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"Alemania quiere ser Suiza en grande, pero ya no puede porque el mundo es más peligroso"
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ENTREVISTA

"Alemania quiere ser Suiza en grande, pero ya no puede porque el mundo es más peligroso"

Christian Odendahl, economista jefe del Centre for European Reform, cree que aunque en la campaña no se ha hablado de política exterior ni de la Unión Europea, Alemania no tiene otra opción que tener un rol más destacado

Foto: Christian Odendahl, en un imagen de archivo. (Getty)
Christian Odendahl, en un imagen de archivo. (Getty)

Todos los diplomáticos que asistieron al evento enmudecieron cuando escucharon a Radoslaw Sikorski. “Probablemente sea el primer ministro de Exteriores de Polonia en la historia que diga esto”, afirmó en un discurso en Berlín en noviembre de 2011, en plena crisis de la eurozona, “pero temo menos el poder alemán de lo que estoy empezando a temer su inactividad. Os habéis convertido en la nación indispensable de Europa”.

Casi 10 años después, sin embargo, pocos alemanes parecen acordarse de las chocantes palabras del ministro polaco. Porque en las elecciones más importantes del país en los últimos 16 años, en un momento en que el panorama internacional es cada vez más convulso, Alemania apenas ha dedicado una palabra a la política exterior o a su papel en la UE salvo en un debate a última hora este jueves.

La gran contradicción de estos comicios es que, por un lado, los partidos están de acuerdo en que Alemania debe cambiar rápido para adaptarse a los turbulentos tiempos que corren. Por otro, ninguno con opciones a liderar el país se atreve a hacer atrevidas propuestas para no asustar a los votantes. Ni siquiera pese a que, a nivel económico y fiscal, la Unión Europea necesitará reformas una vez haya Gobierno en Berlín. Y lo que diga Alemania será clave para el futuro de la UE.

Foto: Tren nocturno austriaco en 2019. (EFE)
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Sobre todo en un momento en que, tras la pandemia, las deudas de países como España, Italia o Francia superan el 100% del PIB y el debate sobre el pacto fiscal volverá a emerger.

“Desde un punto de vista económico, lo que ocurre en Alemania siempre acaba contagiando al resto de países europeos en el buen y mal sentido”, destaca Christian Odendahl, economista jefe del Centre for European Reform. En entrevista con El Confidencial, este experto en política alemana y política monetaria y fiscal europea explica el posible rumbo económico que puede tomar Alemania después de las elecciones, cuál es el legado de Angela Merkel y por qué el país teutón ya no se puede permitir ser la Suiza del mundo.

PREGUNTA. ¿Qué repercusiones tendrán las elecciones de este domingo para el futuro de la economía europea? Hay analistas que dicen que, gane quien gane, todo seguirá siendo más o menos igual.

RESPUESTA. Decir que gane quien gane todo va a seguir igual es demasiado fuerte. Sí creo, sin embargo, que hay algo de verdad en el ambiente en Alemania de que, sea quien sea el canciller, el rumbo de Alemania va a ser el mismo. Pero eso no significa que no tengamos que prestar atención a lo que está ocurriendo allí, porque van a ser las conversaciones de coalición más complicadas en la historia moderna del país. Por primera vez, dos partidos no valdrán para formar Gobierno.

P. La coalición más probable con las encuestas en la mano es la llamada semáforo, por los colores de los partidos: FDP, SPD y Verdes. Sin embargo, los liberales ya han puesto varias líneas rojas, pero usted dice que no son tan graves para los dos partidos de centro izquierda.

R. No es ninguna sorpresa que los liberales estén diciendo que no van a subir impuestos ni tocar el freno de la deuda. No es llamativo. Son muy tajantes en temas económicos tanto a nivel nacional como europeo… ¡Pero estamos en campaña! Cuando digo que no es algo muy grave para el SPD o para los Verdes, es porque esas normas no tienen por qué decidir el futuro de la política fiscal alemana. Ambos quieren una fuerte inversión en el país y el FDP ha reconocido que es necesario.

