Más artillería para los países bálticos: por qué serán la clave de la cumbre de la OTAN
Madrid acoge el próximo 29 de junio la cumbre la OTAN y habrá un frente sobre el que se debatirá en profundidad: ampliar o no la presencia militar de la Alianza en los países bálticos
A menos de dos semanas de la cita en Madrid, la esperada cumbre de la OTAN puede ser cualquier cosa menos tranquila. Hay posturas que chocan y habrá que ver cómo Jens Stoltenberg, su prorrogado secretario general, lidia con algunas de ellas. En el trasfondo, la crisis provocada por la guerra de Ucrania. Una guerra de la que algunos parece que están ya hartos, mientras que otros la sienten cada vez más próxima. ¿Serán los países bálticos quienes provoquen el choque?
A veces da la sensación de que a la invasión rusa de Ucrania nadie le ha tomado la medida correcta. Unos, los invasores, esperaban un desenlace rápido y contundente. Fracaso total. La Unión Europea apostó por las sanciones, convencida de que se podía estrangular económicamente a Rusia y derrotarla. Parece que tampoco, visto que Rusia, aunque venda menos materias primas, incluso ingresa más dinero que antes gracias a la desmesurada subida de precios.
Zelenski, por otro lado, clama a diario por más armamento, convencido de que puede resistir e incluso lograr una victoria militar. Norteamericanos y británicos le apoyan en esta tesitura y no dejan de enviar más y más material, mientras que franceses y alemanes se diría que se han cansado de estos ya casi cuatro meses de guerra —también de pagar las consecuencias en su economía— y están maquinando para conseguir una paz negociada, donde ambos contendientes, eso sí, se dejen algunas 'plumas'.
Entre medias, la OTAN va a celebrar su cumbre en Madrid, una reunión muy esperada, pero en la que se puede escenificar ese encontronazo de posturas tan diferentes. El detonante bien podrían ser las repúblicas bálticas, unos países con limitada capacidad defensiva frente a la potencia militar rusa, pero que sienten su aliento demasiado cerca. Desde la anexión de Crimea en 2014, perciben que son los siguientes en la lista y tienen buena parte de razón.
Presencia avanzada de la OTAN
Hasta 2014, la OTAN no contemplaba planes defensivos en su flanco este, más allá de lo que podría considerar normal en un clima de distensión. El conflicto del Donbás , con una actuación rusa de guerra híbrida de libro, al más puro estilo de la llamada 'Doctrina Gerasimov', hizo que se prestara mayor atención. Luego, la anexión rusa de Crimea, lo cambió todo. Aquello pilló a la Alianza con el pie cambiado. No se reaccionó en absoluto. Esto se ha reconocido así, pero a partir de ese momento se dejó claro que no iba a volver a ocurrir. Hubo declaraciones muy explícitas al respecto.
La primera reacción a aquel movimiento ruso fue la realización de importantes maniobras en el flanco este. Pero lo que de verdad puso de manifiesto la preocupación atlántica y el compromiso con la defensa de sus aliados, fue la creación de unas fuerzas multinacionales que se denominaron eFP o 'enhanced forward presence' (mayor presencia avanzada). Estas fuerzas se establecieron en 2017 y consistieron en la creación de cuatro contingentes multinacionales o 'battlegroups' con fuerzas de entidad más o menos equivalente a un Grupo Táctico y se instalaron en Letonia, Lituania, Estonia y Polonia.
Tras la invasión rusa de Ucrania, se acordó establecer otros cuatro grupos similares en Bulgaria, Hungría, Rumania y Eslovaquia. España participa en el 'battlegroup' de Letonia, donde tiene desplegados carros de combate Leopardo, VCI Pizarro, una unidad de zapadores y una batería de artillería con obuses M-109 de 155 mm y donde las tropas españolas desempeñan un papel destacado. Además, también se cuenta con el refuerzo de la defensa aérea con las misiones Baltic Air Policing o de policía aérea, para defender el espacio aéreo de estos países. Estas misiones, sin embargo, ya se llevaban realizando desde 2004.
