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Asalto a la 'joyería militar' rusa: "No es cuestión de dinero, es que no pueden reemplazarlos"
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Asalto a la 'joyería militar' rusa: "No es cuestión de dinero, es que no pueden reemplazarlos"

Ucrania lleva meses reventando las joyas aéreas y navales de Rusia. Lo que en el primer año de la invasión eran éxitos puntuales basados en acciones de oportunidad se ha convertido en una prioridad estratégica para Kiev

Foto: Imagen satélite de la destrucción de un buque clase Ropucha en el puerto de Feodosia. (EFE)
Imagen satélite de la destrucción de un buque clase Ropucha en el puerto de Feodosia. (EFE)
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Las imágenes, grabadas desde el mar con cámaras térmicas en blanco y negro, son difíciles de seguir. Se ve la inestable silueta de un barco captada desde diferentes ángulos. Y, de repente, una doble explosión. A la primera detonación le sigue una inmensa bola de fuego que engulle la embarcación. "Otro mal día para la Flota rusa en el mar Negro", se burlan las Fuerzas Armadas ucranianas al publicar el video de la operación el pasado 5 de marzo.

La nave que se va a pique es el buque ruso Sergei Kotov, un patrullero de última generación valorado en unos 60 millones de euros, destrozado por drones marítimos ucranianos Magura V5. El precio daría para fabricar un centenar de carros de combate T-72 en su versión básica (de los que Rusia ha perdido más de 800 unidades, la mitad del total de sus tanques destruidos en dos años de guerra) y lo han hundido utilizando un armamento de bajo coste. Pero lo más significativo es que no se trata de un hecho aislado.

Ucrania lleva meses reventando consistentemente la joyería militar rusa aérea y naval. Lo que en el primer año de la invasión eran éxitos puntuales basados en acciones de oportunidad, se han convertido en una prioridad estratégica para Kiev tras el fiasco de la contraofensiva de 2023 y el estancamiento del frente terrestre. Cada baja naval o aérea tiene un triple efecto en el invasor: un coste monetario elevado, la degradación de una capacidad operativa clave y, lo más importante, un prolongado tiempo de reposición. De hecho, algunos de los sistemas de armas destruidos no son reemplazables.

"Lo más importante es que el gran problema para Rusia es que no es cuestión de dinero, aunque esto no sea irrelevante. Es un problema de producción. Algunas de las pérdidas son, esencialmente, irreemplazables", explica Mark Cancian, investigador sénior del Centro Internacional de Estudios Estratégicos (CSIS), a El Confidencial.

Hundir la flota

La catástrofe rusa en el mar Negro ya tiene nombre y apellidos. El Kremlin acaba de relevar del cargo al almirante Nikolái Yevménov, comandante de la Armada de Moscú desde 2019, tras las repetidas humillaciones navales que han forzado un significativo repliegue naval. Y esto ante un enemigo que perdió su marina de guerra en los primeros compases de la invasión. Medios rusos informaron que el jefe de la flota del mar del Norte, Alexánder Moiséyev, asumirá el mando con el objetivo de recuperar el control de la zona.

Desde el comienzo de la guerra, Ucrania ha destruido al menos 16 buques de guerra rusos (algunos de muy alto perfil bélico) y dañado gravemente otros cinco, dejando inoperativa un tercio de su flota en el mar Negro, según el medio especializado Oryx, que utiliza evidencias visuales para confirmar los casos. Entre las bajas, se incluyen algunos ejemplares clave como tres buques de asalto anfibio clase Ropucha/Proyecto 775, un submarino clase Kilo II/Proyecto 636.3, una corbeta de misiles clase Tarántula/Proyecto 1241 o la patrullera de última generación Proyecto 22160 que se abre esta historia.

Pero el que mejor resume la importancia de estas acciones fue la destrucción del crucero lanzamisiles Moskva, el buque insignia ruso en el mar Negro valorado en más de 700 millones de euros menos de dos meses después del comienzo de las hostilidades.

"El Moskva era vital no solo por sus capacidades de ataque, sino por su capacidad de ser un sistema de defensa aérea móvil que podía proteger al resto de los buques en el área. Cuando fue hundido, los rusos tuvieron que replegarse un poco de la costa y volatilizó la posibilidad de un asalto anfibio", considera Dimitry Gorenburg, experto en temas militares rusos en Centro de Análisis Navales (CNA).

