Es noticia
La guerra de Ucrania desata una batalla geoestratégica por los recursos clave de América Latina
  1. Mundo
washington y moscú mueven sus fichas

La guerra de Ucrania desata una batalla geoestratégica por los recursos clave de América Latina

EEUU y Rusia pugnan por conseguir el respaldo de América Latina, que cuenta con materias primas esenciales. La parálisis en la integración latinoamericana impide la coordinación y un papel más importante de la región

Foto: Protestas contra la invasión rusa en Caracas. (Reuters/Leonardo Fernández Viloria)
Protestas contra la invasión rusa en Caracas. (Reuters/Leonardo Fernández Viloria)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

La sacudida del tablero geopolítico mundial ha agitado América Latina. Nunca desde la Guerra Fría habían realizado Estados Unidos y Rusia tantos movimientos clave en la región en tan poco tiempo. Ambas potencias pugnan por asegurar y expandir sus centros de influencia en una parte del mundo donde se sentirán también las consecuencias de las sanciones intercambiadas por Washington y Moscú.

El principal escenario de esa pugna en los últimos días ha sido, contra todo pronóstico, Venezuela. Caracas parecía plenamente plegada a Moscú en los días previos a la invasión rusa en Ucrania. “¿Qué pretende el mundo, que el presidente Putin se quede de brazos cruzados, que no actúe en defensa de su pueblo? Por eso Venezuela anuncia todo su respaldo al presidente Vladímir Putin en la defensa de la paz de Rusia”, señaló Maduro el 22 de febrero, dos días antes del estallido de la guerra.

Foto: Nicolás Maduro. (EFE/Prensa Miraflores)

Era un discurso en consonancia con los profundos vínculos entre los dos países. Entre 2009 y 2013, Venezuela fue el quinto mayor destino de armas rusas, una cooperación que incluyó, e incluye, asistencia técnico militar. Un emblema de ese flujo de armas son los aviones Sukhoi del Ejército venezoano. Los envíos se redujeron a mediados de la pasada década, debido a la fuerte crisis económica que sufre el país sudamericano, pero la asistencia técnica continuó.

La vecina Colombia denunció, de hecho, que la Fuerza Armada Nacional Boliviariana (FANB) de Venezuela estaba desplegándose en la frontera entre los dos países, con asistencia técnica de Rusia e Irán, calificando los hechos como “injerencia extranjera”, aunque no mostró prueba alguna y parte de los analistas considera que son discursos destinados al consumo interno. Maduro reiteró su “firme apoyo” a Putin el primero de marzo, tras una conversación telefónica con la invasión plenamente en marcha.

Extraños compañeros de cama

Cinco días después, todo cambió. Una delegación de EEUU, capitaneada por el muy influyente Juan González —asesor del presidente Joe Biden y director del Consejo Nacional de Seguridad para el Hemisferio Occidental—, aterrizó en Caracas, con una importante propuesta para el presidente Maduro, a pesar de que Washington reconoce a Juan Guaidó como mandatario.

La Casa Blanca está dispuesta a reducir sanciones contra Venezuela y volver a comprar petróleo al país sudamericano si Caracas se compromete a realizar reformas democráticas, según la agencia Reuters y varios medios estadounidenses. El movimiento se enmarca en el contexto de la prohibición de importación de gas ruso a EEUU. Washington necesita suministros de petróleo sustitutivos, y ha mirado a Venezuela (también a Irán).

Maduro admitió, durante una —muy inusual— reunión con la plana mayor política y militar en el palacio de Miraflores, haber recibido a la delegación estadounidense, calificando, eso sí, de “mentiras” las revelaciones de la prensa internacional sobre la charla. El discurso hay que mirarlo con lupa. Maduro sigue refiriéndose a la guerra como “operación militar especial” y habló de la “desnazificación” de Ucrania, pero al mismo tiempo dijo estar dispuesto a elevar la producción de petróleo de su país a tres millones de barriles diarios “por la paz del mundo” y, además, anunció la reanudación de los diálogos con la oposición en México, que era uno de los reclamos de Washington.

Foto:  Nicolás Maduro aparece en una pantalla en la sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra. (EFE/EPA/Fabrice Coffrini)

No podrá elevar su producción significativamente sin asistencia técnica internacional. El desplome del petróleo venezolano (824.000 barriles diarios en 2021) ha propiciado un éxodo de los técnicos antiguamente empleados por PDVSA, que ahora se dedican a otros menesteres —algunos incluso son 'riders'— en los países de la región.