Foto: Conferencia de prensa durante los diálogos de coalición en Renania-Palatinado. (Reuters)

P. ¿Y cómo se financiaría?

R. Ahí está el debate para aceptar una coalición semáforo. Los liberales quieren encontrar la financiación privada para llevarlo a cabo, mientras que los socialdemócratas y los Verdes quieren que sea pública. Hay formas de hacerlo aun conservando el freno de la deuda. Se puede crear un vehículo público para aumentar la inversión en temas verdes o para aislar las casas para que sean sostenibles, que es uno de los grandes temas en el debate alemán. Si el banco de desarrollo crea préstamos baratos para aislar las casas, eso no cuenta como romper el freno de deuda. Hay formas según las cuales los partidos pueden estrujar las reglas fiscales para aumentar el gasto. No creo que los votantes liberales estén muy contentos, pero si de algo van a ir estas elecciones, va a ser de encontrar algún tipo de compromiso entre los diferentes partidos.

P. Parece que la fiscalidad, además del cambio climático, es el gran tema de campaña entre los economistas.

R. En términos fiscales, Alemania y la Unión Europea comparten un problema: las reglas fiscales se diseñaron cuando el tema de la deuda pública era nuestra gran y única preocupación. Ahora se ven como un freno en la lucha contra el cambio climático o, como hemos visto en los últimos meses, para combatir la crisis económica generada por la pandemia.

P. ¿Y qué implicaciones tiene para Europa?

R. Si el próximo Gobierno alemán encuentra una forma de reformar sus reglas fiscales para la inversión climática, el resto de los países europeos irán detrás. Porque, desde un punto de vista económico, todo lo que ocurre en Alemania acaba contagiando a Europa en el buen y mal sentido. Mi gran esperanza como economista es que, sea el Gobierno que sea, se encuentre una solución para poder invertir en proyectos más verdes.

Foto: El Confidencial Diseño.

P. Otra opción de gobierno, además de la coalición semáforo y la coalición Jamaica (con la CDU en lugar de los socialdemócratas), es una coalición de izquierdas. Usted dice, al contrario que algunos comentaristas alemanes, que el programa de Die Linke a nivel económico no es tan radical como se pinta. La CDU, desesperada por la bajada en las encuestas, se ha subido al carro para gritar: “¡Que vienen los comunistas!”.

R. Si miras el programa económico del partido de Die Linke, pronto ves que es una versión más fuerte del SPD y los Verdes, pero no es nada extremo: el SPD quiere un salario mínimo de 12 euros y Die Linke, de 13. Quieren mantener el control en los alquileres de las casas y los socialdemócratas también. Habría formas de llegar a acuerdos. Sin embargo, lo que realmente separa a Die Linke de los Verdes y el SPD es la política exterior y de defensa. Esa ha sido una línea roja en el pasado en el SPD. Tanto Scholz como Baerbock están jugando bien sus cartas diciendo que no les quieren incluir, pero no lo descartan. Con Die Linke en el Gobierno, la política económica del Gobierno no asustará a los mercados porque aunque las subidas de impuestos puedan ser un problema para Alemania o para algunas empresas, los mercados se fijan más en el gasto.

P. ¿Qué ha hecho bien el SPD para estar primero en las encuestas desde un punto de vista económico?

R. El SPD ha hecho un buen equilibrio: un candidato centrista con experiencia y una plataforma de políticas para tratar de reparar los grandes problemas de Alemania que más preocupan a sus ciudadanos. El tema del alquiler y de los precios de la vivienda es uno de ellos. Nunca antes se había descontrolado tanto en las grandes ciudades. Como alcalde de Hamburgo, Olaf Scholz puso en marcha un gran plan de construcciones de viviendas. Tiene credibilidad.