No es (solo) el dinero

Es difícil hacer una estimación del valor monetario de los buques dañados, ya que algunas clases ya no se construyen o es complicado ajustar a la inflación. Si acaso se puede hacer una orientación del coste de reemplazo. Pero, insisten los expertos, aunque el impacto económico de estas pérdidas puede suponer un estrés adicional para las arcas estatales rusas, esta es ahora mismo la última de las preocupaciones del Kremlin.

"Lo importante no es ningún tipo de barco en concreto, sino que el conjunto de pérdidas y la amenaza constante hace a la flota menos efectiva. Los ha obligado a estar cada vez más lejos, lo que hace su capacidad para impactar territorio ucraniano sea menor y da más tiempo de reacción las contramedidas aéreas ucranianas para detectar e interceptar ataques. Además, esto permite a Ucrania mantener abiertas las líneas de exportación de grano del mar Negro, vitales para sostener el esfuerzo de la guerra", agrega el analista.

Foto: Una imagen fija de un vídeo, difundido por el Ministerio de Defensa ruso, muestra disparos hacia lo que dijo ser el barco ucraniano no tripulado que atacó al buque de guerra ruso Priazovye en el mar Negro. (Reuters/Ministerio de Defensa ruso)

El año pasado, Moscú anunció la incorporación de 44 nuevos barcos para compensar las pérdidas en el mar Negro. "Es necesario acelerar el trabajo. Todo debe implementarse no rápidamente, sino inmediatamente. Sin trabajo experimental a largo plazo", anunciaba Yevménov en un comunicado antes de caer en desgracia. Los analistas son escépticos.

"La construcción naval rusa es muy buena con modelos pequeños y submarinos, diésel/eléctricos y nucleares. Pero no es tan buena en grandes buques. Si se destruye una corbeta, hay tres unidades más en producción. Es un revés, pero subsanable. Sin embargo, ejemplares como el Moskva, los grandes buques anfibios o los patrulleros de combate, esos no van a ser reemplazados pronto. Ninguno de los nuevos proyectos rusos para construir buques de categoría destructor o superior ha tenido éxito. Así que se pueden poner fechas de referencia, pero serán siempre orientativas. La pregunta es si podrán poner esos proyectos en marcha", abunda Gorenburg.

Más vulnerables

Los éxitos navales están teniendo su réplica aérea. De nuevo, una mezcla de estrategia y oportunidad. Rusia, en su empeño por conseguir avances terrestres, se ha arriesgado a utilizar de forma más intensiva sus cazas para dar cobertura a las tropas en tierra. Y Kiev no ha perdido la oportunidad. Ucrania anunció recientemente que llegó a derribar 15 aviones enemigos en la primera semana de marzo. Estas pérdidas reducen la capacidad operativa del Ejército ruso y aumentan su exposición al enemigo en el frente. Y, como los buques, son caros y difíciles de reemplazar.

Ucrania habría derribado al menos 25 cazas Su-34 y siete Su-35, según Oryx. Esto supondría en torno a un 10% de las unidades operativas de los dos modelos más caros y modernos con los que cuenta Rusia, que sumarían unos 300 ejemplares según las estimaciones del Institute for the Study of War (ISW).

"Por ejemplo, respecto al Su-34, Rusia produce entre 10 y 12 unidades al año. Los aviones de ataque terrestres suponen un gasto intensivo de recursos tecnológicos. Eso significa que las pérdidas son dolorosas y difícilmente reemplazables en el futuro previsible", subraya Pavel Luzin, investigador de la Fundación Jamestown y miembro del Centro de Análisis de Políticas Europeas (CEPA).

Pero el mayor triunfo aéreo que se han anotado los ucranianos ha sido dejar fuera de servicio tres Beriev A-50, sofisticados aviones de control aéreo y alerta temprana. Dos derribados en vuelo y un tercero atacado mientras estaba siendo reparado en una planta y cuyos daños no se conocen. Pero suficiente para que Moscú se replantee sus ubicaciones y tiempos de despliegue. Además, las líneas de producción de los A-50 estaban paralizadas, ya que Rusia estaba enfocada en el diseño y producción de la nueva versión A-100. Esto hace aún más incierto los tiempos de reemplazo.

