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El ¿fin? de la era Boris: herencia envenenada para el sucesor y puerta abierta a su regreso
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la amarga despedida de la tentación rubia

El ¿fin? de la era Boris: herencia envenenada para el sucesor y puerta abierta a su regreso

El próximo primer ministro heredará una situación extremadamente compleja: el pacto del Brexit a punto de reventar, una inflación descontrolada y un desafío independentista que amenaza la integridad del propio Reino Unido

Foto: Boris Johnson anuncia su dimisión como primer ministro. (EFE/Tolga Akmen)
Boris Johnson anuncia su dimisión como primer ministro. (EFE/Tolga Akmen)
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En una ocasión, un 'tory' de alto rango bromeó diciendo que había dos tipos de primeros ministros: “Los que tienen que ser sacados a rastras del número 10 y los que tienen las uñas clavadas en las paredes”. En definitiva, ninguno quiere marcharse. Pero ahora se puede agregar una tercera categoría: la salida 'estilo Boris'. No se recuerda en la historia reciente algo igual. La ambición rubia presentaba finalmente este jueves su renuncia. Pero no sin antes protagonizar las 24 horas más esperpénticas de la política británica.

Tras la dimisión de más de medio centenar de cargos de su Gobierno —y el inaudito despido de Michael Gove al intentar explicarle que la situación era ya insostenible—, el propio jueves por la mañana los asesores de Boris Johnson estuvieron con él en lo que los presentes describieron como conversaciones “locas” sobre si era realmente posible, como todavía creía el primer ministro, seguir adelante. El excéntrico político se aferraba a la convicción de que tenía un mandato personal que le habían dado 14 millones de votantes en las elecciones de 2019, argumentando que los parlamentarios 'tories' estaban equivocados al intentar destituirlo. Finalmente, asumió su derrota.

Pero fue una despedida amarga. En su discurso no incluyó en ningún momento un “lo siento”, que algunos esperaban después de todas las mentiras vertidas, ni tampoco agradecimientos al Partido Conservador o a sus compañeros de Gobierno. Solo habló en términos de su relación con el electorado, como si sus propias filas fueran una parte accidental en su estancia en Downing Street. Reflejaba así la relación transaccional en la que, a sabiendas, ambas partes entraron cuando los 'tories' lo eligieron como su líder en 2019. Pero también la sensación de traición que Johnson ha sentido durante todo este tiempo.

“He tratado de persuadir a mis colegas de que sería excéntrico cambiar de Gobierno cuando estamos ejecutando tanto, cuando tenemos un mandato tan amplio y cuando en realidad estamos a solo un puñado de puntos por detrás en las encuestas —recalcó—. Pero, como hemos visto, el instinto de rebaño en Westminster es fuerte”, aseguró en su breve comparecencia en la puerta del número 10.

Boris tóxico

Johnson ha dimitido como líder del Partido Conservador, pero, de momento, se quedará como primer ministro hasta que sus filas elijan un sucesor —quien se mudará automáticamente a Downing Street sin necesidad de elecciones—. Es un proceso formal para evitar que el Gobierno se quede huérfano durante las próximas semanas, como en la dimisión de David Cameron y Theresa May.

Sin embargo, Boris se ha convertido ya en una figura tan tóxica que son muchos los que piden que sea otra persona quien se quede como primer ministro interino. Sencillamente, no se fían de él y temen que en otoño vuelva a realizar uno de sus órdagos para crear una nueva crisis institucional. Su biógrafo, Andrew Gimson, cree que todavía le apetece otra oportunidad en la política de primera línea.

Durante la reunión que celebró el jueves con su Gabinete, Johnson se comprometió a “no poner en marcha nuevas políticas” ni a “imponer cambios de rumbo”. En cualquier caso, eso no es suficiente para algunos como el 'expremier' conservador John Major, quien envió una carta a Graham Brady, el presidente del Comité 1922 que reúne a los 'tories' sin cartera, para pedir su salida. “Por el bien del país, el Sr. Johnson no puede permanecer en Downing Street cuando no es capaz de mantener la confianza de la Cámara de los Comunes más tiempo del necesario para asegurar una suave transición de Gobierno”, recalcó.

Foto: Boris Johnson en una imagen de archivo. (EFE/Oliver)

Por su parte, el líder de la oposición laborista, Keir Starmer, anunció su intención de presentar una moción de censura para echar a Johnson, en el caso de que los conservadores le permitan mantenerse como primer ministro hasta el otoño. “Debe irse ya mismo. No puede aferrarse al puesto durante meses”, matizaba.

Los asesores de Johnson se han visto obligados a negar que una de las razones por las que el aún 'premier' quiere permanecer en el cargo sea para celebrar una fiesta de bodas por todo lo alto, planeada desde hace mucho tiempo para este verano en Chequers, la residencia que se pone a disposición de los jefes de Gobierno en la campiña inglesa.

Se busca 'premier'

Si bien la noticia de la última gran fiesta enfureció aún más a los parlamentarios conservadores, se dieron cuenta de que no existe ningún mecanismo para obligarlo a irse antes, a menos que los laboristas hubieran presentado una moción de censura contra el Gobierno. Pero los 'tories' no quieren ahora elecciones anticipadas. El próximo lunes se elegirá un nuevo ejecutivo del Comité 1922 y se aprobará el calendario para celebrar las primarias conservadoras. La intención es que el nuevo líder haya sido elegido ya para septiembre y no para la conferencia del partido en octubre, como esperaba Johnson.