Foto: La canciller alemana, Angela Merkel, junto al entonces presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, en un congreso del PPE en Madrid. (Getty)
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P. ¿Cómo describiría el legado de Merkel?

P. Por un lado, ha mantenido el consenso en Europa durante varias crisis en un momento en que se forzó a Alemania a estar en una posición muy incómoda. Pero la respuesta alemana en los últimos años no ha sido muy europea. Angela Merkel ha aprendido la lección al final de su mandato y ha cambiado las políticas. El fondo de recuperación es el típico ejemplo de un liderazgo en primera línea y no desde atrás, como en la crisis de la eurozona. Su defensa de la austeridad le funcionó políticamente, pero económicamente fue perjudicial para Europa.

P. Poco a poco, han tenido que ir asumiendo ciertas ideas económicas que antes eran impensables en Alemania.

R. Las crisis de Europa siempre se han solucionado cuando se han cruzado las líneas rojas de los conservadores en Alemania. La primera fue austeridad en los primeros compases de la crisis financiera. La segunda fue con la crisis del euro, cuando se desechó la idea de que no eran más que crisis nacionales en las que la UE no tenía que intervenir. Es decir, el sistema financiero era íntegramente europeo. Y la tercera es convertir al Banco Central Europeo en un prestamista de última instancia.

P. ¿Por qué cree que Merkel ha cambiado de opinión en estos años?

R. Las ideas de Merkel se han visto afectadas por los últimos eventos, que han demostrado que el mundo fuera de la Unión Europea es mucho más difícil que antes. La situación actual de Alemania es paradójica porque, por un lado, tiene que ser el moderador que alcance el compromiso en Europa entre los frugales y los países del sur pero, al mismo tiempo, tiene que liderar Europa. Para ello, se necesita un líder muy competente y experimentado que sea capaz de ser, al mismo tiempo, moderado en Europa para encontrar equilibrio y compromiso sin dejar de ser atrevido a escala global. Y este tipo de pensamiento no existía hace 10 años.

Alemania necesita un líder muy competente y experimentado que sea capaz de ser moderado en Europa y atrevido a escala global

P. Hace unos días, el antiguo embajador francés en Washington decía en Twitter que Alemania siempre ha querido ser una gigantesca Suiza: neutral en los asuntos más peliagudos y que pueda hablar y comerciar con todo el mundo.

R. Es una analogía muy común. Creo que decir que Alemania siempre ha querido ser una Suiza a gran escala lo explica muy bien: Berlín busca quedarse fuera de los problemas del mundo, externalizar su seguridad a otros como Estados Unidos y dedicarse a hacer negocios. Pero esto ya no funciona porque el mundo es más peligroso. Ya no puedes hacerlo, porque tiene que guiar a Europa por aguas no exploradas. El sentimiento germano tiene que cambiar. Es un debate muy difícil para los alemanes, pero no hay más remedio.

P. Hace unos años, usted escribió que Alemania debería superar su pensamiento de nación pequeña para tener una estrategia claramente europea. ¿Sigue pensando igual?

R. Sí, todavía creo que al debate público alemán aún le queda mucho camino por recorrer. La campaña de estas elecciones ha estado centrada solo en temas nacionales y sobre las habilidades de los candidatos. En ningún caso han hablado de Europa ni, mucho menos, del rol global de Alemania. La mayor parte de la discusión en política económica no involucraba a Europa tampoco. El fondo de recuperación europeo es una buena señal de que Berlín aprecia la fortaleza económica de Europa, pero el próximo Gobierno tiene que seguir trabajando en eso.

Todos los diplomáticos que asistieron al evento enmudecieron cuando escucharon a Radoslaw Sikorski. “Probablemente sea el primer ministro de Exteriores de Polonia en la historia que diga esto”, afirmó en un discurso en Berlín en noviembre de 2011, en plena crisis de la eurozona, “pero temo menos el poder alemán de lo que estoy empezando a temer su inactividad. Os habéis convertido en la nación indispensable de Europa”.

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