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El socio fiable: ¿por qué Italia no ha dudado (como España) en enviar armas a Ucrania?
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Italia corta de raíz con Putin

El socio fiable: ¿por qué Italia no ha dudado (como España) en enviar armas a Ucrania?

Draghi se posiciona con el bloque occidental en un país con destacados dirigentes políticos que admiraban a Putin y donde el régimen de Moscú estaba socialmente mejor visto

Foto: El ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi, junto al presidente ruso, Vladímir Putin. (Archivo)
El ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi, junto al presidente ruso, Vladímir Putin. (Archivo)

Giro brusco en la política exterior y sociedad italiana respecto a Rusia. Empezó habiendo dudas sobre su compromiso, señalándose en medios de comunicación y redes sociales que Italia vetaba que se cortara la conexión del sistema Swift con Rusia. Tampoco quería que entre las sanciones figuraran los artículos de lujo, para no perder las compras de los oligarcas en sus boutiques, y los líderes italianos parecían más preocupados en mantener sus privilegiadas históricas relaciones con Moscú y su suministro de gas que en ponerse al frente de la exigida respuesta unida de Europa a la agresión rusa.

Eran los tiempos —25 de febrero— en los que el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, replicaba en Twitter a los reclamos del primer ministro, Mario Draghi, porque no le había atendido en una llamada programada: “Hoy, a las 10:30, en las entradas de Chernihiv, Hostomel y Melitopol había fuertes enfrentamientos. Gente ha muerto. La próxima vez moveré el calendario de la Guerra para hablar puntual con Mario Draghi. Mientras tanto, Ucrania continúa luchando por su pueblo”.

Había dudas entonces de hasta dónde llegaría Italia, pero, al final, el país donde buena parte de sus principales políticos llevan años mostrando devoción por Putin demuestra de nuevo que es un socio fiable.

El Gobierno de Roma se ha colocado inequívocamente junto a las tesis de Francia, Alemania, EEUU y el resto de aliados occidentales. Su diplomacia, además, está siendo de las últimas en marcharse de Ucrania, como sucediera ya recientemente en Afganistán, y se ha puesto a trabajar para encontrar soluciones a su dependencia energética de Moscú. “Depende de todos nosotros decidir cómo reaccionar. Italia no tiene intención de mirar a otro lado”, dijo Draghi, para cerrar toda duda, el martes en el Senado.

De esta forma, el Gobierno de Italia, el país de la Europa occidental con lazos históricos más estrechos con Rusia y la extinta URSS, ha elegido bando y asumido sus compromisos hasta las últimas consecuencias. Los transalpinos forman parte de un grupo de países principales liderados por EEUU que desde el inicio del conflicto han mantenido reuniones al más alto nivel para tratar el desafío ruso.

Foto: El presidente ruso Vladimir Putin en una imagen de archivo (Reuters/Namenov)

Italia va a mandar armamento y vehículos militares a Ucrania, aunque se mantiene aún en secreto qué se va a enviar exactamente, y va a aplicar las mismas sanciones económicas a empresas y oligarcas que el resto de Europa. “Nos habían pedido equipo militar, armamento y vehículos para protegerse de la agresión rusa. El Gobierno elegido democráticamente debe ser capaz de resistir la invasión y defender la independencia del país. A un pueblo que se defiende de un ataque militar, y pide ayuda a nuestras democracias, no se le puede responder solo con aliento y actos de disuasión. Esta es la posición de Italia, de la Unión Europea, de nuestros aliados”, ha dicho el primer ministro.

Italia, el club de los fans de Putin

El cambio político, además, ha ido de la mano de un marcado cambio social. Según una encuesta de Morning Consult, Italia era entre el 14 y 20 de febrero el país del bloque occidental en el que Rusia tenía más apoyos. Por esas fechas, un 32% de los italianos tenían una visión favorable de Rusia y un 50% la tenía negativa. Solo una semana después, tras el inicio del ataque de Moscú, la cifra positiva ha bajado hasta un 16% y la negativa ha subido al 69%.

Ese panorama ha provocado que relevantes políticos italianos estén haciendo malabares para justificar su declarada admiración hacia el zar ruso. Silvio Berlusconi, Matteo Salvini o Beppe Grillo tienen un largo pasado de admiración que justificar por el hombre que algunos asemejan a Adolf Hitler. ¿Las sospechas de corrupción, asesinar o encarcelar oponentes, ataques cibernéticos, desestabilizar democracias y graves ataques a minorías en su país, no se conocían antes de que decidiera invadir Ucrania? ¿Era admirable antes pese a todo ese currículum?

Silvio Berlusconi lanzaba el pasado mes de enero su candidatura a la presidencia de Italia presumiendo de sus buenas relaciones con el presidente ruso: “He tenido una larga y cordial llamada con el presidente de Rusia, Vladímir Putin. Más allá de las felicitaciones por el nuevo año, hemos cambiado opiniones sobre los principales temas de política internacional”, publicaba en sus redes sociales junto a una foto de ambos cogidos por el hombro.