El objetivo de esta fuerza multinacional no era el de contener con las armas una posible agresión rusa, para lo que resulta obvio que tendrían una capacidad limitada, sino manifestar la unidad y cohesión de la OTAN. Es por ello que se potenció que estas fuerzas tuvieran mucha participación multinacional. Tan solo el 'battlegroup' de Letonia, donde España es segunda fuerza tras Canadá, integra efectivos de 10 países. El mensaje a Rusia era claro: si tocas a uno, tocas a todos.
Nerviosismo en el Báltico
Pese a esta presencia de la OTAN en los países bálticos, estas pequeñas repúblicas no han dejado de manifestar una creciente intranquilidad a la vista de los movimientos de Putin. Esta inquietud llegó a su punto máximo con el amenazador despliegue de tropas rusas alrededor de Ucrania y en aquellos países se vivió una sensación de que 'luego nos toca a nosotros'.
Este nerviosismo se ha manifestado en una cada vez mayor presión por parte de estos países para que la OTAN incremente su presencia militar en sus territorios. Es la paradoja de la geoestrategia, pues mientras en algunos sitios se rechaza la presencia extranjera, en Letonia, Lituania y Estonia se pide a gritos. No se trata de demandas vagas y, según se desprende de las declaraciones de algunos funcionarios de la Alianza, estos países estarían reclamando presencia de cuarteles generales y fuerzas como mínimo de tamaño división, lo que supondría multiplicar por varios enteros el actual despliegue atlántico.
Estas demandas, en caso de ser aceptadas, incluirían centros de mando y de comunicaciones, unidades de ingenieros y de logística, pero sobre todo más tropas y equipo pesado. Sería necesario establecer potentes batallones acorazados, con carros de combate Leopard alemanes y de otros países, entre los que sin duda estarían los Leopardo 2E españoles, que tan buen papel hacen ya sobre el terreno. A estos se unirían sin duda unidades francesas, con sus Leclerc, británicas, con sus remozados Challenger II y, por supuesto, los Abrams norteamericanos.
También haría falta mucha artillería para contrarrestar el dominio ruso. Se necesitarían piezas de última generación, como el sistema sobre camión Caesar, de fabricación francesa y el PzH 2000 alemán, una de las mejores. Igualmente se contaría con artillería norteamericana como las piezas M-109 Paladin y artillería lanzacohetes con Himars y misiles de largo alcance ATACMS. Sin olvidar los esenciales radares de contrabatería.
De aceptar esto la OTAN, que no está nada claro, supondría un importante cambio de política estratégica, pues si la actual supone una defensa basada en la disuasión y en ir rotando pequeñas unidades multinacionales, la petición báltica supondría pasar a una defensa activa, es decir, una fuerza preparada para repeler una invasión rusa similar a la realizada en Ucrania. El cambio es grande, es de esperar que Putin no se lo tomara nada bien y no hay que olvidar que sigue disponiendo de un 'botón nuclear' que esperemos no llegue a utilizar jamás.
Esto chocaría, además, con algunos análisis que indican que, entre el pobre desempeño de las fuerzas rusas en la guerra, unido a las pérdidas sufridas, la capacidad del ejército ruso es inferior a lo esperado. En esas circunstancias, surgen voces que se preguntan si de verdad es necesario ese nivel de preparación defensiva —que ya sabemos que hay que pagar—, lo que no hace sino alentar las posturas más moderadas y un tanto 'buenistas' dentro del seno de la Alianza.
En este contexto de posturas encontradas, Estados Unidos sigue comprometido con el apoyo militar a Ucrania y se acaba de aprobar un nuevo e importante envío de armamento. Esta vez es un paquete por valor de 1.000 millones de dólares, lo que sumado a las ayudas anteriores, sitúa el total enviado a Kiev en más de 6.300 millones de dólares. Este último, además de asistencia, adiestramiento y material diverso, incluye elementos que pueden suponer un salto cualitativo para las tropas de Zelenski.