Según la encuesta de la web Conservative Home —una biblia política para los 'tories'—, Ben Wallace, actual titular de Defensa, es el nuevo favorito para tomar el relevo, impulsado por su papel durante la invasión rusa a Ucrania. Oficial de la Guardia Escocesa, que, además, ha servido en el Parlamento escocés, se le considera un buen gestor de crisis. Y, con la guerra en Europa y la inflación en todo el mundo, los miembros conservadores esperan muchas crisis en los próximos meses.

Foto: Boris Johnson, rodeado de posibles candidatos a sustituirle. (Reuters)

Pero incluso sus compañeros más cercanos tienen dificultades para saber lo que piensa sobre la mayoría de los asuntos domésticos. Ha sido secretario de Estado de Irlanda del Norte y de Seguridad, pero no es dado a hacer discursos de gran alcance, por lo que su opinión sobre estas cuestiones sigue siendo bastante desconocida. Aquellos que ya están promoviendo a Wallace tienden a ser figuras cuyos intereses son primordialmente militares. Pero su estrategia para la batalla contra la inflación, que se espera supere el 11% este año, es mucho menos clara.

Otra de las grandes favoritas es Liz Truss, actual responsable de la diplomacia británica. Su manifiesta obsesión por la “libertad”, el libre comercio, los impuestos bajos y la reducción del Estado la han convertido en la favorita del núcleo duro conservador. Aunque ahora ha encontrado un serio competidor, Nadhim Zahawi, el nuevo titular del Tesoro, quien ya se ha manifestado a favor de revocar el aumento planificado del impuesto de sociedades del 19% al 25%. Habiendo llegado como un inmigrante kurdo incapaz de hablar inglés, la historia de fondo de Zahawi ciertamente encarna lo que Michael Howard llama el “sueño británico”.

Foto: Despedida de Boris. (Reuters/Peter Nicholls)

Pero lo mismo ocurre con Sajid Javid. Hijo de un conductor de autobús que llegó a Inglaterra desde Pakistán en la década de 1960, luce orgulloso sus orígenes humildes como una historia de superación personal. Javid —ex-Sanidad— y Rishi Sunak —ex-Tesoro y durante mucho tiempo gran favorito para reemplazar a Johnson— fueron los primeros en dimitir el martes. Por lo que el hecho de haberse alejado de la figura de Johnson les favorece.

La herencia envenenada

Sea quien sea, el sucesor se enfrentará a una herencia tremendamente compleja. A la difícil situación económica y los problemas de escasez de mano de obra agudizados por el Brexit, se suma la batalla que a día de hoy Londres tiene con Bruselas. Durante las largas y arduas negociaciones del histórico divorcio, el objetivo siempre fue el de pactar una separación ordenada que garantizara una buena armonía entre ambas partes.

Y, sin embargo, la tan temida guerra comercial podría ser ahora inevitable porque, tan solo 18 meses después de consumarse la salida de la UE, el Gobierno de Johnson pretendía violar el acuerdo alcanzado con la UE. En definitiva, violar un tratado internacional. El mes pasado, el Ejecutivo cumplió con sus amenazas presentando en la Cámara de los Comunes —de la mano de Liz Truss— la propuesta de ley con la que quiere cambiar, de manera unilateral, el llamado Protocolo para Irlanda del Norte, considerado el Santo Grial del pacto sellado con el bloque.

Foto: La ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon. (Reuters/Pool/Russell Cheyne)

Tras el Brexit, la provincia británica ha quedado con un estatus diferente al del resto del Reino Unido a fin de evitar frontera dura con la República de Irlanda, requisito indispensable para sellar la paz entre católicos y protestantes en 1998. Pero eso obliga ahora a realizar controles aduaneros a las mercancías intercambiadas con Gran Bretaña. Londres argumenta que la nueva carga burocrática —que a día de hoy no se ha implementado en su totalidad— no solo está provocando una escasez de productos, sino que, además, está creando tensiones políticas entre ambas comunidades. Tras el histórico triunfo de los católicos del Sinn Fein en las elecciones autonómicas de mayo, a día de hoy sigue sin haber Gobierno en Belfast, ya que los protestantes del DUP han bloqueado la agenda política.

Por otra parte, el sucesor deberá lidiar con el renovado desafío independentista escocés que amenaza la integridad del propio Reino Unido. La ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon, expuso la semana pasada una detallada hoja de ruta para celebrar un nuevo referéndum secesionista no vinculante el próximo 19 de octubre de 2023. Con o sin permiso de Londres.

En una ocasión, un 'tory' de alto rango bromeó diciendo que había dos tipos de primeros ministros: “Los que tienen que ser sacados a rastras del número 10 y los que tienen las uñas clavadas en las paredes”. En definitiva, ninguno quiere marcharse. Pero ahora se puede agregar una tercera categoría: la salida 'estilo Boris'. No se recuerda en la historia reciente algo igual. La ambición rubia presentaba finalmente este jueves su renuncia. Pero no sin antes protagonizar las 24 horas más esperpénticas de la política británica.

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