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De Moscú a Gaza: este es el plan geopolítico de Argelia para plantar cara a Marruecos
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Argelia se siente cercada

De Moscú a Gaza: este es el plan geopolítico de Argelia para plantar cara a Marruecos

Argel trata de compensar la alianza Rabat-Tel Aviv promoviendo una reconciliación de las facciones palestinas enfrentadas y estrechando lazos con Rusia e Irán

Foto: Jugadores argelinos muestran la bandera palestina en los cuartos de final de la Copa Árabe contra Marruecos. (Reuters/Ibraheem Al Omari)
Jugadores argelinos muestran la bandera palestina en los cuartos de final de la Copa Árabe contra Marruecos. (Reuters/Ibraheem Al Omari)
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“Jugamos por la bandera de Argelia y de Palestina”, “Aquí no hay ni primas ni ninguna otra cosa que valga, jugamos por la bandera”. Hocine Benayada, lateral derecho de la selección nacional argelina, vociferó estas dos frases mientras él y otros miembros del equipo enarbolaban sendas banderas el 11 de diciembre en el estadio de Doha. Acababan de derrotar a Marruecos en un partido de la Copa Árabe de 2021.

Mientras que la independencia del Sáhara Occidental, respaldada siempre políticamente por el Gobierno en Argel, no era capaz de generar un gran sentimiento de entusiasmo entre los argelinos de a pie, la de los palestinos frente a Israel sí que cuenta con un ferviente respaldo. El acuerdo de cooperación militar entre Rabat y Tel Aviv, suscrito el pasado 24 de noviembre, y el recelo que ha despertado en Argel han contribuido a acercar la brecha que separa al Gobierno de una descontenta opinión pública, que hasta hace no tanto se manifestaba masivamente por un cambio de sistema político.

Foto: Unas misses durante el pase de bañadores en Eilat, Israel. (Reuters/Ronen Zvulun) Opinión

"El Mossad está en nuestras fronteras", titulaba en portada el diario argelino 'L’Expression' tras la visita a Rabat de Benny Gantz, ministro israelí de Defensa, para firmar ese acuerdo sin precedentes entre un país árabe y el Estado hebreo. Ambas potencias “conspiran contra la seguridad y la estabilidad de Argelia”, afirmaba Abu Al-Fadl Baadji, secretario general del Frente de Liberación Nacional, el partido hegemónico. Han establecido “una sucia alianza militar”, sostenía en diciembre Ramtane Lamamra, el ministro argelino de Asuntos Exteriores.

Antes de que Rabat y Tel Aviv concluyeran este “memorándum de entendimiento en materia de defensa”, la relación entre los dos 'pesos pesados' del Magreb ya se había deteriorado desde que, en noviembre de 2020, el Frente Polisario comenzó una guerra de baja intensidad contra Marruecos a lo largo del muro construido en el Sáhara Occidental por el Ejército marroquí. Sin la luz verde de Argel, los guerrilleros saharauis no hubiesen podido tomar tal iniciativa.

Se le acaba la paciencia

Aletargada cuando el país estaba presidido por un enfermo, Aldelaziz Bouteflika, la diplomacia argelina se moviliza ahora en varios frentes empezando por el del Sáhara. En septiembre se nombró, por primera vez, a un embajador (Amar Belani) para ocuparse específicamente del conflicto en esa antigua colonia española. En octubre, Belani osó criticar la resolución aprobada por el Consejo de Seguridad sobre el Sáhara, que tachó de “desequilibrada” y “carente de lucidez”.

La revelación, en julio, de que unos 6.000 móviles argelinos habían sido presuntamente espiados con el programa malicioso israelí Pegasus, operado por los servicios secretos marroquíes, y el espaldarazo dado por la diplomacia de Marruecos al Movimiento para la Autodeterminación de Cabilia, una región argelina de 7,5 millones de habitantes (17% de la población del país), colmaron la paciencia de Argel. A finales del verano rompió relaciones diplomáticas con Rabat, vetó su espacio aéreo a los aviones marroquíes y cerró en octubre el gasoducto Magreb-Europa del que se abastecía, en parte, Marruecos. La frontera terrestre entre ambos países ya fue clausurada en 1994.

Pese a contar con el mayor presupuesto de defensa de toda África (7.900 millones de euros en 2020) y a que la subida del precio de los hidrocarburos le proporciona una cierta bonanza económica, Argelia se considera amenazada. “La alianza de Israel con Marruecos significa que, a largo plazo, Rabat puede lograr la superioridad militar sobre Argel y ser la potencia dominante en la región”, afirmaba Riccardo Fabiani, investigador sobre África del Norte en el 'think tank' International Crisis Group.

