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Las dos caras de Orbán: aislado en Europa por la guerra, favorito en las urnas en Hungría
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Las dos caras de Orbán: aislado en Europa por la guerra, favorito en las urnas en Hungría

Un Viktor Orbán más aislado que nunca en el tablero europeo por su cercanía a Vladímir Putin se enfrenta a unas elecciones en las que es favorito

Foto: Orbán, durante la campaña electoral de las últimas elecciones. (Getty/Laszlo Balogh)
Orbán, durante la campaña electoral de las últimas elecciones. (Getty/Laszlo Balogh)
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Viktor Orbán es ya el decano del Consejo Europeo: lleva prácticamente doce años en el foro de jefes de Estado y de Gobierno de manera ininterrumpida. Tras la salida de la alemana Angela Merkel es el que más experiencia tiene. Pero en ningún momento, a lo largo de esta década larga, el primer ministro de Hungría ha estado más solo, más aislado, con menos aliados. Y aunque va por delante en las encuestas, en ningún momento desde hace más de una década se ha enfrentado el líder de Fidesz a unas elecciones más ajustadas. Los húngaros acuden a las urnas este domingo 3 de abril, pero ese día se seguirá con atención en todo el continente.

En los últimos tiempos, el líder húngaro se ha ido quedando cada vez más solo en la escena europea. Primero fue expulsado del Partido Popular Europeo (PPE) y desde entonces ha fracasado en el intento de establecer una fuerza conservadora alternativa en el Parlamento Europeo. Después, Budapest, siempre acosada por Bruselas por su deriva autoritaria, ha mantenido su pulso con la Comisión Europea, mientras que el Gobierno ultraconservador de Polonia, que también está bajo el foco de Bruselas por su reforma judicial, ha intentado buscar la manera de aplacar los ánimos del Ejecutivo comunitario, lo que ha dejado todavía más expuesta a Hungría.

Foto: El primer ministro húngaro Viktor Orbán en Moscú durante su rueda de prensa junto a Vladimir Putin. (EFE/Yuri Kochetkov)

Por último, la guerra en Ucrania ha marcado ya el aislamiento completo del líder húngaro. Durante estos años de deriva, Budapest siempre ha podido contar con la confianza de la extrema derecha europea y además de algunos aliados dentro del Consejo, en concreto del grupo Visegrado, conformado por la propia Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia. Pero el hecho de que Orbán sea el líder europeo más cercano al ruso Vladímir Putin y la negativa húngara a medidas más duras contra Moscú, a pesar de no haber bloqueado hasta ahora las otras sanciones, han puesto al primer ministro en el centro de atención. Y hasta sus socios de Visegrado han llegado a cancelar un encuentro de ministros de Defensa. Sus aliados más estrechos, los polacos de Ley y Justicia (PiS) que ocupan el Gobierno de Varsovia, también se han alejado a nivel político. "Veamos lo que pasa después de las elecciones", explicó el líder del PiS, Jaroslaw Kaczynski, después de expresar que no estaba conforme con las posturas del primer ministro húngaro.

El reto de la oposición

Por primera vez, Orbán se enfrenta a una oposición unida que ha planteado estos comicios como una de las últimas oportunidades que tiene el pueblo húngaro de descabalgar al antiguo líder liberal de la revuelta contra Moscú, pero que desde 2010 ha llevado a Hungría por la deriva autoritaria. Tienen muy pocas opciones, pero prácticamente en todas las capitales de la Unión Europea, y especialmente en las oficinas de la Comisión Europea en Bruselas, se escucharía un profundo suspiro de alivio si ganaran los comicios y pudieran gobernar. Sería el final de la era Orbán, una de continuo pulso con la Unión Europea, de una tensión sin precedentes que ha llevado a Budapest a rozar el punto de no retorno.

Si la oposición vence tendrá trabajo por delante. Tendrá que deshacer las reformas puestas en marcha por Orbán y que preocupan desde hace tiempo en el Ejecutivo comunitario. Tendrá que lograr que los fondos europeos se ejecuten correctamente, que vuelvan a abrir medios de comunicación independientes y levantar todos los puentes rotos entre Budapest y la Comisión Europea.

Foto: El líder opositor húngaro Péter Márki-Zay. (EFE/Marcelo Nagy)

Y nada de eso garantizaría que, al final, tuvieran éxito. En Bruselas son conscientes de que las opciones de que Orbán salga del Gobierno son mínimas. Pero también saben que el primer ministro húngaro ha trabajado desde hace tiempo para esa eventualidad. En más de una década se ha encargado de desarticular los medios críticos y entregarlos a sus aliados políticos, de establecer toda una red clientelar de empresas e intereses a su alrededor que ha regado con fondos europeos. En la capital comunitaria son conscientes de que si en Hungría hay otro Gobierno tendrá que luchar contra toda esa tela de araña que Orbán y sus cercanos han ido tejiendo alrededor de Budapest en los últimos años. La idea es que la salida del poder del primer ministro húngaro sea solamente temporal. Que las trincheras dentro de la administración, de los medios y de la economía estén cavadas, por si hay que utilizarlas.

