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Los 'sucesos de Camboya': cuando España cambió un reino por dos elefantes
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Entre la leyenda negra

Los 'sucesos de Camboya': cuando España cambió un reino por dos elefantes

Fueron cuatro las expediciones que los españoles realizaron por las tierras del sudeste asiático. La historia las ha difuminado y la mayoría de escritos modernos las han pasado por el inevitable filtro de la leyenda negra

Foto: Visitantes en Angkor Wat, Camboya. (EFE/Mak Remissa)
Visitantes en Angkor Wat, Camboya. (EFE/Mak Remissa)
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Hubo un tiempo en que la presencia española en Asia fue poderosa. Las naves que capitaneaba Colón buscaban la tierra de las especias, el Lejano Oriente, y tropezaron con una masa terrestre llamada hoy América. Eso hizo que los esfuerzos de la Corona se centraran en esos nuevos dominios y poco a poco se fuera abandonando otra enorme masa de tierra y agua desconocida para Occidente, llena de islotes y riquezas, por la que habían merodeado las naves hispanas durante décadas. España, y también Portugal, fueron las primeras potencias europeas en llegar a los dominios de China, Zipango, India, Taiwán, Indonesia… y, desde luego, Filipinas, que fuera dominio español durante tres siglos.

Sin embargo, la mayor parte de esos viajes, luchas, encuentros diplomáticos y navegaciones que circundaron el continente se vieron borrados de la historia por el rodillo anglosajón y francés que se apoderaron siglos después de un relato que algunos investigadores como Juan Carlos Rey, miembro de la Asociación Española de Estudios del Pacífico y residente en Camboya, quieren rescatar. “El conocimiento del gran público sobre la presencia española en el sudeste asiático y región del Pacífico Occidental, de forma muy general, se limita a su presencia en las Filipinas y algo más restringido a las islas de las especierías o las Molucas. Sin embargo, el conocimiento en las áreas de tierra firme de Asia es prácticamente nulo”, dice a El Confidencial el también escritor y documentalista que está acabando un nuevo libro sobre estos hechos.

Y es ahí, en Camboya específicamente, donde empieza una historia que podría, asegura Rey, ser el guión de una película. “A finales del siglo XVI e inicio del XVII hubo unas intervenciones españolas para adentrarse en tierra firme del sudeste asiático. Estos acontecimientos que se denominaron como los 'Sucessos de Camboxa', y que están documentados en el libro de 1604 de Fray Gabriel de San Antonio titulado Breve y verdadera relación de los sucesos del Reyno de Camboxa, cayeron en el olvido, entre otras razones por las dificultades logísticas que conllevaban y reticencias de los jemeres, los habitantes de Camboya, a la presencia ibérica”, señala Rey.

Fueron cuatro las expediciones que los españoles realizaron por las tierras del sudeste asiático, entre las actuales Vietnam y Camboya, en 1596, 1599, 1603 y 1628. La historia las ha difuminado y la mayoría de escritos modernos las han pasado por el inevitable filtro de la leyenda negra. “Una gran mayoría de los historiadores modernos que han abordado los acontecimiento españoles en Camboya le han atribuido un acto de oportunismo y aventura, sin ninguna otra finalidad, cosa que no concuerda con la realidad si se tienen en cuenta las reflexiones y el análisis previo que marcó las expediciones. Esta visión, de una tropa compuesta de aventureros sin otro fin que el beneficio y la avaricia personal, la refuto con contundencia”, explica Rey, quien lleva meses buceando entre documentos y fuentes originales de la época.

Foto: Una vista del Pacífico desde las islas australes de la Polinesia Francesa. (Reuters)

España buscaba acceder al muy rentable comercio chino por una ruta distinta a la compleja y controlada vía marítima. Había la posibilidad de hacerlo por la retaguardia, por tierra, a través del río Mekong, cruzando unas tierras entonces poco interesantes desde un punto de vista económico y con un escenario político complejo a causa de las guerras internas entre el reino de Camboya y el reino de Siam, actual Tailandia. “La contienda en 1593 y 1594 del rey siamés Paramarājā IV contra el reino Khmer (Jemer) acabó con la conquista de Louvek, la capital del reino, obligando a su rey Sattha I a exiliarse y refugiarse, con su familia y séquito, en el vecino Laos. Sus dos hijos, Jayajeṭṭhā I y Paramarājā V, le acompañaron hasta Vientián, donde el rey depuesto estableció su nueva residencia”, explica Rey.

