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Gibraltar afronta elecciones y teme que la ganadora sea la soberanía española
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La pelea por la soberanía

Gibraltar afronta elecciones y teme que la ganadora sea la soberanía española

Fabian Picardo podría perder el poder tras 12 años de gobierno socialista y en la Roca temen que un cambio de interlocutor en plenas negociaciones del Brexit juegue ahora a favor de Madrid

Foto: Un agente de la policía de Gibraltar cierra la cancela que da acceso a cruzar el aeropuerto a los peatones. (EFE/A. Carrasco Ragel)
Un agente de la policía de Gibraltar cierra la cancela que da acceso a cruzar el aeropuerto a los peatones. (EFE/A. Carrasco Ragel)
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Por pequeños que sean, los porcentajes en política pueden tener tremendas consecuencias. Pasó en el Reino Unido con el referéndum del Brexit, en España con las últimas elecciones generales y puede ocurrir este jueves con los comicios en Gibraltar. Una diferencia de tan solo el 0,53% podría ser clave para que los conservadores del GSD, liderados por Keith Azopardi, arrebaten el poder a la alianza GSLP-GLP que encabeza Fabian Picardo, poniendo así fin a 12 años de gobierno socialista. Y ese 0,53% tiene también gran relevancia para Madrid en el marco de las negociaciones del Brexit, al permitirle jugar de otra manera sus cartas respecto a la cuestión de la soberanía. Esta es al menos la “gran preocupación” que existe en la Roca, según fuentes consultadas por El Confidencial.

No es que la posición de Azopardi sea diferente a la de Picardo. Ambos quieren un área común entre el Peñón —en el limbo desde 2016— y el espacio Schengen que elimine los controles en la frontera con España, la única terrestre, junto con la de Irlanda, que une ahora el Reino Unido con el bloque comunitario. Pero, según fuentes consultadas, el líder conservador no tiene ni el dominio sobre la materia ni los contactos personales atesorados por Picardo en esta última década. “¿Quién conoce a Azopardi en el propio Londres?”, se preguntan. Temen que el cambio de interlocutor en un momento crucial sea aprovechado por España para “intentar meter nuevos resquicios” tanto en materia de soberanía como en otras cuestiones técnicas, como el arreglo de importación de bienes.

Foto: Pesquero español denunciado por Gibraltar en agosto. (EFE/Carrasco Ragel)
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La sensación generalizada es que Picardo se sabría ya “todos los trucos”, mientras que a Azopardi le podrían meter “un gran gol”. No solo en el acuerdo del Brexit, sino también en las conversaciones sobre un posible pacto de cooperación militar entre Londres y Madrid que involucraría a la base naval de la Roca. Azopardi echa en cara a los socialistas no hacerle partícipe de los detalles actuales de las conversaciones. Y este es precisamente el punto que Picardo enarbola para pedir el voto, alegando que solo él conoce desde el inicio los entresijos de esas negociaciones sobre un Brexit que nunca quisieron la gran mayoría de los yanitos.

Fue el pasado 12 de septiembre cuando Picardo anunció la disolución del Parlamento y la convocatoria de elecciones para este jueves, coincidiendo con el día de la Hispanidad. La cita con las urnas estaba prevista para el último trimestre de este año y el líder socialista —que gobierna en el Peñón desde 2011— no quiso alargar el calendario. Su intención era conseguir un mandato renovado mientras en España se decide a quién poner en la Moncloa, una situación que podría alargarse hasta principios del próximo año.

Sin embargo, más allá de las negociaciones pos-Brexit, la pandemia, los problemas en la atención primaria en la sanidad y los retrasos en la construcción de viviendas de promoción oficial han ido desgastando al líder socialista. Los sondeos están sumamente igualados. Tras la retirada de Together Gibraltar, un partido de izquierdas, y solo con el independiente Robert Vásquez como alternativa, el bipartidismo vuelve a convertirse en protagonista. El escenario es tan incierto que la cita con las urnas de este jueves podría decidirse por tan solo un puñado de votos entre los apenas 24.682 gibraltareños que están llamados a las urnas.

