema de salir de Twitter

Hay un problema evidente en todo. La pista más clara la da el hecho de que, entre todos los que están probando estas alternativas, nadie haya optado por abandonar antes Twitter. Y, por supuesto, algo bastante obvio: en todos mis viajes por estos mundos, no conocía a absolutamente nadie y, aunque me hubiera esforzado en atraer familiares, amigos o conocidos, no creo que los esfuerzos hubieran servido de mucho.

Foto: Richard Seymour. (Cedida)

"Si ves a mucha gente a tu alrededor diciendo 'a la mierda, me voy a Mastodon, ya no me interesa Twitter', comienzas a pensar que tu comunidad está allí y no en Twitter, así que te acabarás yendo", explicaba hace unos días el sociólogo Richard Seymour en una entrevista con este periódico, donde recalcaba que es algo que solo podría darse si ocurre "algo muy excepcional". "Si Musk hiciera algo a la plataforma que fuera molesto para muchos usuarios, podría desencadenar ese tipo de contagio social (...). No se puede decidir voluntariamente, tiene que ser algo que ocurra colectivamente". Por ahora, sigue pareciendo complicado, pero nunca se sabe hacia dónde puede conducir el próximo volantazo del hombre más rico del mundo.

Twitter ha pasado de ser una casa en ruinas a un circo. La llegada de Elon Musk, lavabo en mano, a la empresa ha provocado un auténtico terremoto en la red social, que ha anunciado un torrente de nuevas funcionalidades mientras despide a la mitad de la plantilla (algo de lo que ya se ha arrepentido) y los anunciantes se marchan. No son los únicos. También han decidido buscar alternativas decenas de miles de usuarios que, hartos de los volantazos y planes inconclusos del nuevo dueño, han querido probar suerte en lugares como Mastodon, CounterSocial o, incluso, Discord.

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