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La soledad de Bolsonaro: así se ha convertido el presidente brasileño en un zombi político
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Aislado en el G-20 y acorralado en casa

La soledad de Bolsonaro: así se ha convertido el presidente brasileño en un zombi político

Acusado de crímenes contra la humanidad, es ignorado por la comunidad internacional en Roma

Foto: Protesta contra la llegada de Bolsonaro a Italia. (Reuters)
Protesta contra la llegada de Bolsonaro a Italia. (Reuters)

“Solo podía ser usted”. Con esta broma, la canciller alemana, Angela Merkel, decidió quitar hierro al pequeño incidente que el presidente de Brasil protagonizó en Roma, donde se acaba de celebrar la primera reunión presencial del G-20 desde el inicio de la pandemia. Durante una cena oficial, Jair Bolsonaro pisó 'sin querer' el pie de la canciller. Esta ocurrencia no tuvo mayores consecuencias. Bolsonaro se sentó al lado de la mujer más poderosa de la Unión Europea e incluso se permitió el lujo de bromear sobre aquel trágico 7-1, cuando Brasil perdió ante la selección alemana en el Mundial de 2014.

Posteriormente, Bolsonaro afirmó que tuvieron un excelente encuentro. “La Merkel me llamó para conversar durante 30 minutos y casi nos pusimos a bailar en el medio del salón, uno enamorado del otro”, afirmó en su habitual tono desenfadado. Pero la percepción del presidente brasileño está un poco lejos de la realidad.

La gran mayoría de los medios de comunicación de Brasil han retratado a un Bolsonaro totalmente aislado en Roma, incapaz de integrarse en los corrillos de los políticos más influyentes del planeta, en los que la propia Merkel conversaba cordialmente con su homólogo francés, Emmanuel Macron, y con António Guterres, actual secretario general de las Naciones Unidas.

Bolsonaro, que ha preferido no acudir a la cumbre del clima de Glasgow por miedo a posibles ataques a su política medioambiental, ha sido menospreciado incluso por el primer ministro de Italia. Mario Draghi rehusó apretarle la mano, porque Bolsonaro se resiste a ser vacunado.

La agenda política del líder brasileño fue bastante limitada. Hubo un encuentro de protocolo con el presidente de la República, Sergio Mattarella, y un par de reuniones con personajes menores en la jerarquía diplomática, como el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el grupo de los países más ricos del mundo en el que Brasil no fue admitido durante la era Trump, y el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom.

"Jair Bolsonaro es un hombre aislado en el mundo y con un estatus equivalente al de un líder de una republiquita decadente y sanguinaria”, resume Jamil Chade, uno de los periodistas especializados en relaciones internacionales más prestigiosos de Brasil. “El analfabetismo diplomático del Gobierno quedó evidente en Roma y eternizó a un hombre sin aliados, sin amigos, que despreció a otros líderes, que ofendió a los socios comerciales y que lanzó Brasil a la cuneta de la diplomacia”, agrega. El mandatario brasileño ni siquiera apareció en la foto de familia que todos los líderes se hicieron delante de la Fontana de Trevi.

Foto: Pancarta contra Bolsonaro durante una protesta en Copacabana. (Reuters)

El Grupo Globo, en su guerra particular contra un presidente que no ha parado de propagar noticias falsas desde su llegada al poder (tres por día, según un conocido sitio de verificación de datos), destacó que el presidente “mintió sobre la situación económica brasileña durante un encuentro con el presidente de Turquía”, al afirmar que “la economía de Brasil está volviendo a estar fuerte”. El principal telediario del país subrayó que el presidente “ignoró el crecimiento de la inflación, el desempleo, el alto valor del dólar, del precio de la gasolina y el desplome del PIB, y volvió a criticar a la prensa”.