Caracas, eso sí, juega a dos bandas. La vicepresidenta, Delcy Rodríguez, se reunió en Turquía con el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, el pasado jueves, minutos después de que el funcionario del Kremlin se viese con su homólogo ucraniano. No trascendió a los medios el contenido de dicha conversación. Moscú ha estado muy presente en América Latina en las semanas previas a la invasión. Lavrov anunció a finales de enero que Rusia reforzaría la “cooperación estratégica” con Venezuela, Cuba y Nicaragua, sus tres aliados más fieles en la región, incluyendo la “cooperación técnica y militar”.

Diplomacia rusa en Latam

Unos días después, el viceprimer ministro ruso, Yuri Borisov, visitó Managua, Caracas y La Habana. La misma jornada de la invasión, el 24 de febrero, daba un discurso en la Asamblea Nacional de Nicaragua el presidente de la Duma estatal rusa, Vyacheslav Volodin, del partido de Putin, quien justificó la invasión como forma de “evitar una guerra a gran escala”.

La alianza entre Cuba y Rusia es histórica. Ambos países mantienen cooperación militar y comercial. Moscú ha desembolsado préstamos millonarios al Gobierno isleño y también tiene en Nicaragua intereses geoestratégicos. Managua agradece las inversiones rusas en sectores como el biosanitario. Ese apoyo, sin embargo, no es un cheque en blanco y, de hecho, el apoyo desde Cuba y Nicaragua se ha matizado en las últimas semanas.

Solo Bielorrusia, Corea del Norte, Siria y Eritrea votaron en contra de la resolución de Naciones Unidas para pedir que Rusia “deje inmediatamente de recurrir al uso de la fuerza contra Ucrania” y “retire inmediata, completamente y sin condiciones todas sus fuerzas militares” del país vecino. Cuba y Nicaragua se abstuvieron. Venezuela no votó porque no está al corriente de sus pagos al organismo internacional.

Foto: Una mujer camina frente a un mural de Daniel Ortega en Managua. (Reuters)

Bolivia, país presidido por Luis Arce, del Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales, también dio su abstención. El Gobierno llamó a "la paz" en Ucrania y expresó su “preocupación” por la situación en el país europeo, pero mantiene una situación ambigua. Morales se ha expresado en numerosas ocasiones en los últimos días, a través de las redes sociales, en contra de la OTAN y de las acciones de Occidente. Pero Morales no preside el país, e incluso es censurado por un importante sector de su movimiento, y el Gobierno de Arce ha moderado mucho sus mensajes.También se abstuvo El Salvador, país liderado por el inclasificable Nayib Bukele, que está a la gresca con EEUU, desde donde se han denunciado las tendencias autoritarias del presidente salvadoreño.

Sí votó a favor México, liderado por el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, quien, en cambio, se mostró en contra de unirse a las sanciones de Occidente contra Rusia aludiendo al principio “no injerencista” de su Gobierno en política exterior. También Argentina y Brasil, después de que sus presidentes, el centro izquierdista Alberto Fernández y el ultraderechista Jair Bolsonaro, se reunieran con Vladímir Putin en Moscú apenas unos días antes de la invasión, charlas cara a cara que fueron muy criticadas en sus países. Fernández llegó a ofrecer a Argentina como “la puerta de entrada de Rusia en América Latina”, en sus declaraciones junto a Putin. La foto, a días de la guerra, le ha hecho, sin duda, daño. Rusia ha intentado ampliar su influencia en Argentina, que compró a Moscú masivos envíos de la vacuna Sputnik.

Foto: Protesta contra la llegada de Bolsonaro a Italia. (Reuters)

En Brasil ha habido mucha controversia con la posición nacional sobre Ucrania. Bolsonaro dijo el pasado 27 de febrero que su país se iba a mantener “neutral” en el conflicto. Esa posición fue puesta en cuarentena por el vicepresidente y general, Hamilton Mourao, quien condenó la invasión y pidió apoyo militar para Ucrania. Los diplomáticos de carrera se posicionaron con el líder militar. Finalmente, Brasil votó a favor de la resolución, aunque no impondrá sanciones a Rusia. El resto de países sudamericanos también votaron en contra de Rusia, incluido Colombia, principal socio de EEUU en la región, que dio un paso adicional. El presidente derechista Iván Duque se reunió el pasado jueves en la Casa Blanca con Biden. La cita concitó mucha expectación. El líder norteamericano iba a dedicarle una mañana, con la que está cayendo, a un presidente sudamericano que termina mandato en agosto y cuyo partido, muy probablemente, no seguirá en el poder.