Foto: Abdelmadjid Tebboune, presidente argelino, durante la ceremonia de juramento de su cargo. (Reuters)

A la alianza Rabat-Tel Aviv se añade otro factor de preocupación: la relación más que cordial que EEUU mantiene con Marruecos, al que vende armas —aunque el Congreso dificulta algunas compras—, con quien efectúa maniobras militares conjuntas y al que brinda un respaldo diplomático en el Sáhara. Washington secunda la oferta marroquí de conceder al territorio en disputa una autonomía. Marruecos está inmerso en un programa de modernización de sus 23 cazabombarderos F-16 y ha comprado a Lockheed Martin otros 25 que le serán entregados en 2024.

"La alianza Israel-Marruecos significa que, a largo plazo, Rabat puede lograr la superioridad militar sobre Argel y ser la potencia dominante"

Para intentar preservar su superioridad militar, Argel ha ahondado su relación con Rusia, a la que compra el 70% de su armamento, aunque este —sobre todo en aviación— suele ser de peor calidad que el occidental. Ha establecido también una discreta relación con Irán —que apoyó su ruptura con Marruecos— en materia de ciberseguridad, un ámbito en el que está casi 'in albis', según fuentes europeas de Inteligencia. En su guerra en el ciberespacio contra Israel, los iraníes han aprendido mucho sin llegar a alcanzar el nivel de su enemigo.

Los ministros de Asuntos Exteriores de Israel, Yair Lapid, y de Marruecos, Nasser Bourita, han acusado a Argelia no solo de introducir a Irán en el Magreb sino a la milicia libanesa chií Hezbolá para que entrene al Polisario. “Argelia está sirviendo de instrumento para la campaña iraní de exportación de la destrucción e inestabilidad en el norte de África”, escribía en diciembre el columnista marroquí Hassan Masiky. Los detractores de Argelia no han aportado, sin embargo, pruebas de los vínculos entre Teherán y la guerrilla saharaui.

Argelia trata también de dar una respuesta más política al incipiente eje Rabat-Tel Aviv apoyado a fondo por los Emiratos Árabes Unidos. Intenta convertirse en el adalid diplomático de la causa palestina. Dos semanas después de que Benny Gantz estuviese en Rabat, Mahmoud Abbas, el presidente de la Autoridad Palestina, era recibido en Argel con honores de jefe de Estado.

Reconciliar a los palestinos

Con motivo de su visita, su anfitrión, el presidente Abdelmajid Tebboune, anunció el 7 de diciembre una ayuda de 100 millones de dólares (89 millones de euros) para las arcas palestinas y la concesión de 300 becas para que jóvenes palestinos cursen estudios en universidades argelinas. Prometió además que Palestina sería el tema clave de la cumbre árabe que acogerá en Argel en marzo. Es probable que varios países árabes, empezando por Marruecos, no acudan a esa cita.

Más importante aún que estos anuncios es la labor de buenos oficios que intenta poner en marcha la diplomacia argelina para reconciliar a Fatah, la facción en cuyas manos está la Autoridad Palestina, y Hamás, que controla la franja de Gaza. Ambas están enfrentadas desde que en 2007 Hamás ganó las elecciones celebradas en los territorios palestinos, pero Fatah no reconoció su victoria y sigue gobernando en Cisjordania con todas las limitaciones que impone Israel. Hamás ha reaccionado positivamente ante la oferta mediadora del presidente argelino.

Foto: Escenas de destrucción en Gaza tras un bombardeo israelí. (EFE)

Tebboune y la cúpula militar argelina, que ejerce una gran influencia, sueñan con que los rivales palestinos sellen la paz en Argel. A lo largo de la historia, la diplomacia argelina se ha volcado, generalmente con discreción, con los palestinos sin, a diferencia de otros Estados árabes, inmiscuirse en sus disputas internas. Fue en Argel donde tuvo lugar, en 1983, el primer Consejo Nacional Palestino tras la expulsión de la Organización para la Liberación de Palestina del Líbano por Israel. Fue allí también, en 1988, donde ese mismo órgano proclamó la creación de un Estado palestino que sigue sin existir.

El 10 de noviembre de 1988 la fuerza aérea israelí trató de bombardear el Palacio de las Naciones de Argel, donde se estaba desarrollando la reunión del Consejo Nacional Palestino, según escribió Tom Cooper, un periodista especializado en aviación. Tres años antes, 10 aparatos F-15 israelíes habían destruido en la periferia de Túnez la sede de la Fuerza 17, el brazo armado mejor equipado de la Organización para la Liberación de Palestina. Argelia temía que Israel golpease de nuevo a los palestinos, esta vez en su capital. Desplegó tales medios militares para evitarlo que obligó a dar media vuelta al escuadrón israelí que se acercaba por el este a Argel.

“Jugamos por la bandera de Argelia y de Palestina”, “Aquí no hay ni primas ni ninguna otra cosa que valga, jugamos por la bandera”. Hocine Benayada, lateral derecho de la selección nacional argelina, vociferó estas dos frases mientras él y otros miembros del equipo enarbolaban sendas banderas el 11 de diciembre en el estadio de Doha. Acababan de derrotar a Marruecos en un partido de la Copa Árabe de 2021.

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