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Cuando viví en la "primera ciudad liberada del comunismo en Cuba"... y no me enteré
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El silencio da pie a la especulación

Cuando viví en la "primera ciudad liberada del comunismo en Cuba"... y no me enteré

Una amiga me llamó asustada porque en mi ciudad "los manifestantes controlaban varias comisarías y el primer secretario del Partido Comunista había sido secuestrado". Y yo no me había enterado

Foto: Manifestación en La Habana. (Reuters)
Manifestación en La Habana. (Reuters)

"Mijo, dime que todo está bien por allá. Que ni tu familia ni tú han tenido problemas". Así me saludó el martes en la tarde una amiga residente en Varadero. Me llamaba asustada por la noticia de que en mi ciudad la gente "se había botado para la calle, los manifestantes controlaban varias estaciones de policía y el primer secretario del Partido Comunista había sido secuestrado".

Efectivamente, medios opositores habían lanzado titulares que daban la sensación de que la tercera ciudad más grande del país había amanecido fuera de control. "Camagüey, primer territorio libre de la dictadura en Cuba", aseguraba uno. "Reportan despliegue militar en Camagüey: casi en cada esquina hay policías y boinas negras", publicaba otro. Pero en ese momento yo no podía leer esas informaciones, pues no tenía conexión a internet.

Daban las seis de la tarde y yo estaba en la esquina de mi cuadra junto a varios vecinos, en previsión de que pudiera ocurrir 'algo'. Nos había convocado la presidenta del Comité después de que cuatro personas pasaran por una avenida cercana con palos y "bastante mal aspecto", según la descripción del vigilante de la guardería a la que va mi hijo de cinco años. Pese al aviso, a esas horas la ciudad estaba lejos de lucir tomada por militares o manifestantes.

Foto: Un manifestante es detenido durante las manifestaciones del domingo. (Reuters)

El domingo, mi barrio se mantuvo tranquilo, sumergido en el bochorno de un mes de julio típico, mientras varios puntos de la ciudad se convulsionaron con protestas como las que se produjeron en varias partes del país. El lunes y el martes, tampoco dejaron mayores novedades que reseñar. Pero si uno revisa las noticias de esos días, puede leer todo tipo de versiones; que la policía se apartó para dejar pasar a los manifestantes, que la policía arremetió sin piedad contra los manifestantes, incluso que no había manifestantes.

Muchos —como en otras partes de la isla— fueron detenidos y algunos más tarde liberados. Hasta ahora ha habido un muerto, un ciudadano del municipio habanero llamado Diubis Laurencio Tejeda, de 36 años, quien murió en la noche del lunes en un enfrentamiento que dejó además varios heridos civiles y policías.

Nadie quiere que la violencia alcance sus barrios. En el mío, incluso uno recién llegado, que de tiempo en tiempo nos molesta con sus fiestas, se acercó a la esquina para asegurarse de que "esta gente no vaya a poner mala la cosa". Una protesta alterando la tranquilidad de mi barrio no parecía aceptable para la mayoría. Salieron cientos. O miles. Pero millones se quedaron en sus casas.

La vida normal

Quizá la principal diferencia entre el 'antes' y el 'después' del 11 de julio es que ya no se andaba pendiente de regresar a casa antes de la una de la tarde, cuando rige el toque de queda establecido para limitar la propagación del covid-19. Las restricciones ya regían desde hace casi un mes en Camagüey y otras provincias del interior. Ser sorprendido por la policía o los inspectores de sanidad circulando fuera de horario implicaba una multa cuantiosa, de la que solo conseguían librarse aquellos con un motivo de fuerza mayor o una autorización oficial.

Foto: Cubanos observan el paso de las cenizas de Fidel Castro, en Camagüey, el 1 de diciembre de 2016 (Reuters).
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Pero amaneció el lunes, y el martes y el miércoles, y la gente se levantaba y salía a sus empleos y otras gestiones haciendo su vida normal. Una vida que incluye lidiar con largas filas para todo y constante escasez de productos. En la isla, el coronavirus ha impactado como un obús en la economía, cortando en seco la llegada de turistas y las remesas de los cubanos en el exterior, dos conceptos que aportan cuatro de cada 10 dólares que entran en el país. El virus, controlado en los primeros compases de la pandemia mundial, lleva desde enero haciendo estragos sanitarios. Cuando Cuba logró terminar contrarreloj sus dos vacunas, el país se había quedado sin jeringuillas.

En la tarde de ayer, batimos un triste récord con más de 50 fallecidos en Cuba. Para ser exactos, 51. El domingo, otras 47 muertes, y es difícil que no volvamos a superar esta cifra cuando la cifra de contagios supera los 6.000 casos al día. Sin embargo, los disturbios dominicales forzaron a las autoridades a dejar de lado sus esfuerzos por restringir la movilidad. Aun así, en la mayor parte del país la gente sigue intentando salir de casa principalmente en las mañanas. No tanto por las protestas como por la dificultad de hacer compras pasado el mediodía, ya que la práctica totalidad de los establecimientos sigue funcionando pocas horas al día. También por una razón climática inapelable: las tardes de verano en Cuba son terribles si de temperatura se trata.

Foto: Una mujer sale al balcón donde se expone una bandera cubana, en La Habana, Cuba. (EFE)

Por entonces, yo regresaba de comprar algunas viandas en un puesto improvisado que un carretillero puso en su casa —teletrabajo a la cubana—, a pocas cuadras de una de las estaciones de policía que en las redes muchos daban por "tomada por los manifestantes". Casualmente, la vivienda se ubica sobre la Carretera Central, la avenida que los sublevados hubieran debido seguir durante un hipotético asalto. Pero allí estábamos tres. El vendedor, otra clienta y yo aprovechamos la oportunidad para conversar y quejarnos por el corte de internet, que desde la madrugada del lunes se mantenía en la isla.

"Tienen que ponerse para eso (...), para conectarse como si uno estuviera en Estados Unidos, así aquí no te pueden bloquear"

Como un favor, el hombre se ofreció a instalarme varias VPN que me permitirían volver a estar en red. "Tienen que ponerse para eso, porque algunas hasta dan cuentas gratis para conectarse como si uno estuviera en Estados Unidos, así aquí no te pueden bloquear", nos explicó. Sin duda, Cuba es una isla de bloqueos.

Regresaba con la buena nueva de mi 'renacida' conexión cuando encontré a mi padre y vecinos en el improvisado puesto de vigilancia, aburridos por lo que parecía ser una falsa alarma. Fue en ese momento que mi amiga llamó aterrada por nuestra suerte en medio de la sublevación que protagonizábamos, sin saberlo, en las redes.

Fuera de Cuba, a muchos les resultaba comprensible que fuera Camagüey por donde comenzara el "desplome de la dictadura". Ella también lo creía lógico, dada la singular historia de la región durante los últimos 60 años. En definitiva, las redes no hablaban de otra cosa y hasta en los noticieros de Miami, desde donde su madre le había escrito espantada, aseguraban estar a la espera de las primeras imágenes de la "liberación" de la ciudad. Solo nosotros, en Camagüey, no nos habíamos enterado.

"Mijo, dime que todo está bien por allá. Que ni tu familia ni tú han tenido problemas". Así me saludó el martes en la tarde una amiga residente en Varadero. Me llamaba asustada por la noticia de que en mi ciudad la gente "se había botado para la calle, los manifestantes controlaban varias estaciones de policía y el primer secretario del Partido Comunista había sido secuestrado".

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