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Marruecos y Argelia: enfrentados en el Magreb, ¿de la mano en la guerra de Ucrania?
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Neutralidad de Argel y Rabat

Marruecos y Argelia: enfrentados en el Magreb, ¿de la mano en la guerra de Ucrania?

Los dos países se han declarado neutrales en la guerra de Ucrania. Argel irá un paso más allá y llevará a cabo maniobras militares con Rusia cerca de la frontera marroquí

Foto: El presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, durante la reciente visita de Antony Blinken a Argel. (Reuters/Jacquelyn Martin)
El presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, durante la reciente visita de Antony Blinken a Argel. (Reuters/Jacquelyn Martin)
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Marruecos y Argelia, los dos pesos pesados del Magreb, tienen algo en común a pesar de estar enfrentados desde hace ya 60 años: se han declarado neutrales en la guerra de Ucrania. Era una actitud previsible de Argelia. Desde su independencia en 1962 mantiene estrechas relaciones con la Unión Soviética, primero, y con Rusia ahora. Es el primer cliente de su industria armamentística en África y el tercero en el mundo, después de China e India. Buen número de sus militares se han formado en academias rusas. De Marruecos no era de esperar esa actitud. La monarquía alauita siempre tuvo vínculos con Francia y ahora ha ahondado su nexo con EEUU. El presidente Donald Trump reconoció, en diciembre de 2020, la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Dio así un gran espaldarazo a la diplomacia de Mhoamed VI.

Foto: Jugadores argelinos muestran la bandera palestina en los cuartos de final de la Copa Árabe contra Marruecos. (Reuters/Ibraheem Al Omari)

Argel y Rabat no han ejercido su neutralidad de la misma manera. En las dos votaciones que se celebraron en la Asamblea General de Naciones Unidas sobre la invasión rusa de Ucrania, el 2 y el 24 de marzo, Argelia se ha abstenido. Marruecos, en cambio, no ha participado en la votación. Su embajador se ha ausentado incluso cuando, a finales del mes pasado, la resolución aprobada instaba a todas las “partes a respetar el acceso de la ayuda humanitaria” a aquellos que la necesitaban.

Nasser Bourita, el ministro de Asuntos Exteriores marroquí, no ha explicado esa súbita ausencia, aunque sí mantuvo en marzo conversaciones telefónicas con sus homólogos de Ucrania y Rusia. En círculos diplomáticos europeos en Rabat se interpreta el comportamiento marroquí en la ONU como un guiño a Moscú para evitar que vete una resolución del Consejo de Seguridad que le sea favorable sobre el Sáhara Occidental. Rusia tiene derecho de veto, pero hasta ahora solo ha expresado absteniéndose su disconformidad con las últimas resoluciones.

La silla vacía marroquí en votaciones importantes sobre el conflicto ucraniano ha suscitado malestar entre las capitales europeas. El embajador finlandés en Rabat, Pekka Hyvönen, puso un tuit el 25 de marzo recordando que, a diferencia de Marruecos, Mauritania “votó por la resolución humanitaria”. Ante el aluvión de críticas lo borró y pidió disculpas.

Foto: Imagen de la sesión de este miércoles. (Reuters/Allegri)

Quizás esa ausencia marroquí en la votación se traduzca también una cierta decepción con EEUU. El presidente Joe Biden ha mantenido la decisión de su predecesor de reconocer la soberanía de Marruecos sobre la antigua colonia española, pero no la ha ahondado. Washington no ha abierto, por ejemplo, un consulado en Dajla (antigua Villa Cisneros) como prometió Trump. A su paso por Rabat, la semana pasada, el secretario de Estado, Antony Blinken, no fue recibido por el rey Mohamed VI, que prolongó sus vacaciones de Pointe Denis (Gabón).

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, también expresó su disgusto por la neutralidad marroquí. Si en el país en el que están acreditados los diplomáticos ucranianos “no hay armas [para Ucrania], ni sanciones, ni restricciones para los negocios rusos”, entonces “han de empezar a buscar otro trabajo”, advirtió el 31 de marzo. A renglón seguido destituyó a la embajadora de Ucrania en Rabat, Oksana Vassilieva. Su decisión fue interpretada como una reprobación de la labor de su representante en Marruecos, pero también como la manifestación de su descontento ante la neutralidad de Rabat.