Pero entonces España era una potencia crucial en el tablero internacional y eso la convertía en un poderoso aliado. “El Reino de España, por aquel entonces, gozaba de un gran prestigio y de una capacidad militar muy superior a la de cualquier país de la región. Además, las dos coronas, Portugal y España, estaban bajo los monarcas Felipe II y Felipe III, en el periodo de tiempo que nos ocupa. La presencia Ibérica estaba muy bien establecida y se iba consolidando en el sudeste asiático y el limítrofe Pacífico por Malaca, Molucas, Taiwán, Filipinas, Carolinas, Marianas…”.

placeholder Una escena de batalla en un tapiz del Palacio Real de Nom Pen. (J. B.)
Una escena de batalla en un tapiz del Palacio Real de Nom Pen. (J. B.)

Eso era conocido por el monarca jemer exiliado, que decidió pedir ayuda a los hispanos para evitar que todos sus dominios cayeran en mano de los siameses de la antigua Tailandia. Para ello, usó a un luso, Diogo Veloso, y a un español, Gregorio de Vargas Machuca, a los que envió a Manila con un mensaje de amistad en el que prometía abrir sus tierras al cristianismo. “Desseo mucho ser Christiano”, decía la carta que portaba una comitiva que también llevaba una serie de regalos. Entre ellos, destacaban dos animales muy grandes que bajaron de los barcos. “Entre los obsequios enviados a Manila hay dos elefantes que fueron aceptados por el gobernador de las Filipinas y que causaron gran admiración entre los habitantes de Manila”, explica Rey. Camboya pedía a España soldados y misioneros para completar su misión.

Dos elefantes y un motín/fuga

El regalo tuvo una gran acogida, pero el gobernador de Manila en un primer momento optó por ser prudente y envío una misión diplomática exploratoria que se encontró con un escenario bélico. Los soldados del Reino de Siam habían apresado tesoros y armas de fuego junto a buena parte de los portugueses y un español que quedaban en el reino. Los hoy tailandeses decidieron entonces enviar el botín junto a los presos a la capital, Ayutthaya, por vía terrestre y marítima.

“Los portugueses y el español cautivos fueron enviados a la capital siamesa por barco, pero, y después de una rocambolesca historia digna de una película de acción, lograron hacerse con la embarcación que los llevaba presos y en vez de dirigirse a Ayutthaya pusieron rumbo a Manila, a donde llegaron en junio de 1594. Allí, contaron la historia y los acontecimientos acaecidos en Camboya, generando conmoción en las autoridades de Manila”, explica el investigador.

La afrenta desencadenó una respuesta ya militar por parte del gobernador de Filipinas. España decidió enviar una flota de tres barcos bajo el mando del capitán Juan Juárez Gallinato. La flota salió de Manila en enero de 1596 con destino a Camboya. Dos de los barcos llegaron sin contratiempos a Chutumuk, lo que hoy es Phnom Penh, mientras que el tercero, en él que iba Juárez de Gallinato, tuvo problemas causados por un temporal antes de embocar el río Mekong. En el trayecto hubo diversas altercados entre españoles y la tripulación china de los juncos (embarcaciones).

Foto: Réplica de un galeón español. (EFE/Fundación Nao Victoria)

¿Quién iba en esos barcos? “Las fuentes originales dicen literalmente: ‘El general Juan Xuares de Gallinato, con sus capitanes y ciento y veinte Españoles o Castillas, como comúnmente los llaman en aquellas islas, todos soldados viejos, y tan esforzados como mostraron en sus obras’. Llevaban también buena artillería. La tropa se componía de españoles, mercenarios japoneses y filipinos, e incluía a varios religiosos. Hay que señalar que también un borrico tomó parte en la expedición, lo que asombró a los lugareños de Camboya”, señala Rey.

