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Estas son las razones que han convertido a Tailandia en el destino de moda
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Estas son las razones que han convertido a Tailandia en el destino de moda

Playas de ensueño, una gastronomía exquisita y gente encantadora. Cuando se piensa en el antiguo ‘reino de Siam’, estas son algunas de las primeras definiciones que acuden a la mente

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Playas de ensueño, una gastronomía exquisita y gente encantadora. Cuando se piensa en el antiguo ‘reino de Siam’, estas son algunas de las primeras definiciones que acuden a la mente. Sin embargo, los viajes a Tailandia son mucho más que eso, y en sus terrenos se puede disfrutar de experiencias únicas que no tienen lugar en ningún otro país. Al adentrarse en las fronteras de este destino que nunca pasa de moda, vas a descubrir un impresionante ‘tesoro’, literalmente hablando. Allí se encuentra la estatua de oro macizo más grande del mundo: nada menos que 5,5 toneladas de este metal precioso dan forma al famoso Buda de tres metros del templo Wat Traimit, en Bangkok.

El Buda parecerá invitarte a continuar tu aventura a través de Tailandia con su espectacular brillo y resplandor. Será solo uno de los atractivos que conocerás durante tu ruta por este país con forma de cabeza de elefante. Esta nación, fundada en el siglo XIII, acoge con agrado a todo el que quiere pasear por unos terrenos que nunca fueron colonizados por los europeos, y cuya historia y tradiciones han sabido conservarse a lo largo de los años.

Notarás el carácter amable de sus gentes nada más bajar del avión. Es posible que a tu llegada a Tailandia te reciban con las manos juntas delante del pecho. Tal y como recuerda la agencia de viajes PANGEA, este saludo conocido como ‘wai’ se suele acompañar de una inclinación de cabeza: cuanto más altas estén las manos, más respeto se mostrará. Los tailandeses son un pueblo tremendamente cortés, tanto, que no pisan el dinero porque muestra la cara del rey.

Tailandia también tiene unas tradiciones religiosas muy respetuosas: hay que descalzarse siempre antes de entrar a los templos y nunca se puede apuntar con los pies a las imágenes de Buda. Ten muy en cuenta que, aunque la fe predominante es la budista 'theravāda' –instaurada en la misma época en que se implantó el alfabeto 'thai'–, el rey es muy respetado. Conviene no olvidar estos consejos a tu llegada a Bangkok, la ciudad más grande y poblada de Tailandia. Allí, entre sus bulliciosas calles, se concentra buena parte de los templos más importantes del país, sobre todo en el margen del río que atraviesa su mapa, el Chao Phraya.

Dentro del recinto del Gran Palacio Real, que hasta el siglo XX fue residencia de ‘sangre azul’ y que fue levantado para conmemorar la fundación de la ciudad, se encuentra el famosísimo templo del Buda esmeralda: a pesar de ser una talla de jade de no más de 45 centímetros, es la más venerada del país. Junto al Gran Palacio Real se encuentra otra de las joyas que no te puedes perder en Tailandia: el templo Wat Pho donde descansa un Buda reclinado de 43 metros de largo. Además, en Wat Pho está la escuela de medicina tradicional del país y uno de los mejores lugares para disfrutar de un auténtico masaje tailandés.

placeholder Mercado en Bangkok. (Shutterstock)
Mercado en Bangkok. (Shutterstock)

Los ‘barrios rojos’ de Bangkok

Aunque el barrio rojo de Ámsterdam es quizá uno de los más conocidos del mundo (además del de París), en Tailandia son muy populares las zonas de Soi Cowboy y Nana Plaza. En esta última es donde se encuentran los ‘ladyboys’ y ‘tomboys’ que se dejan ver al pasear por sus calles o desde las alturas de un rascacielos. Bangkok es una ciudad que nunca duerme y, también durante la noche, es una buena opción subir a sus altos edificios para contemplar su ambiente a vista de pájaro. El Siroco es uno de los espacios en las alturas más frecuentados por los turistas por su aparición en la película ‘Resacón en Las Vegas’, aunque, en cuanto a espectacularidad se refiere, Vértigo le hace competencia.

Si necesitas reponer fuerzas durante tu recorrido por la capital tailandesa, déjate llevar por las costumbres locales y compra algo de fruta en mercados como el de Chatuchak, al aire libre, aunque para saciar el apetito en este lugar, conocido como JJ Market, tendrá que coincidir que sea sábado o domingo: sus más de 15.000 puestos (entre los que se incluye el de un chef español que prepara unas riquísimas paellas) solo abren los fines de semana. El contraste cultural se aprecia en cualquier rincón de la ciudad. De repente podrás encontrarte frente el MBK o Siam Paragon, un centro comercial de lujo y glamour, cuando acabas de dejar atrás el barrio de Tomburi donde se ubica el Wat Arun de fantásticos azules de cerámica y piezas de porcelana.