A principios de este año, por un momento, se llegó a pensar que el anuncio de fumata blanca para un acuerdo pos-Brexit sobre Gibraltar sería inmediato. Después de que, en febrero, Londres y Bruselas lograran poner fin a la polémica sobre el Protocolo de Irlanda del Norte. Dadas las complejidades que eso entrañaba para un territorio de difícil convivencia entre católicos y protestantes, se pensó que se lograría el impulso necesario para resolver el asunto del Peñón, a priori más fácil. Pero las negociaciones terminaron encallando y las elecciones en la Roca y España las han dejado en punto muerto. La parálisis política no beneficia a nadie.

Foto: Paso fronterizo entre España y Gibraltar en una imagen de archivo. (Reuters/Jon Nazca)

El Brexit obliga a Madrid y al Peñón a encontrar una solución pragmática de convivencia. Alrededor de 30.000 personas cruzan a diario la verja. Entre ellas, 15.000 trabajadores, de los cuales 10.000 son españoles de una zona como la del Campo de Gibraltar donde pocas veces se baja de una tasa de paro del 30%.

En la Nochevieja de 2020, a pocas horas de que terminara el periodo de transición Brexit, Londres y Madrid consiguieron cerrar in extremis un principio de acuerdo para evitar los estrictos controles en la frontera. El texto contenía las directrices para cerrar un tratado entre la Comisión Europea y el Reino Unido sobre el Peñón. Pero se trata tan solo de una solución temporal que puede rescindirse en cualquier momento y que podría tener distinto recorrido dependiendo de si finalmente gobierna el PP o el PSOE en España.

Si se quiere flexibilidad en la verja, se debe externalizar la frontera Schengen al puerto y aeropuerto del Peñón. Pero eso obliga a la presencia de agentes de España (miembro Schengen). Y ahí está el quid de la cuestión. Sobre todo teniendo en cuenta que el suelo donde está construido el aeropuerto no estaba contemplado en el Tratado de Utrecht (1713-1715). Los británicos se hicieron con ello en el siglo XIX, cuando unas epidemias obligaron a desplazar la población al istmo.

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Lo que se ha planteado es que Frontex, la Agencia de Guardia de Fronteras y Costas de la Unión Europea —con la que, por cierto, el Reino Unido ha firmado esta misma semana un pacto preliminar de trabajo—, realice los chequeos durante un periodo de transición de cuatro años, tras el cual los funcionarios españoles asumirán el control. Pero para los gibraltareños, la idea de “botas españolas sobre el terreno” es una profunda línea roja, ya que rememora los tiempos del régimen de Franco, cuando se cerró la frontera en 1969, dejando a muchas familias divididas.

Foto: Ciclistas pasan por la frontera con Gibraltar, en la Línea de la Concepción, Cádiz. (EFE)

En las negociaciones se habla de “una zona de prosperidad compartida”, un eufemismo para evitar hablar de la soberanía sobre la colonia británica. Pero es la soberanía, al fin y al cabo, lo que ha marcado el contexto de los últimos 300 años y lo que dificulta ahora el ansiado acuerdo. Nadie quiere cerrar una verja que sacuda tanto la economía del Peñón como la de las regiones españolas aledañas. Pero, al mismo tiempo, nadie quiere firmar un término, un punto o una coma que puedan afectar al tema de la soberanía en un tratado internacional.

En este contexto, más allá de la cuestión Frontex, lo que estaría dificultando el avance es el marco regulatorio sobre la cuestión del aeropuerto. Cosas tan simples como, por ejemplo, aplicar normativa comunitaria o británica a las sillas de ruedas que se pongan a disposición de los pasajeros se podrían considerar una cesión de soberanía por una y otra parte.

Foto: Vista del peñón de Gibraltar. (EFE/A. Carrasco Ragel)

El pasado verano, el gobernador de la Roca, David Steel, acusó a España de ser responsable del estancamiento al haber pedido “un marco regulatorio sobre la gestión del aeropuerto que implica su jurisdicción española”, algo que considera “intolerable”. “En el Acuerdo Marco de Nochevieja de 2020, se dejó de lado el tema de la soberanía. Ahora España lo ha reintroducido”, denunció el representante de la Corona británica en Gibraltar a The Times.

