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Salir del comunismo para volver a la historia: los trágicos acontecimientos de Bakú en 1990
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La tragedia del 20 de enero

Salir del comunismo para volver a la historia: los trágicos acontecimientos de Bakú en 1990

La masacre de Bakú el 20 de enero de 1990 fue uno de los más capítulos sangrientos y significativos en la lucha contra la Unión Soviética y un símbolo de unión para el país

Foto: Un hombre camina por las calles de Azerbaiyán. EFE
Un hombre camina por las calles de Azerbaiyán. EFE

Los historiadores especializados en el final de la Unión Soviética no han dejado de hacerse la pregunta de si Mijaíl Gorbachov buscaba con su política de reformas una actualización del espacio soviético o su implosión. Parece evidente que el último presidente de la Unión Soviética no quería la desaparición del estado que él presidía, lo que resultó el fin de su trayectoria política. No fue exitoso en sus reformas, su proyecto descarriló. Después, Gorbachov entró en una fase de aplauso fuera de las fronteras de su país y de las exrepúblicas soviéticas. Le aplaudían los que veían el colapso de uno de los dos polos de la Guerra Fría, el fin del comunismo, que no el fin de la historia.

Pero los que vivieron desde dentro el final sangriento de la Unión Soviética y los episodios de represión de la población civil tienen un juicio muy distinto. El Kremlin del tardo-comunismo soviético reprimió con fuerza la población civil. Así sucedió en abril de 1989 en Tbilisi o en la masacre de enero de 1991 en Vilna. Pero dos episodios más de represión deben considerarse entre los más sangrientos de los últimos meses del mandato de Gorbachov. A finales de enero de 1991, los acontecimientos de las barricadas en Riga demostraron la resiliencia y la resistencia de las naciones y personas que vivieron bajo el dominio soviético.

Otro capítulo de resistencia a la represión civil son los acontecimientos de Bakú, Azerbaiyán, del 20 de enero de 1990, uno de los más sangrientos y significativos en la lucha contra el régimen comunista. Esta tragedia no solo tuvo un mayor número de víctimas que cualquier otro tipo de protestas del final de la Unión Soviética, sino que también envió un mensaje poderoso a todo el mundo y unió a una nación de 8 millones de habitantes que llevaba más de 100 años viviendo en el foco de los conflictos del Cáucaso Sur.

Los acontecimientos del 20 de enero de 1990 en Bakú se consideran el momento de máxima virulencia en el intento de dominio ruso sobre la región. El movimiento nacional en Azerbaiyán, ya muy vivo en aquellos años, y el conflicto de Nagorno-Karabaj son las dos causas principales de la tragedia. El potente despliegue de tropas en Bakú tenía como objetivo mantener el poder soviético que estaba perdiendo terreno en el conjunto de la Unión Soviética, pero especialmente en dos zonas: las repúblicas bálticas y algunas Repúblicas del Cáucaso Sur.

Foto: El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, da un discurso tras la rendición de los armenios de Nagorno Karabaj. (EFE/Roman Ismaylov)

Cabe destacar en este punto como los europeos occidentales siempre hemos prestado más atención a los movimientos de emancipación de las repúblicas bálticas —Lituania, Letonia y Estonia— que a los procesos de emancipación de Georgia y Azerbaiyán. Cierto es que las repúblicas bálticas hoy forman parte de la Unión Europea y que las consideramos más cercanas y conocidas.

La Europa del futuro, basada en la idea de la Comunidad Política Europea (CPE) impulsada por el presidente francés Emmanuel Macron, deberá prestar más atención a las grandes asignaturas pendientes de la consolidación de una Europa grande: los Balcanes occidentales, el Cáucaso Sur y el futuro de Ucrania. Es muy bienvenida y saludada la iniciativa de la CPE, un espacio de discusión y acuerdo político sin límites, pero es bueno recordar también que el Consejo de Europa en sus amplias fronteras actuales también engloba los mismos países, aunque quizás con algunas limitaciones que la hacen menos operativa. El Consejo de Europa, la más gran aportación del Congreso de la Haya de 1948, necesita una reforma y puesta al día.

El trauma de Azerbaiyán

Volvamos a la represión soviética del 20 de enero de 1990 en Bakú. Desde una perspectiva histórica, los acontecimientos de Bakú se convirtieron en uno de los primeros enfrentamientos que a causa del número tan elevado de víctimas desencadenaron una ola de reacciones como la desafección masiva de la población respecto al partido comunista, la resistencia en el conjunto del país, la oposición al régimen, la lucha desarmada contra el ejército, e incredulidad hacia el sistema. Veamos brevemente los antecedentes.

Al comienzo de estos trágicos acontecimientos del 20 de enero, las reclamaciones territoriales infundadas de Armenia contra Azerbaiyán a finales de los años 1980, así como la agresiva separación de los armenios radicales en la Provincia Autónoma de Nagorno-Karabaj de la antigua Unión Soviética y su deportación del país, estimularon la expansión del movimiento contra el Gobierno soviético en Azerbaiyán.

Asimismo, durante la primavera de 1989, tras la liberación de las prisiones de los activistas encarcelados durante la manifestación de noviembre-diciembre de 1988, los grupos políticos crearon el Frente Popular de Azerbaiyán (APF), una organización que rápidamente obtuvo apoyo en el conjunto de la república aún soviética. Es interesante mencionar que la estructura de la organización, su enfoque de la resistencia, así como algunos elementos de la plataforma, fueron tomados del Frente Popular de Letonia y el Frente Popular de Estonia y el movimiento Sąjūdis. Algunos líderes de la resistencia de los países bálticos incluso visitaron Bakú durante las protestas e intercambiaron opiniones sobre la futura cooperación en la resistencia unida contra el régimen soviético.