Tampoco han dejado una buena impresión las protestas contra Bolsonaro en la ciudad italiana de Padua, a la que Bolsonaro había acudido para recibir el título de ciudadano honorario de Anguillara Veneta. Es la localidad de donde procedían sus antepasados, que emigraron a Brasil a finales del siglo XIX. Además de los enfrentamientos con la policía, en los días previos a la cumbre un grupo de activistas realizó un acto de sabotaje contra el Ayuntamiento de Anguillara Veneta, que acabó cubierto de excrementos.

Por si todo esto no fuese suficiente, Bolsonaro trató de forma hostil a los periodistas brasileños que estaban cubriendo su viaje, algo que se ha convertido en una costumbre a lo largo de su mandato. El personal responsable de su seguridad protagonizó un episodio infeliz. El corresponsal de la TV Globo, Leonardo Monteiro, recibió un puñetazo en el estómago y fue empujado con violencia. A Jamil Chade, que estaba documentando el ataque con su móvil, le arrancaron el teléfono de las manos y lo lanzaron al suelo. Otra periodista de 'La Folha de S. Paulo' también sufrió agresiones.

Varios políticos repudiaron estos hechos. “Bolsonaro se fue a pasear, a posar para la foto y a contar mentiras en Roma. Pensaba que el G-20 sería un palco para sus bravatas. Ignorado por los líderes, se convirtió en un chiste en los medios internacionales y prefirió recurrir a la violencia física. Solidaridad para el periodista agredido y repudio a esta vergüenza internacional", escribió el senador Renan Calheiros en sus redes sociales.

Calheiros, amigo del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, es hoy uno de los principales opositores de Bolsonaro. Ha sido el relator del informe final de la Comisión Parlamentaria de Investigación del Senado (CPI), que durante seis meses ha destripado la gestión de la pandemia del coronavirus realizada por el Gobierno. Aprobado a finales de octubre, este documento de más de 1.200 páginas imputa a Bolsonaro nueve delitos, entre ellos, crimen contra la humanidad por su omisión en la gestión de la pandemia. Además, el texto aporta numerosas pruebas sobre los intentos de corrupción en la compra de las vacunas; la incitación al uso de medicamentos sin eficacia contra el virus, como la hidroxicloroquina, y la creación de un gabinete paralelo al Ministerio de Salud, que supuestamente fomentó la propagación de la enfermedad para alcanzar la llamada inmunidad de rebaño.

El informe ya ha sido presentado a la Fiscalía General del Estado, a la Corte Suprema y al Tribunal de Cuentas. Ahora, la pregunta que se repite todos los días en los platós de televisión de Brasil es si el fiscal general del Estado, Augusto Aras, hará algo con este documento. La cuestión no es baladí, ya que Aras fue nombrado a dedo por Bolsonaro, que en dos ocasiones ignoró la llamada lista tríplice (de tres candidatos) presentada por la Asociación Nacional de Fiscales de la República, abandonando una praxis que se inició en la época de Lula.

Foto: Manifestantes contra Jair Bolsonaro colocan banderas blancas para simbolizar a los fallecidos por el covid-19. (Reuters)

Es un secreto a voces que Aras aspira a una de las 11 plazas del Tribunal Supremo. Recientemente, ha reconocido que “mantuvo conversaciones” al respecto, pero niega que haya presentado su candidatura o que Bolsonaro le haya ofrecido la plaza. Por lo pronto, el gabinete de la Fiscalía General del Estado ha señalado que considera temerarias las conclusiones del informe de la CPI, aunque ha reconocido que ve abundancia de pruebas, basadas en la ruptura del secreto bancario, fiscal, informático y telefónico de ministros y asesores de Bolsonaro.

Mientras políticos, politólogos y periodistas cuestionan si los resultados de la comisión de investigación se van a quedar en papel mojado, no hay un verdadero debate sobre la independencia de los poderes. Nadie en Brasil parece realmente preocupado por el hecho de que el fiscal general del Estado se muestre fiel al presidente que le nombró y que puede determinar su futuro profesional.