En la rueda de prensa posterior, se desveló la decisión de EEUU de designar Colombia como “aliado importante extra OTAN”, estatus que también tienen Brasil y Argentina. “Colombia es el eje, en mi opinión, para todo el hemisferio, del norte y del sur”, expresó el presidente estadounidense. Washington ha destinado más de 10.000 millones de dólares en ayudas a Colombia desde principios de siglo. La cooperación es amplia.

En los días posteriores a la invasión, un submarino nuclear estadounidense estuvo realizando ejercicios militares en la costa de Cartagena de Indias, algo que, lejos de ser ocultado, fue incluso publicitado por las televisiones colombianas. Como aliado extra OTAN, Colombia no tendrá derecho a garantías de seguridad en virtud del artículo 5, pero sí podrá recibir a modo de préstamo material y suministros, además de albergar arsenales de la Reserva de Guerra de EEUU y acordar entrenamiento específico para sus tropas. Esa alianza podría verse comprometida pronto. Colombia celebra elecciones en mayo. El izquierdista Gustavo Petro, mucho más distante de Washington que el actual Gobierno, es el principal favorito para ganar los comicios.

Foto: El candidato izquierdista chileno Gabriel Boric. (EFE/José Miguel Cárdenas)

América Latina también se verá muy afectada por las sanciones intercambiadas entre EEUU y Rusia. Algunos países, como los petroleros, podrían beneficiarse de un precio récord del crudo, además de un incremento de la demanda de combustibles fósiles. En esas están Venezuela —el país que más tiene que ganar—, Colombia, Ecuador, Argentina, México y Brasil.

Por contra, el incremento de los precios de las materias primas a buen seguro presionará la inflación de toda la región —menos, quizá, Venezuela—, afectando profundamente a los importadores. Los analistas creen que los mayores problemas se darán en América Central, donde la mayoría de países no producen materias primas, ni combustibles fósiles, ni son grandes exportadores agropecuarios, dependiendo de los productos llegados del exterior.

Quién tiene el grano

Especial es el caso de las potencias agrícolas Brasil y Argentina. Rusia y Ucrania son grandes abastecedores de grano —tienen un cuarto de las exportaciones mundiales de trigo— y alimentos, que ahora podrían ser sustituidos con productos de los dos gigantes sudamericanos.

Los 'peros' son, por un lado, la fuerte sequía que ha afectado este año a las regiones agrícolas. Por otro, la fuerte dependencia de los fertilizantes rusos. Moscú domina el 13% del mercado mundial de fertilizantes. El problema, para Brasil, es que más del 60% de los productos que utiliza en sus cultivos es importado de Rusia. El país sudamericano deberá ahora encontrar otra fuente de suministro, que probablemente propiciará un aumento de los costes de producción. Brasil y Argentina son también grandes productores de aceite de girasol, un producto que ya comienza a escasear en Europa, pero también muy afectado por la sequía. En un lugar complicado está Chile, un país importador de petróleo, que podría, eso sí, ser favorecido por el incremento de precios en productos mineros.

Foto: La luna se alza sobre la barriada de Petare en Caracas. (ReuterS/Jorge Silva) Opinión

A nivel comercial, en el conjunto de la región, las consecuencias de las sanciones y la guerra se sentirán, pero no serán críticas. El comercio de América Latina con Rusia y Ucrania apenas supone el 1,5% de las exportaciones e importaciones totales de productos de las grandes economías latinoamericanas. Podría afectar más a Brasil y Argentina, que se convirtieron en mercados alternativos para Rusia en productos alimenticios tras las sanciones impuestas contra Moscú por la guerra de Georgia y la anexión de Crimea, pero los analistas plantean que la balanza podría compensarse con mayores ventas a Europa. A nivel comercial, la región depende de EEUU, y cada vez más de China, la potencia que más gana en América Latina a nivel de influencia con la crisis generada en Ucrania.

La región no ha consensuado una postura común con respecto al conflicto y las sanciones. Cada país lleva el asunto por su cuenta. La heterogeneidad de gobiernos, que también ha generado una parálisis en la integración latinoamericana, impide una coordinación y priva a América Latina de un papel influyente en el panorama internacional.

La sacudida del tablero geopolítico mundial ha agitado América Latina. Nunca desde la Guerra Fría habían realizado Estados Unidos y Rusia tantos movimientos clave en la región en tan poco tiempo. Ambas potencias pugnan por asegurar y expandir sus centros de influencia en una parte del mundo donde se sentirán también las consecuencias de las sanciones intercambiadas por Washington y Moscú.

Petróleo Conflicto de Ucrania Alimentos Inflación Crisis Latam - América Latina
El redactor recomienda