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Zelenski no hizo otro tanto con su embajador en Argel, Valery Kirdoda, porque sabía de antemano que no cabía esperar ninguna solidaridad de las autoridades argelinas. A través de las redes sociales, Kirdoda invitó, a finales de febrero, a los jóvenes argelinos a apuntarse “a la defensa de la seguridad de Europa y del mundo, uniéndose a los ucranianos”. El Ministerio de Exteriores argelino le llamó la atención y él retiró sus llamamientos.

Conexión Argel-Moscú

Durante su viaje al Magreb, la semana pasada, Blinken no mencionó a ningún país en concreto, pero sí dejó claro que le gustaría que sus interlocutores no fueran equidistantes. La guerra en Ucrania debería hacer que todas las capitales “reevalúen sus relaciones con Rusia y expresen su apoyo a la integridad territorial de otros Estados”, afirmó Blinken, según informó la agencia estadounidense Associated Press desde Argel. “Hay ocasiones en las que surge un asunto que es claramente blanco y negro”, añadió. “Es importante estar con las víctimas y con los principios que también han sido violados”, concluyó.

Amar Belani, un alto cargo del Ministerio de Asuntos Exteriores argelino, aseguró que interpretar las palabras de Blinken, como lo hizo Associated Press, como una presión a Argelia para que se aleje de Rusia era “una extrapolación malintencionada”. Sea como fuere, Argel no ha dudado estos días en hacer alarde de los lazos que le unen al Kremlin.

Su ministro de Asuntos Exteriores, Ramtane Lamamra, ha estado esta semana en Moscú al frente de delegación de la Liga Árabe que, partiendo de una iniciativa argelina, busca desarrollar sus buenos oficios. El embajador ruso en Argel, Ygor Beliaev, agradece constantemente la postura “equilibrada” ante el conflicto del país en el que está acreditado. En la reunión de la Unión Parlamentaria Internacional, que tuvo lugar en marzo en Nusa Dua (Indonesia), varios diputados del partido gobernante argelino rebatieron algunas de las críticas a Rusia.

Foto: Abdelmajid Tebboune, en una imagen de 2019. (REUTERS/Ramzi Boudina)

La exhibición más llamativa de esa amistad ruso-argelina la hizo, el martes 5, el mando Sur del Ejército ruso, que anunció que en noviembre desarrollará con Argelia maniobras militares en Hammaguir, al suroeste de ese país, a escasa distancia de la frontera de Marruecos. Será un ejercicio modesto, con tan solo 80 soldados de las fuerzas especiales rusas, pero con significado político en este momento en que las fuerzas armadas de Vladímir Putin están en guerra en Ucrania. El año pasado fueron los militares argelinos los que se desplazaron a Rusia para llevar a cabo maniobras en Tarskoye (Osetia del Norte).

Consciente, sin embargo, de que Rusia saldrá probablemente debilitada de su invasión de Ucrania y temerosa de la ayuda que Israel puede brindar a Marruecos, Argelia busca alianzas alternativas. Su prioridad es acercarse a China. El ministro Ramtane Lamamra viajó a Pekín en marzo. Ayer martes, se anunció la creación de la Algerian Chinese Fertilizers Company, una empresa mixta chinoargelina, que requerirá una inversión de 7.000 millones de dólares para producir en Tebessa (este de Argelia) 5.400 millones de toneladas de fertilizantes al año.

Marruecos y Argelia, los dos pesos pesados del Magreb, tienen algo en común a pesar de estar enfrentados desde hace ya 60 años: se han declarado neutrales en la guerra de Ucrania. Era una actitud previsible de Argelia. Desde su independencia en 1962 mantiene estrechas relaciones con la Unión Soviética, primero, y con Rusia ahora. Es el primer cliente de su industria armamentística en África y el tercero en el mundo, después de China e India. Buen número de sus militares se han formado en academias rusas. De Marruecos no era de esperar esa actitud. La monarquía alauita siempre tuvo vínculos con Francia y ahora ha ahondado su nexo con EEUU. El presidente Donald Trump reconoció, en diciembre de 2020, la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Dio así un gran espaldarazo a la diplomacia de Mhoamed VI.

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