El año del vampirismo

Calheiros ha propuesto cambiar la ley sobre el 'impeachment', para evitar que dependa exclusivamente de la voluntad del presidente de la Cámara, en la actualidad Arthur Lira. Se trata del principal representante del Centrão, el conglomerado de partidos de centro que desde la redemocratización de Brasil ha apoyado a todos los gobiernos a cambio de cuantiosos financiamientos públicos. Lira es acusado por la oposición de enterrar en los cajones de su despacho las más de 130 peticiones de destitución presentadas contra Bolsonaro a lo largo de los últimos tres años.

Foto: Protesta contra Jair Bolsonaro en Sao Paulo. (Reuters)

“Me temo que, aunque haya argumentos de peso y pruebas evidentes de los gravísimos crímenes cometidos por Bolsonaro, el juego político va a pesar más. Todo va a depender de la capacidad de Bolsonaro de construir su sobrevivencia política en este momento, y eso pasa sobre todo por sus alianzas con los poderosos partidos del Centrão. Lo más probable es que la estrategia de los partidos de centro sea sangrar el Gobierno de Bolsonaro para obtener las máximas ventajas. El último año de mandato será marcado por el vampirismo”, señala la socióloga española Esther Solano, profesora de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), que acaba de lanzar el libro ‘The Bolsonaro Paradox’, a El Confidencial.

Los senadores, que pretenden enviar su informe a La Haya, esperan que esta corte juzgue a Bolsonaro por crímenes contra la humanidad

Tampoco queda claro lo que puede acontecer en el Tribunal Penal Internacional (TPI). Los senadores, que pretenden enviar su informe a La Haya, esperan que esta corte juzgue a Bolsonaro por crímenes contra la humanidad. Sin embargo, las posibilidades de que este proceso prospere son escasas, debido a la gran cantidad de denuncias que el TPI recibe. Algunos analistas consideran que podría ser una oportunidad única para demostrar que este tribunal no responde a lógicas geopolíticas, que lo han llevado a actuar exclusivamente en países africanos. No obstante, aunque fuese abierta una investigación internacional, se tardaría una década en obtener un fallo.

Precisamente, con la esperanza de que el CPI decida actuar, los senadores eliminaron de su informe final la acusación de genocidio contra los indígenas. Fue una cuestión muy polémica, incluso porque un grupo de líderes indígenas, capitaneados por el cacique Raoni, ya ha presentado su propia denuncia en La Haya por genocidio y ‘ecocidio’. En la opinión de muchos juristas, es difícil demostrar la intención de un mandatario de querer matar a un grupo étnico concreto. Una posible acusación de genocidio podría reducir las posibilidades de que el TPI abra una investigación internacional.

Mientras, en Glasgow, los líderes mundiales se rendían ante la elocuencia de Txai Suruí, una joven activista indígena de 24 años que pidió en inglés fluido acciones inmediatas de protección de los bosques tropicales y de los pueblos indígenas, que en sus palabras “están en la línea de frente de la emergencia climática”. Txai, que es hija del conocido cacique Almir Suruí, denunció el asesinato de indígenas a manos de los madereros. Fue la única brasileña que habló en la COP26.

“Solo podía ser usted”. Con esta broma, la canciller alemana, Angela Merkel, decidió quitar hierro al pequeño incidente que el presidente de Brasil protagonizó en Roma, donde se acaba de celebrar la primera reunión presencial del G-20 desde el inicio de la pandemia. Durante una cena oficial, Jair Bolsonaro pisó 'sin querer' el pie de la canciller. Esta ocurrencia no tuvo mayores consecuencias. Bolsonaro se sentó al lado de la mujer más poderosa de la Unión Europea e incluso se permitió el lujo de bromear sobre aquel trágico 7-1, cuando Brasil perdió ante la selección alemana en el Mundial de 2014.

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