La historia del burro muestra que lo que asombra no es el tamaño o forma de las cosas, sino lo inusual: a los españoles en Manila les asombró ver elefantes y a los camboyanos les asombró ver un borrico.

'¡Infundios!' británicos

Y la historia, al menos su relato, también enseña que está sujeta a interpretaciones. “Los estudiosos ingleses como Charles Ralph Boxer, el que rescató el Códice Boxer (manuscrito ilustrado de finales del siglo XVI sobre diferentes pueblos de la zona), han querido rebajar, sin justificación válida, la catadura moral de los expedicionarios, calificándoles de: ‘Un abigarrado grupo de soldados, vagabundos, filipinos y japoneses bajo el mando de los espadachines portugueses Diogo Veloso y Blaz Ruiz. El ejército zarpó en una flota de viejos barcos mercantes, aparentemente para ayudar a Satha, pero con el deseo de conquista colonial en el corazón’. Esto no concuerda con la realidad y aún menos teniendo en cuenta el liderazgo de Juan Juárez de Gallinato, un militar ejemplar que tomó parte en números batallas en esta zona del mundo. En fin, otro borrón en el libro de la leyenda negra organizada por británicos y franceses para desacreditar la presencia ibérica en el sudeste asiático”, asegura Rey.

La expedición tiene escaramuzas constantes con la población local china que vivía junto al río: “Las descortesías de tres mil Chincheos (chinos) y temerosos de perder, con la venida de los Castillas, el interesse que esperaban sacar del Reyno…soportaban muy mal los Castillas estas descortesías…”, recoge el libro de Fray Gabriel.

¿Cómo acaba esa expedición? “La expedición cumplió sus propósitos: devolver el trono a los herederos de Shata I, que ya había muerto durante su exilio en Laos, y acabar con el rey usurpador, que fue eliminado el 14 de mayo de 1596 por las tropas españolas. Sin embargo, este esfuerzo tuvo pocos réditos al sumergirse el reino de Camboya en guerras e intrigas por el trono. Eso dificultó los intereses españoles de expansión del comercio y la religión católica, aunque el prestigio de la influencia española quedó impreso en la memoria de los jemeres”, señala Rey.

Foto: Filipinas (Susana Arroyo) Opinión

Efectivamente, la huella española en Camboya se difuminó en pocos años completamente. El portugués Belloso y el español Blas Ruiz permanecieron en Camboya e incluso fueron nombrados gobernadores de las provincias de Bapano y Tran. Parece que ambos fallecieron en las revueltas ocurridas en 1598, pero faltan pruebas para atestiguarlo. En los años siguientes, hubo tres expediciones más enviadas desde Manila a las tierras del sudeste asiático, pero todas acabaron en sonoros fracasos y la muerte de la mayor parte de los expedicionarios.

Rescatar del olvido todo ese pasado en una tierra donde la huella española ha sido arrasada por la de británicos, franceses y holandeses que sí tuvieron una presencia constante y poderosa en los siguientes siglos es un trabajo arduo que realizan los miembros de la Asociación Española de Estudios del Pacífico. Fortalecer la huella de un pasado común en un determinado contexto histórico es una forma de entablar algunos puentes que sirvan de nexo de unión para fines políticos y comerciales. “La presencia económica de España en el Sudeste Asiático es extremadamente reducida”, aseguraba un informe del Instituto Elcano de 2021. Esa debilidad se mantiene en la que está llamada a ser la zona de mayor crecimiento económico en las próximas décadas. Hubo un tiempo que no fue así, como aseguran los Sucesos de Camboya.

Hubo un tiempo en que la presencia española en Asia fue poderosa. Las naves que capitaneaba Colón buscaban la tierra de las especias, el Lejano Oriente, y tropezaron con una masa terrestre llamada hoy América. Eso hizo que los esfuerzos de la Corona se centraran en esos nuevos dominios y poco a poco se fuera abandonando otra enorme masa de tierra y agua desconocida para Occidente, llena de islotes y riquezas, por la que habían merodeado las naves hispanas durante décadas. España, y también Portugal, fueron las primeras potencias europeas en llegar a los dominios de China, Zipango, India, Taiwán, Indonesia… y, desde luego, Filipinas, que fuera dominio español durante tres siglos.

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