Por otra parte, otro de los puntos que estarían impidiendo el avance sería el convenio en materia de seguridad y defensa que España quiere cerrar con el Reino Unido, con el que la cooperación militar se limita ahora al marco de la Alianza Atlántica, a la que ambos países pertenecen. No es que esté ligado oficialmente al acuerdo Brexit, pero, de alguna manera, Madrid sí lo habría querido tratar de forma paralela por el interés que tiene sobre el Estrecho.

Tras el Acuerdo de Nochevieja, se hablaba sin tapujos sobre las conversaciones para llegar a un pacto que facilitara la colaboración en la lucha contra el yihadismo, la ciberdefensa o las misiones militares conjuntas. Pero las “medidas de confianza” sobre la base naval del Peñón se han convertido en fuente de continuos roces y ahora cuesta que los implicados hablen de manera pública sobre esta cuestión.

“España quiere que el Reino Unido tenga que consultarla y, en última instancia, ceder ante ella"

El Reino Unido estaría dispuesto a cerrar un acuerdo de defensa con España similar al que ahora tiene con Italia, Francia o Alemania (cooperación, maniobras conjuntas, entrenamientos, entre otros). Pero se antoja más que complicado que, como miembro de los Five Eyes, se planteara compartir inteligencia. Asimismo, no está por la labor de permitir a Madrid algún tipo de uso conjunto de las instalaciones de Gibraltar. Tras años sin prestarle demasiada atención, la invasión rusa de Ucrania ha hecho que el Reino Unido haya vuelto a valorar la Roca como un global hub para defensa por la importancia de las operaciones navales en el nuevo contexto geopolítico. La base del Peñón representa un importante punto de recopilación de inteligencia con interceptación de comunicaciones por satélite, cables submarinos y otras vías electrónicas. También es una valiosa base logística para combustible, municiones y otros suministros, y un posible astillero de reparación de barcos.

Fuentes gibraltareñas consultadas apuntan que lo que España quiere es que “el Reino Unido limite su libertad soberana de acción en una región que considera, no sin razón, vital para la seguridad y los intereses nacionales”. “España quiere que el Reino Unido tenga que consultarla y, en última instancia, ceder ante ella para poder operar en la región”, señalan. El Confidencial se puso en contacto con el Ministerio de Exteriores español para corroborar esta versión, pero aún no ha recibido respuesta.

Foto: EC Diseño

Expertos en defensa consultados por este diario aseguran, no obstante, que España “no tiene la masa en el Estrecho para controlarlo plenamente”. Apuntan además que debería negociar el espacio con Marruecos y los intereses de todas las potencias importantes que necesitan transitar por la región: Estados Unidos, Reino Unido y Francia. Para controlar el Estrecho, según los analistas, España necesitaría un sistema de inteligencia, vigilancia y reconocimiento muy mejorado. Y buques, submarinos y aeronaves para interdicciones que cubran todo el espectro operativo, de manera sostenible. “Incluso si pudiera hacerlo, siempre tendría que pensar en las reacciones marroquíes ante cualquiera de sus acciones”, apuntan.

En definitiva, no parece que las negociaciones referentes al Peñón vayan a solucionarse a corto plazo. En Bruselas, hay interés en conseguir que avancen. En cualquier caso, se quiere dar su lugar a España que, como miembro del bloque, tras el Brexit logró que la UE le garantizara capacidad de veto para cualquier pacto que se alcanzara respecto a la Roca. Asimismo, Madrid consiguió que la UE mencionara, por primera vez, a Gibraltar como una colonia, uniéndose así al criterio que mantiene sobre el territorio la ONU desde 1967.

Por pequeños que sean, los porcentajes en política pueden tener tremendas consecuencias. Pasó en el Reino Unido con el referéndum del Brexit, en España con las últimas elecciones generales y puede ocurrir este jueves con los comicios en Gibraltar. Una diferencia de tan solo el 0,53% podría ser clave para que los conservadores del GSD, liderados por Keith Azopardi, arrebaten el poder a la alianza GSLP-GLP que encabeza Fabian Picardo, poniendo así fin a 12 años de gobierno socialista. Y ese 0,53% tiene también gran relevancia para Madrid en el marco de las negociaciones del Brexit, al permitirle jugar de otra manera sus cartas respecto a la cuestión de la soberanía. Esta es al menos la “gran preocupación” que existe en la Roca, según fuentes consultadas por El Confidencial.

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