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Así ha sacado la guerra de Ucrania la suciedad escondida bajo la alfombra europea
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ANÁLISIS ECFR

Así ha sacado la guerra de Ucrania la suciedad escondida bajo la alfombra europea

La guerra de Rusia contra Ucrania ha forzado a la UE a lidiar con tres grandes problemas que llevaba años evitando. El bloque solo podrá influir en el nuevo orden mundial si logra mantener el Estado de derecho en casa

Foto: El primer ministro húngaro en una cumbre de líderes europeos. (Reuters/J. G.)
El primer ministro húngaro en una cumbre de líderes europeos. (Reuters/J. G.)

La Unión Europea se ha mostrado firme en su respuesta a la guerra de Rusia contra Ucrania. En bloque mantuvo su unidad a pesar de enfrentar varios obstáculos creados por el controvertido primer ministro húngaro, Viktor Orban. Los estados miembro decidieron apoyar a Ucrania —un país distante y desconocido para muchos ciudadanos de la UE— tomando acciones en materia de seguridad energética que moldearán su futuro. Hasta aquí, todo bien.

Pero la guerra también ha revelado las vulnerabilidades de la Unión Europea y ha servido como un recordatorio de los problemas que ha escondido bajo la alfombra. Durante años, los miembros de la UE trataron por todos los medios evitar tomar decisiones clave que les obligaría a enfrentar verdades dolorosas. Ahora, la guerra ha puesto en el foco tres de los mayores problemas internos de la UE. Los líderes europeos no pueden esconderse detrás de su ambigüedad habitual: una mala gestión de esta situación podría fácilmente sabotear la respuesta de la UE a la guerra de Ucrania.

El primer problema está vinculado al Estado de derecho. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sintió en primera persona la intensidad de la materia en el Parlamento Europeo esta semana. Muchos de los europarlamentarios estaban furiosos porque la Comisión aprobó el plan nacional de recuperación de Polonia, a pesar de los continuos ataques del Gobierno polaco contra la independencia judicial del país. Los críticos de Von der Leyen argumentan que, en vista de la agresión rusa, ha sacrificado los valores de la UE para mantener su unidad. En teoría, Polonia solo recibirá los fondos de la UE bajo el plan si resuelve los principales problemas que tiene en su sector judicial antes de finales de junio.

Foto: El mito centroeuropeo. (H. G. B.)

El país necesita reformar completamente su reglamento disciplinario para la judicatura, que viola el principio de independencia judicial y los tratados de la UE, según dictaminó la Corte Europea de Justicia en julio de 2021. El plan de recuperación nacional polaco acordado por Varsovia y Bruselas incluye compromisos concretos a ese respecto. Sin embargo, es poco probable que sea acatado por las autoridades polacas. Por su parte, la Comisión parece dispuesta a comenzar el desembolso de los 35.000 millones asignados a Polonia después de haber rehuido el asunto.

Hace poco, el partido gobernante de Polonia, Ley y Justicia, colocó a su propia gente —incluyendo amigos del ministro de Justicia, Zbigniew Ziobro, e individuos involucrados en campañas de difamación contra jueces polacos— en el Consejo Nacional de la Judicatura, el principal órgano responsable de preservar la independencia de los magistrados. Ahora tienen la potestad de supervisar el sistema judicial y nombrar jueces polacos durante los próximos cinco años.

Según la Corte de Justicia de la UE, estos nombramientos politizados violan los tratados y valores de la UE. Al dictar sentencia sobre estos nombramientos, la Corte definió un estándar de independencia judicial europea. Pero, en Polonia, es un crimen grave poner en práctica este estándar fundamental. Los jueces polacos se enfrentan a investigaciones disciplinarias, suspensiones y otros castigos si se refieren a ello. La nueva reforma judicial del Gobierno polaco, celebrada por la Comisión como los pilares de un acuerdo para el plan de recuperación, no soluciona este absurdo. En esta ruleta rusa, la Comisión simula estar jugando ajedrez.

