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Dublín y el milagro económico: por qué no tiene sentido comparar el PIB per cápita irlandés con el español
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El 'milagro' de la isla esmeralda

Dublín y el milagro económico: por qué no tiene sentido comparar el PIB per cápita irlandés con el español

El crecimiento del Tigre Celta evitó que la UE entrara en recesión a finales del año pasado. Pero prácticamente toda su estructura se arma sobre un puñado de multinacionales de EEUU

Foto: Operadores del mercado trabajan en la sala de operaciones de la sede de la bolsa Euronext. (EFE/Christophe Petit Tesson)
Operadores del mercado trabajan en la sala de operaciones de la sede de la bolsa Euronext. (EFE/Christophe Petit Tesson)

¿Es posible que Irlanda, con una población de solo cinco millones, tenga el poder para cambiar las estadísticas de crecimiento de toda la eurozona? En contra de todas las previsiones generalizadas, la UE consiguió salvar —aunque fuera "por poco"— la temida recesión a finales del año pasado. Pese a la crisis energética y la consiguiente inflación récord, en lugar de registrar un crecimiento negativo en el último trimestre, se logró obtener una pequeña ganancia del 0,1%. Y el responsable de obrar el milagro fue Isla Esmeralda, el país de mayor crecimiento del bloque.

Lo cierto es que, desde hace tiempo, el Tigre Celta es una criatura extraña que lo convierte en objeto de análisis. Su crecimiento económico ni siquiera se detuvo durante la pandemia. Mientras el resto de economías se hundía, la irlandesa creció un 6,2%. En 2021, el crecimiento fue del 13% y para 2022 está estimado en un 12%, en comparación con el 3,5 por ciento en la eurozona en su conjunto. En España, en concreto, aún no se ha llegado todavía a los niveles de 2019.

Es habitual, de hecho, que se utilice la curva de crecimiento irlandesa como crítica política: si en 1990 Irlanda tenía un PIB per cápita de 10.331€, ligeramente por debajo del español, en 10.682€, en 2021 el PIB per cápita irlandés es de 83.990€, más de tres veces superior al español, que se cifra en 25.410€.

A simple vista, podría parecer un todo un modelo a seguir. Sin embargo, cuando se analiza bajo el microscopio, Irlanda ofrece una realidad mucho más compleja, ya que prácticamente toda su estructura se arma sobre un puñado de multinacionales estadounidenses que canalizan sus ganancias globales a través de sus sedes en Dublín, con un más que atractivo impuesto de sociedades de un 12,5%. Pero, teniendo en cuenta que a partir del próximo año se aplicará el gravamen global del 15% —tras el acuerdo de la OCDE—, quizá todo pueda desvanecerse cual castillo de naipes.

Por lo tanto, cuando se habla del milagro del Tigre Celta, ¿es real o artificial? "Es ambas cosas al mismo tiempo. Yo lo clasificaría como la mitad de un milagro temporal", asegura Eoin Drea, uno de los analistas expertos en la materia del think tank Wilfried Martens Centre for European Studies.

"Es real en el sentido de que la inversión de las multinacionales estadounidenses ha creado decenas de miles de puestos de trabajo directos en los últimos años. Estos puestos de trabajo tienen buenos salarios y esto, a su vez, ha creado más puestos de trabajo indirectos y ha llevado a un aumento de los ingresos fiscales para el Gobierno", asegura a El Confidencial. "Sin embargo, también es artificial y temporal, porque gran parte del crecimiento que se refleja en las estadísticas económicas irlandesas no es real, sino que simplemente refleja cómo estas empresas envían dinero a través de Irlanda para reducir sus facturas de impuestos globales. Un proceso que es perfectamente legal, pero que probablemente no será tan efectivo si las propuestas de la OCDE entran en vigor", añade.

Foto: Andrew Hassard, de 43 años. (C. M.)

Cuando en 2016 se estimó que el traslado de los activos de propiedad intelectual de Apple a Irlanda contribuyó a la mitad del crecimiento milagroso del 26% del PIB registrado ese año, Paul Krugman, premio Nobel de Economía, ya advirtió sobre lo que denominó una "economía duende" en una columna en New York Times.