Lo más importante y novedoso serían los dos sistemas de misiles antibuque Harpoon en montaje terrestre y para defensa costera. Estados Unidos proporcionaría los lanzadores, pero los misiles saldrían del arsenal de otro país que no se ha especificado por el momento. Es de suponer que no se tratará de las versiones más modernas del misil, aquellas dotadas de sistema de guiado por GPS y que incluso les proporcionan una buena capacidad de ataque a tierra, pero solo el hecho de que Ucrania los ponga en liza —junto a los Harpoon daneses que ya ha recibido—, supondrá una gran amenaza para los buques rusos.
Además de la batería de Harpoon, llegan 18 nuevos obuses de 155 mm, los vehículos para remolcarlos y 36.000 municiones para los mismos. Más importante, también llegan más cohetes de largo alcance para los sistemas de artillería Himars así como "miles" de radios para comunicaciones seguras y sistemas de visión nocturna.
Un lugar llamado Suwalki
Les decíamos al principio que las repúblicas bálticas, Polonia también, tenían buena parte de razón en estar preocupados. El motivo es un lugar llamado Suwalki. Puede que muchos de ustedes nunca hayan oído hablar de él. Es tan solo una pequeña localidad al noreste de Polonia, pero si toman un mapa y observan las fronteras alrededor de este enclave, lo entenderán de inmediato.
El área de Suwalki tiene frontera con Bielorrusia por el este y Lituania y Kaliningrado por el norte. Es el corredor que une por tierra las repúblicas bálticas con el resto de la Europa occidental y, a la vez, es lo que separa el enclave de Kaliningrado del terreno controlado por Rusia. ¿Se imaginan un cóctel más explosivo?
Para el ultranacionalismo de Putin, que ha llegado a decir que ni los países bálticos ni Ucrania debieron separarse de Rusia, controlar el área de Suwalki es un objetivo estratégico, pues significaría la unión por tierra del territorio nacional —Bielorrusia ahora no es más que una 'provincia' rusa— con el enclave de Kaliningrado. Una separación con la que Rusia tuvo que tragar tras la desintegración de la URSS y la independencia lituana, pero que se vio acentuada con la incorporación de ese país y Polonia a la Unión Europea.
Todos los países del entorno son conscientes de que Putin ansía anexionarse ese corredor y evitar, como ocurre ahora, que los movimientos de ciudadanos rusos por tierra requieran de un visado de la Unión Europea. Por ello, estos países claman por una implicación aún mayor de la OTAN que disuada a los rusos de emprender acciones militares en esa área, que es considerada como el punto inmediato de acciones militares, si la guerra de Ucrania se tuerce definitivamente para los intereses del Kremlin.
Cojan ahora todos los ingredientes que hemos ido repasando. Pónganlos en el vaso de la batidora y denle al botón de encendido. Vamos a ver qué sale, de qué color y con qué sabor. Esto es lo que puede suceder en la cumbre de la OTAN. Unos querrán rebajar la tensión y lograr un acuerdo en Ucrania. Zelenski se negará en redondo y tendrá el apoyo de otros países. Entre medias, los países bálticos y tal vez Polonia también, clamarán por una mayor implicación militar. El resultado de ese 'batido atlántico' puede ser una extraña mezcla de sabor agridulce o directamente amargo.
A menos de dos semanas de la cita en Madrid, la esperada cumbre de la OTAN puede ser cualquier cosa menos tranquila. Hay posturas que chocan y habrá que ver cómo Jens Stoltenberg, su prorrogado secretario general, lidia con algunas de ellas. En el trasfondo, la crisis provocada por la guerra de Ucrania. Una guerra de la que algunos parece que están ya hartos, mientras que otros la sienten cada vez más próxima. ¿Serán los países bálticos quienes provoquen el choque?
- La guerra de Ucrania es un aviso a Occidente: toca prepararse para el combate simétrico Juanjo Fernández
- Golpe demoledor a Putin: Ucrania deja fuera de juego el buque ruso más moderno Juanjo Fernández
- Estas cuatro empresas están usando Ucrania como laboratorio de la guerra del futuro Manuel Ángel Méndez