Decidir nuestro futuro geopolítico

En cualquier caso, la presión de la guerra ha forzado a la UE a tomar una decisión en la saga del Estado de derecho. Parece que Varsovia recibirá sus fondos previstos en el plan de recuperación, incluso si ignora el veredicto del principal tribunal de la UE y se burla de su insistencia en respetar las normas y valores europeos. Esto dañaría la autoridad tanto de la Corte como de la Comisión. La UE habría perdido la batalla del Estado de derecho en un momento en el que nunca había estado tan cerca de la victoria. Y un fallo de estas proporciones tendrá repercusiones más allá de la esfera legal. Políticamente, haría incluso más complicado resolver los otros dos grandes problemas que la UE guarda bajo la alfombra.

Uno de ellos son las preocupaciones por la política de ampliación —otrora una historia de éxito que se ha convertido en una fuente de frustración y negación—. La UE ha sido deshonesta en su gestión de las aspiraciones de integración de países balcánicos como Macedonia del Norte y Albania, que han sido incapaces de comenzar las negociaciones de acceso a pesar de cumplir los requisitos para ello. Más importante aún: la UE ha sido incapaz de lograr que se desencanten con el proyecto europeo.

Foto: Imagen de la frontera polaca con Ucrania en los últimos días. (Getty/Sean Gallup)

La solicitud de Ucrania para acceder a la UE está forzando a Bruselas a asumir, por fin, una postura sobre su futuro geopolítico. Si la UE otorga el estatus de candidato a Ucrania, esto sería un movimiento simbólicamente poderoso. Si se niega, esto señalaría que el bloque no está preparado para la competición geopolítica que enfrenta. Para influir en el nuevo orden global, la UE necesitará un nuevo compromiso con su política de ampliación como un proyecto transformador estratégico para la próxima década.

Aquí es donde el dilema del Estado de derecho entra en escena de nuevo. A menos que la UE resuelva su crisis interna más severa, no habrá apetito para una ampliación y no habrá una política creíble a este respecto. Los escépticos de la ampliación prevalecerán, porque aceptar nuevos estados miembro parece suicida si la UE es incapaz de prevenir el tipo de retrocesos democráticos que se ven en Hungría y Polonia.

Solidaridad y confianza

Lo mismo se puede decir del tercer gran problema de la UE, que afecta a la solidaridad financiera. La guerra de Rusia contra Ucrania ha generado un gigantesco shock económico a través de la UE —uno que afecta a algunos estados miembro más que a otros—. Como durante los peores días de la pandemia, los temas de emitir deuda común y distribuir la carga financiera acechan en el horizonte europeo. La UE no debería dejar solos a los Gobiernos nacionales para absorber el impacto de los costos de la energía, acoger a refugiados ucranianos o apoyar la reconstrucción de Ucrania. Ni los estados miembro debería gastar tan poco en Defensa a nivel europeo.

Para enfrentar estos desafíos y limitar el impacto de la guerra, la UE debería comenzar con un esfuerzo coordinado, similar en tamaño al de los fondos del coronavirus. Cuando más claro quede que los Estados miembro pueden ignorar las normas acordadas en común, más improbable será que la UE logre la determinación para lograrlo. La solidaridad requiere confianza. Y la confianza requiere solidaridad. La Comisión todavía tiene el poder de asegurarse que la guerra en Ucrania fortalece al bloque. No debería dudar en utilizarlo.

* Este artículo fue publicado originalmente en el European Council on Foreign Relations (ECFR) bajo el título 'Rule of three: How unfinished business threatens the EU'

La Unión Europea se ha mostrado firme en su respuesta a la guerra de Rusia contra Ucrania. En bloque mantuvo su unidad a pesar de enfrentar varios obstáculos creados por el controvertido primer ministro húngaro, Viktor Orban. Los estados miembro decidieron apoyar a Ucrania —un país distante y desconocido para muchos ciudadanos de la UE— tomando acciones en materia de seguridad energética que moldearán su futuro. Hasta aquí, todo bien.

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