Muchas grandes empresas estadounidenses, incluidas Google, Apple, Meta, Intel y Pfizer, tienen sus bases europeas en Irlanda. La apuesta que se realizó hace más de dos décadas para el negocio digital del futuro fue arriesgada. Dublín era consciente de que bajar el impuesto de sociedades —lo que inicialmente llevó a una fuerte caída de ingresos públicos— no sería suficiente. Había que ofrecer toda una serie de incentivos para facilitar la creación de nuevas empresas. En definitiva, recrear un Silicon Valley a pequeña escala. Y funcionó.

Foto: Participantes en un desfile por el cementerio de Milltown, en Belfast, para conmemorar el aniversario del Alzamiento de Pascua de 1916. (Reuters/Clodagh Kilcoyne)

A día de hoy, se crean 40 empresas tecnológicas diarias que generan dos de cada tres nuevos empleos. El 12% de los trabajadores de Dublín son desarrolladores tecnológicos. Irlanda es el segundo país del mundo en inversión tecnológica per cápita y el tercero con mayor número de empresas tecnológicas por habitante. La Isla Esmeralda también es una potente sede para farmacéuticas y es un centro mundial para el arrendamiento de aeronaves.

Sin embargo, también existe otra realidad completamente opuesta. A principios de este año, uno de cada tres irlandeses aseguraba tener dificultades para llegar a fin de mes, según la encuesta anual WIN sobre la crisis del costo de vida realizada en 36 países.

En comparación con cualquier otra economía de Europa Occidental, Irlanda sufre enormes déficits de infraestructura: falta de vivienda, falta de transporte público en las ciudades (Dublín no tiene metro), conexiones de tren muy lentas, unas de las guarderías más caras de Europa (todas privatizadas), un sistema de salud muy pobre y caro.

En definitiva, se trata de un modelo similar al estadounidense, con impuestos relativamente bajos, pero servicios públicos deficientes en muchas áreas, por lo que le convierte en un lugar muy caro para vivir. La criatura extraña puede parecer muy exótica, pero no le faltan taras.

El gobernador del banco central de Irlanda, Gabriel Makhlouf, se defendía recientemente en una entrevista con Financial Times contra las acusaciones de que el modelo económico era tan solo algo ficticio. "Muchas personas piensan o llegan a la conclusión de que todo esto se trata de propiedad intelectual que se está moviendo en una nube y no es real. Pero este planteamiento es incorrecto. Las cosas, especialmente en la industria farmacéutica, se fabrican en Irlanda. Hay trabajos reales con gente real en fábricas reales. Hay una proporción notable de los 10 principales medicamentos del mundo que se fabrican en Irlanda. Una de las multinacionales más antiguas de Irlanda es Intel y también fabrica cosas", matiza.

Foto: Los comercios se engalanan para recibir al presidente de EEUU, Joe Biden, en Dundalk. (EFE/Tolga Akmen)

El empleo de la inversión extranjera directa ha aumentado un 8% en promedio en los últimos cinco años. La tasa de desempleo irlandesa se redujo a más de la mitad en los últimos siete años, situándose en abril al 3,9%.

No obstante, el propio banco central de Irlanda utiliza medidas alternativas de crecimiento para eliminar el impacto de las empresas multinacionales y obtener una mejor fotografía de la demanda interna. Una de estas herramientas es el ingreso nacional bruto (GNI, por sus siglas en inglés), que la institución espera que muestre un crecimiento mucho más lento del 5,9% (en lugar del 12% PIB) en 2022.

Por lo tanto, ¿milagro económico o burbuja a punto de estallar? "Irlanda realmente no es tan rica como cree que es", recalca Drea. El analista asegura que el modelo actual "de dos velocidades" (con las rentables multinacionales estadounidenses y sus empleos con buenos salarios, por un lado, y las empresas nacionales irlandesas, por otro, con un crecimiento menor) "podría durar en el mediano plazo de cinco a siete años, y tal vez incluso más si hay algún retraso en la implementación de las reformas de la OCDE". "Sin embargo, si estas propuestas se implementan en su totalidad, los ingresos fiscales probablemente se reducirían en al menos un 15% al año", señala.