El movimiento inicial prometido por el líder opositor, Péter Márki-Zay, si logra ganar las elecciones, será que Hungría se una a la Fiscalía Europea (EPPO), que investiga los delitos contra el presupuesto de la Unión. Sería un movimiento inteligente para garantizar que Budapest y su uso de los fondos europeos quedan bajo el radar de la nueva institución, que recientemente ha ordenado la detención del antiguo primer ministro búlgaro Boyko Borisov.

Una victoria de Orbán

El escenario más realista es que Orbán gane las elecciones este próximo domingo. Más aislado y solo que nunca en la escena europea, pero en el poder. El discurso que el pasado jueves 24 de marzo lanzó el presidente ucraniano Volodímir Zelenski contra el líder húngaro, frente a todos sus socios europeos, ha generado mucho resentimiento en Budapest y está generando una dinámica de enfrentamiento con Kiev que no es nueva. De manera pública, Orbán ha acusado a los ucranianos de estar trabajando para que la oposición gane las elecciones.

Pero si el primer ministro se mantiene en el cargo, la Comisión Europea tendrá que prepararse para un nuevo capítulo en su pulso. Para no afectar a los comicios, Bruselas todavía no ha activado una nueva herramienta de condicionalidad, que permite cortar fondos europeos a Estados miembros cuya violación del estado de derecho ponga en riesgo el presupuesto comunitario. Pero una vez los húngaros hayan votado, la presión de la Eurocámara y de algunos países crecerá de manera inmediata si Orbán vence.

Foto: El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, durante el Consejo de ministros de Defensa y Asuntos Exteriores de la UE.

Lo que se espera ahora es que la Comisión Europea utilice una mano mucho más dura contra Hungría que contra Polonia. Primero, porque Varsovia se ha intentado acercar a Bruselas para prevenir un choque frontal y un corte de los fondos. Segundo, porque el caso contra Polonia es mucho más complejo y difícil. Y tercero porque el Gobierno polaco está asumiendo el peso de dos millones de refugiados ucranianos y ha construido un importante capital político como principal fuerza opositora del Kremlin dentro de la Unión Europea, también con el objetivo de amortiguar cualquier acción del Ejecutivo comunitario.

Ese choque directo con Budapest por la cuestión del Estado de derecho puede hacer que Orbán cambie de perfil. Para hacer sostenible su Gobierno durante esta década y pico, el primer ministro húngaro ha seguido una estrategia: mostrarse muy agresivo con Bruselas y la Unión a nivel nacional, y amagar con convertirse en un saboteador dentro de las instituciones europeas, pero sin pasar a la acción nunca.

Foto: Viktor Orbán. (EFE/EPA/Julien Warnand)

El temor en la capital comunitaria es que un Orbán que haya ganado las elecciones por poco margen, viéndose acorralado a nivel nacional por una oposición movilizada, y aislado a nivel europeo al ser abandonado por sus aliados, pase a ser mucho menos manejable, más agresivo e impredecible. Un ejemplo de un campo especialmente sensible son las sanciones contra Rusia, que requieren de unanimidad: si el primer ministro ve cómo se corta el flujo de fondos europeos al país y se siente solo, podría llegar a bloquearlas.

Los más optimistas ven en Orbán un realista que nunca se ha arriesgado tanto y que nunca lo hará. Es cierto que tampoco ha estado en ningún otro momento tan solo, con tantas dificultades fuera de Hungría. Pero defienden que el primer ministro prioriza su supervivencia política, e ir tan lejos como bloquear unas sanciones sería demasiado.

Viktor Orbán es ya el decano del Consejo Europeo: lleva prácticamente doce años en el foro de jefes de Estado y de Gobierno de manera ininterrumpida. Tras la salida de la alemana Angela Merkel es el que más experiencia tiene. Pero en ningún momento, a lo largo de esta década larga, el primer ministro de Hungría ha estado más solo, más aislado, con menos aliados. Y aunque va por delante en las encuestas, en ningún momento desde hace más de una década se ha enfrentado el líder de Fidesz a unas elecciones más ajustadas. Los húngaros acuden a las urnas este domingo 3 de abril, pero ese día se seguirá con atención en todo el continente.

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