Un lugar con frontera a tres países

Para llegar a la norteña ciudad de Chiang Rai tendrás que coger el avión o el tren. Allí tiene lugar el encuentro entre tres países –Tailandia, Myanmar y Laos– pero, además de ser la región donde aparece esta confluencia, también en sus dominios surge el popular y llamativo Templo Blanco. Iniciado en 1997, el Wat Rong Khun es el templo contemporáneo más impresionante del país: todavía permanece inacabado, pero su autor añade continuamente figuras tan extravagantes como manos que parecen salir del inframundo o pinturas coloridas que aluden al mundo del cómic.

placeholder Chiang Rai. (Shutterstock)
Chiang Rai. (Shutterstock)

Cambiando solo una letra en el nombre de la ciudad llegará hasta Chiang Mai, una de las poblaciones más septentrionales de Tailandia donde llama la atención su muralla con forma de cuadrado perfecto. En el interior se respira un ambiente de paz repleto de monjes paseando, mercados llenos de vida y centros de masajes al más puro estilo 'thai'. No pierdas la oportunidad de conocer el Wat Doi Suthep, a las afueras de Chiang Mai, un templo situado en lo alto de la colina que da nombre a su construcción.

La zona norte del país es muy montañosa y alberga algunos de sus picos más altos, por lo que conviene llevar la cámara de fotos muy a mano para no perderse ni uno solo de los paisajes o templos que allí se localizan. Por ejemplo, el Wat Chadi Luang, el más alto de la ciudad hasta que un terremoto le arrebató ese honor a sus 100 metros. En los alrededores de esta construcción, donde antiguamente se protegía al Buda esmeralda, pasean monjes a los que les encanta entablar conversación con los turistas sobre cualquier tema.

Un masaje dado por presas

Chiang Mai también es una buena ciudad para darse un masaje y olvidar el estrés. A los turistas les llama la atención que el lugar con más fama para ello sea un correccional de mujeres ubicado en el centro de su mapa. Allí son las propias presas las que, con sus manos, hacen olvidar el estrés a los músculos mientras aprenden un oficio que forma parte de su programa de reinserción.

Con el cuerpo a punto, es buen momento para bajar hasta el sur y conocer las playas de Tailandia. Durante los meses del verano europeo, la región donde mejor tiempo hace es el Golfo de Tailandia: los turistas españoles ven en la isla de Koh Samui cierto parecido con la Marbella malagueña. Desde sus costas se puede llegar a las islas de Koh Pha Nga, lugar de origen de la conocidísima fiesta de la Luna Llena, y Koh Thao, cuna del buceo en el país. En Koh Nang Yuan aparece un espectáculo natural de impresionante belleza, pues la isla está unida por una lengua de arena que atraviesa el agua del mar.

Si el Golfo de Tailandia te había parecido precioso, espera a ver la zona del mar de Andamán. Sus múltiples islas son tan impresionantes que han sido escenario de películas internacionales. Es el caso de Phuket, que ‘prestó’ su Koh Tapu a James Bond en la película ‘El hombre de la pistola de oro’; o de Phi Phi Lee, que conquistó a Leonardo DiCaprio con su lago de agua salada color esmeralda en el rodaje de ’La playa’. Tampoco puede faltar la mención a la costa de Krabi, con sus características formaciones kársticas y su hermosa playa Railay Beach, a la que solo se accede por mar.

placeholder  Krabi.
Krabi.

La exquisita gastronomía tailandesa

Prepara tu paladar para un compendio armonioso entre el dulce, el amargo, el salado y, cómo no, el picante (‘pet’, en tailandés). La gastronomía de Tailandia es tan exquisita que ha sabido conquistar los estómagos de todos los que han tenido la suerte de probarla. Aprovecha tu viaje para apreciar los matices de sus platos, en los que el arroz es un básico tan esencial que, incluso, la palabra ‘comer’ se dice ‘kin kao’, cuya traducción literal sería ‘comer arroz’. El arte culinario está siempre presente en el país y, como ejemplo de ello, basta mencionar que si por cortesía quieren saber qué tal estás, lo harán empleando los mismos términos que para preguntarte si has comido [arroz] ya.

En Tailandia no hay alimentos prohibidos, aunque la ternera es poco frecuente, quizá por la influencia del hinduismo en el país. Es muy típico comer en puestos callejeros o en mercados, donde se pueden degustar platos con tanta tradición como el ‘pad thai’, una preparación de 'noodles' fritos con langostinos y verduras. Debes probar las ricas brochetas de carne conocidas como ‘satay’ y una ensalada picante de papaya verde y chili llamada ‘som tam’. Presta atención cuanto pidas tu menú pues, si no eres fan de las comidas picantes, deberás avisarlo con antelación.

También podrás aplacar tu sed con uno de los ricos y baratos zumos que preparan en Tailandia elaborados con frutas de temporada como el mangostán o el durián. Este último es un fruto que está riquísimo a pesar de desprender un olor tan nauseabundo que su incursión en hoteles, aeropuertos o taxis está prohibida.

Playas de ensueño, una gastronomía exquisita y gente encantadora. Cuando se piensa en el antiguo ‘reino de Siam’, estas son algunas de las primeras definiciones que acuden a la mente. Sin embargo, los viajes a Tailandia son mucho más que eso, y en sus terrenos se puede disfrutar de experiencias únicas que no tienen lugar en ningún otro país. Al adentrarse en las fronteras de este destino que nunca pasa de moda, vas a descubrir un impresionante ‘tesoro’, literalmente hablando. Allí se encuentra la estatua de oro macizo más grande del mundo: nada menos que 5,5 toneladas de este metal precioso dan forma al famoso Buda de tres metros del templo Wat Traimit, en Bangkok.

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