Foto: Participantes en un desfile por el cementerio de Milltown, en Belfast, para conmemorar el aniversario del Alzamiento de Pascua de 1916. (Reuters/Clodagh Kilcoyne)

Los ingresos del impuesto de sociedades aumentaron un 48% el año pasado hasta un máximo histórico de 22.600 millones de euros. La recaudación de esta tasa es la segunda mayor fuente de ingresos fiscales (después del impuesto sobre la renta) para el estado irlandés: supuso el 27% de todos los ingresos fiscales en 2022, mientras que el promedio fue solo del 9% en los 38 países miembros de la OCDE en 2020 (último año del que se dispone de datos).

Un grupo de 10 multinacionales, todas empresas tecnológicas y farmacéuticas con sede en los Estados Unidos, son las responsables del 60% de la recaudación del impuesto de sociedades. Directa e indirectamente, las multinacionales estadounidenses emplean a más de 375.000 personas en Irlanda, aproximadamente el 15% de la mano de obra del país. En general, las compañías extranjeras representan alrededor del 53% de todos los impuestos sobre la renta pagados por los empleadores corporativos.

Impulsado por la ganancia inesperada en los ingresos por impuestos corporativos, se espera que el superávit presupuestario del Gobierno irlandés aumente aún más, a 10.000 millones de euros en 2023 y 16.000 millones de euros en 2024. En relación con el tamaño de la economía, esto sería equivalente a un superávit presupuestario de Estados Unidos de más de un billón de dólares en 2024.

Foto: Un hombre camina frente a uno de los Muros de Paz en Belfast. (Reuters/Johanna Geron)

Sin embargo, cuando la tasa del impuesto de sociedades aumente al 15% respecto su nivel actual del 12,5%, el Tigre Celta perderá su atractivo en comparación con otros países. Aunque Estados Unidos también aprobó el plan de impuestos mínimos en agosto de 2022, a pesar de la importante oposición política y del sector privado.
El Departamento de Finanzas de Irlanda estimó el pasado mes de enero que alrededor de la mitad de los ingresos por impuestos corporativos de Irlanda son "transitorios" y se perderán a medida que a partir del próximo año se implementen las nuevas normas tributarias. Se podría perder el equivalente a todo el presupuesto educativo irlandés.

En definitiva, el Tigre Celta se aproxima a otro acantilado poco más de una década después de que la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional tuvieran que rescatarlo de la inminente bancarrota tras la crisis de 2008, lo que dejó a Irlanda con uno de los niveles de deuda pública per cápita más altos del mundo.

Foto: El exprimer ministro Bertie Ahern, el 21 de marzo de 2023. Mostafa Darwish /EFE

Sin embargo, independientemente del inminente choque financiero, según Drea, "es poco probable que Dublín despierte pronto de su sueño americano". "La dependencia de Irlanda con las multinacionales estadounidenses es solo otra expresión de la afinidad del país con los Estados Unidos: la "herencia compartida" a la que hacen referencia los presidentes estadounidenses, desde John F. Kennedy hasta Ronald Reagan y Joe Biden", matiza.

Según el analista, los lazos con los Estados Unidos "preceden por mucho a la adopción de la integración europea por parte de Dublín y hacen que sea poco probable que Irlanda alguna vez tenga la misma intensidad de lazos económicos, culturales y de otro tipo con Francia, Alemania o el resto de la UE". No obstante, advierte que debe aprender a diversificarse.

Joe Biden, que hizo gala de sus raíces irlandesas en su último viaje a Dublín el pasado mes de abril, aseguró que "todo entre Irlanda y Estados Unidos es profundo". Y esta es la actual realidad económica de Irlanda. No obstante, Drea advierte que, a medida que el auge de los impuestos corporativos decaiga, "Irlanda debe asegurarse de que su sueño americano no se convierta en una pesadilla económica y financiera recurrente".

¿Es posible que Irlanda, con una población de solo cinco millones, tenga el poder para cambiar las estadísticas de crecimiento de toda la eurozona? En contra de todas las previsiones generalizadas, la UE consiguió salvar —aunque fuera "por poco"— la temida recesión a finales del año pasado. Pese a la crisis energética y la consiguiente inflación récord, en lugar de registrar un crecimiento negativo en el último trimestre, se logró obtener una pequeña ganancia del 0,1%. Y el responsable de obrar el milagro fue Isla Esmeralda, el país de mayor crecimiento del bloque.

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