"Los A-50, tipo AWACS, son vitales porque proveen a los otros aviones el big picture de la situación en el área de guerra. Sabemos las unidades son muy limitadas. Si puedes destruir dos y dañar un tercero, esto supondría un tercio o más de la fuerza funcional estimada. Esto hará más difícil hacer una cobertura 24/7 y lo hemos visto en el descenso de los apoyos con ataques aéreos. La Fuerza Aérea rusa es ahora más vulnerable", apunta Gorenburg.

¿Afectará a la guerra?

Los éxitos navales y aéreos ucranianos no cambian la difícil situación de Ucrania en las trincheras. Fracasada la contraofensiva, el Kremlin lleva ahora la iniciativa. Rusia conquistó a sangre y fuego la disputada ciudad de Avdiivka, su primer gran avance desde la toma Bajmut, y mantiene la presión en varios puntos a lo largo de los más de 1.000 kilómetros de línea de contacto, haciendo valer su superioridad numérica en artillería, blindados y efectivos. Por primera vez en mucho tiempo, funcionarios occidentales mentan en público la posibilidad de un avance ruso. Así que el efecto real de estas pérdidas sobre el fiel de la guerra es incierto.

"La guerra no es solo la tierra. Es la parte más importante, pero los otros aspectos son también críticos. Al final, ganar la guerra es una cuestión de mantener la voluntad de luchar más que dónde está el frente. Al mismo tiempo, dónde está esa línea del frente y hacia dónde se mueve afecta a la voluntad de luchar. Por eso, cada capacidad ganada o perdida influye en el todo", considera el experto del Centro de Análisis Naval.

Los analistas coinciden entonces que es cuestión de tiempo y suministro. ¿Tendrá Ucrania el músculo militar occidental suficiente como para mantener estos ataques? ¿Cuánto pulmón industrial le queda a Rusia para suplir el ritmo de pérdidas en el frente? "Aunque Rusia esté dispuesta a luchar el mayor tiempo posible, el Ejército puede perder con este tipo de ataques una parte de su fuerza organizativa y podría llegar el día en el que sea cada vez más difícil para las tropas de Moscú continuar con la ofensiva en Ucrania", sopesa Luzin.

Sin embargo, es importante señalar cómo "Rusia ha demostrado una gran resiliencia y adaptabilidad al librar la guerra. Cuando una capacidad se ve perturbada, se apoya en otra. Así que estas pérdidas debilitarán los ataques rusos y ayudarán a la defensa ucraniana, pero por sí solas no traerán la victoria. En el mejor de los casos, contribuirán a producir un punto muerto", tercia Cancian, del CSIS.

Hay muchos elementos en juego. Los analistas todavía tratan de calcular el impacto de las sanciones internacionales para el reemplazo y reparación de los sistemas de armas más modernos y cómo esto podría disparar los costes en una industria sobrecalentada. Por el momento, la economía rusa no ha sufrido la debacle que muchos pronosticaron y resiste firme pasados dos años de guerra. De hecho, en términos militares, Moscú va camino de producir hasta tres veces más proyectiles de artillería que Estados Unidos y Europa, según estimaciones de inteligencia de la OTAN publicadas por CNN.

"En términos de arsenal, Rusia está en un momento más sostenible que hace un año. Hicieron un gran trabajo para movilizar su capacidad de producción y cambiar hacia una economía de guerra. Tuvieron un lapso en el que los envíos de Corea del Norte ayudaron a mantener la ofensiva, pero ahora han aumentado su producción interna de munición y blindados", apunta Gorenburg.

El acelerón de la industria rusa será un factor clave para la siguiente ofensiva que preparan las tropas de Putin, que muchos esperan para finales de año. Mucho antes de que Rusia vaya a sentir el desgaste militar. "Su objetivo es romper Ucrania entre 2025-2026. Si ves las previsiones de presupuestos militares de Rusia, suben hasta esa fecha y luego comienzan a decaer. Así que la pregunta es, ¿cuánto tiempo pueden aguantar? ¿Qué pasa si no avanzan en un año o dos? Entonces llegarán los problemas de sostenibilidad", concluye el analista.

Las imágenes, grabadas desde el mar con cámaras térmicas en blanco y negro, son difíciles de seguir. Se ve la inestable silueta de un barco captada desde diferentes ángulos. Y, de repente, una doble explosión. A la primera detonación le sigue una inmensa bola de fuego que engulle la embarcación. "Otro mal día para la Flota rusa en el mar Negro", se burlan las Fuerzas Armadas ucranianas al publicar el video de la operación el pasado 5 de marzo.

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