En la noche del 19 al 20 de enero de 1990, por orden de los dirigentes de la URSS, el Ejército soviético de 26.000 efectivos fue desplegado en Bakú, Sumgait y otras ciudades de Azerbaiyán. Como resultado de la tragedia de enero, 147 civiles murieron y 744 más resultaron heridos en la capital y regiones cercanas. Entre los muertos se encontraban mujeres, niños y ancianos, empleados médicos y policías. La mayor parte de los dirigentes del APF fueron arrestados, mientras que Azerbaiyán quedó cubierto por el trauma. El entierro de las personas que murieron el 20 de enero sacó a las calles a más de un millón de personas.

Foto: Fotografía de la ofensiva militar de Azerbaiyán en el Alto Karabaj. (EFE/EPA/Sargsyan OC Media)

Los acontecimientos del 20 de enero suponen un punto de inflexión no solo en la historia de Azerbaiyán, sino también en la de la URSS y de su último líder. Los hechos destruyeron la burbuja ficticia de una unión "voluntaria" de naciones "fraternales" y la "amistad de los pueblos" que se presentaron como valores fundamentales de la Unión Soviética.

Con estas olas de represión quedó tocada la reputación del "progresista y democrático" Gorbachov, cuyas políticas de glastnost y perestroika no consiguieron la modernización de la Unión Soviética sino una mayor competencia entre las repúblicas que la formaron. Para entender los acontecimientos en el Cáucaso Sur en las últimas décadas es muy relevante preguntarse por qué en 1988 el Kremlin permitió que fuerzas armadas armenias ocuparan parte del territorio de la República de Azerbaiyán. Ello nos llevaría a abrir la carpeta del histórico conflicto del Alto Karabaj, hoy prácticamente resuelto en los términos de las resoluciones de Naciones Unidas.

Los europeos occidentales hemos prestado mucha atención a los procesos de emancipación de las repúblicas bálticas. Quizás ha llegado el momento de entrar a comprender la lucha por la identidad nacional de las repúblicas del Cáucaso Sur en los estertores de la Unión Soviética. Hoy Georgia es país candidato a la integración a la Unión Europea, Azerbaiyán ya jugado un papel de país no alineado y equidistante que le hace tener hoy un papel geopolítico clave.

Armenia está en un aparente proceso de transición y cambio de aliados de final aún incierto. En un mundo dominado por los conflictos, es una buena noticia saber que uno de ellos ha quedado prácticamente cancelado. Un conflicto congelado menos. Queda aún pendiente la recuperación de la integridad territorial de Georgia y de Moldavia.

Despertar de la identidad nacional

En la confusión y el desorden de los últimos años de la Unión Soviética, el Kremlin permitió que el ejército de una república entrara en el territorio de otra república soviética, creando el agujero negro del separatismo en el Alto Karabaj que ha durado tres décadas.

Aquella herencia envenenada que dejó el liderazgo de Gorbachov, en una administración presidencial dominada por el componente armenio, ha sido derribada con el restablecimiento de la integridad territorial de Azerbaiyán. El país ha cancelado el régimen ilegal surgido como resultado del separatismo y las intrigas del final de la época soviética y los inicios del periodo postsoviético. Es conocido que las autoridades de la Unión Europea han apoyado en todo momento la integridad territorial de sus estados miembros. Si ello es así, la Unión Europea debería apreciar los esfuerzos de restablecimiento de la integridad territorial en el Cáucaso Sur y no mirar hacia otra parte o estar más pendiente de algunos votos en algunos países.

Foto: Baker, un dispositivo de 21 kilotones detonado en el Pacífico en el atolón de Bikini en julio de 1946, fue una de las primeras pruebas nucleares de Estados Unidos en la posguerra.

Para el pueblo azerbaiyano, los acontecimientos del 20 de enero de 1990 provocaron un despertar de la identidad nacional, unificación y descomunización de la sociedad. La tragedia también marcó el inicio de una nueva era de lucha por la independencia, y trajo la simpatía y el apoyo de Europa, Turquía y el resto del mundo a la nación azerbaiyana en su lucha contra un régimen comunista que no se reformó, sino que colapso con represión y menos aciertos de los que históricamente hemos querido ver desde la historiografía occidental.

Insisto: después de conocer bien las repúblicas bálticas es la hora de conocer como salieron del comunismo para devolver a la historia a los países de la Europa realmente oriental.

*Jordi Xuclà es profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Ramon Llull y vicepresidente del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo

Los historiadores especializados en el final de la Unión Soviética no han dejado de hacerse la pregunta de si Mijaíl Gorbachov buscaba con su política de reformas una actualización del espacio soviético o su implosión. Parece evidente que el último presidente de la Unión Soviética no quería la desaparición del estado que él presidía, lo que resultó el fin de su trayectoria política. No fue exitoso en sus reformas, su proyecto descarriló. Después, Gorbachov entró en una fase de aplauso fuera de las fronteras de su país y de las exrepúblicas soviéticas. Le aplaudían los que veían el colapso de uno de los dos polos de la Guerra Fría, el fin del comunismo, que no el fin de la historia.

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