Entonces el empresario italiano presumía de tener hilo directo con el ruso, como ha hecho en innumerables ocasiones en los últimos años, dentro de una amistad que ha dejado fotos para rellenar múltiples marcos. Ahora, con el horror de desencadenar esta sangrienta guerra en la que el ex agente de la KGB ha sorprendido a todos, algunos medios afines a Berlusconi como 'Il Tempo' decían que “solo Berlusconi tiene hilo directo con Putin para parar esto”. “No he hablado con él y no sé si lo haré”, explicó por su parte el ex primer ministro pasado 25 de febrero.

Foto: El líder de la Lega, Matteo Salvini, en Russia Today en Moscú. (EFE)

Pero el más entusiasta fan del ruso ha sido el líder de la ultraconservadora Lega, Matteo Salvini, que lo calificó en 2018 como “uno de los mejores políticos de nuestro tiempo”. Su admiración por él era tal que ha publicado una foto suya en la que posa con una camiseta con la cara de Putin en la Plaza Roja de Moscú en la que dice: “Cambio dos Mattarella por medio Putin”. También en su despacho ha mostrado que tenía en una estantería una pequeña instantánea del ruso, del estilo de las que se suelen poner de familiares muy cercanos. El problema es que además de esa admiración personal por él, la Lega ha estado investigada por la Fiscalía de Milán por un caso de posible financiación irregular con dinero de Moscú. Salvini siempre ha negado esa financiación y la investigación sigue abierta.

Hoy, el milanés pretende enjuagar todo ese apoyo público, que sabe que puede tener un alto coste electoral, yendo a poner flores a la embajada de Ucrania en Roma, diciendo que reza por los niños y mujeres ucranianos, haciendo llamados a la paz y hasta abriendo la puerta a los refugiados. Sin embargo, y sin levantar demasiado la voz, se ha opuesto al envío de armas a Ucrania. “¿Envío de armas? Prefiero la vía del Santo Padre. Mañana participaré en su ayuno por la paz”, ha dicho Salvini.

Foto: Vladímir Putin, a lomos de un caballo en una imagen de archivo. (Reuters/Ria Novosti)

Los últimos involucrados en el club de fans de Putin son los populistas del Movimiento 5 Estrellas. Su creador, el cómico Beppe Grillo, dijo que “la política internacional necesita hombres de estado fuertes como ellos (incluía ahí a Trump). Putin es de los que dice las cosas más sensatas sobre política internacional”. Otra de las grandes figuras de los inicios del Movimiento, Alessandro Di Battista, hoy fuera del partido, decía en 2019 que “para la paz mundial menos mal que está Putin”.

'Búnker' en la residencia del embajador italiano

Draghi ha destacado también el papel jugado por la embajada italiana en Kiev. La residencia del embajador Pier Francesco Zazo se ha convertido hasta casi el último momento en casa de acogida de múltiples afectados a los que se abrió sus puertas, incluyendo alguna periodista europea. Otra vez, como pasara en el apresurado desalojo de Afganistán, los diplomáticos italianos han tenido un papel relevante de ayuda a afectados por los bombardeos.

Italia, por ahora, ha trasladado su embajada en Ucrania a la más tranquila ciudad de Lviv, a la espera de que los acontecimientos puedan desembocar en dejar el país como han hecho ya la mayoría de países. “El personal de la embajada en Kiev, por su parte, se trasladó en estos momentos desde la embajada a la residencia del embajador junto a un grupo de compatriotas, entre ellos menores y bebés. En la Residencia se concentraron 87 personas, de las cuales 72 deberían trasladarse hoy a Leópolis (Lviv)”, dijo Draghi en el Senado.

Foto: Imágenes de satélite del convoy militar ruso de más de 60 km hacia Kiev. (Getty/Maxar)

Además, el ministro de Asuntos Exteriores, Luigi Di Maio, hizo el lunes 28 de febrero un viaje relámpago a Argelia para explorar la posibilidad de abrir nuevas vías de suministro de gas. Italia, según datos del Gobierno, compró el año pasado un 43% de su gas a Rusia y los italianos se han puesto a trabajar en encontrar soluciones. “Discutiremos el fortalecimiento de la cooperación bilateral, en particular para abordar las necesidades de seguridad energética europea, a la luz del conflicto en Ucrania”, anunció el ministro que ya trabaja en abrir futuras vías de suministro.

Tras las críticas desde algunos países comunitarios que apuntaban a Italia y Alemania como culpables de bloquear la expulsión de Rusia del Swift, se ha pasado a una fuerte alianza de la tercera economía de la UE con sus aliados. Ya nadie recuerda la frialdad inicial entre Zelensky y Draghi.

Giro brusco en la política exterior y sociedad italiana respecto a Rusia. Empezó habiendo dudas sobre su compromiso, señalándose en medios de comunicación y redes sociales que Italia vetaba que se cortara la conexión del sistema Swift con Rusia. Tampoco quería que entre las sanciones figuraran los artículos de lujo, para no perder las compras de los oligarcas en sus boutiques, y los líderes italianos parecían más preocupados en mantener sus privilegiadas históricas relaciones con Moscú y su suministro de gas que en ponerse al frente de la exigida respuesta unida de Europa a la agresión rusa.

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